Hormigas
Lo
que hablas o tecleas por el móvil queda grabado para siempre y podrá ser tomado
en tu contra mañana
Manuel
Vicent — 7 JUL 2013
Fuera del hormiguero ya no hay salvación. Las cámaras que siguen tus
pasos desde cualquier ángulo de la ciudad y los satélites que te vigilan desde
el espacio te juzgarán un día si te apartas del río confuso de los mortales y
tratas de ser tú mismo navegando contracorriente. Lo que hablas o tecleas por el
móvil queda grabado para siempre en el nido de la araña planetaria y podrá ser
tomado en tu contra mañana. Solo si te comportas como una hormiga anónima
estarás a salvo. Las cámaras aceptan de buen grado el fluido uniforme de la
gente; la gran araña digiere sin problema en su tripa la algarabía
insignificante con que expresan los humanos sus sentimientos anodinos, pero si
tratas de ser original, singular, y no te comportas como una hormiga conformista
te convertirás en un sospechoso. Puede que te sientas un ser libre porque la
vida te ofrece la posibilidad de elegir limón o gaseosa para el tinto de verano,
pero en realidad con cualquier cosa que uno haga no está sino obedeciendo las
reglas inexorables del hormiguero. Eso mismo que haces, piensas, dices o callas,
creyéndote muy ocurrente o extravagante, en este preciso momento millones de
personas lo están ejecutando, pensando, pronunciando o callando al mismo tiempo
con gestos semejantes, intercambiables. La partitura musical de risas y lágrimas
que ejecuta de forma ciega la humanidad apenas tiene una docena de compases.
Nuestro destino en lo universal consiste en ser esa hormiga que no se sale nunca
del pentagrama. Un día las cámaras captaron a un tipo que iba con abrigo en
pleno verano por la City de Londres. Fue detenido y juzgado como posible
terrorista. Hoy todos los abrigos en verano pueden ocultar la faja de dinamita
de un suicida. Si pronuncias por el móvil más de tres veces en un día la palabra
yihad o Bin Laden, la araña planetaria tomará tu filiación y la de tus
antepasados. Cuando pases por el control de un aeropuerto norteamericano tu
pasaporte engendrará tres pitidos de alarma. A continuación se acercará un
gorila con toda una ferretería alrededor de su barriga y te llevará a un cuarto
sin ventanas, donde enumerará los pelos de tu nariz y no podrás salir en
libertad si no demuestras que no eres más que una hormiga perpleja, prueba que
correrá a tu cargo.
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