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lunes, 7 de octubre de 2013

corral a solucionar el problema

Relevamiento en 10 parques con juegos infantiles

Hamacas rotas y subibajas sin manijas en plazas de la ciudad

Si bien los espacios verdes con juegos están en buen estado general, esos dos problemas fueron los más vistos. La cadena de una hamaca estaba atada con una media. La tradicional Locomotora -Costanera- tiene peligrosas chapas herrumbradas.


El relavamiento desnudó el mal estado de los juegos en toda la ciudad.- Foto:Flavio Raina.
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Luciano Andreychuk

Hamacas rotas, algunas cuyas cadenas están precaria y peligrosamente reparadas —atadas con alambre y hasta con una media—, o ausentes; muchos subibajas sin las manijas de mano para sujetarse; toboganes con amenazantes bordes filosos en sus chapones de descenso; una hamaca colectiva quebrada al medio y farolas rotas en el norte desde hace tres años. Y la Locomotora en el parque de la Costanera, a la que varias generaciones le deben su infancia, con un desmejorado y peligroso estado, con chapas herrumbradas en su estructura.

Éstos fueron los problemas más reiterados y evidentes que encontró El Litoral tras realizar un relevamiento sobre 10 parques y plazoletas de la ciudad, donde hay juegos infantiles en los que a diario muchos papás llevan a sus hijos a jugar y recrearse al aire libre, mucho más aún con el inicio de la primavera: hamacas, pasamanos, trepadores para niños, subibajas o balancines, “planchas” de balanceo lateral, entre otros.

En la ciudad hay registrados 137 espacios verdes (plazoletas, plazas y paseos). No en todos hay juegos, claro. Este diario sondeó algunos de los lugares de esparcimiento más tradicionales y concurridos por la gente, ubicados en distintos sectores de la ciudad (centro, oeste, norte y este), donde sí hay juegos disponibles. Si bien el estado general observado —mantenimiento, iluminación, estado del césped y de los bancos, etc.— podría calificarse como bueno, fueron detectados daños en los juegos que implican inminentes riesgos.

Tras el episodio de la nena que se cayó desde tres metros de un macrojuego en barrio Centenario —caso que tuvo enorme repercusión pública semanas atrás, y que obligó al Municipio a clausurar los juegos en altura en la ciudad—, las susceptibilidades sociales quedaron sentidas. Y era necesario relevar el estado de algunos espacios de recreación y esparcimiento infantil. Ésta es la hoja de ruta.

Centro y Sur: todo bien, pero hay heces de aves y suciedad

En la Plazoleta frente al Teatro Municipal, los chicos disfrutan de un bonito espacio con juegos. Pero hay heces y las tablas del juego alto están flojas.

En la coqueta Plazoleta Fragata Sarmiento, frente al Teatro Municipal, un enrejado protege al lugar de los vándalos. A su pie descansa un pequeño lago artificial, con alguna suciedad (residuos flotando). El piso del espacio verde está alfombrado, pero las heces de las palomas y otros pájaros que anidan arriba, en los añosos árboles que dan sombra, han hecho estragos sobre esa superficie sintética. Las iluminación (reflectores) está en buenas condiciones.

Se ven dos hamaquitas para pequeños que están en perfectas condiciones, al igual que una suerte de trepador de madera. Pero lo más llamativo es un juego de altura de metro y medio de alto: Su escalera de madera está bien, al igual que un bajador de cadena. Arriba, en la base de ese juego, los tablones están sanos pero algunos están sueltos: esto puede implicar un riesgo para los niños que se suban.

En la Plaza del Soldado -San Jerónimo al 2200-, el estado de los juegos es casi impecable. Hace bastante poco que los pintaron.

Hay hamacas y subibajas sanos, un trepador y otros juegos que embellecen el espacio. Los bancos están en buen estado y sólo una farola está rota. Las arboledas están sanas y reverdecidas. La plataforma de arena adonde están los juegos está un poco sucia, pero en general ese espacio está en buenas condiciones.

