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TEXTOS DE Y SOBRE RODOLFO WALSH


Textos de y sobre
Rodolfo Walsh

Operación
Masacre

¿Quién mató
a Rosendo?

Carta abierta a
la junta militar

ANCLA
Natalia Vinelli

Rodolfo Walsh,
un clandestino

Más sobre
Rodolfo Walsh

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Rodolfo Walsh

Por Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero
El escritor y periodista Rodolfo Walsh nació en Choele-Choel, provincia de Río Negro, en 1927. En los años cincuenta, ingresó a la editorial Hachette, donde trabajó como corrector de pruebas de imprenta, lector, antólogo y traductor. Colaboró también en las revistas Leoplán y Vea y Lea. En 1953 publicó Variaciones en rojo y la primera antología de cuentos policiales argentinos.

En la noche del 10 de junio de 1956, mientras jugaba al ajedrez en el club Capablanca de La Plata, recibió las primeras noticias sobre el levantamiento de los generales Valle y Tanco; seis meses después comenzó su investigación sobre los fusilamientos clandestinos de civiles en los basurales de José León Suárez. Al año siguiente, apareció Operación Masacre con el que Walsh inauguró en la Argentina la novela de no ficción, en la cual la investigación periodística sirve de punto de partida para la narración de hechos reales por medio de procedimientos ficcionales. Tanto en este libro como en sus investigaciones posteriores (¿Quién mató a Rosendo? de 1969 y El caso Satanovsky de 1973), Walsh incorporó las técnicas de la investigación periodística y los procedimientos del género policial, como el uso del enigma y del suspenso, politizando sus estrategias centrales.
En 1959 viajó a Cuba para participar de la fundación de la agencia de noticias Prensa Latina. En los años sesenta, estrenó dos obras teatrales (La batalla, 1964, y La granada, 1965) y publicó dos libros de cuentos (Los oficios terrestres, 1965, y Un kilo de oro, 1967).


En enero de 1973 apareció su último relato de ficción, Un oscuro día de justicia, editado por la editorial Siglo XXI, cuyo prólogo, titulado "Hoy es imposible en la Argentina hacer literatura desvinculada de la política", fue una primera versión de esta entrevista, que Ricardo Piglia le había realizado en marzo de 1970. A partir de ese momento, Walsh abandonó la escritura de ficciones para dedicarse a la militancia política, primero en las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y luego en la organización Montoneros.


Como periodista, dirigió el semanario de la CGT de los Argentinos a partir de mayo de 1968 y participó como fundador y redactor del diario de orientación montonera Noticias, en 1973. Bajo la dictadura militar de 1976, organizó la Agencia Clandestina de Noticias y la Cadena Informativa.


El 25 de marzo de 1977, un pelotón especializado lo emboscó en las calles de Buenos Aires para detenerlo vivo, pero Walsh se resistió y fue herido de muerte. Su cuerpo nunca apareció. El día anterior había escrito su Carta Abierta a la Junta Militar, donde denunciaba el terrorismo de Estado.
[Imagen de la Muestra Pensamiento y Compromiso Nacional, Palais de Glace, Buenos Aires 17 de marzo - 10 de abril 2011]

Empecemos con este cuento, ¿cuándo lo escribiste, en qué época lo escribiste?

–Este cuento lo escribí... me acuerdo la época en que terminé de escribirlo, lo debo haber terminado en noviembre de 1967 y debo haber empezado a escribirlo a mediados de ese año; me acuerdo de la fecha porque en octubre del ‘67 murió Guevara y yo terminé de escribirlo más o menos un mes después.

–¿Cómo lo ves vos dentro de la serie de los Irlandeses, qué idea tenés sobre esos cuentos?

–Claro, bueno, en la serie de los Irlandeses, que por ahora son estos tres cuentos, evidentemente hay una recreación autobiográfica pero, quizá, no tan estrecha como podría parecer. Lo autobiográfico es nada más que un punto de partida, una anécdota y a veces ni siquiera una anécdota entera sino media anécdota. Porque yo estuve en dos colegios irlandeses, uno en Capilla del Señor, que era un colegio de monjas irlandesas en el año ‘37 y después en el ‘38, ‘39 y ‘40 estuve en este otro, el Instituto Fahy de Moreno, que era un colegio de curas irlandeses. En este sentido hay una realidad mixta, ¿no es cierto?, porque hay un mundo de irlandeses pero al mismo tiempo es la Argentina, y es indudablemente en la Argentina, es decir, hay una burla acerca de uno de los personajes, no sé si en este cuento o en cuál de los cuentos, que dice que uno de los personajes pretendía ser descendiente de reyes y no de humildes chacareros de Suipacha. Cada tanto eso está, está porque estaba, el mundo se vivía así, doblemente...
–Dicotómicamente.

Carta abierta a la Junta Militar
–Exacto, hay una evidente dicotomía. Por otro lado hay una cierta evolución de la serie, en este cuento aparece... una nota política, la primera más expresamente política, porque había una connotación política en todos los otros pero mucho más simbólica e inconsciente. Quiero decir, hay una evolución en los cuentos; aquí, en este cuento se empieza a hablar del pueblo y de sus expectativas de salvación representadas por un héroe, es un héroe externo, es decir, no deposita sus expectativas en sí mismo, sino en algo que es externo, por admirable que pueda ser... creo que la clave de la iluminación, de la comprensión sobre la relación política de este caso entre el pueblo, por un lado, y sus héroes, por el otro, está en el final, cuando dice "...mientras Malcolm se doblaba tras una mueca de sorpresa y de dolor, el pueblo aprendió...", y después, más adelante, cuando dice "...el pueblo aprendió que estaba solo...", y más adelante "...el pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza...". Creo que ese es el pronunciamiento más político de toda la serie de los cuentos y muy aplicable a situaciones muy concretas nuestras: concretamente al peronismo e inclusive a las expectativas revolucionarias que aquí se despertaban o se despertaron con respecto a los héroes revolucionarios, inclusive con respecto al Che Guevara, que murió en esos días, te das cuenta, la agente que te decía: "si el Che Guevara estuviera aquí entonces yo me meto y todos nos metemos y hacemos la revolución...". Concepto totalmente místico, es decir, el mito, la persona, el héroe haciendo la revolución en vez de ser el conjunto del pueblo cuya mejor expresión es sin duda el héroe, en este caso el Che Guevara, pero que ningún tipo aislado por grande que sea puede absolutamente hacer nada, es decir, cuando se delega en él lo que es una cosa de todos no se da el proceso, no se puede dar. Creo que ésa es la lección que ellos aprenden ese día; no es un tipo venido de afuera porque no hay ninguna connotación peyorativa para el tipo que viene de afuera, que pelea, se juega y es un héroe. No deja de ser un héroe por el hecho de que el otro lo cague a patadas, pero lo que ellos aprenden es que ellos, en una segunda instancia, si es que ellos se la quieren cobrar con respecto al celador, se tienen que combinar entre ellos y ellos cagarlo a patadas entre todos. Esa es la lección.

–Una especie de metáfora política.
–Que se me hizo consciente después, en este tipo de relato donde yo recupero cosas muy viejas y que tienen una vida propia muy poderosa; yo no necesito legislar por anticipado lo que va a pasar, eso pasa y después vuelvo y lo interrumpo y a lo sumo hago algunos ajustes.

–Volviendo un poco atrás, ¿qué perspectivas le ves vos a la serie de los Irlandeses. ¿La vas a seguir? ¿La ves como una sola historia?
Emision del programa radial Atrapados en libertad por AM 530, La Voz de las Madres. (Parte 1)
–Sí, yo pienso seguirla. Hay un par de temas más que tengo pensados por allí y seguramente si me pusiera saldrían muchos más en vez de un par. En ese caso asumiría la forma de esas novelas hechas de cuentos que es una forma primitiva de hacer novela, pero bastante linda. Habría un par de historias adicionales ya pensadas, una de las cuales será de adultos, es decir, es un cuento contado por chicos pero que es de adultos. El título es "Mi tío Willie que ganó la guerra". Es una historia contada por los chicos en una circunstancia especial: están enfermos en la enfermería. Hay una peste de escarlatina y un chico cuenta la historia de un tío que va a pelear a la guerra mundial, entonces la historia ahí se le escapa: comienza a ser una historia de adultos, después vuelve al narrador final, pero la historia se les escapa. Esa sería una de las historias. Hay otra historia probable con la intervención y participación del diablo, también en la misma enfermería. Probablemente yo calculo a muy grosso modo que la historia puede crecer, pero yo no quiero darle un crecimiento infinito. Es probable que la historia final la integren seis o siete historias que constituyan una novela hecha por cuentos, todos episodios transcurridos en un año, hasta el último día en el colegio.

–¿Vos veías esto desde el principio, viste la posibilidad de esta serie cuando empezaste a escribir el primer cuento?

Emision del programa radial Atrapados en libertad por AM 530, La Voz de las Madres (Parte 2)
–Es medio difícil. Evidentemente la intención de escribir sobre esto yo la tenía hace mucho, es decir, yo tengo borradores o apuntes sobre la vida del colegio que datan de hace muchos años, quince años tal vez, pero como eran muy malos, nunca los retomé. De golpe, en el ‘64 escribí el primer cuento, yo no sé si en ese momento tuve la intención de escribir más que ese primer cuento, pero ya cuando escribí el segundo la idea de la serie apareció sola.

-También se conecta con cierta tradición de la literatura en lengua inglesa, digo, porque es un poco cierto mundo del primer Joyce, un poco el tono de Faulkner. Sobre todo en la textura de los cuentos, esa escritura que podríamos llamar "bíblica" de algún modo. En este sentido los veo con una personalidad propia en relación con el estilo del resto de tu obra, que tiende a ser más ascético.

–Exacto, puede ser. Yo ahí en ese caso más que con Joyce, si bien evidentemente en el Retrato y en algunos cuentos e inclusive en el Ulises, ya ni me acuerdo, haya algunas historias que transcurren en un colegio de curas, fijate que si yo tuviera que buscar alguna influencia en la forma, es decir en el tipo de estilo que vos llamaste bíblico, es decir en el tipo de desarrollo de la frase, lo buscaría tal vez más en Dunsany, que temáticamente no tiene nada que ver. Y yo a Dunsany lo he leído en traducción, salvo algún cuento; no sé si te acordás aquellos Cuentos de un soñador, esa forma creciente, envolvente; eso me impresionó mucho, mucho, cuando lo leí hace muchos años. Ahora, es cierto que son diferentes de los otros. Evidentemente si queremos calificar el modo de escritura o la tentativa que hay en el modo de escritura hacia un uso ampliado de la palabra, es decir, una amplificación de los recursos hacia un lenguaje; si quisiéramos calificarlo de algún modo épico que es lícito usar en el sentido de que las anécdotas y el medio son muy pequeños y entonces vos podés usar un lenguaje grandioso y grandilocuente para historias de chicos que no me lo permitiría quizá si tuviera que escribir una historia épica, entonces tal vez usaría un lenguaje muy reducido.
Horacio Verbitsky recuerda a Rodolfo Walsh y a Paco Urondo
Con motivo del Día del Periodista, el programa “Todo Cambia” (Lunes a Viernes de 7.00 a 9.00, por AM 870) convocó al periodista Rogelio García Lupo, al escritor Juan Sasturain y al dibujante Miguel Rep, para que hablen acerca del creador de Operación Masacre y Esa Mujer, entre otras obras
–Otra cosa que me interesa ver es la relación entre cuento y novela, digamos, en términos generales, esta especie de novela fragmentaria que vos proponés. Es una novela que se va leyendo en textos discontinuos, es el lector quien reconstruye distintos momentos que van formando una sola historia y, a la vez, cierta particularidad en la estructura narrativa que siempre se ordena alrededor de una acción breve; incluso relatos largos, como cartas, están armados sobre pequeñas situaciones. Yo no sé si vos has pensado sobre esto.

–Sí, yo he pensado cosas muy contradictorias según mis estados de ánimo o, en fin, pasando por distintas etapas. El mayor desafío que se le presenta hoy por hoy y que se le presenta sistemáticamente a un escritor de ficción es la novela. Yo no sé bien de dónde procede eso, por qué esa exigencia y hasta qué punto la novela es la forma más justificable, porque hasta cierto punto tiene una categoría artística superior, aunque hay excepciones; a Borges, por ejemplo, nadie le pide una novela. Por otro lado esto nos lleva a un problema mucho más general sobre el cual habría que indagar, es decir, no he terminado de convencerme ni de desconvencerme. Habría que ver hasta qué punto el cuento, la ficción y la novela no son de por sí el arte literario correspondiente a una determinada clase social en un determinado período de desarrollo, y en ese sentido y solamente en ese sentido es probable que el arte de ficción esté alcanzando su esplendoroso final, esplendoroso como todos los finales, en el sentido probable de que un nuevo tipo de sociedad y nuevas formas de producción exijan un nuevo tipo de arte más documental, mucho más atenido a lo que es mostrable. Eso me preguntaron, me hicieron la pregunta cuando apareció el libro de Rosendo. Un periodista me preguntó por qué no había hecho una novela con eso, que era un tema formidable para una novela. Lo que evidentemente escondía la noción de que una novela con ese tema es mejor o es una categoría superior a la de una denuncia con ese tema. Yo creo que esa concepción es una concepción típicamente burguesa, de la burguesía y ¿por qué? Porque evidentemente la denuncia traducida al arte de la novela se vuelve inofensiva, no molesta para nada, es decir, se sacraliza como arte. Ahora, en el caso mío personal, es evidente que yo me he formado o me he criado dentro de esa concepción burguesa de las categorías artísticas y me resulta difícil convencerme de que la novela no es en el fondo una forma artística superior; de ahí que viva ambicionando tener el tiempo para escribir una novela a la que indudablemente parto del presupuesto de que hay que dedicarle más tiempo, más atención y más cuidado que a la denuncia periodística que vos escribís al correr de la máquina. Creo que es poderosa, lógicamente muy poderosa, pero al mismo tiempo creo que gente más joven que se forma en sociedades distintas, en sociedades no capitalistas o en sociedades que están en proceso de revolución, gente más joven va a aceptar con más facilidad la idea de que el testimonio y la denuncia son categorías artísticas por lo menos equivalentes y merecedoras de los mismos trabajos y esfuerzos que se le dedican a la ficción.

–De todos modos pienso que esos cambios habría que ligarlos no sólo a la voluntad personal de los escritores, sino también al momento de la lucha de clases en la Argentina. Quiero decirte: no es casual que nos planteemos esa problemática, esta discusión en este momento, a un año del Cordobazo. La movilización de las masas les replantea constantemente a los intelectuales el problema de sus posibilidades y de sus maneras de actuar, participar en la lucha del pueblo.

–Es cierto, ahora en ese sentido los escritores de ficción, dentro del campo de los escritores y de los intelectuales, hemos ocupado una posición de retaguardia porque esto que yo digo en relación con los escritores de ficción no es enteramente cierto en relación con los ensayistas, por ejemplo. No es enteramente cierto porque tipos como Scalabrini Ortiz en el año ‘40 ya eran escritores, no hay ninguna duda, aunque él había empezado escribiendo un cuento. Esos tipos sí fueron una vanguardia. Lo que yo te digo de los escritores era cierto de los estudiantes hace cuatro o cinco años, y la capacidad de ellos de reaccionar con hechos frente al proceso y la de maniobra que tiene un estudiante es mucho mayor que la que tiene un escritor, porque el estudiante reacciona cuando cambia una idea; pero vos cuando cambia la idea tenés que escribir un libro, que es más difícil que tirar una piedra, y entonces el movimiento es más difícil y parece más serio. Yo no creo que haya un atraso, sino que, en efecto, el proceso es más duro para los escritores que nos hemos criado en la idea de la novela burguesa; esa novela que uno quiso escribir desde los quince años no sirve para un carajo y en realidad lo que hay que escribir es otra cosa.

–Digamos que de algún modo entonces lo que hay que enfrentar al mismo tiempo es una idea de la literatura.

Notas de Walsh y apreciaciones críticas de un sector sobre la conducción de Montoneros (1979)
–O por lo menos desacralizarla un poquito, porque evidentemente Occidente ha hecho del escritor una imagen tan monstruosa como la de la actriz: es la puta del barrio. Son sagrados los tipos. Ahora, para desacralizar a los tipos tenés que cuestionar todo, para la utilidad de lo que están haciendo y sobre todo para poder desafiarlos con su propia ambigüedad, salvo Borges, que preservó su literatura confesándose de derecha, que es una actitud lícita para preservar su literatura y él no tiene ningún problema de conciencia. Vos viste que desde la derecha no hay ningún problema para seguir haciendo literatura. Ningún escritor de derecha se plantea si en vez de hacer literatura no es mejor entrar en la Legión Cívica. Solamente se plantea el problema de este lado; entonces vos tenés que hablar, tenés que decir eso con los escritores de izquierda. Hay un dilema. De todos modos no es tarea para un solo tipo, es una tarea para muchos tipos, para una generación o para media generación volver a convertir la novela en un vehículo subversivo, si es que alguna vez lo fue. Desde los comienzos de la burguesía, la literatura de ficción desempeñó un importante papel subversivo que hoy no lo está desempeñando, pero tienen que existir muchas maneras de que vuelva a desempeñarlo y encontrarlas. Entonces, en ese caso, habrá una justificación para el novelista en la medida en que se demuestre que sus libros mueven, subvierten. Por otro lado, mientras uno está fuera de todo contacto con la acción política, ya sea directa o por el medio que te rodea, uno está alienado en el concepto burgués de la literatura. Sos un inocente en realidad, vos estás en realidad compitiendo con estos tipitos a ver quién hace mejor el dibujito cuando en realidad te importa un carajo, porque vas a estar compitiendo con estos tipos... hasta que te das cuenta de que tenés un arma: la máquina de escribir. Según cómo la manejás es un abanico o es una pistola y podés utilizar la máquina de escribir para producir resultados tangibles, y no me refiero a los resultados espectaculares, como es el caso de Rosendo, porque es una cosa muy rara que nadie se la puede proponer como meta, ni yo me lo propuse, pero con cada máquina de escribir y un papel podés mover a la gente en grado incalculable. No tengo la menor duda.

Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero, Grandes entrevistas de la Historia Argentina (1879-1988), Buenos Aires, Punto de Lectura, 2002.

"Se ha hecho todo lo posible para localizar a todos los derechohabientes de los reportajes incluidos en este volumen. Queremos agradecer a todos los diarios, revistas y periodistas que han autorizado aquellos textos de los cuales declararon ser propietarios, así como también a todos los que de una forma u otra colaboraron y facilitaron la realización de esta obra."
Fuente: Página/12, enero 2006

A 79 años del nacimiento de Rodolfo Walsh

DOS LECTORES

Por Lilia Ferreyra *

En el año ’82 viajé a España desde México, donde estaba exiliada. En Madrid conocí a Martín Grass, sobreviviente de la ESMA, con quien hablamos durante una larga noche sobre la historia del horror en ese centro clandestino. Mi primera pregunta fue ¿qué pasó con Rodolfo? Escuché la descripción pausada, casi cuidadosa, de la imagen brutal de la muerte que vio en el sótano de la ESMA: el cuerpo acribillado de Rodolfo, con el pecho cortado por una diagonal de impactos, tirado en el cemento frío. Martín lo reconoció y se estremeció. Había visto otros muertos por las balas, pero nunca un cuerpo al que le hubieran disparado con tanto odio, quizá porque querían agarrarlo con vida y Rodolfo se resistió para impedirlo. ¿Y qué hicieron con él?, pregunté. No sabía; suponía que quizá lo hubiesen quemado, porque difícilmente preparaban un vuelo para tirar sólo un cuerpo al río. En estos casos, en la ESMA solían desaparecerlos con lo que ellos llamaban un "asadito".

