sábado, 8 de febrero de 2014

una atadura complicada

El caso Tinelli confirma que Cristina ató la suerte del Gobierno a La Cámpora
Por Ignacio FidanzaLa Presidenta anuló la única jugada interesante que había generado la CasaRosada. Enorme preocupación en el peronismo.
Las peores presunciones se confirmaron. Cristina ha decidido atar su suerte, la del Gobierno y de todo el kirchnerismo a La Cámpora, en una determinación signada por contenidos emocionales más que políticos.
Esa es al menos la lectura que por estas horas hacen con alarma en el más alto nivel del peronismo, donde la expulsión del conductor más popular de la Argentina del programa Fútbol para Todos, es tomada como laprueba fehaciente de un Gobierno encapsulado.
Sin embargo, la opción por La Cámpora tiene la virtud de lacoherencia. La salida de Tinelli desde el momento que empezó a chocar con esaorganización era una consecuencia previsible en ese micro mundo que transitaCristina, que va desde la Quinta de Olivos donde habla con su hijo, hasta losdiscursos en los patios de la Casa Rosada, nuevo hit de la narrativacamporista.
Lo que se despliega en tiempo real es la aceleración de ladinámica endogámica, de la bifurcación con las mayorías. Construcción derealidades paralelas, con su agenda, sus prioridades, sus héroes y heroínas.Como si finalmente Cristina y La Cámpora hubieran logrado desprenderse de lacarga de validar sus certezas con la sociedad. El Gobierno del país como unapartida de Play Station que crea su propio mundo, con reglas que van más alláde la economía o la política.
Cristina se alimenta de La Cámpora para decirse que transitael camino de la liberación, que seguramente imagina para su paso por el poder yLa Cámpora se apoya en ese encandilamiento de la Presidenta, para justificar suexpansión fractal.
Nunca esa doble validación quedó tan clara como en la peleacon Tinelli. El peronismo respeta pocas cosas, la popularidad suele ser una deellas. Cristina violó con su opción por La Cámpora, ese límite.
La pelea con Hugo Moyano ya había golpeado en su momentobajo la línea de flotación –elmovimiento obrero es otra de las vigas maestrasde ese movimiento-. Pero al menos el camionero no es un dirigente popular. Poreso, lo de Tinelli es acaso más grave si se lo proyecta. Sugiere la decisióndel aislamiento, o sea, en el límite, de la pérdida del poder.
Conocida la noticia los llamados entre gobernadores,intendentes y dirigentes importantes del peronismo estallaron. El impacto fueexplosivo. Cristina acababa de hundir la única iniciativa popular que surgiódel nuevo gabinete –no es casual que el ideólogo haya sido el chaqueño JorgeCapitanich, otro de los que libra una batalla sorda con La Cámpora-.
“Esto confirma que Cristina tiene una dependencia emocionalcon su hijo y La Cámpora, creeque son los únicos que la defienden y la quiereny va a dar todo por ellos”, explicó un importante dirigente del peronismo.
Cristina suele repetir además que “sus chicos”, como losllama en la intimidad, son los únicos honestos. De hecho esa es casi la única justificaciónque da para sostener a Axel Kicillof en el manejo de una economía que va a lostumbos.
¿Cómo rebatir esas convicciones tan profundas? Imposible.Esa es la certeza que hoy terminó de hacerse carne en el peronismo. Y por esola preocupación. Lo que ocurre en la cima del poder está más allá del debatepolítico.
Pero las consecuencias de las malas decisiones que está tomando Cristina laspagan esos mismos líderes territoriales que le aportaron votos y estructurapara que llegue donde está. Por eso la tensión creciente, por eso la enormepreocupación. Lo que está en juego ahora es la de ellos.
No es posible ganar elecciones contra la gente. “La Cámporaes una fenómeno de participación sin representación”, explicó un agudo analistaque los conoció de adentro. Es verdad que lograron construir una organizaciónreal con miles de jóvenes comprometidos. Pero también es verdad que se trató deun fenómeno que nunca logró que la sociedad lo sintiera como propio.
En años de ejercicio del poder, manejo de presupuestosmillonarios, apoyo total de la Presidenta, no lograron construir un solo lídercon proyección en la sociedad, donde si reciben algo, en general es rechazo.
Cristina decidió atar su suerte a esa experiencia. 

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