UNA OPORTUNIDAD
HISTORICA.
Por: Darío H. Schueri –
Desde Santa Fe
El socialismo, cuya imagen de honestidad aún sobresale en
las encuestas, tiene la oportunidad histórica de encarar frontal y decididamente
el combate contra la droga, involucrando a todos los sectores políticos, institucionales (como el
legislativo y sobremanera judicial) y sociales en una guerra que debe darse sin
cuartel.
Un ex jefe de la Policía de la Provincia (Hugo Tognoli)
prófugo de la justicia e inhallable (hasta el momento de escribir estas líneas)
por quienes fueron sus subordinados (¿qué tendrá que arreglar antes de
presentarse?) luego de anunciar públicamente su inocencia por la tremenda
acusación mediática primero, judicial poco después, de protector de los
narcotraficantes que debía combatir. Un juez federal de Rosario, Carlos Vera Barros lo indagará por cohecho, incumplimiento de
deberes de funcionario público y presunta connivencia con
narcotraficantes.
El escándalo lo desató un
periodista (Raúl Kollmann) en un Diario de tirada nacional (Página/12) revelando
espectaculares datos (contra Tognoli) de un expediente de la justicia federal
bajo estricto secreto de sumario. De la misma manera que los magos no revelan
sus trucos, los periodistas no vamos a contar como accedemos a las
fuentes.
El Ministro de Seguridad
(Raúl Lamberto) se enteró de la novedad por la visita a su domicilio de
la TV Pública a la
mañana bien temprano. Lamberto confesó luego no haber tenido ningún tipo de
información sobre semejante investigación que se sustanciaba en un Juzgado
Federal de Rosario. Lo cual
en la práctica no debiera
ser novedad que un poder político provincial desconozca una delicada
investigación que realiza la justicia federal, si no fuera porque el diputado
nacional Marcelo Saín, especialista en seguridad y ex jefe de la policía
aeroportuaria, fuerza que investigaba al Jefe de Policía santafesina acusado,
hace tiempo había deslizado mensajes intranquilizadores sobre la connivencia de
la policía provincial con el manejo y distribución de la droga, que fueron
subestimados y hasta descalificados por el oficialismo.
Al menos hubieran tomado
nota aguardando lo que desde la Casa
Gris se sospecha: una operación
política.
El Gobernador (Antonio
Bonfatti) se enteró del hecho de la misma manera que Lamberto (quizás por el
desesperado llamado de algún colaborador cercano) en el Hotel “Tito” de la
ciudad norteña de Tostado, adonde había pernoctado luego de haber participado
activamente la noche anterior de las Olimpíadas Departamentales Deportivas y
Culturales, en cuyo escenario montado en la plaza central de Tostado inclusive
tarareó el tema “Punta Cayastá” junto al músico santafesino Orlando Veracruz, y
hasta se le animó a un chamamé con una de las integrantes del ballet. Luego, el
Gobernador absolutamente distendido y feliz, compartió hasta pasada la
medianoche una cena servida en un Club de Tostado, y caminó hacia el
Hotel.
El Ministro de Gobierno
(Rubén Galassi) tiene serias sospechas que prefiere no dejar trascender hasta
final de la película, sabedor que en el mientras tanto se dirán mil cosas. De
movida declaró que le llamaba la atención que la operación fuera difundida en un
medio afín: Página/12 y se apresuró a declarar que el gobierno no protege a los
corruptos y que seguirá en la lucha – hasta ahora desigual – contra la
droga.
Y de este otro lado del
mostrador social una comunidad que asiste, no tan absorta como los funcionarios,
a la crónica de una muerte anunciada. Aún en lejanos pueblos de la extensa
geografía provincial se habla ya de la presencia de la droga, no sólo en los
boliches bailables de localidades vecinas, sino entre el vecindario, casi a la
vista – y protección “del comisario”- cuchichean en las
tertulias.
“Si nos tenemos que guiar por los anónimos
(que inculpan a policías con el delito del narcotráfico) no tendríamos policía”,
se excuso el Ministro de Seguridad Lamberto, dejando entrever que es importante
la cantidad de denuncias vecinales (y de la interna policial) que reciben los
funcionarios.
Para la sociedad la policía
está desmadrada y desaforada. Según el jefe de los diputados del FPV Darío
Mascioli el socialismo se excedió en otorgarle demasiada autonomía a
la Fuerza.
¿Y la justicia?. Mal,
gracias. El senador radical por General López Lisandro Enrico sorprendió a todos
cuando hace un par de semanas atrás denunció en el recinto con nombre y
apellidos a quienes distribuyen droga en distintos pueblos y ciudades de su
Departamento. Enrico pidió más celeridad – y efectividad - a la justicia federal que atiende Gral López
y el resto del Sur provincial desde Rosario. Lo mismo sucede con los delitos
comunes: por iniciativa del propio Enrico la Cámara aprobó una Ley que le otorga mas
herramientas a los jueces a la hora de decidir las excarcelaciones de imputados
que tienen varia fechorías en las costillas y siguen delinquiendo. La
fervientemente unánime media sanción aún pasea por Comisiones en Diputados a
cinco sesiones de que termine el período Ordinario de
Sesiones.
Salvo exabruptos
oportunistas casi de mal gusto, el arco político opositor actuó con la
responsabilidad y seriedad que el delicado caso exige, pidiéndole de inmediato
al gobierno que a partir del Caso Tognoli diseñe una estrategia conjunta entre
todos los sectores: institucionales, políticos y sociales para el combate del
delito generado por el narcotráfico. La justicia (a quien nunca le hacen
cacerolazos) tampoco puede estar ajena a este desafío.
Por lo pronto se anunció
desde el Ejecutivo la creación de la Secretaría de Delitos Complejos, que estará a
cargo de un funcionario civil que será fusible político, con tres directores
"para investigar el narcotráfico, el lavado de dinero y la redes de trata de
personas", dijo. Leandro Corti, antecesor de Lamberto, en mayo último poco antes
de su renuncia, había puesto bajo su mando las Tropas de Operaciones Especiales
(TOE) y las direcciones de Drogas Peligrosas y Trata de
Personas.
Para la gente la ecuación
es “complejamente simple”: detener al criminal, juzgarlo lo más rápido posible,
condenarlo, y velar para que esa condena se cumpla efectivamente. Hay que
cambiarle drásticamente el cálculo costo beneficio de los malhechores: que sepan
que vender droga o robar no es más negocio que portarse
bien.
Puertas adentro, el
gobierno deberá afianzar la extrema vigilancia hacia los poco mas de 18 mil
subordinados de la fuerza policial (como viene ocurriendo últimamente con los
adicionales policiales y horas extras) castigando con toda la rudeza de los
códigos a quienes en lugar de custodiar el cumplimiento de las leyes las
infringen. La primera premisa de sueldos decentes se está cumpliendo. Quedarían
otros baches por suplir, como por ejemplo la logística (movilidad, armas,
municiones, chalecos antibalas, comunicaciones) en alejadas comisarías barriales
o distantes pueblos.
El socialismo está ante un
gran desafío que le genera una extraordinaria oportunidad: encarar la batalla
contra el narcotráfico sin que nadie saque los pies del plato.
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