–¿Y con todos los escritos de Rodolfo que estaban en la casa de San Vicente?

–Llevaron todo a la ESMA. Allí pude leer los documentos críticos sobre la política de Montoneros que escribió como aportes internos de la organización.

Sentí que después de casi cinco años desde su desaparición, aquella imagen de Rodolfo tecleando de noche o de día, escribiendo las historias, corrigiendo los textos que sólo yo había leído, porque eran los escritos inéditos que había ido acumulando en los años de clandestinidad, esa imagen tan nítida en mi memoria comenzaba otra vez a corporizarse. No habían destruido esos papeles. Con ansiedad, intenté que Martín recordara qué otros textos había leído. Estaba la carpeta con sus memorias, los borradores de los cuentos El 27, El Aviador y la bomba, Ñancahuazú. Veía el esfuerzo en su cara y su mirada pedía disculpas.

–¿Y el cuento terminado, pasado en limpio, Juan se iba por el río? Empezaba así: "Juan Antonio lo llamó su madre. Duda era su apellido. Su mejor amigo, Ansina, y su mujer, Teresa." Es su último cuento, el que escribió desglosando el material de la novela que ya había decidido no escribir. Es la historia del argentino derrotado del siglo XIX; del último argentino antes de la grandes inmigraciones. Del hombre del pueblo que había sido llevado de guerra en guerra, de tropa en tropa; que sobrevive a su tiempo y ya viejo, recorre la memoria de su vida y de la época en que vivió. Que luchó junto con su amigo el negro Ansina en batallas que no eran las suyas, como la noche antes de Cepeda, cuando los hicieron formarse para escuchar la arenga del general Mitre, quien los exhortó a combatir por la Patria y entonces el negro lo mira a Juan y le dice: "En la patria de ellos, yo me cago".

Martín se sonrió y dijo: Yo leí ese cuento; lo leí allí en la ESMA.

Una alegría extraña, una excitación indecible me sacudió. Había empezado a contarle el cuento y Martín me interrumpió para continuar el relato. No era la única depositaria de esa memoria. Había otro lector y con ese lector recordamos escenas del cuento: Juan mirando pasar la cureña con el féretro de San Martín cuando sus restos fueron repatriados, entre batallones de antiguas tropas; Juan sentado en un banquito a la orilla del río, entre el recuerdo de su pasado y el deseo de poder llegar alguna vez al otro lado del Plata, donde en la lejanía había podido ver en días claros las casitas blancas de la colonia; la gran bajante del Río de la Plata, la mortandad de los peces, y el final, Juan montado en su caballo, cruzando el lecho seco hacia ese horizonte que se esfumaba...

Le conté a Martín que cuando Rodolfo me leyó el último párrafo le había preguntado si Juan llegaba al otro lado del río. "No sabemos" dijo. Hasta allí acompañó a su personaje; no quiso definir su destino. Por eso Juan no "se fue"; el verbo no cerraba la acción, Juan "se iba". En esa la larga noche, supe que el final abierto del cuento también había sido para mí una metáfora de esos meses del ’77 en que creí que Rodolfo podía estar vivo; una esperanza, el deseo de ganarle a la muerte, al destino; una esperanza a su vez aterradora por la tortura sin límite en el tiempo con que vejaban a los prisioneros para quebrarles "la dignidad que ustedes mismos han perdido", como acusó Rodolfo a la junta militar.

Afuera amanecía sobre Madrid, la ciudad donde dos sobrevivientes, uno de la ESMA y otro en el exilio, estuvimos hilvanando una memoria que pudo haberse perdido. Ya era de día cuando los dos únicos lectores de Juan se iba por el río nos despedimos con un abrazo.

¿Los dos únicos lectores?

*Mujer y compañera de Rodolfo Walsh
Fuente: Pagina/12, 09/01/06

Carta a mis amigos

Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hija, María Victoria, después de un combate con fuerzas del Ejército. Sé que aquéllos que la conocieron la han llorado. Otros, que han sido mis amigos o me han conocido de lejos, hubieran querido hacerme llegar una voz de consuelo. Me dirijo a ellos para agradecerles pero también para explicarles cómo murió Vicki y por qué murió.

El comunicado del Ejército que publicaron los diarios no difiere demasiado, en esta oportunidad, de los hechos. Efectivamente, Vicki era oficial 2° de la Organización Montoneros, responsable de la prensa sindical, y su nombre de guerra era Hilda. Efectivamente estaba reunida ese día con cuatro miembros de la Secretaría Política que combatieron y murieron como ella.

La forma en que ingresó a Montoneros no la conozco en detalle. A los 22 años, edad de su posible ingreso, se distinguía por decisiones firmes y claras. Por esa época comenzó a trabajar en el diario "La Opinión" y en un tiempo muy breve se convirtió en periodista. El periodismo en sí no le interesaba. Sus compañeros la eligieron delegada sindical. Cómo tal debió enfrentar en un conflicto difícil al director del diario, Jacobo Timerman, a quien despreciaba profundamente. El conflicto se perdió y cuando Timerman empezó a denunciar como guerrilleros a sus propios periodistas, ella pidió licencia y no volvió más.

Fue a militar a una villa miseria. Era su primer contacto con la pobreza extrema en cuyo nombre combatía. Salió de esa experiencia convertida a un ascetismo que impresionaba. Su marido, Emiliano Costa, fue detenido a principios de 1975 y no lo vio más. La hija de ambos nació poco después. El último año de vida de mi hija fue muy duro. El sentido del deber la llevó a relegar toda satisfacción individual, a empeñarse mucho más allá de sus fuerzas físicas. Como tantos muchachos que repentinamente se volvieron adultos, anduvo a los saltos, huyendo de casa en casa. No se quejaba, sólo su sonrisa se volvía más desvaída. En las últimas semanas varios de sus compañeros fueron muertos: no pudo detenerse a llorarIos. La embargaba una terrible urgencia por crear medios de comunicación en el frente sindical que era su responsabilidad.

Nos veíamos una vez por semana, cada quince días. Eran entrevistas cortas, caminando por la calle, quizá diez minutos en el banco de una plaza. Hacíamos planes para vivir juntos, para tener una casa donde hablar, recordar, estar juntos en silencio. Presentíamos, sin embargo que eso no iba a ocurrir, que uno de esos fugaces encuentros iba a ser el último, y nos despedíamos simulando valor, consolándonos de la anticipada pérdida.

Mi hija no estaba dispuesta a entregarse con vida. Era una decisión madurada, razonada. Conocía, por infinidad de testimonios, el trato que dispensan los militares y marinos a quienes tienen la desgracia de caer prisioneros: el despellejamiento en vida, la mutilación de miembros, la tortura sin límite en el tiempo ni en el método, que procura al mismo tiempo la degradación moral, la delación. Sabía perfectamente que en una guerra de esas características, el pecado no era no hablar, sino caer. Llevaba siempre encima una pastilla de cianuro, la misma con que se mató nuestro amigo Paco Urondo, con la que tantos otros han obtenido una última victoria sobre la barbarie.

El 28 de setiembre, cuando entró en la casa de la calle Corro, cumplía 26 años. Llevaba en brazos a su hija porque a último momento no encontró con quién dejada. Se acostó con ella, en camisón. Usaba unos absurdos camisones blancos que siempre le quedaban grandes.
A las siete del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. Siguiendo el plan de defensa acordado, subió a la terraza con el secretario político, Molina, mientras Coronel, Salame y Beltrán respondían al fuego desde la planta baja.

He visto la escena con sus ojos: la terraza sobre las casas bajas, el cielo amanecido, y el cerco. El cerco de 150 hombres, los FAP emplazados, el tanque. Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un conscripto.

"El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba. Nos llamó la atención la muchacha porque cada vez que tiraba una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía."
He tratado de entender esa risa. La metralleta era una Halcón y mi hija nunca había tirado con ella, aunque conociera su manejo por las clases de instrucción. Las cosas nuevas, sorprendentes, siempre la hicieron reír. Sin duda era nuevo y sorprendente para ella que ante una simple pulsación del dedo brotara una ráfaga y que ante esa ráfaga 150 hombres se zambulleran sobre los adoquines, empezando por el coronel Roualdes, jefe del operativo.

A los camiones y el tanque se sumó un helicóptero que giraba alrededor de la terraza, contenido por el fuego. "De pronto, dice el soldado, hubo un silencio. La muchacha dejó la metralleta, se asomó de pie sobre el parapeto y abrió los brazos. Dejamos de tirar sin que nadie lo ordenara y pudimos verla bien. Era flaquita, tenía el pelo corto y estaba en camisón. Empezó a hablamos en voz alta pero muy tranquila. No recuerdo todo lo que dijo.
'Ustedes no nos matan' dijo el hombre 'nosotros elegimos morir'. Entonces se llevaron una pistola a la sien y se mataron enfrente de todos nosotros."

Abajo ya no había resistencia. El coronel abrió la puerta y tiró dos granadas. Después entraron los oficiales. Encontraron a una nena de algo más de un año, sentadita en una cama, y cinco cadáveres.

En el tiempo transcurrido he reflexionado sobre esa muerte. Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota de lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella: vivió para otros, y esos otros son millones.

Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy yo quien renace de ella.
Esto es lo que quería decir a mis amigos y lo que desearía de ellos es que lo transmitieran a otros por los medios que su bondad les dicte.

Rodolfo Walsh, diciembre de 1976
Fuente: La Fogata, Recordando a Vicki Walsh, a 29 años de su caída en combate

Por Rodolfo Walsh

Marzo de 1972. De los papeles personales de Rodolfo Walsh, reflexiones sobre su vida y su escritura. Walsh textual.

"Martes 14. Entre el sábado y el lunes lectura de la novela de Paco (Urondo). Agitó muchas cosas, entre ellas el siempre latente problema de la escritura.

Aunque es evidente que no me considero ya un novelista, que no me veo consagrando mi vida a escribir novelas, ni siquiera una novela, también es cierto que hay cosas que podría decir que me gustaría decir que sería útil que fueran dichas.

Pienso que mi vida como muchas vidas ilustra cosas, que esas cosas serían más claras para algunos de los demás para aquellos a quienes quiero entre los demás si yo encontrara una forma verídica sincera de sintetizar esa vida y esa experiencia.

¿Cuál sería el método? Imagino de pronto una especie de inventario de todas las cosas los lugares las ideas sobre todo las personas que se han acumulado en mi memoria. Tal vez si hiciera ese inventario encontraría luego el hilo conductor que lo justificará literariamente pero sobre todo su razón de ser histórica política.

Porque si yo muriera mañana una parte de mi vida –esta parte de mi vida- podría parecer insensata y ser reclamada por algunos que desprecio e ignorada por otros a los que podría amar. Desde luego esa reivindicación personal no es lo que más importa –aunque no sea totalmente capaz aún de renunciar a ella. Lo que importa es el proceso que ha pasado por mí la historia de cómo yo cambié y cambiaron los demás y cambió el país.

Lo que importa es cómo pudo nacer aquí en este lugar dejado lo que está naciendo. Importan también los otros, los responsables, los chantas: yo me entiendo por ahora.

Imagino también un inventario de las cosas que quiero y las cosas que odio: ya lo dije. Las cosas que quiero mis hijas el trabajo oscuro que hago los compañeros el futuro los que no obedecen los que no se rinden los que piensan y forjan y planean los que actúan el análisis claro la revelación de lo escondido el método cotidiano la furia fría la alegría general que ha de venir un día la gente abrazándose la pareja en su amor la esperanza insobornable la sumersión en los otros.

Las cosas que odio que desprecio la traición la estupidez Frondizi la televisión Jacobo los yanquis de la Esso o los ingleses de la Shell porque estos hijos de puta son cuñas del mismo palo Bernardo Neustad los mercenarios los discursos de los generales las turritas y los pavos de la publicidad oliendo a la colonia que mata los comunistas del partido los falsos profetas de la izquierda acalambrada la camiseta peronista el bigote peronista el odio de los oligarcas la cultura de La Prensa la senilidad de Borges la convicción de Gleyzer o de Aizcorbe los que matan a la gente los torturadores los farsantes los radicales del pueblo sobre todo si son jóvenes y una lista inmensa inalcanzable que se podría tratar de perfeccionar.

¿Qué hago yo con todo eso? Empiezo a juntarlo y empiezo a mirarlo empiezo a estudiarlo empiezo a ver si se deja escribir. Y si no se deja mala suerte será como la primera nenita que no se dejó cuando yo tenía ocho años y ella tal vez seis. Porque si no es sobre eso no vale la pena escribir sobre nada".

Rodolfo Walsh 14/3/72
Fuente: "La Voluntad. Tomo I" de Anguita-Caparrós, págs 535/536
Nota: la ausencia de comas es textual del libro, a su vez textual del original.

Recuerdo del 29 de Mayo de 1969 en Argentina

Cordobazo

Por Rodolfo Walsh

Trabajadores metalúrgicos, del transporte y otros gremios declaran paros para los días 15 y 16 de Mayo, en razón de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antiguedad por transferencias de empresas.

Los obreros mecánicos realizaban una asamlea y son reprimidos, defienden sus derechos en una verdadera batalla campal en el centro de la ciudad el día 14 de Mayo.

Los atropellos , la opresión, el desconocimiento de un sinnúmeros de derechos, la verguenza de todos los actos de gobierno, los problemas del estudiantado y los centros vecinales se suman.

Se paraliza totalmente la ciudad el 16 de mayo. Nadie trabaja. Todos protestan. El gobierno reprime.

En Corrientes es asesinado el estudiante Juan Jose Cabral. Se dispone el cierre de la UNiversidad.

Todas las organizaciones estudiantiles protestan. Se preparan actos y manifestaciones. Se trabaja en común acuerdo con la CGT.

El día 18 es asesinado en Rosario, el estudiante Adolfo Ramón Bello. Se realiza con estudiantes, obreros y sacerdotes tercermundistas una marcha de silencio en homenaje a los caídos.

El 23 de Mayo es ocupado el Barrio Clínicas por los estudiantes y son apoyados por el resto del movimiento estudiantil.

El 26 de Mayo el movimiento obrero de Córdoba resuelve un paro general de la actividades de 37 horas a partir de las 11 horas, para el 29 de Mayo, con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta.

Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de la CGT. Los estudiantes organizan y los obreros también. Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad los días previos.

El 29 de Mayo amanece tenso. Los trabajadores de luz y fuerza son atacados con bombas de gases a la altura de Rioja y Gral Paz. Una vez más la represión estáen marcha.

Las columnas de los trabajadores de las fábricas automotrices llegan a la ciudad y son atacados. El comercio cierra sus puertas y la gente inunda las calles.

Corre la noticia de la muerte de Maximo Mena, obrero mecánico. Se produce un estallido popular, la rebeldía contra tanta injusticia, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policia retrocede. Nadie controla la situación.

Es el pueblo. Son las bases sindicales y estudiantes que luchan enardecidas. El apoyo total de la población.

Es la toma de conciencia contra tantas prohibiciones. Nada de tutelas ni usurpadores del poder, ni de complices participacionistas.

El saldo de la batalla de Córdoba "El Cordobazo" es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.

En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo, sepamos unirnos para contruir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su hermano.

"Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.

La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo..."

Rodolfo Walsh, el ajedrez y la guerra

Por David Viñas

"Recuerdo cómo salimos en tropel los jugadores de ajedrez... y cómo, a medida que nos acercábamos a la plaza San Martín nos íbamos poniendo serios y éramos cada vez menos, y al fin, cuando crucé la plaza, me vi solo".
Operación masacre.

* El derrotero crítico de Walsh culmina en Operación masacre, de 1957, ese testimonio fundamental que por su movimiento de página y por su entonación se graba con nitidez en un curso trágico: el que inaugura José Hernández con sus comentarios al deguello del Chacho Peñaloza en 1863, prolongado en el aguafuerte de Roberto Arlt con la descripción del fusilamiento de Severino Di Giovanni en 1931. Esos momentos portan tres blasones que corroboran las complejas y mediadas pero decisivas relaciones entre la política argentina y el espacio textual: la liquidación del gaucho rebelde, la eliminación del inmigrante peligroso y la masacre del obrero subversivo. La carta abierta de Walsh a la dictadura de 1977 –al inscribirse en esa secuencia como cuarto blasón– no sólo la continúa y ahonda sino que preanuncia ya el asesinato del intelectual heterodoxo.

* Horacio Verbitsky es hoy el continuador más notable del periodismo inaugurado por Walsh. Con una diferencia que correspondería destacar: en sus denuncias y en sus crónicas, Horacio Verbitsky pone en movimiento tal cantidad de datos y referencias que muchos de sus lectores tenemos la sensación de que se enfrentan a una polvareda inconexa o arbitraria; excepcionalmente Horacio Verbitsky propone o insinúa una síntesis o algún foco que relacione esa proliferación. Corresponde preguntar, me parece, si esa carencia reproduce los límites actuales de la izquierda intelectual: ¿No hay ejes? ¿No hay proyectos? ¿Sólo los datos en estado coloidal? Después de la muerte de Walsh, ¿ése es el síntoma de la situación desarticulada de esa franja política y cultural? ¿O, quizá, la puntuación que Verbitsky utiliza –discontinua y quebrada– presupone una figura simétrica o correlativa de la "fragmentación" convulsiva típica del discurso oficial?

* Corresponde preguntar también, en este orden de cosas, si Walsh, con los rasgos artesanales de su producción, representa una suerte de cristianismo primitivo dentro de este linaje periodístico, ¿Verbitsky, acaso, representa la institucionalización correspondiente al catolicismo?

* Con el paso del tiempo, el itinerario de Walsh va prescindiendo de la creencia en la inmortalidad o "la gloria" entendida como fama póstuma laicizada dado que cada vez más trabaja con la inquietante contingencia de lo efímero y de la cotidiana fugacidad del periodismo.
Por este flanco, Walsh puede ser evaluado por consiguiente como la figura antagónica de El triunfo de los otros: en esa pieza teatral, el protagonista de Payró se lamentaba por su dependencia de los ritmos del periodismo y, a la vez, exaltaba nítidamente los valores trascendentes del libro.
Esa relación fetichizada con la propiedad literaria y "la firma del autor" no sólo va definiendo a Payró y a los escritores canónicos, sino que encuentra en Sarmiento –como en muchos otros aspectos– el prototipo fundacional: la obsesión en los últimos años del autor del Facundo porque sus "hojas periodísticas sueltas no se vuelen" se repite como exigencia en sus diversas correspondencias; el capital simbólico que se ha ido imprimiendo en los diarios no se puede despilfarrar; urge organizarlo sistemáticamente en libro. Al fin de cuentas, si aquellos artículos sueltos representaban la base de su monumento, "el libro encuadernado y con tapas" será parte integrante del metal de su propia estatua (cfr. Michael Lowy, Pour une sociologie des intellectuels révolutionaires, 1986).
En esta zona, la relación de Walsh con el libro institucional así como su asunción del periodismo "intrascendente", corrobora finalmente sus polémicas actitudes de iconoclasta: su palabra llegó a valer más que su firma.

* Si Federico García Lorca sintetiza, tanto por su producción literaria como por su asesinato a manos del fascismo español, a la generación del 27 en su país, Walsh condensa por sus textos y por su eliminación ordenada por el fascismo argentino de los años 1976-83, la problemática mayor, las búsquedas, aciertos y fracasos de los escritores de la generación del 60. Los llamados parricidas por Emir Rodríguez Monegal. Quiero decir: "la generación del Che".

