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viernes, 11 de noviembre de 2011

desafío

¿Después de la victoria, qué?

Publicado el 11 de Noviembre de 2011



El voto de más de la mitad del padrón, sumado a un fuerte apoyo institucional del sector industrial, parte del campo y de los trabajadores, otorga a la presidenta un amplísimo margen de maniobra.
El rotundo triunfo de Cristina Fernández el pasado 23 de octubre, a la vez que expresó un fortísimo respaldo popular e institucional al gobierno nacional, abre interrogantes sobre lo que vendrá en los próximos cuatro años. La contundencia del resultado electoral sin lugar a dudas marcó un cimbronazo en el escenario político, que hará reacomodar fuerzas y posiciones y marcará a grandes rasgos el rumbo de lo que se viene. Para el gobierno, se abre un tiempo de definiciones sobre qué cosas modificar y cuáles profundizar.
En principio, podríamos sostener que los bajísimos guarismos obtenidos por algunos referentes opositores parecieran evidenciar el paso a retiro de varios de ellos. Tal sería el caso de Duhalde, Alfonsín, o incluso Lilita Carrió, que pese a autoproclamarse la personificación de la resistencia, ha sufrido el abandono de casi todo el apoyo ciudadano que alguna vez supo atesorar. En ese sentido, los resultados de las elecciones obligarán a varias fuerzas a un recambio dirigencial que dé nuevos aires internos y traiga nuevos rostros al escenario político.
Del lado de los que han quedado en pie sin llevarse el premio mayor, parecen perfilarse dos representantes fundamentales. Por un lado Mauricio Macri, que si bien no tuvo una elevada exposición en las presidenciales, aparece como la cabeza del espectro de centroderecha y un presidenciable claro de ese sector para 2015. La muy buena performance de Hermes Binner, por otro lado, indica que ha podido trascender las fronteras de la provincia santafesina, colocándolo como el representante de una suerte de fuerza de centro con aires de progresismo, al que aún le falta definir su identidad frentista. Su desafío, posiblemente, será cómo ejercer la oposición responsablemente y sin trabar las políticas que impliquen mejoras sociales.
Para el oficialismo, en cambio, el contexto es absolutamente favorable. El voto de más de la mitad del padrón, sumado a un fuerte apoyo institucional del sector industrial, parte del campo y de los trabajadores, otorga a la presidenta un amplísimo margen de maniobra, a lo cual debe sumarse la recuperación del control de ambas cámaras legislativas.
Así, el gobierno nacional tiene en sus manos las herramientas y el contexto dado para profundizar el rumbo, por un lado, y avanzar en las cuestiones postergadas, por el otro. Como ejemplo de lo primero, deberían continuarse las políticas que cuiden el empleo, nuevas medidas que sigan fomentando, tanto el consumo interno como la industrialización –de manera de continuar modificando de raíz la matriz productiva–, la consolidación de transferencias sociales a los sectores más vulnerables, y la profundización de los vínculos con América Latina, entre muchas otras cuestiones. Como ejemplo de los asuntos postergados, parece ser el momento de plantear una reforma impositiva seria, que concentre mayores impuestos a los sectores de mayores ganancias; una ley de minerías que proteja, tanto el suelo como los intereses económicos nacionales; y una ley de tierras que ponga límites a los latifundios, tanto nacionales como internacionales, sólo por nombrar algunas de las demandas más visibles. Asegurar una distribución más equitativa de la renta también aparece como los desafíos fuertes a alcanzar.
En ese escenario, una mirada inteligente de ese casi 54% de apoyo, debería leerse tanto como un reconocimiento a lo hecho como un voto de confianza lanzado hacia el futuro. Y en ese sentido, será trascendental el entramado de poder que la presidenta Cristina Fernández, junto con los múltiples actores políticos e institucionales, logre diagramar de aquí en más.
Sin embargo, y bajo la presunción de que el poder también se ejerce desde las bases, es momento de seguir profundizando la recuperación plena de la política, como una cuestión colectiva y popular. Y en ese sentido, no debería pasar desapercibido ese llamado de la presidenta a la juventud, instándolos a nucleares activamente en torno a diferentes organizaciones sociales, políticas y estudiantiles. El compromiso activo y la presencia constante del pueblo es la mejor manera de defender un proyecto que pretende enfrentarse a los intereses de los sectores dominantes; aquellos mismos sectores que han tratado en vano de detener el avance de un pueblo que busca ser protagonista de su historia. <

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