domingo, 6 de mayo de 2012



Votar en Francia


Los dos candidatos a la presidencia francesa

Votar en Francia es recibir en casa, dos días antes de las elecciones, un gran sobre del ministerio del Interior. Adentro, los panfletos de los candidatos. Eran diez en la primera vuelta del 22 de abril. En la segunda, el 6 de mayo, el actual presidente francés se enfrenta al candidato socialista François Hollande. Uno puedo llegar al día de la votación con su candidato en la mano: mete uno de esos papelitos blancos que llegaron a casa (el que tenga escrito el nombre del candidato que uno elige) en el pequeño sobre que vino incluido, y listo.

Votar en Francia es acercarse al colegio o a la municipalidad que tocó, cerca de dónde uno vive, igual que en la Argentina. Hombres y mujeres no van por separado: las listas son mixtas, al igual que las filas. Dos personas reciben al elector y controlan la ficha electoral (es un papelito independiente al documento que cada elector lleva consigo). Las mismas hojas blancas que llegaron a casa -cada una con el nombre de uno de los candidatos- están apoyadas sobre una mesa. Bajo las miradas del resto, uno tiene que tomar algunas (al menos dos) para no revelar su voto. Y, con todo eso, aparentar encerrarse en el llamado “isoloir”, cabina electoral con una cortina negra que no se cierra totalmente por ningún lado, para poner al elegido dentro del sobre. Al momento de deslizar el sobre en la urna, el presidente de la mesa acompaña el instante con un “a voté” (ha votado). La sensación son pajaritos con carteles de democracia volando por el cuarto.

Votar en Francia son debates políticos y emisiones periodísticas de gran calidad a lo largo de toda la campaña. Los candidatos incluso se enfrentan en vivo. La última, entre el presidente actual y su rival, fue el miércoles, cuatro días antes de las elecciones. En la calle no volaba ni una mosca. Los bares estaban vacíos. Los parisinos estaban postrados frente a la tv. Y si no lo estaban, tampoco salieron. Sensación de compromiso democrático.

Votar en Francia es un derecho, y no una obligación. Por eso la primera cifra que se publica, mientras se esperan los resultados parciales, es la “tasa de participación” (fue de poco más del 80% en la primera vuelta). Ello revelará cuán implicados están los franceses en la votación, y es un dato que después reaparece en estadísticas sobre la sociedad francesa.

Votar en Francia es hablar de política durante las comidas entre amigos y contar, sin pudor ni secretismo, por quién uno piensa votar.

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