* Una vez me invitó Walsh a vivir en su casa del Tigre. En esa época su compañera era Piri Lugones. Y desde el comienzo, ese apellido turbador y el escenario del Delta nos fueron situando alrededor de una letra alegórica que solía deslizarse entre frustradas ironías hacia El Tropezón. En los atardeceres en que Walsh arreglaba su bote, la figura de Quiroga se sobreimprimía a la de Lugones; y entre ambas se iba armando una tensión que a Walsh, divertido pero sombrío, le gustaba exasperar: defendía con argumentos enmarañados pero convincentes el distanciamiento de la ciudad practicado por "el cuentista selvático"; lo justificaba por su ademán neobárbaro tan antivictoriano mientras aludía a su propia destreza con las armas y en la pesca del surubí. Su fervor, sin embargo, oscilaba entre el dorado y el pejerrey; y cuando se internaba en el escabeche, ya parecía lograr mi aprobación a sus autoabastecimientos y a su creciente adhesión a "lo elemental". Nunca llegó a aludir a Conrad ni a Gauguin.

* Dos cuentos memorables, excepcionales, tiene Rodolfo Walsh: el primero es Esa mujer, donde se produce una coreografía cargada de simetrías entre el periodista y el coronel, y que concluye –boxísticamente– cuando uno de los contrincantes, en esa dialéctica mezcla de escolástica y de marivaudage, logra quedarse con el centro del escenario mientras al otro sólo le queda hacer mutis. En este sentido, Esa mujer se convierte en un drama por el dominio del espacio textual.

* El otro cuento magistral de Rodolfo Walsh es Nota al pie: allí no sólo ese recurso tradicional va acaparando el espacio destinado al texto principal, sino que esa especie de nube corrosiva y proliferante que sube desde el pie, condiciona una tensión narrativa que trasciende los cuentos de Borges. Al fin y al cabo, el protagonista, Alfredo de León, no se limita a sintetizar, simbólicamente, el itinerario de Walsh, sino que (al situarse en el otro extremo del eficaz Daniel Hernández de Variaciones en rojo), va dibujando un antihéroe análogo a Bloom, a K o al tío Vania.

* Llegué a presentir en aquellos días que el humor cambiante de Walsh coincidía con las alzas y bajas de las mareas: descendía el río y Walsh se iba extendiendo en su hamaca y en sus opiniones sobre Hemingway. Y su desaliento marcaba silencios intercalados apenas por uno de sus ademanes más repetidos: apuntaba con el dedo a una torcaza que revoloteaba entre los sauces; cerraba un ojo; iba recogiendo el índice: "En la ciudad yo llego a perder el sentido" decía; "el problema es encontrar un conjuro". La torcaza se había depositado en la rama más alta de un álamo.

* Variaciones, colección de asesinatos resueltos como juegos de salón, no sólo remite a sus antecedentes británicos, sino a los crucigramas con su apelación al ingenio, al home y a ciertas pistas enigmáticas. Pero como género corresponde evaluarlo en virtud de su indirecta apelación a un orden social amenazado. Daniel Hernández, esencialmente conservador, con la solución de los enigmas, significativamente planteados en interiores o casas de campo, restablece mediante su accionar "privado" y amateur, los residuos de una confianza en el equilibrio de la sociedad. Se trata de un Walsh que todavía creía que con el final del peronismo 1945-55 se iban a recuperar las "tradicionales virtudes patrias".

* La serie de los irlandeses no se limita a reproducir la figura del semicírculo que casi rodea, acosa y termina por ser seducida por el protagonista. Eso, también, es faena de Daniel Hernández que se prolonga en el Gato. Pero el universo del colegio pupilo, si en la literatura argentina me remite a lo más rescatable de Juvenilia, ineludiblemente me reenvía, además, a ese fraseo de Maldoror: "Quand un éleve interne, dans un lycée..."

* Si el trayecto interno de los textos de Walsh va dibujando el pasaje desde el juego a la tragicidad, destaca, al mismo tiempo, el tránsito del ajedrez a la guerra: lo policial –como colección de estratagemas– se desplaza del lúcido acertijo intelectual al comentario de la represión. Como si Walsh fuese advirtiendo que aun Sherlock Holmes, positivista darwiniano, drogadicto y seductor, se va convirtiendo en informante, en aliado y en funcionario de Scotland Yard. Y que, incluso, en sus momentos más crispados se troca en cómplice de torturas hasta terminar como verdugo clandestino u oficial. Es lo que, por cierto, va de Variaciones en rojo de 1953 a ¿Quién mató a Rosendo? del 69.

* Piri Lugones nos dejó solos en esa casa del Delta. Ella se había trepado a la popa de una lancha y no dejó de saludarnos, mientras se alejaba, alzando el brazo y dejando que el chal le revoloteara igual a otro río diminuto, muy rojo. Walsh elogió, entonces, algunos cuentos de Setenta veces siete; insinuó ciertos reparos sobre "el crujido de los finales" y después se encarnizó con las subas y bajas de la Bolsa literaria. Recuerdo que dijo "Más veloces y más injustas que las mareas del río". Y como ese atardecer le tocó el turno al ascetismo que Walsh defendió con un fervor jansenista a medida que se entusiasmaba con la palabra "despojado" y el paladeo de algún verso de Shelley que se escandía sobre el antebrazo desnudo, yo fui proponiendo "Gallegos", "Pico Truncado" y "Cañadón de la Yegua Quemada" El prefirió el "Gran Valle". Pero ahí nos reencontramos: entre los matorrales y los caballos que galopaban sin levantar polvareda. Él se inclinaba por los zainos; yo por los alazanes. De ahí pasamos a nuestros colegios de curas: él se enterneció con el Padre Dollans que hamacaba sus caderas de matrona al tocar el armonio a pedales o cuando se señalaba la punta de los zapatos hablando del infierno. Yo me demoré demasiado con el Padre Adij y su breviario forrado con hule.
Al anochecer, mientras yo me trepaba a una silla para enroscar la bombita floja, Walsh se fue hacia el borde del río: allí se sentó en la punta del muelle de madera. Se puso a pescar. Doblaba el cuerpo sobre el agua. Parecía muy atento a su caña y a la marea que iba subiendo.

* La muerte, en Variaciones, no es mucho más que el disparador del relato. Y está vinculada a sórdidas relaciones de hijuelas, albaceas, herencias y propiedades. Después de 1955 y de Operación masacre, Walsh no sólo se desliza desde la ciudad o de lo vacacional hacia el suburbio –que nada tiene que ver con el de Gálvez, con el de Borges o con la versión de Boedo–, sino que se multiplica e historiza hasta la politización. Ya se ha insinuado: Holmes deja de fascinar a Watson; y la novela policial de enigma se va trocando en novela negra. Hasta en esta franja, el eje cultural argentino se fue desplazando de Europa hacia los Estados Unidos. El renovado suburbio de Walsh es un escenario en el que ya no hay un asesino solitario, sino donde se verifica que toda la sociedad está mafisizada: policía, sindicatos, tribunales, ejército. Vertiginosa comprobación que subraya el Bildungsroman vital de Walsh.

* Una conversión, quizá, más que un desplazamiento lineal, se puede ir verificando en otras dos comarcas de la aventura de Walsh: desde la aprobación del "heroísmo oficial" que publica frente a los acontecimientos de 1955, y su contramarcha en dirección a las investigaciones y denuncias de los fusilamientos de José León Suárez. Es que en ese tramo fue advirtiendo que la ciudad escindida en fachada y contrafrente (el carnaval y la favela en una dimensión latinoamericana), al ahondar sus muescas permanentes, instauraba de nuevo el drama.
Análogamente el paulatino distanciamiento de la industria cultural a la cual Walsh había estado vinculado al comienzo de sus publicaciones en Leoplán y en Vea y lea, subraya ese circuito periodístico con rumbo a Propósitos y a los semanarios sindicales.
El juego inaugural dejaba caer así los paréntesis alrededor del tablero, y la ironía como economía de afecto se mutaba en un escenario desnudo sin ripios ni treguas.

* El vuelo de pájaro es una constante en la manera de mirar en la literatura argentina: se da en El matadero, se reitera en el Sarmiento que contempla el cruce del Paraná por el Ejército Grande, se repite también con Alberdi en su sobrevuelo del Aconquija. Quizá La Bolsa y Lugones reproduzcan esa óptica que proyecta la perspectiva del narrador omnisciente.
Walsh, mediante sus planos explicativos, inesperadamente incurre en ese ademán. Incluso cuando describe una partida de ajedrez "vista desde arriba". Parecería que allí sobrevive una dimensión teológica.

* En aquella semana del Tigre en compañía de Walsh, una noche nos entusiasmamos elogiando a Eva Perón. Desproporcionadamente, por ahí, pero era la única manera que teníamos de disminuirlo a Perón y de conjurar su peso histórico que entonces nos abrumaba. Algo parecido nos pasó con el Che: lo elogiamos con fervor y sin matices; pero a Walsh y a mí, de pronto, también nos pareció que nuestro entusiasmo era excesivo. Pero no contábamos en aquella época con otra forma de ser reticentes con Fidel Castro. "¿Es un juego?" Walsh me dijo que sí y se rió con acidez; y se largó a imaginar una pareja de Eva y el Che. Aunque al final –ya iba amaneciendo y alguien nos llamaba desde el río– sugirió que ese presunto casal hubiera resultado un asunto incestuoso.

* Una suerte de "genealogía" se puede verificar en la serie pueblerina de Walsh: la que entreteje Fotos con Un nieto de Juan Moreira (ya sea por el nombre del protagonista –Mauricio–, ya se trate de las referencias al comisario Barraza). El otro extremo de ese linaje es el pueblo de Manuel Puig.

* Desde la vertiente del don la literatura argentina exhibe tres "manchas temáticas" fundamentales: violación (1840), conquista (1880) e invasión (1890); desde la perspectiva de los prontuarios, esos núcleos –en lo esencial– van enhebrando la persecución (1870), el fracaso (1930) y la represión (1976).

* Esa mujer resulta el capítulo sobreviviente de una crónica más con los rasgos de Operación masacre, Satanowsky o Rosendo. Sin la entonación populista de esta serie (condicionada por los medios donde se publican y por el público al que se apela), conserva un rasgo que tiene algo de residual: las alusiones a un cadáver que en Variaciones funciona como disparador del relato clásico policial. Cierto: aquí, en cambio, se trata de una ausencia-presencia aunque el "¿dónde?" reiterado remite a la constante walshiana del mapa que reordena el espacio. Incluso, las alusiones a esa mujer ausente se entretejen con "la mujer del coronel", borrosa y apenas una voz, con "mi hija" –ausente también– "en manos de un psiquiatra", y con el "mayor X" que "mató a su mujer".
A partir de ahí, se podría sugerir el recorrido a lo largo de la totalidad de los textos de Walsh: desde la convencional Herminia –de Asesinato a la distancia– "con los brazos llenos de flores" mientras "la brisa matinal agitaba sus cabellos rubios, de reflejos cobrizos, y en su cara de delicados rasgos se reflejaba una perfecta serenidad" (¿idealizada-escurridiza "versión" de Victoria Ocampo en su quinta Junto al mar?), pasando por la ya aludida Celia Ahumada, "guerrillera" de La batalla, hasta llegar a las madres borrosas de la serie irlandeses (a las que se ama y en las que se caga). Y luego preguntar: lo fundamental de los textos de Walsh, ¿exhibe un universo de men without women? ¿Se trata de un residuo literario machista, "tímido" o de alguna incomodidad retórica?

* "Me descifro en mi testamento", podría decirse de esa peculiar "carta abierta" que es Nota al pie. También aquí las mujeres –"ya no"– implican "un punto doloroso". También: poco verosímil ese obrero que proviniendo de una gomería se convierte en traductor (¿concesión a un presunto obrerismo o alusión al eventual borramiento?. Memorable interjuego entre el dinero y las palabras y sus vertiginosos significados. Excelente –y, sí– que hablando "desde la experiencia", Alfredo de León no dé consejos. Así como evidente la colección de suicidios que rescatan la imagen del protagonista y cuyo antecedente mayor es Fotos.

* El desplazamiento de Walsh desde Variaciones hacia Operación, además de inscribirse en su propia revisión del peronismo luego de 1955, corresponde contextuarlo en el impacto latinoamericano de la revolución cubana de 1959. Porque si allí hunde sus motivaciones el documentalismo de Cimarrón de Miguel Barnet, ocurre algo análogo con La hora de los hornos y La patagonia rebelde. Por sentido contrario, La batalla se frustra dramatúrgicamente al no lograr verosimilitud su dictador a lo Tirano Banderas o Señor Presidente. Así como la vehemente e increíble Celia en su rol de militanta y protoguerrillera. Desde el lenguaje vacilante entre el uso de un "tú" genérico y un "usted" desabrido, se advierte un proyecto latinoamericanista que, en función de presuntos "universales", prescinde sin reemplazarlos de los "localismos" (particulares) que en La granada hasta funcionan escénicamente con motivo de su estreno.

* El agresivo cuestionamiento que le hace Walsh a Murena en 1956 resuena como el conjuro de uno de los posibles que lo tentaron desde Sur y de La Nación. Walsh conoce esos espacios del liberalismo tradicional desde adentro; sabe de su confortabilidad, de sus complicidades y de sus miserias. Y su cuestionamiento a Murena es otra forma de tomar distancia respecto del poder cultural. Sobre todo que Murena, en ese momento, es visto y valorizado no sólo como "la joven promesa", sino como el escritor estrella, figura de marketing poco conocida entonces, y que después proliferará con rasgos cada vez más espectacularmente triviales.

* Además de un número reiterado y enigmático (ciento treinta páginas traducidas, ciento treinta libros traducidos también, ciento treinta alumnos en el colegio irlandés), la trascendencia de El aleph borgeano –del que Walsh proviene–, en Un oscuro día de justicia se dispara de manera alucinante hacia "el profético ojo del nautilo".

* Toda la literatura de libro conserva y cultiva notorios residuos de "la torre de marfil": ese mismo volumen encuadernado y más sólido tiene mucho de sagrado, prolijo y defensivo. La tapa tradicional ostenta un diseño de marquesina de teatro con el título de la obra y la corroboración del autor. También suele parecer un cofre o un portarretrato. No digamos si la foto del responsable reposa en la cubierta o se disimula a medias en esa especie de bambalina representada por la solapa. Con la foto en la contratapa, el libro suele aludir al mazo de naipes de algún prestidigitador. Y qué decir del texto que ahí se imprime, generalmente redactado o inspirado por el autor (especulando con la imagen de sí mismo con la que quiere ser visto) y que suele ser tan convencional como las explicaciones que se imprimen en los programas de mano de los teatros. "Todo el libro, en fin, tiene un aire de afectación" (cfr. Daniel O'Hara, The Romance of Interpretation, 1985).

* El libro como tal, entonces, no sólo cultiva un aire confidencial que generalmente se comprueba en su arquitectura que, desde una perspectiva urbanística, suele resultar abollada. De esos términos Walsh fue cada vez más consciente. Y más crítico. Y en su pasaje definitivo hacia el periodismo heterodoxo llegó a presentir que realmente se iba exponiendo a "la luz pública" como alguien maquillado que sale de su casa para entrar a la calle.

* Alguna vez el mismo Walsh aludió al parentesco del libro tradicional con la pintura de caballete asociando, en cambio, la escritura periodística al muralismo: era el escritor consabido que optaba por la coralidad; un modelo anterior que se reiteraba en la Argentina definido por el tránsito desde la literatura como vanguardismo a la literatura –en circunstancias que se exasperaban– vivida como guerra civil.

* Al final de su itinerario, Walsh alude a su pasaje desde "los tiempos de la inocencia" hacia el duro y lúcido reconocimiento de la historia, la ciudad y el mercado. Podría decirse –glosando un texto clásico– que en 1977 Walsh ya "sabe los grandes secretos del poder de la burguesía".

* Si recorremos por última vez la cartografía de la literatura argentina a partir de sus contradictorias relaciones con la política y el Poder, se podría ir formulando –al evaluar las diversas prácticas de Walsh– una suerte de ecuación: a mayor criticismo y heterodoxia, mayor riesgo de sanción. El típico estar fuera de lugar de los escritores heterodoxos de la Argentina al estilo de Martínez Estrada debería traducirse aquí como un réquiem o un epitafio.

* En una última (o penúltima) instancia, si tuviera que simbolizar el itinerario de Walsh, echaría mano de escenarios de la Biblia. Con una cita de Daniel arranca Walsh. Entonces, uno, el inicio como descifrador frente al semicírculo de los cortesanos de Nabucodonosor. Dos, hacia 1956, y mediante Operación, el camino hacia Damasco. Y tres, por último, con su carta abierta a la Junta Militar, en 1977, el sacrificio del Gólgota.

* No postulo aquí la comunión de los santos. Pero tanto en su travesía como en su producción, Walsh, no sólo descalifica la teoría de los dos demonios que equipara de manera simétrica y fraudulenta la subversión libertaria con el terrorismo de Estado, sino que, a la vez, reactualiza "la violación" mediante la cual El matadero y la Amalia inauguran con perfiles propios a través de una mutación de la literatura argentina. Claro: pero invirtiendo la violencia que si en Echeverría y en Mármol se producía desde los de abajo hacia el cuerpo y la vivienda de los señores, en 1977 se ejecuta desde el Poder en dirección a un escritor crítico.
Fuente: "Literatura argentina y política II", publicado en 1996. © 1996 Sudamericana

Rodolfo Walsh

Por Felipe Pigna

Quién fue Rodolfo Walsh? Un periodista, un escritor, un militante, un intelectual que fue más allá de ese papel? "Fui lavacopas, limpiavidrios, comerciante de antigüedades y criptógrafo", decía él, queriendo alivianar esa imagen deshumanizada con la que se mira a los grandes humanos.

Sin embargo, para entender la vida de Walsh es necesario dividirla en dos partes. " ´Operación Masacre` cambió mi vida. Haciéndola descubrí, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior", dijo el hombre, refiriéndose al libro que inició el movimiento periodístico-literario de la novela testimonial.

Después de la frustración por la impunidad de la que gozaron los autores de los fusilamientos, Walsh ya no piensa en pedir justicia, sino observar que, además de permitir obtener datos y establecer la mecánica de sucesión de ciertos hechos, la investigación se ocupa de hechos límites que movilizan y ponen en cuestión compromisos, actos, ideas. La masacre de José León Suárez fue la perfecta culminación de un sistema; el caso Rosendo García desnuda la esencia del vandorismo; el asesinato de Satanowsky proyecta luz sobre el funcionamiento de los servicios de informaciones y su conexión con los grandes diarios. Osvaldo Aguirre

Antes de "Operación Masacre" Walsh se había criado en el seno de una familia conservadora, de ascendencia irlandesa. Estudió en un colegio de monjas irlandesas y estuvo interno en una congregación de curas también irlandeses. "Tengo una hermana monja y dos hijas laicas", se reía. A los 17 años comenzó a trabajar en la Editorial Hachette como traductor y como corrector de pruebas, y a los 20 comenzó a publicar sus primeros textos periodísticos. En 1953 publicó su primer libro de cuentos, "Variaciones en rojo", con el que había ganado el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.

Cuando se produjeron los fusilamientos de José León Suárez, Walsh estaba trabajando en la compilación de cuentos de la Editorial Hachette. Una tarde de 1956, jugando al ajedrez en un bar de la Plata escuchó la frase "Hay un fusilado que vive". Nunca se le fue de la mente. A fines de ese año, comenzó a investigar el caso con la ayuda de la periodista Enriqueta Muñiz, y se encontró con un gigantesco crimen organizado y ocultado por el Estado. Walsh decidió recluirse en una alejada isla del Tigre con el seudónimo de Francisco Freyre, y con la única compañía de un revolver. El 23 de diciembre Leonidas Barletta, director de Propósitos, denunció, a pedido de Walsh, la masacre de José León Suárez y la existencia de un sobreviviente, Juan Carlos Livraga.

