Una conmovedora historia de amor: "Carta abierta a mi nieto"
Una conmovedora historia de amor: "Carta
abierta a mi nieto"
El poeta se la escribió en 1995. Por entonces, María Macarena
Gelman García tenía 19 años y aún no había recuperado su identidad. Se
reencontraron en el 2000.
Está fechada el 2 de abril de 1995 y se publicó en el semanario Brecha, de
Montevideo, el 23 de diciembre de 1998. No sabía si era varón o mujer. En 2000,
Andrea fue encontrada en Uruguay y Juan pudo reunirse con ella. Tras verificar
su identidad, la joven decidió tomar los apellidos de sus verdaderos padres.
Desde entonces se llama María Macarena Gelman García. La carta:
"Dentro
de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en
un campo de concentración. Poco antes o poco después de tu nacimiento, el mismo
mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de
medio metro de distancia. Él estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal
vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los
llevó al campo de concentración Automotores Orletti que funcionaba en pleno
Floresta y los militares habían bautizado "el Jardín". Tu padre se llamaba
Marcelo. Tu madre, Claudia. Los dos tenían 20 años y vos, siete meses en el
vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasladaron –y a vos con ella–
cuando estuvo a punto de parir. Debe haber dado a luz solita, bajo la mirada de
algún médico cómplice de la dictadura militar. Te sacaron entonces de su lado y
fuiste a parar –así era casi siempre– a manos de una pareja estéril de marido
militar o policía, o juez, o periodista amigo de policía o militar. Había
entonces una lista de espera siniestra para cada campo de concentración: Los
anotados esperaban quedarse con el hijo robado a las prisioneras que parían y,
con alguna excepción, eran asesinadas inmediatamente después. Han pasado 12 años
desde que los militares dejaron el gobierno y nada se sabe de tu madre. En
cambio, en un tambor de grasa de 200 litros que los militares rellenaron con
cemento y arena y arrojaron al Río San Fernando, se encontraron los restos de tu
padre 13 años después. Está enterrado en La Tablada. Al menos hay con él esa
certeza.
Juan Gelman junto a su nieta, María Macarena Gelman.
Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron.
No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste. Me lo aseguró el padre Fiorello
Cavalli, de la Secretaría de Estado del Vaticano, en febrero de 1978. Desde
entonces me pregunto cuál ha sido tu destino. Me asaltan ideas contrarias. Por
un lado, siempre me repugna la posibilidad de que llamaras "papá" a un militar o
policía ladrón de vos, o a un amigo de los asesinos de tus padres. Por otro
lado, siempre quise que, cualquiera hubiese sido el hogar al que fuiste a parar,
te criaran y educaran bien y te quisieran mucho. Sin embargo, nunca dejé de
pensar que, aun así, algún agujero o falla tenía que haber en el amor que te
tuvieran, no tanto porque tus padres de hoy no son los biológicos –como se
dice–, sino por el hecho de que alguna conciencia tendrán ellos de tu historia y
de cómo se apoderaron de tu historia y la falsificaron. Imagino que te han
mentido mucho.
También pensé todos estos años en qué hacer si te encontraba: si arrancarte
del hogar que tenías o hablar con tus padres adoptivos para establecer un
acuerdo que me permitiera verte y acompañarte, siempre sobre la base de que
supieras vos quién eras y de dónde venías. El dilema se reiteraba cada vez –y
fueron varias– que asomaba la posibilidad de que las Abuelas de Plaza de Mayo te
hubieran encontrado. Se reiteraba de manera diferente, según tu edad en cada
momento. Me preocupaba que fueras demasiado chico o chica –por ser
suficientemente chico o chica– para entender lo que había pasado. Para entender
lo que había pasado. Para entender por qué no eran tus padres los que creías tus
padres y a lo mejor querías como a padres. Me preocupaba que padecieras así una
doble herida, una suerte de hachazo en el tejido de tu subjetividad en
formación. Pero ahora sos grande. Podés enterarte de quién sos y decidir después
qué hacer con lo que fuiste. Ahí están las Abuelas y su banco de datos
sanguíneos que permiten determinar con precisión científica el origen de hijos
de desaparecidos. Tu origen.
"Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás
mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho
con vos y con un mundo más habitable para vos"
Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás
mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho
con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y
que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en
mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de
algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la
dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te
quieras apartar. Ya sos grande, dije.
Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que
naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos
verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un
brillo especial y tierno y pícaro. Quién sabe cómo serás si sos varón. Quién
sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar
en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera".
12 de abril de 1995
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