miércoles, 9 de julio de 2014

MEDIOS Y COMUNICACION
Qué hace el fútbol con la TV
María Graciela Rodríguez reflexiona sobre el fútbol y la televisión a propósito del Mundial 2014 y pregunta si el uso de los medios electrónicos representa una “intromisión” de la organización sobre el “espíritu del deporte”.

http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por María Graciela Rodríguez *
Que el fútbol y la televisión son, desde sus inicios, un matrimonio destinado a perdurar, no cabe ya ninguna duda. Y desde esa evidencia, muchas palabras han sido dichas, desde notas de opinión periodísticas, hasta tratados filosóficos, tratando de responder a la pregunta: ¿qué ha hecho la televisión con el fútbol? Montañas de palabras han declamado que, a caballo de los negocios, la televisión mercantilizó al fútbol; que los espónsores aparecen hasta en la parte de atrás de los pantalones de los jugadores; que los partidos mundialistas se juegan a horas insalubres; que la disciplina ha cedido terreno al juego; que la tendencia a la especialización ha llevado a que haya arqueros-máquinas utilizables solo para atajar penales. Y tantas otras cosas más.
El Mundial Brasil 2014 lleva esos interrogantes al extremo. Y esas imágenes en cámara lenta que tanto deleitan, y que permiten observar al detalle, entre otras cosas, la marca y el diseño de los botines, también habilitan a invertir la pregunta. Ya sabemos lo que hizo la televisión con el fútbol; ahora, ¿qué hace, o mejor dicho qué hará, el fútbol con la televisión? ¿Se instalarán las imágenes capturadas por las cámaras como evidencias de acciones propias del juego? El hockey y el tenis ya las han incorporado, junto con otras tecnologías. Claro que se utilizan “a demanda” y con limitaciones; el juego se tornaría aburridísimo –e imposible– si ante cada duda del árbitro se parase la contienda para verificar un offside, un penal, un saque dentro o fuera de las líneas. Y en este Mundial de Fútbol, a partir de lo que pasó en Alemania vs EE.UU. en Sudáfrica 2010, se agregó la posibilidad de chequear con imágenes computarizadas a posteriori, si la pelota entró o no en una ocasión de gol. Claro que se incluyó solo en las transmisiones, y no en la toma de decisiones. Todavía.
¿Qué ocurrirá con estas tecnologías, especialmente en deportes como el fútbol, destinado a seguir siendo fenómeno de masas mundial? Concretamente nos preguntamos qué ocurre, mejor dicho qué va a ocurrir, con las imágenes para el caso de las faltas y sus sanciones: ¿es válido recuperarlas a posteriori para que las cámaras se erijan en jueces –y verdugos– de las faltas cometidas por los jugadores y que los árbitros no sancionaron oportunamente? ¿No está siendo este el caso en el Mundial 2014?
El árbitro no le sacó tarjeta a Luis Suárez por su mordisco a Giorgio Chiellini; tampoco a Camilo Zúñiga por la fractura a Neymar da Silva Santos Júnior (aunque en este caso el árbitro sí consideró que había falta pero optó por conceder la ley de ventaja). El código disciplinario de la FIFA permite imponer sanciones en forma retroactiva ante “errores obvios” del árbitro. ¿A qué se refiere con “errores obvios”? Si, después de esos “errores obvios”, a Suárez lo sancionaron con tanta dureza por un mordisco, ¿qué sanción le correspondería a Zúñiga? ¿Fue o no un “error obvio”? ¿Y cuántas otras faltas, que no han tenido consecuencias serias, podrían ser re-evaluadas a la luz de las imágenes de televisión? ¿Debería la FIFA volver a ver todos y cada uno de los partidos buscándolas? ¿Cuánto tardaría en decretar quién es finalmente el merecedor de la Copa?
Y ya que estamos subidos a esta especie de tren contrafáctico, ¿la FIFA solo tiene que ocuparse de verificar las faltas, o quizás debería también regresar sobre penales u offsides no cobrados? Imaginemos a los integrantes del comité disciplinario, sentados en los sillones de una oficina, pasando una y otra vez las imágenes de, por ejemplo, un penal simulado. E imaginemos que, tras una ardua deliberación, sancionan, pongamos por caso, a Arjen Robben, decretando entonces que México y no Holanda, pasó a octavos. Vuelta atrás, a re-armar la grilla.
Me pregunto qué dirán los filósofos del deporte sobre el fair play, la igualdad de oportunidades, y otros “valores” deportivos. ¿No sería esto, acaso, una “intromisión” de la organización sobre el “espíritu del deporte”?
* Docente investigadora Unsam-UBA
MEDIOS Y COMUNICACION
La huella del otro *
Marta Riskin advierte que los medios primero construyen al culpable, luego naturalizan presuntos delitos mediante reiteraciones y, finalmente, dictan su condena, convocando consensos virtuales antes que la suscriba un eventual magistrado.