El resto es historia conocida.

Walsh EN CUBA

Antes de partir a Cuba, publicó el Caso Satanowsky, en donde evidenció que matones de la SIDE asesinaron al abogado Marcos Satanowsky debido a oscuros intereses en torno a la propiedad del diario La Razón, y en cuya investigación da con los culpables.

En Cuba fundó la agencia Prensa Latina junto con su colega y compatriota Jorge Mascetti. Había decidido que no sería nunca más un simple observador privilegiado del mundo, sino que quería formar parte activamente de él: como jefe de Servicios Especiales en el Departamento de Informaciones de Prensa Latina, usó sus conocimientos de criptógrafo aficionado para descubrir, a través de unos cables comerciales, la invasión a Bahía de Cochinos, instrumentada por la CIA.

A Cuba fue Walsh a respirar un poco de aire libre. Sus experiencias amorosas con prostitutas cubanas fueron para él también actos de liberación. "... Después de vestirnos le digo cuánto es?, porque ella tiene que seguir trabajando, y ella dice "lo que quieras", pero cuando le doy cinco pesos se sonríe un poco y dice "tan poco?". Entonces invento cualquier argumento, porque no estoy resuelto a darle más, porque ahora no quiero ser engañado, ya la jauría del remordimiento y la vergüenza galopa a mis espaldas. Apenas salimos me desahogo de ella lo más pronto que puedo, y es entonces cuando empiezo a preguntarme si me habrán visto, si ella era linda o era un monstruo, y qué habrían dicho en la agencia si me vieran con una muchacha tan negra. Sí, me siento culpable de este gran acto de liberación..."

Walsh ESCRITOR

Rodolfo Walsh tuvo una tortuosa relación con la literatura, luego de haberse definido como marxista. (Soy lento, he tardado quince años de pasar del mero nacionalismo a la izquierda) Después de publicar ¿Quién mató a Rosendo? dijo: " las cosas cambiaron realmente en 1968, cuando la política lo ocupó todo. Entonces empecé a ser un escritor político. Mis ideas sobre la novela han cambiado"

A Walsh le faltaba la novela para consagrarse como escritor. Pero después de Operación Masacre, y de su estadía en Cuba, decidió que ya en Argentina no podía desvincularse la literatura de la política. El ya había decidido. "Empiezo a asimilar lo básico del marxismo y mi ´nivel de conciencia` es hoy bastante mayor. No aceptaría hoy incluir una cita de un bufón como Manucho (Manuel Mujica Láinez) en la contratapa de un libro ( se refiere a Un kilo de oro), ni vacilaría en rechazar una beca en USA, etc."

La novela era, para Walsh, algo así como la representación de los hechos. " Yo prefiero su simple presentación. (...) Eso quiere decir que la novela es lo difícil de decir, lo que se resiste a ser dicho? Lo que me compromete más a fondo? Otra variante que he pensado es que la novela es la última forma del arte burgués, y por eso ya no me satisface".

Ese mismo año, en Madrid Perón le presenta a Raimundo Ongaro, Secretario General de la CGT de los Argentinos, y el 1 de mayo aparece el semanario CGT, que funda y dirige por expreso pedido de Perón.. En 1969 empieza a militar en el Peronismo de Base. "No le entiendo nada- dijo Ongaro luego de leer unos escritos suyos- ¿Escribe para los burgueses?" " Me molestó porque sé que tiene razón" escribió Walsh, luego de este hecho.

Walsh militante

En 1973 comienza a militar en la organización Montoneros con el grado de Oficial 2° y el alias de Esteban. Crea un sector del Departamento de informaciones de Montoneros, y será su responsable. Junto a su amigo, el poeta Francisco Paco Urondo, participa como fundador y redactor de Noticias. Este diario presentaba los puntos de vista de Montoneros. A principios de 1974 deja constancia por escrito sus diferencias de concepción, tácticas y estrategia con la cúpula de Montoneros, en un último intento de cambiar el rumbo, que, de seguir así, llevaba a una segura derrota. No es escuchado. "Nosotros le decíamos traidores a ellos, a los Vandor, a los Matera, a los Remorino. Pero los traidores éramos nosotros. Porque Perón siempre los apoyó a ellos."

Bajo el golpe de Estado encabezado por Jorge Videla, crea la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA). "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información."

El 29 de setiembre de 1976 muere en un enfrentamiento su hija Vicki. Tenía 26 años, una hija y era militante de Montoneros. Muere también su amigo Paco Urondo en Mendoza, perseguido por fuerzas militares conjuntas.

El 24 de marzo al cumplirse un año de la dictadura, envía su famosa "Carta Abierta de un escritor a la Junta militar" a las redacciones de los diarios, y nadie la publica. El 25 de marzo, entre las 13.30 y las 16, Walsh es secuestrado por un grupo de Tareas de la ESMA, comandado por el oficial de Inteligencia García Velasco. Sobrevivientes de la ESMA le acercaron a su hija Patricia Walsh una versión de lo sucedido. Según esa versión Rodolfo debía ser tacleado por el oficial de Marina y ex rugbier Alfredo Astiz, quien falló en su intento. Esto generó una momentánea confusión que permitió a Rodolfo gatillar el revólver calibre 22 que guardaba en la entrepierna. Así hirió a uno de sus agresores, que quedó rengo (a fines del 77 ese hombre fue galardonado con una medalla en una ceremonia secreta de la ESMA)

El 25 de marzo de 1977 asesinan al hombre que decidió para siempre ser "fiel al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles"

Fuentes:
Ese hombre y otros papeles personales. Seix Barral. Edición a cargo de Daniel Link.
Textos de y sobre Rodolfo Walsh. Alianza Editorial. Edición a cargo de Jorge Lafforgue.
Revista Vde Vian. Notas de Rodolfo Baschetti y Osvaldo Aguirre.
Libros publicados por Rodolfo Walsh:

Variaciones en Rojo. Hachette1953; De la Flor 1985.
Operación Masacre, un proceso que no ha sido clausurado. Sigla, 1957
Operación Masacre y el expediente Livraga. Con la prueba judicial que conmovió al país, Continental Service, 1964
Caso Satanowsky, Verdad, 1958. De la Flor agrega en 1986 un prólogo de Horacio Verbitsky .
Los oficios terrestres, Jorge Alvarez, 1965
Una granada. La batalla. Jorge Alvarez, 1965. de la Flor, 1988
Un kilo de oro. Jorge Alvarez, 1967
¿Quién mató a Rosendo? Tiempo Contemporáneo, 1969
Un oscuro día de Justicia. Siglo XXI, 1973
Recopilaciones póstumas

Obra literaria completa. México. Siglo XXI, 1981
Rodolfo Walsh y la prensa clandestina 1976-1978. Ediciones de la Urraca, 1985.
Cuento para tahúres y otros relatos. Puntosur, 1987. Reeditado por De la Flor en 1996.
Yo también fui fusilado, Vuelve la secta del gatillo y la picana y otros relatos. Los libros de Gente Sur, 1990
La máquina del bien y del mal. Clarín – Aguilar, 1992.
Cuentos. Biblioteca Página/12, 1993
Rodolfo Walsh vivo. De la Flor1994. compilación y prólogo de Rodolfo Baschetti.
El violento oficio de escribir. Obra periodística(1923-1977) Espejo de la Argentina/ Planeta, 1995
Ese hombre y otros papeles personales. Seix Barral, 1996. Recopilación a cargo de Daniel Link
Semanario CGT. Página/12- Univ. De Quilmes. 4 libros de 86 páginas
Textos de y sobre Rodolfo Walsh. Alianza Editorial,1999

Yo, Rodolfo

Por Rodolfo Walsh
Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (1), y eso me gustó.

Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antig"uedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie.

Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces. En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

(1) Unidad métrica compuesta por una sílaba breve (sin acento) y una larga (acentuada).
Así, habría que leer Rodólf Fowólsh.

Los cables de la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA)

EL GOBIERNO MILITAR Y LOS PRESOS POLÍTICOS
Buenos Aires, 20 ago (ANCLA) - En las últimas semanas se ha podido desentrañar -por lo menos parcialmente- el misterio que rodea a las anunciadas listas de detenidos políticos que el Ministerio del Interior guarda tan celosamente. En repetidas oportunidades algunos órganos de prensa escrita sostuvieron que a corto plazo la Junta Militar informaría sobre las detenciones que se vienen realizando desde el 24 de marzo pasado, pero hasta la fecha un aparente impedimento burocrático imposibilitaría la publicación de los listados y causas de los detenidos en penales y unidades de las Fuerzas Armadas.

De acuerdo a lo que hicieron conocer voceros militares a esta agencia, existe un organismo denominado COMICIA (Comunidad de Inteligencia) creado a mediados del año 1975 que se encarga, entre otras funciones, de llevar un pormenorizado registro por computadora de los detenidos, antecedentes políticos, y dependencia en la que se encuentran. También se consignan las circunstancias de la detención, el lugar y la fuerza represiva que actuó.

Cada zona o cuerpo militar posee un organismo similar de la COMIC1A estando centralizada toda esta intormación en las computadoras que existen en el octavo piso del Comando General del Ejercito, al que concurren diariamente funcionarios del Ministerio del Interior, SIDE (Secretaria de Inteligencia del Estado), SIE (Servicio de Informaciones del Ejército), SIN (Servicio de Informaciones Navales). SIA (Servicios de Informaciones de Aeronáuticas). institutos penales, CENOPE (Central de Operaciones), etc.

Allegados a los generales Viola v Dalla Tea señalaron que en el mes de junio las computadoras tenían procesados los datos completos de 4210 detenidos a disposición del Poder Ejecutivo y 1420 a disposición del poder militar, lo que significa que se disponga en la actualidad de un total de 5650. Estos registros comprenden las detenciones efectuadas desde el 24 de marzo, fecha en que la Junta Militar encabezada por el general Videla se hizo cargo de la conducción de la totalidad del poder del Estado.

La misma fuente confirmó que la inconveniencia de publicar estos datos radica en que muchos de los detenidos registrados habían "aparecido' como muertos en combate en fechas muy posteriores a su detención y otros especialmente en jurisdicción del III Cuerpo, comandado por el general Menendez, está registrada la detención y los antecedentes, pero se ignora el destino final de los cautivos.

Otro tanto ocurre, según este mismo vocero militar vinculado a la Secretaria General del Comando General del Ejercito, en dependencias de la Escuela de Mecánica de la Armada donde aparecen en los registros de la COMICIA 160 detenidos, de los cuales se encuentran alojados solamente 45. Ninguno de los restantes ha sido enviado a otra dependencia carcelaria, por lo que se cree que han sido eliminados y tirados al Río de la Plata.
Por ultimo cabe consignar, según otra fuente no militar pero digna de crédito, que en la prisión militar de encausados de Campo de Mayo habría -hasta la redacción de este cable- 38 detenidos pero el Comando General del Ejército tiene registrado el ingreso de 206 personas.

"EL MUNDO EN GUERRA"

Buenos Aires, ago 27 (ANCLA) - El lunes 23 de agosto, a las 22 horas, los técnicos y empleados de Canal 7 de televisión vivieron momentos de incertidumbre al ser rodeados los estudios por un numeroso contingente de patrulleros de la Policía Federal Argentina. Los estudios del canal oficial, que depende de la Secretaría de Información Pública de la Presidencia, están ubicados en la avenida Leandro N. Alem, a 5 cuadras de la Casa Rosada, en el edificio Alas, en el que además viven gran cantidad de oficiales en actividad y retiro de la Fuerza Aérea Argentina.
El personal recién entró a los estudios una vez completado el cerco policial, manifestando el oficial a cargo del procedimiento que "la Policía Federal había recibido una denuncia telefónica, de un oficial superior del Ejército, de que desde las 21.30 se estaba pasando una película de propaganda subversiva".

Al iniciarse el despliegue el personal del canal creyó que estaba vinculado con la seguridad del personal militar que vive en el edificio, ya que en la empresa no existe ningún tipo de conflicto gremial o político.

A esa hora la primera televisora de la Argentina pasaba un documental de la serie "El mundo en guerra", que desde hace varios meses integra la programación oficial del canal.

La serie "El mundo en guerra" está compuesta por películas documentales que narran episodios de la Segunda Guerra Mundial en distintos países de Europa.

El lunes 23 a las 21.30 horas se transmitió una película referida a la ocupación nazi de Holanda, mostrando la brutalidad de los métodos de dominación alemana, la persecución y exterminio de judíos, a la vez que exaltaba los métodos de resistencia y propaganda del pueblo holandés.
En distintos pasajes se realizaron reportajes a personas que tuvieron papeles protagónicos, en los dos bandos, durante la ocupación nazi. Uno de los reporteados que había sido barrendero y militante comunista durante la ocupación, narró cómo fueron organizando la resistencia, la prensa, e! sabotaje v las huelgas.

Técnicos del canal dijeron que posiblemente este pasaje del barrendero comunista de la Segunda Guerra Mundial llevó al oficial del Ejército a efectuar la denuncia, o quizá algunas analogías entre los métodos represivos actuales y los de las tropas nazis que podrían llevar a identificar a las fuerzas represivas argentinas con los soldados de la Alemania de Hitler.

En medios allegados a Canal 7 se estimó como probable que sea levantado en forma definitiva el programa " El mundo en guerra".

DENUNCIAN COMO CENTROS DE DETENCIÓN A GUARNICIONES MILITARES

Buenos Aires, ago 27 (ANCLA) - Las Escuelas de Mecánica de la Armada y de Ingenieros del Ejercito fueron denunciadas como centros de detencion y tortura de presos políticos en la Argentina, según se desprende de sendas presentaciones formuladas por la madre y un grupo de obreros ante un juez. y un jefe militar.

La señora Eva Arancibia de Torres interpuso un habeas corpus en favor de su hijo Mario Rufino Torres, detenido el 3 de mayo en horas de la madrugada por efectivos de las Fuerzas Armadas en su domicilio de Ricardo Gutiérrez 1939, en la localidad de Olivos.

La recurrente indica en el escrito judicial que según referencias de personas que estuvieron detenidas, "mi hijo se encuentra privado de libertad en la Escuela de Mecánica de la Armada, en las avenidas General Paz y Libertador" de la capital argentina.

La madre del detenido señala que "conozco de cerca la actuación de mi hijo y estoy absolutamente segura que no ha cometido delito o falta alguna, razón por la cual estimo que se trata de una detención sin causa que debe cesar de inmediato"

Por otra parte, un grupo de obreros de la planta industrial de Terrabusi S.A. de General Pacheco, provincia de Buenos Aires, una empresa de productos alimenticios con establecimientos fabriles en distintos puntos del país, elevó una nota al subjefe del área Tigre de las tuerzas militares que combaten a la guerrilla, y que tienen su asiento en el acantonamiento militar de Campo de Mavo, en las afueras de Buenos Aires.
La nota obrera reclama la libertad de Juan Esteban Ferreyra, delegado gremial del personal de esa planta industrial, "para que se restituya a su trabajo y al seno de su familia".

Nos creemos en el deber moral de dirigirnos al señor jefe testimoniando sobre la rectitud del comportamiento del compañero de trabajo Ferreyra, no solamente como trabajador sino como representante gremial nuestro", dice la nota de los trabajadores argentinos.

Desde la instauración del actual régimen militar, el 24 de marzo pasado, los detenidos políticos en la Argentina están alojados en barcos, en antiguas cárceles rehabilitadas y en diversas guarniciones de las Fuerzas Armadas.

Testimonios recientes de liberados en la provincia de Córdoba, donde tiene su asiento el poderoso Cuerpo de Ejercito III a cargo del general Luciano Benjamín Menendez, señalan como campos de concentración y tortura a los destacamentos militares conocidos como "La Ribera" v "La Perla".
El 6 de noviembre de 1974 se implantó el estado de sitio en la Argentina por disposición del gobierno de María Estela Martinez de Perón. Al irrumpir los militares se contabilizaban en todo el país unos 4.000 detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Actualmente se calcula que suman más de 15.000 y son incontables los muertos v desaparecidos.

Un día antes del golpe murieron 24 personas en todo el país por acción de la violencia política. Del 24 de marzo al 8 de abril, es decir en el lapso de 16 días, los diarios de Buenos Aires contabilizaron 152 por esa misma violencia: 19 policías, 2 militares, 68 presuntos guerriilleros, 9 cadáveres civiles identificados y 54 civiles sin identificar.

CAMPAÑA DE CENSURA Y REPRESIÓN CONTRA EL PERIODISMO

Buenos Aires, ago 30 (ANCLA) - Un agudo malestar ha causado en medios allegados a la Secretaria de Información Pública, que preside el capitán de navio Carlos Carpintero, la declaración emitida por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), entidad que nuclea al grueso de las publicaciones periodísticas nacionales.

La nota esta dirigida al presidente de la Nación, v cuenta como objetivo primordial el reclamo de poder informar más libremente y la condena abierta a los actos de violencia que sufren los hombres de prensa en la actualidad.

Esta inquietud de ADEPA tiene su origen en hechos concretos que abarcan todos los rubros de la represión contra el periodismo argentino, la censura, la supresión sistemática de todo tipo de prensa independiente, las amenazas, los secuestros, encarcelamientos, por último la tortura y el asesinato de varios profesionales.

"Desde que comenzó a generarse el terror sistematizado en la Argentina -dice la nota de ADEPA- hemos sido objeto de presiones, maniobras extorsivas, actos terroristas, llegándose inclusive al asesinato. Este fue el método corriente mediante el cual se trataba de lograr la autocensura y, por ende, la desinformación popular; lo importante para estos sectores era justamente, que nunca más el pueblo supiera de qué se trataba. Así fue creciendo en el país una inseguridad física que luego se vio sensiblemente agravada por la inseguridad jurídica."

Es conveniente recordar que ya durante el anterior gobierno -que ejerciera la viuda de Perón- se hicieron sentir estos efectos, numerosas fueron las publicaciones que resultaron suprimidas ("Noticias", "El Mundo", "Crónica", "La Calle", "Respuesta Popular" e innumerables periódicos políticos) y también varios fueron los periodistas asesinados, siendo los casos mas importantes los del fotógrafo Fumarola, muerto de sesenta balazos, y los cronistas Money v Colombo también brutalmente ejecutados.

Entre los detenidos de esa época figuran el periodista cordobés Roberto Reyna (torturado), el director de la revista peronista "El Descamisado", Dardo Cabo (torturado, perdió la rnovilidad de un brazo), Emiliano Costa de "El Cronista" (torturado), el ex secretario del Sindicato de Prensa, Eduardo Jozami, v el periodista Pedro Cazes Camarero. Todos se encuentran en la actualidad alojados en distintos institutos de detención, varios de ellos sin proceso, y con pésimas condiciones de trato.

"La Nación entera -prosigue ADEPA --sufrió los efectos de esa inseguridad en todos los terrenos de la vida cotidiana. Y a ello se sumaron las detenciones de periodistas, el cierre de medios de comunicación, la instauración de ambiguas normas legales tales como la ley de seguridad del Estado, y el dictado de medidas económicas tendientes a ahogar financieramente a los diarios. Había un solo propósito, reiteramos, desinformar al país, condenar al pueblo al silencio o, lo que es peor aun, lograr que deliberadamente estuviera mal informado."

