Entrevista a César Tcach, autor de De la Revolución Libertadora al Cordobazo
"Hoy Córdoba es políticamente mediocre"
El historiador repasa la concepción política cordobesa, a partir de la metáfora insular de la provincia y el quiebre que provocó la dictadura del '76. El rol de los sindicatos independientes, el eje peronismo-antiperonismo y la degradación de la dirigencia actual.
Medio siglo atrás, los cordobeses jamás habrían imaginado que 12 años después de la llegada del 2000 un gobernador hablaría de "cordobesismo" para diferenciarse del resto del país. No lo imaginaron, pero es muy posible que les hubiera gustado en aquella mitad del siglo 20, cuando la cuna de la reforma universitaria del 18, fue proclamada como la capital provisional de un país que asistía al segundo golpe militar de la historia con el derrocamiento del general Juan Domingo Perón. La designación de facto de la Revolución Libertadora duró pocos días. Casi el mismo tiempo que se extendieron los jubilosos festejos radicales por la caída del gobierno peronista, sobre las mismas calles y barriadas que 20 años después, en 1969, serían el escenario de marchas masivas de obreros y estudiantes: los protagonistas del Cordobazo, queparalizaron la capital, un año después del Mayo Francés e hirieron de muerte a la dictadura de Juan Carlos Onganía. Desde entonces, la fugaz capital del golpismo antiperonista se transformó en la metrópoli fundacional de la patria socialista y el germen de la resistencia política, y armada, que terminaría con los 17 años de proscripción del peronismo en 1973. La metamorfosis, previa al regreso definitivo de Perón al país, es el rastro de una vieja tradición política cordobesa como "rostro anticipado del país", un espejo distinto y superador del centralismo porteño, una voz autónoma y de vanguardia ante las asimetrías culturales de un país casi unitario y dominado por el enorme peso de Buenos Aires, la más europea de las capitales latinoamericanas. Esa característica sociocultural, es parte de uno de los pasados más ricos de Córdoba y fue exhumado de la memoria reciente, por uno de los hijos de esas tierras serranas, el investigador del CONICET César Tcach que experimentó en cuerpo propio la sangrienta política mediterránea, cuando tuvo que exiliarse perseguido por la última dictadura militar. La misma que hizo de la Docta una verdadera carnicería entre 1976 y 1983. De la Revolución Libertadora al Cordobazo, es el octavo libro de este doctor en historia de la Universidad Nacional de Córdoba y el primero publicado por Siglo XXI editores. El trabajo revela la intimidad de un proceso político que se hizo trizas a partir de 1976, con la destrucción de la matriz industrial de la provincia. El golpe dejó lugar a una decadencia cultural y socioeconómica que, según el autor, no ha terminado, aunque el tres veces mandatario provincial, José Manuel de la Sota, insista con la creación del "cordobesismo", mientras le baja el precio a una posible alianza con el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri para 2015.
–Luego del 16 de septiembre de 1955, usted cuenta que el mayor nivel de entusiasmo por el derrocamiento violento de Perón ocurrió en Córdoba. ¿Por qué? –Por dos factores centrales: uno es la existencia de un catolicismo especialmente fuerte, y dos, la existencia de un radicalismo poderoso. Esa confluencia opositora a Perón, tiene mucho que ver con las características que tuvo la revolución de septiembre de 1955 en Córdoba, porque mientras en el resto del país los civiles se limitaban a escuchar por radio, en Córdoba, pude constatar que salieron muchísimos civiles en las calles, movilizados en camiones, en distintos vehículos y armados. Los diputados peronistas que fueron detenidos terminaron liberados, pero en ese comienzo el general Eduardo Lonardi proclamó a Córdoba como capital provisional del país. –En su investigación usted rescata la naturaleza insular de Córdoba y también menciona un concepto de frontera cultural que no se registraba en el resto del país. Esa Córdoba insular, ¿nace con la reforma universitaria del '18? –Yo diría que no hay ninguna provincia argentina cuya política provincial haya producido tantas metáforas como la política cordobesa. Una de esas, es la de Córdoba como rostro anticipado del país y se pone como ejemplo al año 18, porque la reforma universitaria que dio luz a la universidad pública, gratuita y libre, impactó en las demás universidades del país. El Cordobazo también fue el anticipo de una serie de puebladas en distintas provincias. También hay otra metáfora que ha sido ampliada: es la idea de isla, porque en la década del '30, mientras en el resto del país había fraude electoral y persecuciones políticas, en Córdoba había democracia electoral, no había sindicatos intervenidos ni presos políticos. –¿En Córdoba, todo el proceso de resistencia a la dictadura se encuadró en el peronismo? –No toda la resistencia fue peronista. El sindicalismo más fuerte de izquierda estaba en los llamados sindicatos independientes y el sindicato líder estaba encabezado por Agustín Tosco. Otro gremio importante era gráficos, y luz y fuerza eran los gremios de izquierda más vinculados a la izquierda no-peronista. –¿Por qué Santiago Pampillón, primera víctima de la dictadura de Onganía, se convierte en una figura tan emblemática para las primeras luchas que dieron a luz el Cordobazo? –No sólo por ser el primer muerto de la dictadura, sino porque era estudiante de ingeniería y obrero de la fábrica de autos Kaiser, es decir que una misma persona reunía los dos atributos y por eso pasa a ser símbolo de la unidad obrero-estudiantil. Este sector social estaba concentrado geográficamente en barrios obreros al sur de la ciudad, que hacía que no sólo fueran compañeros de fábrica sino compañeros en la interacción barrial. Algo que dotaba de una solidaridad especial a este sector de la sociedad con una clase obrera muy fuerte. –¿Cómo caracteriza usted el comportamiento de la derecha cordobesa, cómo es su evolución y cómo juegan en el '70? –Una de las características de largo plazo y de larga duración de la política cordobesa, es la existencia de un patriciado, o de una aristocracia de toga. Si uno quisiese elaborar una hoja de ruta de este patriciado cordobés, podría decir a grandes rasgos que fueron anti reformistas en el '18, se pasaron al nacionalismo de derecha o al fascismo en la década del '30, vieron con entusiasmo la revolución de junio del '43 porque implantó la enseñanza religiosa obligatoria en los colegios y disolvió los partidos, pero después simpatizaron inicialmente con el peronismo y luego se pasaron al antiperonismo virulento cuando fue el conflicto con la iglesia católica. Desde entonces promovieron los comandos civiles. –¿Es el mismo patriciado que luego apoya la última dictadura?