http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Marta Riskin **
Desde el punto de vista estrictamente técnico, la comunicación con el otro puede establecerse entre personas y máquinas, entre máquinas o entre sujetos.
Sin embargo, la comunicación humana insiste en eludir similitudes y la precisión electrónica o lógica de emisores y receptores.
Quienes comparten mensajes pueden usar análogos recursos teóricos y perceptivos e interpretarlos de modo diferente o bien coincidir con desconocidos de ajenas cosmovisiones.
En los complejos intercambios humanos intervienen habilidades personales, universales, culturales y, bajo capas de convenciones y convicciones, universos de señales sutiles. Huellas primarias sobre las cuales, educación y adiestramientos, experiencias y elecciones personales instalan gustos y disgustos, adhesiones y prejuicios. Cuanto más profundos e inconscientes sus surcos, más automáticas serán las respuestas.
Datos inocuos si, durante el proceso de concentración global de la economía, no se hubiesen desarrollado tecnologías de manipulación de conciencias, contenidos y formatos de comunicación, tan capaces de vender productos y administrar necesidades y consumos como de fomentar conductas acríticas y adictivas en audiencias mundiales.
Para que los estímulos desalienten el pensamiento crítico y cedan control social efectivo a la anomia se necesita de jueces, cómplices y silencio.
Nadie se sorprenda entonces que una palabra como “extorsión” tenga tanta importancia para los buitres y sus socios.
Difícil libertad *
Un siglo de metódico trabajo de marketing social para maximizar ganancias corporativas aún manifiesta el implante de hábitos y valores que convirtieron a valiosos intelectuales en escépticos fabricantes de papers, a sindicalistas en patrones y a tanto militante por un mundo mejor, en empleado al servicio de intereses que otrora despreciaba.
Las violaciones a los derechos comunicacionales son digeridas por sus víctimas del mismo modo como lo hacen algunas víctimas de otros delitos: justifican al agresor y hasta exigen castigos para quienes las defienden o se atreven a rebelarse. El poder de los medios masivos es más evidente a la hora de promover fanatismos.
Primero construyen al culpable, luego se naturalizan sus presuntos delitos mediante reiteraciones y, finalmente, se dicta su condena convocando consensos virtuales, antes que la suscriba un eventual magistrado.
En esta etapa de la batalla cultural, las víctimas por exposición mediática aún son habitantes de un mundo donde la libertad continúa traduciéndose como caos. Señalan la urgencia de seguir desnudando operaciones y consignas que promueven egocentrismos y dobles estándares y de crear simultáneamente gestos y antídotos que aceleren los tiempos de labranza y cultivo de normas humanitarias.
Alcanzar mayores espacios de mutua libertad siempre parece demandar la apertura a debates genuinos y la formulación de propuestas que convoquen todas las tradiciones intelectuales e imaginarios posibles.
Sostener plataformas de debates ofrece oportunidades para elegir entre confrontaciones estériles y un trabajo que transforme conflictos y coincidencias en acciones de mutuo beneficio.
“El rostro de mi prójimo...
una alteridad... que abre al más allá” *
Asumir responsabilidades colectivas junto al Otro también significa profundizar en las huellas de diversas construcciones superestructurales, nutrir negociaciones, aceptar compromisos.
Cuando la libertad abandona al mármol se ejercita entre opciones encarnadas, logra concentrarse en dualidades más hondas y apartarse de las superficiales. Por caso, la difusión de audiovisuales exhibiendo a bárbaros que fueron profundos pensadores y a civilizados intelectuales que desplegaron brutalidades asesinas en defensa de mezquinos intereses, perturbó los tradicionales duelos entre las categorías “civilización” y “barbarie”.
Sólo a partir de que el Estado interviene en el intercambio comunicacional y garantiza el acceso a la emisión y recepción de diversos sectores de representación popular, los ciudadanos no necesitan definirse por su pertenencia al rebaño. La puesta en valor de las elecciones personales y comunitarias y los disensos y acuerdos que aportan los debates cuestionará no pocos prejuicios y capacidades personales para disfrutar de una sociedad cada vez más inclusiva.
Un país multicultural como Argentina ofrece hoy la enorme oportunidad para diseñar, entre todos, y desde el sur del planeta, los próximos e históricos cambios de paradigma.
Después de todo, las coherencias entre la teoría y la práctica son la mejor vidriera de la efectividad de las políticas éticas y solidarias, confirmando con alegría, “como se hace” para que la Patria sea el Otro.
* Emmanuel Levinas (1906-1995).

** Antropóloga Universidad Nacional de Rosario.

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