Al producirse el golpe militar del 24 de marzo la situación de la represión inicial contra ¡a prensa empeoró aún más. Desde el principio la totalidad de los diarios y revistas fueron conminados a ajustarse a severas normas de censura, que los convirtieron en esos primeros días en una masa uniforme de letras que reiteraban loas al nuevo gobierno. "Da lo mismo leer cualquier diario o mejor no leer ninguno" fue uno de los comentarios más oídos en esos tiempos, lo que el periodista Rodolfo Terragno supo precisar aun mas cuando escribió en su revista "Cuestionario": "Es lamentable ver que todos los diarios funcionan en cadena".

Publicaciones como "Nuevo Hombre", "Nuestra Palabra", "Tribuna Popular", "La Yesca", "Posición Nacional", "Sucesos", "Información", etc., que eran orientadas por partidos y agrupaciones políticas, fueron clausuradas, algunas de ellas antes de lanzar su primer numero a la calle. Otras -las más recientes- corno "Cuestionario" y "Crisis" resolvieron su autodisolución como empresas editoriales debido a las continuas amenazas y a los secuestros de algunos de sus colaboradores.
En el caso de la revista "Sucesos' . que orientaba el presidente del Partido Intransigente, (Doctor Oscar Alende, sus editores fueron citados al despacho del capitán de navio Corti, y allí fueron conminados por éste a no intentar la edición del semanario "si no querían terminar todos presos". Entre los cargos que se les hacían figuraban, la publicación de una foto del presidente Videla "que no expresaba la imagen de reconstucción nacional que nosotros queremos", segur Corti. Y la inclusión de un reportaje al escritor Julio Cortázar, que "como todos saben es comunista y nadie tiene interés en saber lo que dice", concluyó.
A esta campaña de censura y clausuras selectivas (la mayoría de las veces compulsivas), se comenzaron a sumar los casos de trabajadores de prensa encarcelados, desaparecidos y presuntamente muertos.

En los últimos días de marzo y principios de abril son encarcelados Eduardo Molina y Vedia ("La Opinión"), Guillermo Alfieri v Mario Paoletti ("El Independiente" de La Rioja). Cesar Jaroslavsky, Joaquín Alvarez. Carlos Alvarez, José Rammaciotti, Tilo Wenner, Plutarco Schallert y Antonio di Benedetto (reconocido escritor y periodista del diario "Los Andes" de Mendoza). La mayoría de ellos fueron torturados y de pocos se ha logrado saber en qué lugar están prisioneros.

"En un período como el que transitamos -afirma ADEPA-, en el cual están anuladas algunas de las vías a través de las cuales se expresa la opinión ciudadana, una prensa sin ataduras que pueda manifestarse con fluidez, sin prevenciones que la coarten, se torna el único canal por cuyo intermedio las autoridades pueden pulsar la repercusión de sus medidas,"
Voceros cercanos a esa entidad han dejado conocer que en el último tiempo el clima que se respira en los medios periodísticos es francamente intolerable, "el terror y la psicosis de muerte ha ganado a la mavoría –dicen- ya que nadie se siente seguro de no ser secuestrado en los próximos días bajo la acusación de colaborar con la subversión .
Las estadísticas demuestran que esta psicosis tiene su correlato de veracidad. A los nombres de Miguel Angel Bustos ("El Cronista"), Carlos Perez- ("Clarin") y el asesinato del uruguavo Zelrnar Michelini, se agregaron otros secuestrados en los últimos meses. El 17 de julio pasado numerosos individuos armados se llevaron de un cine de esta capital a Enrique Walker, ex secretario de redacción de las revistas "Gente" y "Extra", en este mes desapareció un trabajador gráfico de nacionalidad uruguaya del taller de "El Cronista", un delegado gremial de "La Nación y una delegada de "La Razón", mientras que era allanado el domicilio de otro delegado gremial de ese diario. Al salir de su casa fue secuestrada la redactora de Canal 13 Nora Laffon, quien fue torturada y posteriormente liberada. La periodista Susana Viau sufrió el allanamiento de su casa, que fue también destruida, mientras que el 5 de agosto pasado fue secuestrado en la puerta del diario "El Cronista" el redactor Héctor de Marchi. que también es corresponsal de Canal 13 de México
En los últimos días la ola de violencia oficial contra la prensa recrudeció notoriamente al ser allanados por fuerzas del Ejercito los domicilios de varios ex delegados de "Noticias" y "El Mundo"; numerosos corresponsales extranjeros en nuestro pais han recibido amenazas de muerte, entre ellos el secretario de la asociación que nuclea a dichos proiesionales, Giangiacomo Foa. El 12 fueron allanadas las oficinas de la agencia noticiosa Interpress Service y fueron detenidos la administradora de la misma, de apellido Figueroa, y los periodistas Patricia Villa y Juan Canal. Poco después era detenido por fuerzas conjuntas -Marina y Policía Federal-el periodista Eduardo Suárez de "El Cronista". La señora Figueroa y el señor Canal fueron liberados 24 horas, después, luego de un interrogatorio en dependencias policiales. Del resto se carece de noticias sobre su suerte. En una de las dependencias de Interpress, miembros de la Superintendencia de Seguridad Federal (Policía Política Argentina) intentaron detener a varios periodistas -que estaban ausentes- en base a un listado con el que contaban. Al comprobar que entre el personal no requerido habia un cronista de nacionalidad uruguaya, se lo incluyó de todos modos en la lista. "Si es uruguayo no debe ser muy inocente' , dijo uno de los funcionarios policiales. Varios de los buscados lograron ausentarse del país al día siguiente.

La emigración ha sido el camino adoptado en los últimos meses por casi un centenal de hombres de prensa, varios de los cuales son figuras muy conocidas.

Como corolario de esta escalada de terror, el día 23 de agosto, fuerzas de la Marina y la Policía Federal rodearon, ocuparon y revisaron piso por piso el edificio del diario "Crónica". ubicado en Azopardo y Garay de esta capital, en busca de una decena de delegados gremiales -periodistas v gráficos- acusados de promover un conflicto con la empresa. Los uniformados, armas en mano, amenazaron a los trabajadores para que delataran a sus compañeros. Uno de los delegados -de apellido Villanueva- fue detenido y obligado a subir a empellones a una camioneta de la Marina. 'Nosotros sabemos -nos dijo un cronista- que ya no lo veremos más, y que con suerte nos enteraríamos un día del hallazgo de su cadáver acribillado a balazos.

Pocos días después, un grupo de individuos encapuchados que se identificaron como policías, irrumpían en el domicilio de los hijos del periodista v poeta Juan Gelman -actualmente en Italia- secuestrando a ambos: Marcelo, de 20 años y Elvira de 18; junto con ellos se llevaron a la esposa del primero, que está embarazada de siete meses. La hija de Gelman esta recluida en cama desde hace cuatro años a causa de un accidente que la dejó paralítica. Su madre presentó un recurso de hábeas corpus en el que aclara que su hija no puede sobrevivir sin una dosis diaria de medicamentos.

Esta verdad que hoy se llama "miedo en el gremio periodístico" es lo que ADEPA deja traslucir en su nota al presidente Videla, ya que los empresarios saben que de esta forma es casi imposible el crecimiento de las fuentes de trabajo. Por eso aclaran que "no creemos equivocarnos si afirmamos que el más importante aporte que la prensa argentina puede hacer al éxito del proceso es perseverar en el cumplimiento de su deber de siempre: informar libremente".

Por último, cabe señalar que varios de los firmantes de la nota habrían sido citados por el secretario de Información Pública a efectos de señalarles el desagrado que habría causado en las filas de las Fuerzas Armadas argentinas dicho mensaje que -según allegados a dicha área de gobierno- "no hace otra cosa en definitiva que crear el caldo de cultivo a la subversión".

MALESTAR EN LA POLICÍA PROVINCIAL

Buenos Aires, Dic 19 (ANCLA). Fuentes vinculadas a la Policía de la Provincia de Buenos Aires nos han hecho llegar la información de que existe un agudo malestar en dicha repartición debido a una sucesión de hechos que comienzan a desencadenarse desde el día en que una poderosa bomba estalló en la sede de la misma.

Como se recuerda, el día 10 de noviembre -a media tarde- un empleado civil afectado a la jefatura policial hacía detonar un potente arte'-facto explosivo en momentos en que la plana mayor de la repartición se encontraba reunida con el subjefe, coronel Guillermo Trotz. La explosión -reivindicada para sí por la organización peronista Montoneros- causó numerosas víctimas y cuantiosos daños.

A las 18,30 hs. de ese día se entregaba a los per' -listas un comunicado de la dependencia atacada que informaba sobre los hechos y destacaba que "víctimas del atentado" habían tallecido el Cnel. Trotz y el agente Carlos Restuccia. La información llevaba la firma del director general de Seguridad, comisario general Gene. A las7.20hs.del día siguiente, un nuevo comunicado de prensa esta vez firmado por el jefe' Cnel. Ramón Alberto Camps- remarcaba que "toda información relacionada con el suceso será dada exclusivamente por esta jefatura' v terminaba aclarando que el Cnel. Trotz no había fallecido, aunque sus lesiones eran gravísimas.
Esta contradicción entre los dos altos jefes no se producía por casualidad. Tiene sus orígenes en el día 9 de setiembre de este año en que el Cnel. Trotz asumiera la subjefatura. Todas las expectativas para ocupar dicho cargo estaban puestas en Gene, que hasta ese momento era una suerte de "mentor ideológico" de Camps -escribía sus discursos- y el que ante la repartición ejercía la subjefatura natural, sin lugar a dudas.
Según la ley orgánica de la PPBA el subjefe debe pertenecer a la repartición, algo que aquí se pasó por alto en tres oportunidades, ya que en la subjefatura se sucedieron el Cnel. Trotz, el Cnel. Mosto y en la actualidad el Cnel. Emilio Tabernero. Con este hecho, la vieja tirantez entre militares y policías de carrera se veía reforzada.

Gene, considerado por sus pares como un brillante profesional, goza del respeto de altos cuadros de la repartición.De carácter dicharachero, jamás utiliza guardaespaldas v se lo define como ubicado en el campo de los "legalistas", es decir, los que no son partidarios de los secuestros y otros métodos ilegales.

Su apresuramiento en informar subí e la muerte de Trotz lo haría pasible en los próximos dias de una sanción ejemplarizadora: seria pasado a disponibilidad tal cual lo marca el Arl. 178 de la PPBA.
Esta noticia ha provocado una situación de extrema tirantez entre los cuadros ya que varios comisarios generales y jefes regionales -en especial los de Lanús y La Plata- se habrían solidarizado con él y estarían dispuestos a realizar un planteo formal al comandante del Primer Cuerpo de Ejército.

El lunes 14, un conocido comisario general de la PPBA comentó a ANCLA que "sería paradójico que quieran sancionar a Gene, de gran consenso entre nosotros, ya que ellos-los militares-nosólo no han respetado la Ley Orgánica que nos rige sino que desde que entraron aqui el desprestigio y la calumnia nos abarcan a todos",

FUSILAN A UN JOVEN EN PLENO CENTRO

Buenos Aires, Dic 21 (ANCLA). Vecinos del barrio de Almagro testimoniaron a nuestros cronistas sobre un suceso que llenó de pánico y asombro a esa popular barriada porteña.

El día 13 de diciembre a las 18,15 hs mientras circulaba por la calle Mario Bravo entre la avenida Corrientes v Humahuaca tue ultimado un joven de alrededor de 27 años.

Según relatan los vecinos, el muchacho, que vestía un traje azul y medía alrededor de un metro ochenta y cinco centímetros de altura, fue interceptado por un automóvil Ford Falcon color celeste claro, del que bajaron a la carrera cuatro individuos de civil.

Sin decir una palabra se abalanzaron sobre el joven e intentaron esposarlo para llevarlo hasta el vehículo. Éste comenzó a resistirse desesperadamente tratando de llamar la atención de los numerosos transeúntes que por allí pasaban. En el forcejeo, un golpe en la cabeza lo hizo caer al suelo y una vez allí comenzó a recibir una feroz golpiza por parte de sus atacantes.

Algunos con patadas y otros con cachiporras trataban vanamente de inmovilizarlo. En ese momento, los azorados vecinos vieron cómo uno de los individuos -el más gordo- sacó un revólver y trató de golpear al muchacho. Este, que por poseer una buena contextura física tenía a maltraer a sus captores, manoteó el arma y se escapó un tiro que fue a incrustarse en una pared cercana. Luego, con más suerte, logró apoderarse del arma de su agresor y disparar nuevamente, hiriendo -al parecer levemente- al mismo hombre.

Esta tenaz resistencia enfureció al resto que, a la orden de uno de ellos, desenfundaron sus armas y virtualmente fusilaron al infortunado joven. Más de veinte disparos impactaron en su cuerpo, que quedó boca arriba, ya exánime.

Los individuos -que procedían a cara descubierta- comenzaron a patear y escupir el cadáver. Luego, procedieron a enfundar sus armas y acarrear el cuerpo en el coche, alejándose del lugar velozmente.
En la esquina de Mario Bravo v Corrientes, numerosas personas -todavía conmovidas por lo observado- denostaban a los autores de tal procedimiento, comentando varios de ellos que el muerto era conocido en la zona y gozaba de la estima general.

El clima de absoluta inseguridad con que se mueven los habitantes de Buenos Aires en estos días flotaba trágicamente en el aire. A pocos metros de allí, un grueso manchón de sangre indicaba que el "monopolio estatal de la fuerza para aplicar la justicia" -que tanto reclama para sí el presidente Jorge Videla- seguía estando en dudosas manos.

CAZA DE BRUJAS (I), EMPRESARIO EXILIADO

Buenos Aires, Dic 20 (ANCLA). Fuentes allegadas al ex jete de policía de Mendoza, vicecomodo-ro Julio César Santuccione, informaron sobre los entretelónos de una reunión que culminó con el exilio del gerente general de la empresa SIAM, doctor Humberto Lanzillota, acusado de pertenecer a la denominada "subversión ideológica".

El señor Lanzillota se encuentra actualmente en e! exterior junto a su familia en cumplimiento de la "recomendación" hecha por el comodoro que representa la intervención militar en esa fabrica perteneciente al Estado argentino. La recomendación" se produjo al finali/.ai una reunión en la que Santuccione en presencia de varios integrantes de los servicios de inteligencia militares- explicó al alto ejecutivo "que tan responsables como los combatientes de la guerrilla eran los que le habían dado pasto", y que entre ellos se encontraban los profesores universitarios "que enseñaban cosas subversivas". Ante la sorpresa del doctor Lanzillota, Sanluccione le inloi -mó que los servicios de Inteligencia habían revisado las clases grabadas que él había dictado en la Universidad de Lomas de Zamora en 1973, en el área de las ciencias económicas, "dejando a su criterio sacar las conclusiones pertinentes"

El doctor Lanzillota había sido llamado para ejercer el cargo de director general de SIAM por la intervención militar en dicha fábrica luego del golpe militar del 24 de marzo. En esa oportunidad su condición de ex profesor universitario no constituyó un impedimento para ser aprobado por el servicio de informaciones de la Aeronáutica. Sin embargo, varios meses después con la agudización de la "caza de brujas" en el país, dichos antecedentes le valieron ser acusado de "subversivo".

"El hecho de que en este momento esté fuera del país en lugar de muerto o encarcelado-reafirman las fuentes- se debió a la defensa que de el hizo el comodoro titular de la intervención en SIAM". Si bien oficialmente se intormo que el señor Lanzillota "agobiado por las numerosas tareas de conducción de la fábrica había decidido tomarse unas prolongadas vacaciones en el exterior", la realidad es que se negoció su alejamiento del cargo para preservar su vida.

Durante la gestión del vicecomodoro Julio Cesar Santuccione como jefe de policía de la provincia de Mendoza, se produjo el asesinato de prostitutas perpetrado por un comando policial "Pío XII" y el encarcelamiento del escritor Antonio Di Benedetto a raíz de sus editoriales en el diario "Los Andes" de esa provincia.

ANCLA: Una aproximación desde el punto de vista "técnico"
Tomado de "ANCLA: Una experiencia de comunicación clandestina orientada por Rodolfo Walsh", N. Vinelli.

ANCLA funcionó como una agencia de noticias que operaba en la más absoluta clandestinidad. Sin embargo, mantuvo los rasgos característicos de esa empresa. Ideológicamente la elección de un género textual no es inocente, por el contrario, implica un posicionamiento social: desde la elección de una agencia noticiosa como forma de funcionamiento, ANCLA reafirmo su condición de ser la primera en recibir información.

A su vez, el género le dio la posibilidad de construir la información produciendo un efecto de objetividad. Ese efecto fue aprovechado para escribir sobre "los secuestros y otros métodos ilegales", de forma tal que le hacía decir a sus informantes aquellas cosas que ANCLA no podía decir (hay desaparecidos y fusilados) para proteger su identidad.
El trabajo desarrollado por la agencia, entonces, se mueve dentro de un margen muy pequeño, donde en cada línea se cuidan los límites -y las conexionesentre un instrumento para la acción política ligado a la inteligencia montonera y la agencia como proyecto de comunicación popular. En ese sentido, es interesante ver, desde un punto de vista más "técnico", sus modos de funcionamiento, a fin de evaluar la puesta en acto de sus múltiples objetivos.

Fuentes
Las fuentes de información de ANCLA son semejantes a las fuentes con que se manejaba el Departamento de Informaciones e Inteligencia. De hecho, la agencia funcionaba en ese ámbito. Por lo tanto se puede afirmar que las fuentes podían ser internas, obtenidas a través de los canales orgánicos; legales, a través de la prensa y los discursos; clandestinas ("escuchas" e interceptaciones); y populares (gente común que tenía cierta información y la hacia llegar a la agencia). A esta lista debe agregarse la atención especial que se prestaba a los llamados informantes clave en determinada temática'4, a los medios de información extranjeros y a algunos periodistas argentinos que colaboraban con la agencia.
"Entre los que mandaban información a ANCLA había muchos perio-distas que incluso a veces redactaban informes", explica Lila Pastoriza. Por empezar, Walsh reunió periodistas de su más absoluta confianza y con ese equipo empezó a formar una extensa red de informantes: en los estudios jurídicos existía información acerca de los pedidos de habeas corpus; en las empresas se conocían datos socioeconómicos, contactos y negociados entre los sectores de poder; en la calle muchos veían secuestros y operativos; en las redacciones del país se manejaba cierta información.
Tenemos, entonces, una agencia realizada sobre la base de una estructura artesanal alimentada sobre la base de información popular y de (en menor medida) "informantes calificados". Es decir que la participación, al menos, estaba garantizada desde la fase de emisión de la información. De otro modo, no hubiese existido la posibilidad de crear la agencia. Prueba de esto es el tiempo durante el cual se prolongaron sus servicios sin interferencias, ya que las fuerzas armadas buscaban "inexistentes talleres de impresión", y centraban su atención en posibles "infiltrados en puestos clave"''.
Aunque existían contactos "calificados", la mayor cantidad de información llegaba del seno mismo de la sociedad, lo que hace suponer a la agencia mas bien como un espacio de sistematización de toda la información que se corría de boca en boca, como un rumor, enfrentando el silencio imperante.
La importancia de la participación popular en la producción.de la información hizo que la agencia tuviera corresponsales en distintos puntos del territorio nacional, situación similar a la del Semanario CGTque, desde sus páginas, llamaba a los trabajadores a aportar en la distribución y venta de la prensa y a responder a la estructura de "un corresponsal en cada fábrica"70. Estos corresponsales no eran otros que militantes de la organización que cumplían tareas en diferentes áreas y regiones y que, a través de los canales orgánicos, hacían llegar la información a la agencia.
La mayoría de los militantes que participaron de ANCLA eran, además, "periodistas de batalla". Esa característica les facilitó "la lectura de los medios de comunicación, ya que estábamos muy acostumbrados al 'entre líneas'". Asimismo, el grupo tenía "bastante conocimiento acerca de dónde obtener la información sin perder tiempo y controlando las medidas de seguridad. Apuntábamos con mucha direccionalidad: si había alguna medida de resistencia en la fábrica Pirelli, buscábamos al compañero que había sido delegado y ya no estaba (porque estaba clandestino), pero que nos decía con quien se podía hablar"77. Acerca de la importancia de los medios extranjeros en la recopilación de información, Verbitsky plantea que "Walsh escuchó por onda corta de la BBC de Londres los detalles sobre un operativo militar en Buenos Aires. Todas las noches sintonizaba los informativos de La voz de Alemania, La voz de Estados Unidos, Radio Canadá Internacional (...), donde el tesoro de la información vedada a los argentinos se administraba con cuentagotas".
En ese operativo, que mencionaron escuetamente los medios oficiales días después, murió la hija de Walsh, Vicky, junto a un grupo de militantes en una casa de Villa Luro. Sus averiguaciones lo llevaron a escribir la Carta a mis amigos, donde cuenta las circunstancias de esas muertes y la frase que había gritado Vicky antes de quitarse la vida: "Ustedes no nos matan. Nosotros elegimos morir". Era septiembre de 1976 y con esa carta nació un nuevo instrumento de información, la Cadena Informativa.
Gracias a la multiplicidad de fuentes, el equipo de ANCLA pudo informar sobre la suerte corrida por miles de desaparecidos, denunciando así un plan de exterminio sistemático desconocido hasta entonces en el país: la existencia de campos de concentración donde las Fuerzas Armadas y de seguridad torturaban y asesinaban salvajemente a prisioneros no reconocidos legalmente como tales.
Para reunir esa información -celosamente ocultada por la Junta Militar-, era necesario que los testigos de hechos aberrantes hablaran. Luego, escribir y sistematizar la información, para más tarde reproducirla. De modo que el equipo debía asegurarse un flujo informativo permanente para crear la agencia, y apeló a toda su experiencia para lograrlo: Walsh había participado, también, de la formación de Prensa Latina en La Habana, en 1959.