Este: la Locomotora, entre la nostalgia y el abandono

El clásico parque de la Locomotora, en la Costanera, es un lugar bonito y tradicional. Hay un platillo volador de hierro -donde varias generaciones jugaron- pero cuyo tobogán está roto a sus costados, en el chapón de descenso. El carruaje de hierro está firme. Hay un tobogán alto de más de dos metros: la base de altura, hecha con maderas, está en muy mal estado: hay tablas rotas y sueltas y representan un peligro inminente para quien se suba.

Por fuera, la tradicional Locomotora padece pintadas e inscripciones varias con aerosol, liquid paper y esténciles. En la parte de ingreso, hay un sector donde los chapones están salidos, filosos y oxidados: son un peligro para los chicos. Lamentablemente, en varios sectores del exterior aparece el metal filoso y herrumbrado como peligro latente.

En su interior —la cabina del maquinista— la máquina presenta su peor estado: el metal de la estructura está carcomido por el tiempo, hay chapas filosas que sobresalen, herrumbradas y oxidadas. Hay basura y los chicos que se suban pueden llevarse un susto.

En un sector hay tres hamacas, una de la cuales pende de una sola cadena: está rota, atada al costado de la estructura. En otro sector hay tres hamacas tradicionales, pero falta una (la estructura de caño es para cuatro hamacas). En un tercer sector hay otras tres hamacas que están funcionales. Y otra vez, hay dos subibajas que no tienen las manijas para mano.

En la siempre concurrida plaza frente a la Basílica de Guadalupe, se ve el macrojuego con un cartel de advertencia: “Clausurado, no subir”, ordena. Había sido acordonado con las cintas de “Peligro”, pero esas cintas ya no están más, o están caídas en el piso. Esa advertencia que no estaba en el macrojuego de la plaza Escalante. Hay tres hamacas que están sanas. Un pasamanos doble triangular, y otro pasamanos de metro y medio de altura que están en buenas condiciones.

En la Plaza de las Banderas, finalmente, hay dos sectores de juegos. En uno hay hamacas de mano en buen estado. También allí hay cuatro subibajas de los cuales uno está roto (le falta la base de asiento). Hay bancos en toda una manzana de plaza, pintados y sin roturas, en buen estado al igual que las farolas.

En el otro sector, frente a la escuela EET N° 479 Manuel Pizarro, aparecen algunos problemas: hay cuatro subibajas, pero a tres de ellos les faltan manijas de mano. El niño que se suba no tiene de dónde sujetarse y eso puede terminar en una caída. Hay dos trepadores de dos metros de altura, cuyas estructuras están bien. La base de arena está bien (rellena) y no hay mucha suciedad.

En el noreste, una hamaca atada con una media vieja

En la hermosa plaza Wenceslao Escalante —en el corazón del barrio homónimo—, los bancos y los juegos relucen pintados. Hay seis hamacas, todas sanas, y un tobogán en buen estado. De tres subibajas que debiera haber, falta uno. El mantenimiento general está en estado óptimo, según observó El Litoral.

Pero hay un juego en altura que debe ser clausurado y retirado, según promesa del Municipio. No hay cartel que indique que el juego esté clausurado. El macrojuego representa un serio riesgo: en su plataforma de tablones, a unos tres metros del nivel de tierra, las maderas están en un estado muy deteriorado y hasta falta una. Cualquier niño puede caerse desde esa altura.
El macrojuego tiene tres tubos de descenso, y un tobogán donde el chapón (en la parte de descenso final) está levantado, con el peligro de eventuales lastimaduras y laceraciones que eso representa.

La siguiente parada fue la plaza de Altos del Valle —llamada Mons. Alfonso Durán—, bien al norte, donde casi se cae el plano de la ciudad. Allí es donde se registraron los peores problemas, aunque la vecinal hace lo posible por mantenerla en estado. Una “plancha” —hamaca colectiva que se balancea hacia los costados, y a la que se pueden subir varios chicos— tiene una de sus tablas quebradas y le falta uno de los soportes de caño. “Ya hicimos el reclamo a la Municipalidad”, dijo a El Litoral el presidente de la vecinal, Jorge Maya.

