Santafesina revivió la inundación
Paula desde hace tres años vive en la ciudad de las diagonales. Una década atrás le tocó vivir de cerca el horror de la inundación santafesina. Esta semana, todo volvió a replicarse.
Paula Vessella es una joven santafesina, acompañante terapéutica (trabaja en el Servicio de Salud Mental Pediátrico del Hospital Italiano de Buenos Aires) y música. Vive en el barrio Parque Castelli, de La Plata, desde hace tres años, con Diego Sánchez, también santafesino y músico -percusionista de La Bomba de Tiempo.
Hace 10 años, siendo una adolescente, se eternizaron en sus ojos las imágenes de un furioso río Salado que arrasó con más de un tercio de la capital santafesina. Esta semana, las fotografías de esos días se hicieron carne una vez más, en un escenario diferente y con agua caída del cielo, pero igual de trágica que la de una década atrás.
Paula relató su experiencia, tras lo ocurrido días atrás en la ciudad de La Plata: "El martes, a las 16.30, se largó una lluvia torrencial. Media hora después me pasó a buscar Gabi, una amiga, por casa (26 e/64 y 65, Plaza Castelli) para hacer tortas fritas. Hicimos dos cuadras, y le digo: «Gabi, volvamos a casa y guardá el auto en la cochera». Hicimos las tortas fritas en casa, diluviaba".
Y comienza a reiterarse la historia santafesina: "Se cortó la luz y empezamos a ver por la ventana que el agua subía. Las marcas del agua se iban tapando muy rápido. En ese momento yo pensé que venía otra vez el terror: «La inundación de Santa Fe». Y así fue".
Una madrugada eterna
La descripción que hace Paula de los momentos que se sucedieron tras la llegada del agua es la introducción del horror que lograron reflejar las cámaras televisivas escasas horas más tarde. "Un taxi que iba andando frente al edificio empezó a flotar. No se veía nadie en la calle, lo que me preocupaba. No paraba de repetir «otra vez no, otra vez no»", recordó.
"Luego de que llegaron nuestros amigos (ver primer párrafo), cuando terminamos de frenar el agua, a eso de las 20.30 aproximadamente, comienzan golpear la puerta principal del edificio -de vidrio, que comenzaba a rajarse. Era una familia, un matrimonio de 50 años con dos chicos de nueve años y su perrito. Sacamos las defensas y entró mucha más agua. Esa gente vive tres casas a la izquierda del edificio. El agua no les dejó cerrar las puertas", continuó.
"Pasamos la noche todos juntos, mirando cómo la gente nadaba en la calle y buscaba a otra gente. Obviamente no durmió nadie. Eduardo, el vecino que llegó con su familia, hablaba con los demás, les pedía que cierren el portón por las dudas", contó la joven.
Lo que acota luego es parte del triste aprendizaje que marcó a los santafesinos en el marco de la tragedia hídrica: "Les ofrecimos ropa seca y se negaron. Eduardo me decía: «Cuando pueda bajar busco mi ropa, busco la llave del portón que deje arriba del mueble». Yo por dentro pensaba: «Si supiera con lo que se va a encontrar, con la nada misma, todo lleno de barro y nada donde lo habían dejado»".
"Los obligué a cambiarse. Tuve que ser directiva, decirles dónde cambiarse, qué sacarse y qué ponerse. Estaban tildados y aturdidos. A las 7 de la mañana el agua había bajado. Eduardo fue a su casa y se dio cuenta que había perdido todo. El resto de su familia se fue a la casa de una hermana. Hasta ahora no supe más nada de ellos", dijo.
-¿Cómo se organizaron para salir de las viviendas o ayudar a los vecinos?-Salimos cuando no hubo más agua en la calle. No sabíamos por dónde empezar. A medida que íbamos recorriendo amigos, nos acordábamos de otros y así hasta llegar a nuestros familiares. En cada casa nos encontrábamos con relatos distintos. Desde «estuve toda la noche sentada en la ventana con los pies en el agua» o «vi muertos flotando en la calle», hasta «en mi casa no pasó nada». La mayoría de nuestros amigos son músicos o de otras ramas artísticas, y lo que más lamentan son los instrumentos que se mojaron, los libros, los discos, fotos.
"Las imágenes que vemos son muy parecidas a las de hace 10 años. Las calles llenas de barro y cosas mojadas, personas revisando las cosas tiradas, marcas del agua en las paredes, autos dados vuelta, la gente está como suspendida en el aire, con los ojos vidriosos", agrega Paula.
En cuanto a la llegada de ayuda oficial, hasta el viernes inclusive, aclaró: "Al menos los primeros tres días no vimos ningún camión de la Municipalidad llevando las cosas de la calle, ni bomberos, ni policías. Nadie pasó ofreciendo ayuda. Sólo los vecinos, amigos y allegados se pudieron organizar y ayudar desinteresadamente. La impotencia y la tristeza te dan más fuerza para seguir ayudando".
Solidaridad
Este sábado llegaron a Buenos Aires las primeras donaciones que juntó la Juventud Radical desde el miércoles por la tarde en la ciudad de Santa Fe. Por su parte, los Jóvenes para la Victoria de Santa Fe anunciaron que los elementos recolectados en 1º de Mayo 1.653 se enviarían el miércoles que viene. El Movimiento Evita también recibe donaciones en San Lorenzo 2.219.
El Club Unión remitirá lo recolectado hacia el Club Estudiantes de La Plata para que esa institución distribuya. La Universidad Nacional del Litoral donó también 5.000 raciones de alimentos que serán distribuidos a través de la Universidad Nacional de La Plata.
Los centros de estudiantes de la UNL, el Partido Socialista, el Club Colón, la UTN Regional Santa Fe, Sadop, y la asociación cultural israelita I. L. Peretz son algunos de los que reciben mercaderías para enviar a Buenos Aires.
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