Funcionamiento
Todos los entrevistados coinciden en definir a la Agencia de Noticias Clandestina como una estructura de armado muy artesanal, que permitió su subsistencia aún en condiciones dificultosas. La "secretaría de redacción" estaba compuesta por Lila Pastoriza (responsable), Lucila Pagliai, Carlos Aznárez y Eduardo Suárez. Todos ellos repartían su tiempo entre el funcionamiento de la agencia y otras actividades militantes.
Rodolfo Walsh era el jefe orgánico del grupo. Armó ANCLA y "la dejó en nuestras manos. Escribía algunos cables, participaba de la discusión política, pero prácticamente no intervenía en el funcionamiento de la agencia", aclara Pastoriza. El grupo central era móvil y muy dinámico. Luego del secuestro de Walsh, el 25 de marzo de 1977, la única que quedó enganchada con la estructura orgánica fue ella78. De todos modos, por fuera del grupo central eran varios los que colaboraban: al pertenecer a inteligencia, otros ámbitos de esa área participaban acercando información, pasando contactos e incluso escribiendo algunos cables, como por ejemplo Horacio Verbitsky70, quien más tarde reanudó los servicios de la agencia.
ANCLA era una estructura "amplia". La "secretaría de redacción" tenía a su cargo la elaboración de los cables, la impresión, la distribución, las entrevistas con los contactos que les permitían adquirir información de primera mano. Como explica Lucila Pagliai, las entrevistas se realizaban cuando "alguien corría el riesgo de encontrarse con vos para contarte algo". Después de !a primera caída empezaron las mudanzas. Primero una casa donde funcionaba un archivo mínimo, más tarde todos los elementos desparramados: en una casa el mimeógrafo, en otra la máquina de escribir, en otra una parte del archivo. La tarea se complicaba a medida que la represión recrudecía, pero ANCLA seguía adelante: "duró mucho, digamos que mucho más que buena parte de la estructura orgánica", subraya Pastoriza.

Lo cierto es que ANCLA recorrió casi toda la ciudad. Casas en el centro. Casas en los barrios. El grupo responsable se iba mudando a medida que las casas caían o se sospechaba algo. Se trataba de viviendas comunes, a fin de no llamar la atención, donde lo que no era "común" era tan solo una pieza, donde funcionaba una redacción de cuatro personas con un mimeógrafo, una máquina de escribir, y una pila de papeles. "Lo clandestino -define Pagliaies aquello que se mimetiza para no ser descubierto". Como dina Paolo Fabbri, ¿qué es algo que es y no parece lo que es?: el secreto
El parte de ANCLA de reanudación de los servicios sintetiza esta situación: "En procura de silenciar ANCLA las fuerzas de seguridad intensificaron en los últimos meses la persecución a periodistas e intelectuales a quienes sospechaban vinculados con esta agencia. Obviamente, ANCLA no reclama ni puede esperar un trato diferente del que la Junta Militar brinda al pueblo argentino, cuyas necesidades de información tratamos de servir. Sin embargo, mantener en funcionamiento una agencia de estas características es una misión relativamente simple, no más compleja ni riesgosa que organizar una huelga en una fábrica controlada por tropas militares. Una docena de personas80 convencidas de la importancia de romper el bloqueo informativo, un mínimo pero bien organizado archivo, una pocas máquinas de escribir, un sencillo equipo de impresión y un pequeño local que aparentemente se dedica a otra actividad, son suficientes para garantizar la continuidad de sus despachos".
Los cables se enviaban por correo a todas las redacciones, a los corresponsales, a las publicaciones internacionales, a direcciones a donde era importante que llegaran para cumplir con sus objetivos. Algunas de ellas "concretamente tenían que ver con los militares. Para conseguirlas, ahí estaban los contactos", señala Pastoriza, quien luego agrega que gracias al análisis sistemático de la información "sabíamos a donde mandar los cables: en la Iglesia había algunos sectores más reaccionarios que otros, además conocíamos las diferencias entre las FFAA y elegíamos a los sectores económicos a donde íbamos a mandar la información".
La misma situación se daba con los destinatarios del exterior, donde se publicaron muchos de los cables de ANCLA. "El exilio no empezó en 1976, sino que muchos compañeros comenzaron a salir en 1974 –explica Aznarez-. Esa gente que ya estaba afuera nos tiraba datos acerca de qué periodistas eran los mas convenientes para recibir los cables. Y cuando no los publicaban, al menos hacían correr el rumor".
Con el tiempo, el grupo pudo evaluar la repercusión de sus informaciones en los periódicos de Europa y Latinoamérica: "Nos entusiasmaba que Cambio 16 publicara los cables, que Le Monde los publicara, que algún diario mexicano los publicara. Sabíamos que asi la información llegaba a las embajadas Argentinas en esos países"8 . Aznarez recuerda, además, la difusión artesanal de los partes entre periodistas, exiliados y organismos de solidaridad en el exterior.
Lucila Paglial, por su parte, subraya que la distribución, al parecer simple y rutinaria, era en realidad "un operativo infernal" dadas las condiciones fuertemente represivas. Habia que obtener la información, discutirla, procesarla, redactarla y luego llevar los cables a los buzones de la ciudad. Todo simulando naturalidad y con una estructura mínima y clandestina. "Y no éramos más de cuatro", concluye.
Los sobres se enviaban sin nombre, para no "pegar" a los periodistas. En general, se los rotulaba "Sr. Jefe de...". Según Aznarez, cuando se consignaban nombres particulares era porque se mandaban a una gran parte de los periodistas de aquella época, de modo que no se levantaban sospechas. Y si alguno de ellos era de suma confianza, entonces "se le enviaba por otra vía" y no por correo, como era lo usual.
Lo llamativo es que, pese a las dificultades de un grupo tan reducido, los despachos de ANCLA cumplieron con la regularidad necesaria para el funcionamiento de una agencia periodística. Gracias a la apertura de las redacciones a partir de la vuelta de la democracia en 1983, se pudo observar que los cables se repartieron puntuales, pese a no haber sido publicados de forma tradicional.
Aznárez agrega, también, que "teníamos ojos y oídos en un montón de redacciones y en un montón de ámbitos. Algunos compañeros que trabajaban en los medios argentinos nos informaban sobre las situaciones que se daban con la llegada de los cables a las redacciones". Recibir el material de ANCLA "era como una bomba de tiempo. Algunos lo abrían, otros lo tiraban sin más".
Consultado sobre el tema, el periodista Osear Raúl Cardóse, que en ese entonces se desempeñaba en la sección Política del diario Clarín, señaló que en el ambiente se sabía que la agencia pertenecía a Montoneros82. Incluso, recordó algún llamado telefónico que avisaba que un cable estaba por llegar: "Los cables se esperaban y se leían para información propia. A veces se podía publicar algo entre líneas, sin consignar que la información provenía de ANCLA".
Cardóse sostuvo que los cables llegaban a otros medios, entre los que recordó al matutino La Nación y algunos diarios del interior del país. En su opinión, la agencia "contaba la otra historia" sin reducirse a la propaganda de la organización.

"Sacar" la agencia al exterior
Lila Pastoriza señala dos etapas en el funcionamiento de la agencia: una, la primera, hasta que se producen los primeros secuestros y allanamientos, el grupo se re-clandestiniza, Aznárez y Pagliai parten al exilio y se produce su propio secuestro; la segunda, a partir de la reanudación de los servicios de la agencia en agosto de 1977, a cargo de Verbitsky-entre otros que prefieren mantener el anonimato-, que duró unos meses más. Pastoriza explica que al final de la primera etapa el grupo central de ANCLA comenzó a darse una estrategia para sacar la agencia al exterior.
"A esa altura -recuerdacaer o no caer era un problema de azar. De modo que comenzamos a armar un esquema para mantener los contactos con las redes de información, y así sacar ANCLA desde el exterior enviando los cables a los mismos lugares. Y a 'escondidas' de la organización empezamos a sacar a la gente"83. Después de juntar el dinero suficiente, Carlos Aznárez y Lucila Pagliai salen del pais84. Mientras tanto, en Buenos Aires, Pastoriza decidió plantear la posibilidad de editar ANCLA desde el exterior orgánicamente. Estaba a la espera de la respuesta cuando fue secuestrada, y por lo tanto la posibilidad se diluyó.
En realidad, las cosas se fueron retrasando mucho más de lo pensado. No existía una idea clara acerca de dónde funcionar, pero cualquier planificación descartaba montar una base centralizada de la agencia en el exterior. Por el contrario, se buscaba formar varias bases más pequeñas: se pensaba en un país cercano, para mantener mejor los contactos (probablemente México), y en países europeos "donde era fácil desembarcar porque ya había compañeros"85.
Según Pagliai, "Lila nos mandaba información para que nosotros la elaboráramos y la distribuyéramos, mientras tramitaba su salida"8". Y Aznárez agrega que Pastoriza, "junto con el Perro87 y algún otro que se pudiera sumar en esa situación de emergencia, iba a enviarnos copias de los cables para que nosotros los difundiéramos in situ entre los periodistas y los organismos de solidaridad". Lo cierto es que ya en los documentos elaborados por Walsh aparece la posibilitar de formar una agencia que funcionara en el exterior: en su propuesta organizativa para la nueva etapa que se abría, Walsh escribe que la Agencia Clandestina debía estar al nivel de Secretaría General, que junto a Internacional, funcionarían en el extranjero88.
Con el secuestro de Pastoriza y el descalabro general de las organizaciones armadas, la ¡dea se abortó. Al mes, colaboradores de la agencia -entre ellos Verbitskyretomaron el trabajo y volvieron a poner en funcionamiento la agencia por un breve período, hasta que la represión y las diferencias internas pusieron fin a esta notable experiencia de difusión clandestina de contrainformación.

Estilo
La agencia clandestina se concibió como una empresa periodística. Por lo tanto el estilo de los cables tenía que ver con el estilo de la agencia periodística: se respetaba el código de agencia, de cables cortos y eventualmente "servicios especiales", como por ejemplo el cable acerca del primer año de la Junta en el poder.
"El que recibía el cable era un periodista que lo iba a 'levantar' o reducir -explica Aznárez-. Entonces, había que garantizar que se mantuviera lo esencial. En ese sentido, y pese a la clandestinidad, se trabajaba muy profesionalmente". La calidad de sus despachos hizo que se tuvieran en cuenta en los medios extranjeros, y que la prensa local les prestara atención aún cuando su publicación no fuera la tradicional.

La agencia trabajaba periodísticamente la denuncia. Como en Operación Masacre. Como en ¿Quién mató a Rosendo?. Pero a su vez, como ANCLA estaba ligada a la estructura de inteligencia de Montoneros y entre sus objetivos figuraba el de oficiar como un instrumento de acción psicológica, la información tenía una forma determinada: "no es lo mismo generar información para difundirla que esa difusión sirva para producir contradicciones en el régimen", recuerda Pastoriza. Así, cada cable debía escribirse de tal modo que dejara ver los resquicios entre los sectores de poder, sin perjuicio de la verdad y evitando el comentario.

Walsh cuidaba mucho la redacción de los despachos: tenía que especificarse el origen de la agencia sin que se ligara directamente a la organización. Un cable no comenzaba "Buenos Aires, Abr 18 (ANCLA) La organización Montoneros...", sino que buscaba responder a las reglas periodísticas de estructuración de la información mediante la llamada "pirámide invertida".

En Cadena Informativa y en las cartas firmadas, sin embargo, se nota más el peculiar estilo de Walsh, irónico, divertido, certero, desafiante y agudo donde siempre tuvo un lugar destacado la intertextualidad. Según Lilia Ferreyra, el escritor había elegido un estilo para sus cartas, de la invectiva de los latinos, como puede verse en la frase "¡Quousque tándem, Videla, abutere patentia nostra!"^. Asimismo, las frases "Contato otra, viejo, esa ya la vimos", "Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados", "Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad", "Sonríe, Hitlerte ama", remiten a publicidades de la época y reflejan "la veta humorística de Walsh, las asociaciones, comparaciones y metáforas insólitas que alivian su escritura y gratifican al lector'"-'.

Pero a la hora de establecer el estilo de ANCLA hay que hacer una importante salvedad: Walsh propuso su creación, ayudó a su sostenimiento y escribió varios cables, pero la agencia quedó en manos de un grupo de militantes. El estilo es el de un despacho de una agencia de noticias, donde se refleja la ideología que la lleva adelante pese a su prosa bastante depurada. Lucila Paglial aseguró, además, que se evitaban los comentarios: muchas veces la información hablaba por sí sola.

¿Por qué ANCLA no pertenecía al área de prensa de Montoneros?
La agencia clandestina no formaba parte de la estructura de prensa sino que respondía al Departamento de Informaciones e Inteligencia, que a su vez dependía de la Secretaría Militar de la organización. Esta situación marcó una diferencia muy importante: ANCLA no era un órgano oficial de Montoneros, en el sentido de una prensa partidaria, sino más bien una estructura que intentaba dar una respuesta política al reciente golpe de estado desde otro ámbito, pero incluyendo la comunicación.

En el periodo 1974-75, Walsh participó directamente en Prensa. Es en ese momento cuando comienza a plantear la necesidad de generar una herramienta clandestina en virtud del agravamiento de las condiciones represivas, que impedían editar una revista pública. Para esa época, los órganos de prensa de Montoneros (partidario, sindical, femenino, periodístico -Noticias-, etc.) habían sido en su totalidad censurados. Justamente, en esos años empezó a imaginar la agencia clandestina.

En el área de prensa trabajaban alrededor de 70 militantes: era un equipo muy grande. Allí participaba, con un alto grado de responsabilidad, el poeta Francisco "Paco" Lirondo9', íntimo amigo de Walsh, muerto a fines de 1976. Sin embargo, para Walsh el camino seguido por esa estructura era erróneo: en los albores del golpe, "Prensa siguió funcionando como si hubiera un futuro electoral, pensando en una revista (que llegó a salir y tuvo vida efímera) e incluso un diario. La última expresión clandestina era el Evitan. Naturalmente si se pensaba en revistas y diarios había que mantener más o menos congregado un aparato importante, con grandes locales, imprentas, etc. Ese iba a ser un blanco terriblemente fácil para el enemigo"93.
En cambio, ANCLA era una estructura descentralizada en lo interno9'1: la agencia era parte de una propuesta de descentralización y repliegue que funcionaba en el marco de una hipótesis de resistencia a la dictadura. En otras palabras, era parte de la idea de reestructuración de la organización en función de la resistencia, que discutía los errores y las limitaciones ae :á esT-ateqia militarista de la Conducción Nacional (órgano máximo) en esa etapa. Es decir, ia propuesta de ANCLA estaba relacionada a una serie de planteos que, como miembro de Montoneros, Walsh elaboró y dio forma de documentos.
En esos documentos de circulación interna, Walsh manifestó una postura critica, y como contrapartida propuso un plan de acción que tenía en cuenta una resistencia descentralizada y heterogénea conducida por el Partido Montonero en el marco de un repliegue estratégico95. Para ello era necesario, entre otras cosas, privilegiar las estructuras militares defensivas como documentación, información y comunicaciones; y las estructuras políticas ofensivas, como la agitación y la propaganda, la prensa clandestina y descentralizada, y la prensa internacional. Entre estas últimas se encuentra ANCLA, un instrumento político ofensivo, destinado a corroer la base de sustentación del régimen militar, a romper con la unidad de las Fuerzas Armadas y de los sectores de poder, y a comprometer al pueblo en la circulación de información y a los eventuales receptores en multiplicadores de noticias.

De ahi la conocida frase de Walsh de generar una "propaganda infatigable por medios artesanales: si las armas de la guerra que hemos perdido eran el FAL y la ENERGA96, las armas de la resistencia que debemos librar son el mimeógrafo y el caño"97. Es decir, buscaba evitar lo previsible, "lo que mas que una discusión y un aporte para el conocimiento de la realidad se transformaba en una bajada de línea", reflexiona Lilia Ferreyra: ANCLA era una estructura de prensa clandestina con objetivos claros de carácter subterráneo, que "intentaba abarcar la realidad del país no sólo desde la propuesta de Montoneros".
Entre otros, ese fue uno de los motivos que llevó a Walsh a concebir la agencia en términos de empresa periodística y a cuidarse de no "pegarla" a la organización, de modo que su identidad se mantuviera difusa. Por ese motivo armó un equipo central compuesto por militantes, al mismo tiempo que abrió la posibilidad a otros periodistas de colaborar desde afuera aunque no pertenecieran a la orgánica.
Mientras tanto, la estructura de prensa seguía editando la revista Evita Montonera y el folleto El Montonero, este último redactado por la conducción de esa organización. Estos eran órganos oficiales que publicaban comunicados, partes de combate, editoriales, etc. En cambio, tanto ANCLA como Cadena Informativa, explica Lilia Ferreyra, "no eran medios de los que informaban del éxito de tal operación, sino que servían para parar la ofensiva militar con respuestas políticas".
En ese sentido, Lucila Pagliai concluye que la agencia clandestina "era como una agencia de noticias. Las agencias normalmente no son partidarias, aunque tengan una tendencia. Obviamente, tenía una línea. Pero su función no era difundir las actividades de Montoneros sino romper el bloqueo informativo para que los diarios estuvieran enterados de lo que pasabd, y a, n smo Tiempo producir un hecho político desde el campo popular".