Hay un bebedero viejo también roto y que se encuentra derramando agua. Las tres farolas centrales están rotas y fuera de servicio “desde hace tres años” —afirmó Maya—. El mástil está doblado. “Ya solicitamos que lo arreglen y que nos cambien las riendas. Tiene que venir la Municipalidad a cambiarlas. No podemos izar la Bandera nacional”, dijo el vecinalista. Las hamacas están bien, hay dos escaladores y un pasamanos en buen estado. Hay seis bancos de madera en buenas condiciones.

La plazoleta 7 de Mayo —Aristóbulo del Valle y Reg. 12 de Infantería— es chiquita y modesta, pero hay varios juegos infantiles. Allí, no hay césped. Hay cuatro subibajas pero está faltando uno. Hay bastante suciedad, y en una de sus esquinas hay un minibasural en formación. Tres hamaquitas para niños están bien. Los cinco bancos pintados de amarillo en buenas condiciones. Está la estructura de caño de una hamaca “plancha”. Pero no está la hamaca.

Además, otro elemento preocupante: hay tres hamacas tradicionales, y sus estructuras de caño están bien; pero en la cadena de una de ellas falta un eslabón, que fue reemplazado precariamente por la atadura de un alambre, ya oxidado y viejo. Otro peligro latente para los chicos. El mantenimiento es regular: hay suciedad y residuos desparramados. También hay un árbol caído.

Plaza Fournier, en Don Bosco: bonito espacio verde, césped cortado y buena limpieza, niñas con rollers por doquier. Las estructuras de las hamacas están bien, excepto una: su cadena está atada precariamente con una media vieja y a punto de cortarse. Si se corta, quien se esté hamacando la puede pasar muy mal.

Hay un pasamanos de caño que, aunque sin pintura y algo oxidado, estaba firme. El sistema de iluminación tiene tres farolas rotas. Hay cestos para depósito de residuos, y buena vegetación, con arboles añosos en buenas condiciones. Todo bien, excepto por esa peligrosa hamaca.

Suroeste: una base riesgosa y un tobogán alto con filos

La populosa plaza Arenales —Pje. Liniers al 4600, Santa Rosa de Lima— tiene el césped bien cortado y los bancos —en buenas condiciones— invitan a descansar al aire libre. Pero las hamacas brillan por su ausencia, aunque la estructura de caño está presente y en buenas condiciones.

En el alto tobogán, de unos dos metros y medio de altura, los hierros de la escalera de ascenso están bien, pero el chapón de deslizamiento está un poco oxidado y uno de sus bordes roto: ese filo es un riesgo.

Además, aún está presente la base de hierros y maderas de un macrojuego retirado hace varios años. Es una vetusta y peligrosa estructura de caños oxidados y maderas rotas. “Acá se iba a montar un escenario, pero nunca se hizo. Los pibes vienen a subirse, es un peligro”, advirtió a El Litoral Julio, vecino del barrio. También hay un minibasural en la esquina de la plaza.

Ya más al noroeste, en la vieja plaza Juan B. Justo —Blas Parera y Gorriti—, los juegos infantiles no están más. Fueron retirados tras la construcción del nuevo Hospital Iturraspe, que se ve de fondo. Sólo quedó caído y olvidado el cartel de la plaza, y en el playón sólo quedan la vegetación naciente y las arboledas. Se ven muchachos jugando al fútbol.

Inventario municipal

Tras el accidente que sufrió una niña de 5 años al caer del juego en altura en barrio Centenario, el intendente José Corral anunció que encargó a la Dirección de Gestión de Riesgos que realice, a través de Cobem, un minucioso relevamiento del estado de los juegos de todas las plazas de la ciudad. Además, solicitó a la Sindicatura Municipal que audite las tareas de mantenimiento de juegos que realiza la Secretaría de Obras Públicas.

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