viernes, 18 de noviembre de 2011

crisis de la UCR

Apuntes de un encuentro con Juan Manuel Casella

Publicado el 18 de Noviembre de 2011

Hombre de Avellaneda, fanático de la ciudad de Montevideo, hijo de un dirigente balbinista histórico de la provincia de Buenos Aires, es considerado por su pares un ‘analista’ político.
Leer una entrevista bien hecha fue uno de los placeres de mi juventud. Permitía husmear el laboratorio intelectual del entrevistado, medir sus densidades conceptuales, inteligir la trama de sus razonamientos. Dos modelos irónicamente complementarios forjaron mi gusto: La hoguera de las encinas (diálogo entre André Malraux (1901 - 1976) y Charles de Gaulle (1890 - 1970) y los reportajes de la revista Playboy. No sólo estaban bien escritos –lo que nunca es poco–, además mostraban que el entrevistador se había tomado muy seriamente a su entrevistado. Sabía, aunque se tratara de erudición recientísima, quién era y qué había hecho. Las preguntas habían sido pensadas previamente, y repreguntar era parte de la gracia.
Y claro, charlar con un político que no tenga densidad conceptual sólo puede ser una lágrima o un ejercicio sádico de los que practicara en televisión El perro verde, en otra dirección; el motivo es simple: no tiene absolutamente nada para decir, salvo el repertorio de lugares comunes que hace mucho tiempo no quieren decir demasiado, pero permiten el reconocimiento de una cierta afinidad existencial: un formato de vacío compartido.
Ese por cierto no es el caso de Juan Manuel Casella. Hombre de Avellaneda, fanático de la ciudad de Montevideo, hijo de un dirigente balbinista histórico de la provincia de Buenos Aires, es considerado por su pares un “analista” político. En un partido de “hombres prácticos” no resulta exactamente un “elogio gratuito”. Suele ir acompañado de una denostación sobre sus capacidades de conducción, y como se trata de encaminar a la UCR en medio de la mayor crisis de toda su larga historia este adjetivo calificativo pareciera no ayudarlo demasiado. Me recibe en la Fundación Ricardo Rojas –un intelectual que se afilió al radicalismo tras la caída de Hipólito Yrigoyen en medio de la crisis del ’30– y en la bella construcción, un petit hotel razonablemente conservado, coexisten muebles variopintos acumulados sin mayores miramientos de estilo, con bibliotecas pobladas de volúmenes amarillentos.
La conversación se inicia con su interés por la sociología y el recordatorio de que en 1970, tras recibirse de abogado, esa disciplina lo atrajo más que ninguna otra. Pero su pasión por la política –que en esos años fuera compartida por millares de jóvenes– lo venció, y nunca pasó de las materias introductorias. Le pregunto si los dirigentes del radicalismo creen que forman parte de una especie de “partido eterno” y se ríe, mientras se pasa la mano por el pelo grisáceo, en el vano intento de terminar de acomodarlo. Sin esquivar el bulto me pregunta por qué creo eso, y no vacila en reconocer el carácter “histórico” de una fuerza que existe desde 1890. Es que la UCR y los socialistas constituyen las dos fuerzas de mayor perseverancia en la historia nacional, explica. Y curiosamente ambas integran la Internacional Socialista en representación de la Argentina. Estacionar un partido de tan compleja historia en esa región de la política mundial no fue una operación simple.
En medio de una crisis socialista sin cuento, en los ’70, el sector de Estévez Boero obtuvo trabajosamente ese reconocimiento. La juventud radical de esos años, organizada en derredor de la Coordinadora, logró un estatus similar, y terminó siendo la única fuerza que sin ser de origen socialista gozaba del privilegio de pertenecer a la cofradía. No faltan los maliciosos que sostienen que el recorrido de esa internacional, su viraje hacia tranquilas posturas socialdemócratas, facilitó la confluencia. Lo cierto es que Raúl Alfonsín logró para la UCR el mismo estatus que ya detentaba el socialismo de Santa Fe. Y claro, no fue ese el recorrido ni político ni ideológico de la UCR en la última campaña electoral.
Casella habla de sus valoraciones personales sobre dirigentes partidarios, de la irrupción del cinismo vacío, que fecha en el menemismo e incluso antes, y que permite que hombres tan escurridizos en su comportamiento público, como Julio Cobos, en lugar de integrar la marginalidad de la política, ocupen el centro de la escena. Al menos un ratito. “Decadencia”, sostiene Casella sin vacilar. Es que la crisis del radicalismo, “imposible de ocultar, integra la crisis general de la política Argentina”. Ese no es el único rasgo de la decadencia, sostiene. El radicalismo “casi no tiene jóvenes de menos de 30 años, es decir, su vínculo con la sociedad dista de estar asegurado”. Y un conjunto de dirigentes autistas –explica– se comporta como si nada de todo esto sucediera. Sin un balance de cara a la sociedad “esta práctica no puede ser desterrada”.
Es cierto que la presidenta –sostiene Casella– goza de un consenso innegable, no menos cierto es que su propia situación –dada la debilidad orgánica de las fuerzas en las que se apoya– también remite a la crisis general de la sociedad argentina. “Un debate en serio debe ocuparse de ambos términos”, y supone una completa revisión de lo actuado desde 1975. Para rematar como sigue, la crisis del capitalismo global hará temblar –más allá de la voluntad de nadie– todas las estanterías, concluye.
Fui perdiendo el placer por la entrevista cuando el modelo del reality show recondujo el sentido, y tres afirmaciones escandalosas remplazaron la lógica argumentativa. La trivialidad se volvió la norma y se llegó a una suerte de cumbre de la desfachatez cínica al presentar un libro sin leerlo; eso sí, reconociendo de frente march que así era. En medio de esa avalancha antiintelectual llegó el zapping, y los textos éditos tendieron a acortar su extensión, aumentar su cuerpo tipográfico y a engordar el cuadernillo de fotos con epígrafes que los acompañaban. Era la nueva modalidad y se ajustaba perfectamente a un nuevo formato político que Duran Barba es capaz de asesorar. No se trata de Casella precisamente, pero se trata de saber si no terminará siendo el camino de la UCR. <

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