A fines del '76 Walsh previo que tampoco había espacio para una agencia clandestina tradicional. La represión lo llevó a concebir un nuevo mecanismo, que debía funcionar en paralelo a la agencia: la Cadena Informativa. La idea era que una única persona pudiera actuar como reproductor y multiplicador de información.
Fuente: Prensa de Frente

UN TEXTO OLVIDADO PUBLICADO EN LA REVISTA "NUEVA POLITICA" - Walsh y la "nueva izquierda" de los años ‘60. En diciembre de 1965 apareció el único número de una revista en la que participaban Ismael Viñas, su hermano David, Noé Jitrik y León Rozitchner. Rodolfo Walsh aportó un texto olvidado hasta hoy. Un rescate y un contexto de las ideas, quiebres y cambios de la izquierda de la época.

Por Eduardo Jozami

A mediados de la década del ‘60, cuando la publicación de sus cuentos y obras de teatro le generaban un importante reconocimiento, Rodolfo Walsh se vinculó al Movimiento de Liberación Nacional, grupo político de la llamada "nueva izquierda". Fruto de esa colaboración es el texto adjunto, nunca reeditado desde su aparición en la revista Nueva Política. La posterior integración de escritor en la CGT de los Argentinos y su acercamiento al peronismo revolucionario pondría en crisis aquella vinculación, como se advierte en los cuestionamientos a Walsh recientemente formuladas por Ismael Viñas, principal dirigente de aquel movimiento. El artículo que publicamos vale como testimonio de esa relación política pero es también una prueba de la recurrente inquietud de Walsh por las cuestiones militares y de la originalidad de su escritura política.
En diciembre de 1965, aparecía en Buenos Aires el primer número –que habría de ser también el único– de Nueva Política, publicación que se presentaba como "una revista de coincidencias a partir de una perspectiva nacionalista, revolucionaria y socialista". En el Consejo de Redacción se advertía la presencia dominante de Ismael Viñas: varios de los integrantes –su hermano David, Noé Jitrik, León Rozitchner– lo habían acompañado años atrás en Contorno y otros eran miembros del Movimiento de Liberación Nacional del que Viñas era reconocido como dirigente principal. Pero había otros componentes, como Juan Carlos Portantiero y el autor de esta nota, disidentes del Partido Comunista, y también un escritor a quien podía entonces calificarse de independiente: Rodolfo Walsh.
Eran los tiempos de la "nueva izquierda". La revolución cubana parecía abrir un rumbo revolucionario en América latina que los partidos tradicionales de la izquierda habían clausurado de hecho, la perduración del liderazgo de Perón llevaba a nuevas reflexiones sobre la "incomprensión" por parte de socialistas y comunistas del "fenómeno peronista" y, por último, la fuerte polémica entre los países socialistas quitaba credibilidad a la proclamación de cualquier ortodoxia, estimulando la búsqueda de una propuesta original. Así lo entendía Nueva Política, cuyo editorial, luego de enumerar una copiosa agenda de cuestiones teóricas a resolver, reclamaba un "camino nacional para la revolución socialista".
Que la revista no constituía un fenómeno aislado lo evidencian otras publicaciones de esos últimos meses de 1965. El sexto número de la Rosa Blindada –que expresaba una importante disidencia de intelectuales comunistas encabezada por José Luis Mangieri, Alberto Brocato, Juan Gelman y Andrés Rivera– publicaba "El socialismo y el hombre en Cuba", la carta enviada por el Che Guevara al director de la revista Marcha de Montevideo que habría de convertirse en el ideario ético de la nueva izquierda, pero también las "Bases para una política cultural revolucionaria" de John William Cooke, quien luego de varios años de estadía en La Habana, ejercía una influencia importante entre muchos militantes peronistas, estimulando la apertura al pensamiento de izquierda. En Córdoba, José Aricó dirigía desde dos años atrás Pasado y Presente, otra publicación de los excluidos del PC, abierta tanto al debate teórico sobre "los caminos de la revolución" como a los nuevos desarrollos de un marxismo que no excluía el diálogo con el estructuralismo o el psicoanálisis.
Pero no sólo florecen las publicaciones sino que surgen grupos militantes. En la Universidad (y hasta en ciertos sectores sindicales) la nueva izquierda, a veces vinculada con grupos del peronismo revolucionario, comienza a tener presencia. Sin embargo, para no exagerar su real influencia política, es conveniente recurrir a otra publicación, Literatura y Revolución, cuyo número inicial aparecía en octubre del mismo año, dirigida por Sergio Camarda y Ricardo Piglia. "En Argentina, en 1965, los intelectuales de izquierda somos inofensivos. Dispersos, cada tanto enfrentados en disputas retóricas, dulcemente encariñados con nuestras capillas, ejercemos una cuidadosa inoperancia. Demostramos sí una admirable buena voluntad: firmamos manifiestos, viajamos a los países socialistas, nuestros libros son valientes", sentenciaba Piglia en el editorial, para concluir señalando entre tantas limitaciones la más difícil de aceptar: "Padecemos la justificada indiferencia de la única clase a la que confiamos nuestra liberación. Están allí, ajenos como los bosques".
La estancia en Cuba, como periodista de Prensa Latina, había acentuado en Walsh la radicalización de su pensamiento iniciada con Operación Masacre, pero el escritor no tuvo en los años anteriores a la revista que comentamos ninguna actuación política. Es más, desde 1961, cuando publicó tres artículos sobre la situación Cubana en la revista Che –que también puede considerarse un antecedente de la nueva izquierda–, Walsh se impuso un silencio que sólo será quebrado en 1965 con la edición de Un kilo de oro, recopilación de sus cuentos, y La Granada y La Batalla, sus obras de teatro. Cuando se acerca al grupo de Ismael Viñas, Walsh ya es un escritor de prestigio. Esa colaboración con el MLN se prolongará hasta 1968, según lo prueba la presencia de Walsh en Problemas del Tercer Mundo, la siguiente iniciativa editorial de Viñas, integrando un Consejo de Redacción en el que también participaban Roberto Cossa, Ricardo Piglia, Andrés Rivera, Jorge Rivera, León Rozitchner y Francisco Urondo. Sin embargo, la ausencia de textos de Walsh en los dos números de la revista corrobora las informaciones sobre las diferencias que comenzaban a separarlo de quien fungía, de hecho, como orientador de la publicación. A comienzos de 1968, de retorno de La Habana, Walsh se entrevista en Madrid con Perón y Raimundo Ongaro, y poco después asume la dirección del periódico CGT, órgano de la nueva central sindical combativa, la CGT de los Argentinos.
El manifiesto lanzado el 1º de mayo de ese mismo año, escrito por Walsh, es un vibrante alegato contra la dictadura y la convocatoria para un muy amplio frente de oposición. Sin embargo, en esos tiempos de acelerada radicalización del discurso político, no todos compartirían las apelaciones a los empresarios nacionales, "para que abandonen la suicida política de sumisión a un sistema cuyas primeras víctimas serán ellos mismos". La "izquierda socialista" fue muy crítica de ese programa que no rompía con el "nacionalismo burgués". Convocado por Walsh –según testimonia Lilia Ferreira–, Ismael Viñas estuvo entre esos críticos. Ya había iniciado el camino que lo llevaría a cuestionar la misma idea de liberación nacional que daba nombre a su movimiento.
Aunque no se hace mención expresa de esas discusiones, los artículos de Viñas en Problemas del Tercer Mundo evidencian las diferencias de criterio. En el Nº 1 de abril de 1968, se interroga desde el título de su artículo "¿Existe la burguesía nacional?", y concluye que "no puede hacerse seguidismo respecto de ninguna tendencia o sector burgués, si se pretende realmente impulsar y realizar la revolución". Otro texto, que escribe con José Vazeilles en el Nº 2, de diciembre de 1968, relativiza en su análisis del sindicalismo las diferencias entre las direcciones que intentan integrarse y aquellas que intentan resistir: "esa diferencia, no es radical en ningún caso". Mal podía ese análisis fundar cualquier expectativa en la CGT de los Argentinos.
Las diferencias entre Viñas y Walsh se acentuarían con la adhesión de éste al peronismo revolucionario y su integración a la lucha armada, pero difícilmente hoy se suscitaría esta cuestión de no haberse producido las recientes y asombrosas declaraciones en que Viñas hace una muy particular caracterización del autor de la Carta a la Junta Militar. Treinta y cinco años después de aquellas discusiones sobre el programa de la CGT, en undocumental sobre su vida realizado por Diana Hutter y Eduardo Méndez Bradley, exhibido en 2003, Viñas reitera que la Argentina no es una colonia o una semicolonia, en términos leninistas, y por lo tanto mal puede hablarse de liberación nacional. Pero también afirma que Walsh siguió teniendo un resto de "pensamiento de derecha" y que si bien murió como un valiente, "su muerte no es la de un revolucionario de izquierda".
Claro que Walsh no es el único descalificado por Viñas en su arrebato antisetentista: Salvador Allende, que llegó a creer en la profesionalidad de las Fuerzas Armadas chilenas, habría sido, en verdad, "un provocador"; Alicia Eguren –desaparecida en la Esma–, que actuó en su juventud en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, pese a acompañar la militancia de su compañero John William Cooke, no habría superado nunca el pensamiento de derecha, y a Pirí Lugones, la escritora que fue compañera de Walsh en los ‘60, posteriormente desaparecida, ‘le daba lo mismo Fidel Castro, Franco, cualquier cosa". Cincuenta años atrás, las provocaciones de Ismael Viñas en Contorno aportaron para abrir un sendero crítico en el pensamiento argentino: éstas del hoy autoexiliado en Miami no parecen guiadas por el mismo propósito.
"Juegos de guerra", el texto que Walsh publicó en Nueva Política, se diferencia claramente del resto de los materiales de la revista. El público militante al que se destinaba la publicación habrá seguramente valorado la presencia del autor de Operación Masacre, pero difícilmente haya concedido al breve artículo de Walsh la misma importancia de otros que encaraban cuestiones teóricas que entonces suscitaban acuciantes debates. "Viejo y Nuevo Imperialismo", del paquistaní Hamza Alavi, estudio de las nuevas formas de dominación en la economía internacional, venía respaldado por su previa publicación en Les Temps Modernes, y los textos de Portantiero e Ismael Viñas –"Socialismo y Nación" y "Hora Cero de la Izquierda"– tenían la pretensión de definir posturas y marcar rumbos en el complejo debate doctrinario de la izquierda, algo que nunca estuvo entre los propósitos de Walsh. "Soy lento: he tardado más de quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda", escribe en un texto autobiográfico publicado también en 1965 y, años más tarde (aunque puede sospecharse que tanta modestia encubre también una mirada distinta), declarará en una entrevista periodística: "Tengo que decir que soy marxista, pero un mal marxista, leo muy poco: no tengo tiempo para formarme ideológicamente. Mi cultura política es más bien empírica que abstracta".
No siempre resulta fácil la lectura de los textos políticos de aquellos años. Aún los mejor escritos pagan tributo a un estilo de época y a lo que Barthes señalara como características de la escritura marxista: un léxico tan funcional como un vocabulario técnico, en el que hasta las metáforas están severamente codificadas. Otra es la prosa de Walsh –que obviamente debe más a Borges que a Lenin–, sus "Juegos de guerra" son también juegos de lenguaje. Pero esta diferencia de estilo es también otro modo de abordar el mundo de la política y las ideas: bastan dos pinceladas para mostrar la arrogancia del profesor Hermann Kahn y definir tanto la prepotencia imperial como los límites de un pensamiento que ignora las diferencias entre las selvas vietnamitas y los suburbios de Kansas City.
Escrito el mismo año en que se publican sus dos obras teatrales, "Juegos de guerra" tiene mucho en común con La Granada, una historia de ejercicios militares en los que un episodio impensado dispara la lógica del absurdo que domina al mundo castrense. A Walsh siempre le fascinaron los juegos de guerra y los problemas de inteligencia militar. Los consideraba temas serios que debían ser analizados con rigor. Cambiando algunos nombres, su advertencia sobre los peligros de su utilización por cerebros mediocres al servicio de las grandes potencias resulta absolutamente actual.

Juegos de guerra

A principios de este año, el semanario L’Express publicó la versión de una hipótesis de guerra presuntamente discutida en el Estado Mayor francés. La hipótesis está referida a 1970, fecha ideal en que se supone: a) que el general De Gaulle habrá puesto a punto su force de frappe, b) que para entonces dicha force de frappe no será obsoleta y c) que el "enemigo" aguardará amablemente que a) y b) se cumplan. En líneas generales, el juego de guerra se desarrolla así:
El ejército soviético invade Alemania Occidental y la ocupa casi sin resistencia. Los estados mayores occidentales no prevén para este caso una respuesta atómica que devastaría Europa. El general De Gaulle prevé justamente esa respuesta. En consecuencia, intima a Moscú la retirada de sus tropas antes que lleguen a la frontera francesa. Moscú no responde. Veinte aviones franceses con sus cargas nucleares –la famosa force de frappe– despegan rumbo a la Unión Soviética. París prevé que quince de ellos serán derribados antes de alcanzar sus objetivos, pero los cinco restantes llegarán: a Moscú, Leningrado, Volgogrado, etc., y que antes de que eso ocurra la Unión Soviética cederá. Las previsiones se cumplen (siempre se cumplen, sobre el papel). Cuando las cinco máquinas están cerca de sus blancos, llega la noticia de que los rusos se retiran. Todo el mundo exclama "¡Uff!" y se enjuga el sudor de la frente. Se ordena el regreso de los aviones. Europa está salvada.
–¿Esto es todo lo que pueden ofrecernos en materia de planes de defensa? –pregunta un oficial.
–¿A usted se le ocurre algo mejor? –responde agriamente el director del ejercicio.
El oficial no alcanza a formular la pregunta que, supongo, está en su ánimo. ¿Qué pasa si ahora, cuando la force de frappe está diezmada, los rusos retoman sencillamente su avance?
Doctor Strangelove
La fruición de los juegos de guerra ha invadido las capitales occidentales hasta convertirse, casi, en un entretenimiento de sociedad. El último ha merecido su difusión simultánea durante el mes de junio en el US News and World Report, en el semanario uruguayo Marcha y en una revista petrolera local (Confirmado). Aparece bajo la forma de un reportaje a Herman Kahn, master estrategist del Departamento de Defensa y modelo vivo –según algunos– del cinematográfico doctor Insólito.
La palabra "juegos" no es peyorativa. Tiene un significado técnico preciso o, si se quiere, dos significados técnicos que se refuerzan. Al juego de guerra clásico se ha incorporado recientemente como método de análisis la teoría matemática de los juegos, elaborada a partir de 1928 por Von Neumann. Esto explica que el señor Kahn sea presentado como "matemático" e ilumina a giorno la terminología que usa. Por ejemplo: "En nuestros estudios estratégicos nos ponemos en lugar de China y nos ponemos en lugar de Rusia. Si jugamos a ser los rusos preguntamos ¿qué podemos hacer en Vietnam?".
Delirios vietnamitas
Y bien, ¿qué pueden hacer los norteamericanos en Vietnam? Mandar más tropas, dice el insólito señor Kahn. Con 10 a 20 divisiones es posible no sólo dominar al Vietcong sino ocupar todo Vietnam del Norte. China no reaccionaría porque teme los bombardeos. Rusia no reaccionaría porque tiene problemas con China.
Planteada de este modo, la hipótesis es de difícil refutación. Tal vez un método de abordarla consista en examinar otros productos más accesiblesdel mismo cerebro que elabora ese enunciado. Le preguntan al señor Kahn cómo haría para dominar a las guerrillas del Vietnam. La fantástica respuesta dice:
"Tratar los problemas como si fueran, en parte, de tipo policial... La manera de crear una banda amotinada en una gran ciudad es capturar al jefe. Cuando lo reemplazan hay que capturar al reemplazante y así sucesivamente. Lo que podríamos hacer en muchas áreas es infiltrarnos en el movimiento del Vietcong por los métodos clásicos: informantes, agentes dobles, mujeres despechadas, coimas y amenazas... Tenemos gente que podría hacerlo, muchos miembros de nuestros departamentos de policía o de los servicios de Inteligencia..."
Nadie duda de que el método triunfaría si los guerrilleros vietnamitas operaran en los alrededores de Kansas City, y no en su propia tierra invadida. Otras afirmaciones en que el señor Kahn funda sus argumentos son un verdadero desafío a la semántica:
a) "Los rusos son prudentes"
b) "Los indochinos son antichinos"
c) "Por lo que respecta a los problemas prácticos de conducir una guerra, Estados Unidos está en realidad más cerca de Vietnam que la China"
d) "Para la mayoría de los vietnamitas, el Vietcong aparece como un títere de los chinos"
e) "Los chinos son un pueblo muy cauteloso"
f) "Los alemanes son cautelosos"
g) "Los rusos no son un pueblo cobarde"
Creo que a partir de este tipo de frases totalmente desprovistas de sentido es más fácil juzgar la actividad mental del master estrategist y por ende el juego que se apoya en semejantes datos.
El caballo del coronel
La teoría matemática de los juegos es, por supuesto, una construcción seria. Su uso por cerebros mediocres puede dar resultados divertidos, que se vuelven peligrosos en cuanto se incorporan a la doctrina militar de una de las mayores potencias del mundo. Desde luego, el requisito esencial para que la aplicación de la teoría dé soluciones correctas es que las variables sean conocidas. No basta jugar a los chinos para convertirse en un chino. Pretender que los alemanes son "cautelosos" es burlarse de una historia reciente. Fingir que en Vietnam la delación puede funcionar a favor del invasor y no del invadido es, por lo menos, una idiotez. En rigor, los norteamericanos han carecido de información, o la han evaluado erróneamente, en los tres episodios clave de los últimos quince años: la reacción china junto al Yalu, el primer sputnik, el caso Cuba. En Vietnam, los efectivos norteamericanos se acercan ya al nivel propuesto por Kahn. Eso no ha impedido una ofensiva cada vez más fuerte de la guerrilla.
Queda, por último, un punto que Kahn se cuida de mencionar. En alguno de los juegos con que entretiene sus ocios y gasta la plata del Departamento de Defensa y el tiempo de los periodistas, no aparece un saddle point, una solución unívoca. Según la teoría, la decisión se toma entonces introduciendo el azar mediante un simple golpe de dados.
Eso nos trae al mejor juego de guerra que yo conozco. Ocurrió hace ya varios años –cuando la caballería estaba compuesta por caballos y no por tanques– en nuestra escuela de guerra. Un victorioso coronel lanzaba sobre las últimas defensas enemigas una carga irresistible en el papel, cuando el árbitro suspendió el operativo y adjudicó el triunfo al enemigo.
–¿Qué pasa? –preguntó el indignado coronel.
–Su caballo acaba de rodar –sentenció inapelable el árbitro.