–El de los '60 y '70 no era el mismo que el de los años '20 y '30. La diferencia está en el desarrollo capitalista que se produce en Córdoba a partir del '50, con inversiones extranjeras y presencia de capital trasnacional. Ese proceso hace que los miembros de ese patriciado, se unan por medio de matrimonios y casamientos que los llevan a compartir acciones en una misma empresa. Es un entrelazamiento de intereses entre el viejo patriciado y el gran capital que estaba a la cabeza de las inversiones más modernas. Si uno observa el directorio de Canal 12, que fue el primer canal de tevé que hubo en la provincia y el primero del interior del país, se pueden ver apellidos muy tradicionales, como el de Benito Roggio que era un capitalista de origen migratorio, italiano. –Después del Cordobazo, ¿cómo actúa esa derecha cordobesa? ¿Volvió a anticipar el rostro del país? –Lo que anticipa el rostro del país, previo al golpe, fue el "Navarrazo" del 27 de septiembre de 1974. Fue el derrocamiento del gobierno electo de Obregón Cano y Atilio López, por un jefe de policía. Fue una sedición legitimada por el presidente Perón. Algunos autores han dicho que ese es el anti Cordobazo, porque si el primero fue un punto de inflexión del movimiento de masas en un ciclo ascendente, el Navarrazo dio inicio a un ciclo de desmovilización, miedo y temor, y de inhibición a participar lo cual facilitó, a su vez, dramática y trágicamente, que aquellos que querían participar lo hicieran replegándose a formas de actividad violenta al margen del movimiento de masas real. –En la actualidad, ¿Córdoba todavía posee esa dinámica anticipatoria? –No, para nada. –¿Cuándo la perdió? –Con la dictadura terrorista de 1976, porque esa Córdoba insular, con metáforas que remitían a una fuerte cultura política con dosis de autonomía y capacidad de proyección sobre el orden nacional, tenía que ver con una estructura social, que sub-incluía a una clase obrera, joven, concentrada y culta con un movimiento estudiantil muy particular. La dictadura del '76 lo que generó fue una transformación de la estructura social, la desindustrialización de Córdoba, donde lo más importante pasó a ser el sector servicios y el sector terciario de la economía. Hoy es una provincia normal como puede ser cualquier otra provincia, pero no era normal en la época que trata esta investigación, porque los actores sociales que estaban presentes, estaban en Córdoba y no en otros lados. –En su provincia actual, ¿qué quedó de ese proceso? –Quedó una Córdoba políticamente mediocre, donde la mayoría, o los principales dirigentes políticos tienen tácticas de corto plazo, tácticas que los norteamericanos llamaron "catch all", y que los italianos bautizaron "pilla tutto", es decir, que tienen políticas destinadas a captar electores de cualquier lado, incluso de sectores sociales que tienen intereses contradictorios entre sí. Yo creo que dentro de la política cordobesa, al igual que en otras partes del mundo, la dosis de pragmatismo político que impera, torna absolutamente realista aquella reflexión del sociólogo alemán Claus Offe, que decía que los políticos "pilla tutto", tienen un principio ordenador y básico, una axioma operativo básico: que para maximizar los votos hay que minimizar los principios, es decir, que hay que hablar de temas que no hieran a nadie, hablar de la paz, de la educación del desarrollo de temas que no ofendan a nadie, hay que ser deliberadamente ambiguo, vago, y jugar con la imagen de la televisión. De hecho el gobernador De la Sota, con su pelo canoso brillante y su moreno imperecedero, parece un actor de cine. –¿Sigue siendo Córdoba tan antiperonista como lo fue hace cincuenta años? –No, eso se rompió a finales de los '60 y '70, donde hubo una juventud radicalizada que adhirió al peronismo pero cuyos padres eran antiperonistas. Ese antiperonismo virulento de las clases medias contra Perón en la época del peronismo histórico se diluye mucho en los '60 y los '70, por el acercamiento entre clase media y clase obrera, entre marxismo y peronismo. De modo que no se puede decir que el antiperonismo virulento de hoy sea el mismo que el de los años cincuenta, porque es un proceso que cambió, aunque no significa que no haya sectores medios fuertemente antiperonistas, como los hay en otras partes del país. Pero sin dudas, hoy Córdoba, es otra. «
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