domingo, 29 de julio de 2012

ARACELI BELLOTA PRESENTO EN ROSARIO SU LIBRO EVA Y CRISTINA, LA RAZON DE SUS VIDAS

El legado de Eva con la misma fuerza

La historiadora asumió el desafío de marcar una línea histórica entre las dos figuras del peronismo. Cree que el kirchnerismo, primero con Néstor y luego con Cristina, logró "institucionalizar muchas de las ideas y de las obras de Evita".
 
Por Leo Ricciardino
Como para que nadie se confunda: "Soy peronista y feminista", dispara Araceli Bellota desde la introducción de su último libro Eva y Cristina, la razón de sus vidas, que presentó esta semana en Rosario. Para esta periodista, escritora y guionista lo importante a destacar era "que había un legado, un proyecto que se retoma con el mismo espíritu y con la misma intensidad", y no solamente emparentar desde lo más obvio a estas dos protagonistas de la política argentina por el solo hecho de que ambas sean mujeres y peronistas. No obstante, no está ausente en la obra el hondo contenido emocional que ambas aportaron y aportan a los procesos políticos que les ha tocado protagonizar. En ese sentido hay dos citas elocuentes: Aquella de Eva "yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria" y la otra de Cristina cuando asume por primera vez y cita "yo sé que Eva lo merecía más que yo pero no pudo".
Bellota admite que la propuesta para el libro surgió de la editorial Vergara. "Yo les dije que me lo dejaran pensar. Yo ya tenía una producción e investigación muy grande sobre Eva Perón, con varias publicaciones; pero necesitaba establecer qué hilos conductores podía encontrar sin forzar la situación entre Eva y Cristina. Y la verdad es que me di cuenta de que estaba bueno pensar en qué pasa cuando una generación toma la posta de la otra, a pesar de las diferencias de tiempo y contexto histórico. Pero cuando ese legado se toma con la misma fuerza, con el mismo espíritu, necesariamente el proyecto avanza. Cuando descubrí que esta era la línea argumental, ahí directamente me lancé a escribirlo y todo fluyó naturalmente".
La autora sostiene que Néstor primero y después Cristina continuando el proyecto, lograron "institucionalizar muchas de las ideas y de la obras de Eva. Evita repartía desde su fundación una jubilación que no era del Estado y después Cristina lo convierte en ley, en políticas públicas. La Fundación de Evita una de las primeras cosas que hizo fue las pensiones a la vejez, porque en el amplio espectro de la necesidad Eva elige lo más vulnerable: los viejos que ni siquiera podían valerse por sí mismos. En La razón de mi vida, en uno de los últimos capítulos que Eva titula "Una idea", expresa que hay que pagarle un sueldo a las mujeres cuando se casan. Porque ella dice que las mujeres son como los países, si no tienen independencia económica nadie les va a asignar derechos. Dice además que si no es así, sólo se van a casar las tontas, porque las que puedan sostenerse no van a querer casarse. Entonces sostiene que después se podría pensar en aumentar este monto con asignaciones por cada hijo que se tenga. Y dice que es justo reconocer el trabajo silencioso que hacen las mujeres en sus casas y que es una dura tarea. Y bueno, uno ahora ve las jubilaciones extendidas que incluye a las amas de casa y después ves las asignaciones universales por hijo que impuso Cristina, y no se puede perder de vista que ya era una idea de Eva. Es clarísimo", destaca Bellota.
-¿Cómo planteas en el libro los orígenes de ambas, los recorridos personales de las dos?
-Bueno, Cristina nace siete meses después de la muerte de Evita, en La Plata que en ese momento se llamaba "Eva Perón". Por supuesto que las diferencias están dadas porque Eva tenía la formación de la mayoría de las mujeres de su tiempo, primaria y gracias. En cambio Cristina, peronismo mediante, hija de trabajadores, pudo acceder a una educación formal completa y llegar a la universidad. Pero además, Eva irrumpió en la vida pública como un ventarrón. Casi como si supiera que no iba a tener demasiado tiempo, y actuó nada más que siete años en la vida nacional. En cambio Cristina fue paso a paso, empezó su militancia en la universidad, luego