armando un rompecabezas
Por qué se produjo el caos: las causas del estallido en la política paraguaya
Un presidente destituido en dos días. Partidos que cambian de alianzas repentinamente. Y un complicado escenario muy difícil de comprender. Un mapa del laberinto de Paraguay.
¿Qué ocurrió en los últimos cuatro años en Paraguay para que 34 senadores contra 4 votaran a favor de destituir al presidente? El juicio sumarísimo a Fernando Lugo tiene como telón de fondo la historia de un gobierno que, por errores propios e intereses ajenos, transitó sus días en el poder inmerso en un creciente aislamiento a izquierda y derecha. En un país cuyo destino se decidió durante décadas dentro de un mismo y gran partido, la solitaria promesa de Lugo de romper con el estilo de las fuerzas tradicionales comenzó a derrumbarse desde el día en que asumió.
En las elecciones de 2008, el ahora ex jefe de Estado llegó al Palacio de López como candidato de un experimento político: una coalición de partidos de izquierda y movimientos sociales se alió con el Partido Liberal Radical Auténtico (PRLA), una formación de centro que en los 70 refundó la tradición liberal para oponerse a la dictadura del general Alfredo Stroessner. Con la fórmula Lugo-Franco, la Alianza Patriótica para el Cambio (APC) logró derrotar al derechista Partido Colorado, que luego de apoyar a Stroessner había gobernado en Paraguay desde el regreso a la democracia.
El resultado de los comicios de 2008 preanunció lo que vendría: el aporte del PRLA explicó casi el 70% de los votos obtenidos por el dúo ganador. Primer error de Lugo: en el reparto de cargos, cedió la mayor parte de las bancas en el Parlamento a los liberales. De los 31 diputados de la APC, 29 respondían a Franco; y de los 18 senadores, 15 eran del vicepresidente.
En los primeros meses luego de la asunción, Franco comenzó a expresar diferencias con Lugo y acabó convirtiéndose en uno de los principales voceros de la oposición. Sus legisladores dejaron de reportar al ex mandatario, a quien entonces sólo le quedó recostarse sobre los movimientos sociales. Segundo error de Lugo: el incumplimiento de sus promesas de campaña hizo que mermara su base de apoyo popular. El ejemplo más claro fue el de la reforma agraria nunca concretada: en los últimos años, la concentración de la tierra no se revirtió y de hecho se expandió la frontera sojera.
Con esa compleja relación de fuerzas, Lugo afrontó esta semana el sorpresivo juicio político. El Partido Colorado y la Unace –del ex general golpista Lino Oviedo– fueron, junto a los liberales, los artífices del proceso. Ahora, los colorados irán en diciembre a una feroz interna partidaria entre las tres líneas que integran el partido. Los liberales deberán optar entre aliarse con sus viejos rivales, o intentar seducir otra vez a la izquierda. Una opción que, si la memoria no fallara, debería quedar descartada luego del “kick out” a Lugo. Pero, en Paraguay, nunca se sabe.
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