se casó con Néstor, se fueron a vivir al sur. En 1981 empezaron con su fuerza política, el Frente para la Victoria, ganaron la intendencia en 1983. Cuando quisieron extender su fuerza en toda la provincia de Santa Cruz, la que hizo punta fue Cristina porque fue la que encabezó la lista de candidatos a diputados provinciales, ganaron. Le preparó la llegada a Néstor a la gobernación. Y ahí cuando quieren extender la fuerza a nivel nacional, Cristina vuelve a encabezar el proyecto como senadora nacional, después va a ser diputada y luego va a volver a ser senadora. Siempre ocupando lugares institucionales, cosa que no ocurrió con Eva que nunca tuvo un cargo público. Cuando quiso ser candidata a vicepresidenta no la dejaron.
-¿Cómo visualizaste esta cuestión del odio que ambas despiertan en ciertos sectores de la sociedad argentina?
-Y, es bastante claro. A las dos le dicen "yegua", de alguna manera a las dos las tratan de locas. A Evita la trataban de resentida, a Cristina últimamente sugerían que estaba exaltada o que no estaba en sus cabales, como dijeron algunos. Que pasaba de la euforia a la depresión y no sé cuántas cosas más. Es típico, cuando las mujeres ocupamos el espacio público y levantamos la voz, lo más común es que nos digan locas. A los hombres no les dicen locos, les dicen otras cosas, pero no los tratan de locos. Los insultos para ambas son bastantes, pero además provenientes de los mismos sectores.
-Pero, ese odio, ¿no es también propio de lo que el peronismo en sí despierta en algunos sectores históricamente en Argentina?
-Sí claro, a Perón y a Néstor también los odiaron. Pero yo recuerdo lo que dijo Cristina la primera vez que llegó a la presidencia, mencionó que a ella por ser mujer le iba a costar todo el doble y de alguna manera así fue. Creo que son muy duros con Cristina como lo fueron con Eva, pero no es por las extensiones, las joyas o las carteras. En verdad, lo que enerva a algunos sectores es que sean mujeres que hablan de la redistribución de la riqueza, que están hablando de justicia social, de cobrarle a los que más tienen para beneficiar a los más desposeídos. Es como decía Jauretche, los pueblos en los procesos populares no odian, están contentos porque ganan derechos. Odian los poderosos porque pierden privilegios, y por esta razón se reacciona a veces de manera desmedida.
-Otra cosa que las puede emparentar es la comunicación directa con el pueblo. Ahora que tanto se cuestiona, por ejemplo, el uso de la cadena nacional...
-Claro. Fijate que el peronismo comprendió rápidamente la importancia que habían adquirido los medios de comunicación -fundamentalmente la radio en los '50- para la comunicación directa con el pueblo. Por supuesto que en la época de Perón y Eva los actos eran multitudinarios porque si la gente no iba, no podía verlos porque no había televisión. De manera que siempre fue habitual para el peronismo esta forma de comunicación. En el caso de Cristina, esta tradición sigue pero además está contemplado el uso de la cadena nacional en la Constitución misma. Cristina le habla al pueblo, ¿cómo lo va a hacer si no lo hace mediante la cadena nacional? Además, tanto en el tiempo de Cristina como en el de Perón y Eva, nadie obliga a escuchar o mirar la cadena, se puede apagar la radio y la televisión y seguir con otra cosa. No es compulsivo.
-Vos hablás de esta cuestión del legado, pero no todos los sectores del peronismo tienen la misma visión de Eva.
-No, claro. Hay sectores a los que les gusta poner a Eva Perón en el rol de hada buena. La que se encariñaba con sus cabecitas negras pero la vacían de contenido político. Es el caso de los sectores del llamado peronismo federal. El libro tiene además toda la intención de resignificar a Evita y alejarla de esta imagen de Heidi que muchos le quieren asignar. Porque Eva era generosa y repartía artículos de necesidad entre los más necesitados, pero lo hacía dentro de un proyecto de país muy concreto, no era beneficencia y nada más. Y además construía poder, entendiendo al poder como a una herramienta para poder modificar la realidad.

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