Revista Nueva Política, julio de 1965
Fuente: Página/12 - 21/03/04

La revolución palestina

[NOTA PRELIMINAR - En este agosto de 2006 en que recrudece la agresión de Israel en Medio Oriente y en que, correspondientemente, se multiplican las mentiras imperialistas propagadas por los grandes monopolios de la comunicación, resulta imprescindible leer lo que escribiera este insigne y reconocido periodista y, más que eso, este consecuente combatiente revolucionario, integrante de Montoneros, que desapareciera en marzo de 1977 a manos de la dictadura de Videla. Es ésta la VERDADERA HISTORIA, documentada aún con fuentes que, como la ONU, si pueden ser sospechadas de parcialidad, no es precisamente en favor de la Resistencia Palestina, y relatada por un Rodolfo Walsh sobre el que hoy ya es universal su credibilidad y honestidad intelectual, un escritor alabado mundialmente y reconocido como un clásico de la literatura política y como un excelso, penetrante e insuperable investigador. El presente trabajo de Rodolfo Walsh fue publicado en el diario "Noticias", en junio de 1974. Publicamos además la polémica posterior entre Walsh y el entonces embajador del Estado de Israel en Argentina. El conjunto de estos materiales es reproducido en base a los Cuadernos de la revista Jotapé (que aparecía en los ’80) y a la edición realizada por la Editorial "Último Recurso", en mayo de 2005. MNR QUEBRACHO]

La Revolución Palestina

Rodolfo Walsh, enviado de Noticias, estaba en Beirut el 15 de mayo cuando un comando palestino golpeó en Maalot. Caminó al día siguiente entre las ruinas de las aldeas libanesas bombardeadas por la aviación israelí. Entrevistó a los principales dirigentes de la Resistencia Palestina; antes había pulsado el sentimiento dominante en El Cairo, Damasco, Argel. En su opinión, los acuerdos tramitados por Kissinger no sellarán la paz en Medio Oriente. La explicación está en el pueblo palestino expulsado de su tierra y en la marea revolucionaria que sacude a ese pueblo. Esa Revolución es el tema de la serie que empieza a publicar Noticias.

TRES MILLONES DE PALESTINOS DESPOJADOS DE SU PATRIA CUESTIONAN TODO ARREGLO DE PAZ EN MEDIO ORIENTE

- ¿Cómo te llamás?
- Zaki.
- ¿Qué edad tenés?
- Siete.
- ¿Vive tu padre?
- Murió.
- ¿Qué era tu padre?
- Fedaí.
- ¿Qué vas a ser cuando seas grande?
- Fedaí.

El chico rubio de cabeza rapada y uniforme a rayas que da estas respuestas en una escuela de huérfanos al sur de Beirut, Líbano, resume la mejor alternativa, que tras 26 años de frustración resta a tres millones de palestinos despojados de su patria: convertirse en fedayines, combatientes de la Revolución Palestina.
"¿Palestinos? No sé lo que es eso", declaró en una oportunidad la ex primer ministro de Israel, Golda Meir. Se conoce la eficacia ilusoria del argumento, utilizado en Argelia, Vietnam, colonias portuguesas, para negar la existencia de sus movimientos de liberación. Muyaidín? Connait pas. Libération Front? Never heard of it. FRELIMO? Nao conhece. El enemigo no existe y todo está en orden. Cada una de estas negativas ha hecho correr un río de sangre pero no ha detenido la historia.
Desde hace un cuarto de siglo la política oficial del Estado de Israel consiste en simular que los palestinos son jordanos, egipcios, sirios o libaneses que se han vuelto locos y dicen que son palestinos, pero además pretenden volver a las tierras de las que se fueron "voluntariamente" en 1948, o que les fueron quitadas no tan voluntariamente en las guerras de 1956 y 1967. Como no pueden, se vuelcan al terrorismo. Son en definitiva "terroristas árabes".
Es inútil que en el Medio Oriente estos argumentos hayan sido desmantelados, reducidos a su última inconsecuencia. Israel es Occidente y en Occidente la mentira circula como verdad hasta el día en que se vuelve militarmente insostenible.
La hoja 1974 de esta historia no ha sido todavía doblada y ya tiene varios renglones sangrientos: Keriat Shmonet, Kfair, Maalot, Nabatyé. Es difícil entenderla si se ignoran las hojas 1967, 1948, 1917, y aún las anteriores, incluso las que se salen de la historia y se hunden en la literatura religiosa.

EN EL PRINCIPIO FUE…

Primero –dicen– fueron los caanitas y después fueron los hebreos. Faltaban mil años para que naciera Cristo cuando Saúl fundó su reino, que después se partió en dos. Hace casi 2700 años el reino de Israel fue abatido por los asirios. Hace 2560 años el reino de Judá fue liquidado por los babilonios, y en el año 70 de nuestra era los romanos arrasaron Jerusalén. Estos son los precedentes históricos del Estado de Israel, sus títulos de propiedad sobre Palestina.
El Sha de Irán podría alegar títulos análogos fundado en la invasión persa del siglo VI antes de Cristo, la Junta Militar griega podría recordar que Alejandro ocupó Palestina el año 331, Paulo VI acordarse de que en el año 1099 los cruzados católicos fundaron el reino de Jerusalén. Los propios historiadores árabes han señalado burlonamente que los caanitas que ocuparon Palestina antes que los hebreos, venían de la península arábiga y eran, en consecuencia, "árabes".
Con la destrucción de Jerusalén –dicen– empezó la diáspora judía, la dispersión. Desde entonces, según la leyenda moderna, el judío anduvo errante por el mundo esperando el momento de volver a Palestina. ¿Cuántos volvieron realmente? Historiadores ingleses afirman que en el siglo XVI vivían en Palestina menos de 4.000 judíos, en el siglo XVIII, 5.000, y a mediados del siglo pasado, 10.000. Es recién a fines de ese siglo cuando algunos judíos empiezan a plantearse el retorno masivo, y cuando ese retorno asume una forma política y una ideología: el sionismo. ¿Por qué?

UN FRUTO TARDIO DEL CAPITALISMO

Una respuesta posible a esa pregunta surgió del campo de concentración nazi de Auschwitz. La escribió en 1944, su último año de vida, un judío marxista de 26 años, Abraham León: "El sionismo, que pretende extraer su origen de un pasado dos veces milenario, es en realidad el producto de la última fase del capitalismo"
En esa fase todos los nacionalismos europeos han construido sus estados y no necesitan ya de la burguesía judía que ayudó a construirlos, pero que ahora es un competidor molesto para el capitalismo nativo. "Repentinamente" surge en esos países el chovinismo antisemita, y se convierten en extranjeros indeseables judíos integrados durante siglos a la vida de los mismos, que, como dice León, "tenían tan poco interés en volver a Palestina como el millonario norteamericano de hoy".
Las persecuciones del siglo XIX afectan más a la clase media judía que a la clase alta, cuyos representantes notorios iban a lograr una nueva integración a nivel del capital financiero internacional.
Aquellos judíos europeos perseguidos que descubrieron en el capitalismo la verdadera causa de sus males, se integraron en los movimientos revolucionarios de sus países reales. El sionismo evidentemente no lo hizo y se configuró como ideología de la pequeña burguesía, alentada sin embargo por aquellos banqueros que –como los Rotschild– veían venir la ola y querían que sus "hermanos" se fueran lo más lejos posible. A fines del siglo pasado esa ideología encontró su profeta en un periodista de Budapest, Teodoro Herzl, su programa en las resoluciones del Congreso de Basilea de 1897 y su herramienta en la Organización Mundial Sionista.
El retorno a Palestina tropezaba sin embargo con el inconveniente de que el país estaba ocupado por una población –500.000 habitantes– que desde la conquista islámica del siglo VII era árabe.
Los fundadores del sionismo negaron el problema. En 1898 Herzl hizo un viaje a Palestina y preparó un informe donde la palabra árabe no figuraba. Palestina era una tierra sin pueblo donde debía ir el pueblo sin tierra. El palestino se convirtió en "el hombre invisible" del Medio Oriente. Algunos alcanzaron sin embargo a descubrirlo. El escritor francés Max Nordau vio un día a Herzl y le dijo asombrado: "Pero en Palestina hay árabes" y agregó: "Vamos a cometer una injusticia".

EN MEDIO SIGLO EL SIONISMO REEMPLAZÓ LA POBLACIÓN ÁRABE DE PALESTINA POR INMIGRANTES EUROPEOS

"Palestina es mi país" dice Ihsan. "Nunca estuve en Palestina", dice, "pero algún día volveré porque nuestros comandos están peleando para que volvamos".
"Mi padre murió en Abar el Djelili", dice Naifa. "La muerte de mi padre no me duele, porque murió por nosotros".
"Mi padre se llamaba Salah", dice Randa. "Estaba peleando y murió".
Ninguno de los 480 huérfanos de la escuela de Suq el Garb, al sur de Beirut, había visto Palestina si no era a través de los ojos del padre muerto.
En el aula las muchachas se levantaron para saludar al visitante que venía de tan lejos. En el pizarrón había una inscripción en árabe. Pregunté qué decía. Decía: "Historia Palestina".
La idea del Estado Judío surgió a fines del siglo pasado, como el último proyecto de un estado europeo cuando ya no existía en Europa lugar para un nuevo estado.
Ese estado debía en consecuencia instalarse fuera de Europa y el lugar elegido resultó Oriente. La contradicción fue "resuelta" a través de la ideología –el sionismo– y la ideología se alimentó en el mito bíblico y en la simulación de que Palestina estaba deshabitada.
Históricamente, estas construcciones mentales producen víctimas. En 1900 había en Palestina 500.000 árabes y 30.000 judíos. Si en 1974 hay tres millones de israelíes y 350.000 árabes, no hace falta preguntarse dónde están las víctimas: están afuera de Palestina, expulsadas de su patria.
Conviene recordar –porque es la cuestión de fondo– cómo se produce ese trasvasamiento sin precedentes en que la población de un país es reemplazada por otra.
Los primeros inmigrantes no provocaron la desconfianza de los árabes. En 1883 los habitantes de Sarafand recibieron a los colonos que llagaban con estas palabras. "Desde tiempo inmemorial somos hermanos de nuestros vecinos, los hijos de Israel, y viviremos con ellos como hermanos". Ocho años después sin embargo los notables de Jerusalén pidieron al imperio otomano, que gobernaba Palestina, que prohibiera la inmigración judía, y en 1898 los árabes de Transjordania expulsaron violentamente una colonia judía.
A pesar de las prohibiciones oficiales la inmigración continuó, aprovechando la corrupción de funcionarios turcos y de terratenientes árabes ausentistas que vendían sus tierras. En 1907 se estableció el primer kibutz, granja colectiva que desde el principio excluyó al trabajador árabe. Cuando en 1914 los turcos hicieron su primer y último censo, resultó que había en Palestina 690.000 habitantes, de los que 60.000 eran judíos. Ese año la guerra mundial dio al sionismo su gran oportunidad.

INGLATERRA REGALA PALESTINA

Foreign Office, Noviembre 2, 1917.

Querido Lord Rotschild:

Tengo mucho placer en transmitirle, de parte del gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía con las aspiraciones Judías Sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.

"El gobierno de Su Majestad contempla con simpatía en establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo Judío, y usará sus mejores esfuerzos para facilitar el cumplimiento de ese objetivo, quedando claramente entendido que nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de comunidades no-Judías existentes en Palestina, o los derechos y el status político de que disfrutan los Judíos en cualquier otro país".

"Le agradeceré ponga esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista".

Este trozo de papel, en apariencia inofensivo, es el fundamento moderno del Estado de Israel. Se lo conoce como de declaración de Balfour, y lleva la firma del canciller inglés.
Dos años después Balfour aclaró lo que quería decir: "El sionismo, bueno o malo, es mucho más trascendente que los deseos y prejuicios de los 700.000 árabes que ahora habitan esa antigua tierra… En Palestina no pensamos llenar siquiera la formalidad de consultar los deseos de los actuales habitantes del país".
Dos años antes de la Declaración, Gran Bretaña había prometido al Shariff Hussein, la independencia de los países árabes, a cambio de su ayuda en la guerra contra Turquía, aliada de Alemania. Y en efecto fueron soldados árabes los que liquidaron el dominio otomano en Medio Oriente.
La declaración Balfour se conoció después y, finalizada la guerra, sirvió de base para la resolución de la Liga de las Naciones que convirtió a Palestina en mandato británico. En la redacción de ese documento participó la Organización Mundial Sionista.
A partir de ese momento la inmigración creció inconteniblemente, organizada por la Agencia Judía, que formaba parte de la administración británica.
Cuando los ingleses hicieron su primer censo en 1922 había en Palestina 760.000 habitantes, de los que algo más de 80.000 eran judíos: o sea el 11%. Esa proporción había subido en 1931 al 16 y en 1936 al 28%. Ese año se produciría la primera rebelión palestina contra los ingleses, que duró tres años y costó millares de muertos.

MANUAL DEL COLONIALISMO

Todavía en 1917 David Ben Gurion afirmó que "en un sentido histórico y moral" Palestina era un país "sin habitantes".
Ben Gurion no ignoraba que el 90% de los habitantes eran árabes: decía simplemente que no existían como seres históricos o morales. Por la misma época, según relata Fanon, los profesores franceses de la Universidad de Argel enseñaban seriamente que los argelinos eran más parecidos a los monos que a los hombres.
Este tren de pensamiento, llevado a sus conclusiones prácticas, puede encontrarse en el propio fundador del sionismo, Teodoro Herzl. "La edificación del Estado Judío" escribió "no puede hacerse por métodos arcaicos. Supongamos que queremos exterminar los animales salvajes de una región. Es evidente que no iremos con arco y flecha a seguir la pista de las fieras, como se hacía en el siglo XV. Organizaremos una gran cacería colectiva, bien preparada, y mataremos las fieras lanzando entre ellas bombas de alto poder explosivo."
Algunos colonizadores admitían que los palestinos eran hombres, aunque más parecidos a los pieles rojas. "¿Quién ha dicho –preguntaba en 1921 la Organización Sionista de Gran Bretaña– que la colonización de un territorio subdesarrollado debe hacerse con el consentimiento de sus habitantes? Si así fuera… un puñado de pieles rojas reinarían en el espacio ilimitado de América."

UN GHETTO MÁS GRANDE

La mentalidad colonial marcó profundamente el establecimiento de la inmigración judía en Palestina. Se formaron comunidades cerradas, exclusivas, donde el árabe era un intruso. La reventa de tierras a los árabes se convirtió en pecado que las organizaciones terroristas judías castigaron sangrientamente.
Aún a nivel de la clase obrera se instala una perversión de la conciencia que convierte al trabajador árabe primero en competidor del inmigrante, después en enemigo, finalmente en víctima. La Histradut, central sindical judía, no admite en su seno, los boicotea, prohíbe a las empresas judías que compren materiales trabajados por los árabes.
David Hacohen, miembro de la Histradut y años después parlamentario israelí, ha recordado las dificultades que tuvo para explicar a otros "socialistas" ingleses que "en nuestro país uno adoctrina a las amas de casa para que no compren nada a los árabes, se piquetean las plantaciones de citrus para que ningún árabe pueda trabajar en ellas, se vuelca petróleo sobre los tomates árabes, se ataca en el mercado a la mujer judía que ha comprado huevos a un árabe, y se los rompe en la canasta…"
La soberbia racial va moldeando esa sociedad en el más absoluto aislamiento, como si todos los ghettos del mundo se juntaran en un ghetto más grande, pero esta vez deliberadamente encerrado en sí mismo.
Simón Luvich, israelí exiliado en Londres, recuerda con asombro aquella época de su infancia: "Para nosotros, los árabes eran una especie de exótica minoría étnica, que a veces bajaba de las montañas con sus kufeyas… Nunca entendimos de qué se trataba, porque no los veíamos."
Galili, ministro de Información de Israel, seguía sin verlos en 1969: "No consideramos a los árabes del país un grupo étnico ni un pueblo con carácter nacional definido".
Si es ceguera no ver lo que existe, a esa ceguera debe atribuirse la sangre que ha corrido y seguirá corriendo en Palestina.

EN 1947, UNA RESOLUCIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS QUITÓ A LOS PALESTINOS EL DERECHO A TENER UNA PATRIA

El israelí se jacta ante el mundo de ser el máximo representante en la historia de la Diáspora… Pero quien posee en tal grado el sentimiento del destierro, llega a ser completamente incapaz de comprender que otros puedan tener ese mismo sentimiento. No es cruel que digamos que el comportamiento de los israelíes sionistas con el pueblo original de Palestina es similar a la persecución nazi contra los propios judíos. (Mahmud Darwis, poeta palestino).

El mandato británico sobre Palestina después de la primera guerra mundial permitió cumplir con la promesa, contenida en la declaración de Balfour de 1917, de establecer un "hogar nacional" judío en un territorio poblado por los árabes. Para el sionismo el Mandato era una etapa intermedia, necesaria antes de establecer una población propia en Palestina como base del Estado Judío, objetivo permanente detrás de la fachada del "hogar nacional".
Gran Bretaña favoreció ese proyecto hasta que la inminencia de la segunda guerra mundial le hizo ver que el riesgo de que los pueblos árabes se alinearan junto a Alemania. Las falsas promesas de 1915 se renovaron en 1939.
En mayo de ese año el gobierno británico publicó un Libro Blanco donde reafirmaba que no tenía el propósito de imponer la nacionalidad judía a los árabes palestinos, prometía limitar a 75.000 el número de inmigrantes en los próximos cinco años y, a partir de 1944, no admitir nueva inmigración sin el consentimiento explícito de los árabes.
El Libro Blanco fue un producto tardío e ineficaz del colonialismo ingles. En los primeros 20 años de Mandato la proporción de habitantes judíos en Palestina pasó del 10 al 30%. Solamente en 1935 habían entrado más de 60.000 colonos: en 1940 la población judía se acercaba al medio millón.

ACEITANDO EL FUSIL

Los jefes de la Agencia Judía concibieron desde el principio la inmigración como una "colonización armada" y construyeron una organización semiclandestina, el Haganah, de la que en 1935 se separó un brote terrorista de ultraderecha, el Irgun, cuyo lema era un mapa de Palestina y Transjordania atravesado por un brazo armado y un fusil con el lema hebreo Rak Kach ("Sólo así").
Inicialmente estas organizaciones se limitaron a asegurar mediante el terror la vigencia del boycot antiárabe, pero a partir de 1939 empezaron a prepararse para combatir, también a los ingleses. Curiosamente uno de esos preparativos consistió en el ingreso masivo de judíos en el ejército británico: al final de la segunda guerra su número llegaría a 27.000 hombres, que serían el núcleo del ejército judío para la confrontación final en dos tiempos: contra los ingleses y contra los árabes.

EL EMPUJÓN NAZI

El estallido de la guerra llevó a su paroxismo la persecución de los judíos en Alemania y brindó un nuevo argumento para la inmigración en Palestina. Ben Gurion resumió en estos términos el sentido y los límites de la alianza entre el sionismo y Gran Bretaña: "Lucharemos junto a Gran Bretaña en esta guerra como si el Libro Blanco no existiera, y lucharemos contra el Libro Blanco como si no existiera la guerra".
En la práctica esto significó desconocer las cláusulas restrictivas del Libro Blanco e intensificar la inmigración clandestina, aún desafiando el bloqueo inglés. Buques cargados de inmigrantes europeos fugitivos del nazismo empezaron a llegar a las playas palestinas. Cuando en 1940 los ingleses pretendieron devolver el cargamento de dos de esos barcos, el buque Patria que debía transportarlos confinados a la isla Mauricio, saltó en pedazos en el puerto de Haifa. Allí murieron 250 personas, en su mayoría mujeres y niños. Aunque el sionismo alegó que los propios refugiados volaron el Patria, la opinión mundial se indignó ante la insensibilidad británica.
Recién 18 años después un miembro del Comité de Acción Sionista, Rosenblum, reveló que el Patria había sido volado por la Haganah, sin consultar a las víctimas. "Con nuestras propias manos asesinamos a nuestros hijos", escribió Rosenblum.

LLEGAN LOS AMERICANOS

En 1942 el centro de gravedad del sionismo se había desplazado de Gran Bretaña a los Estados Unidos. El 11 de mayo de ese año la Organización Sionista Americana publicó un manifiesto que luego fue conocido como el Programa de Baltimore. Planteaba cuatro exigencias: el fin del Mandato, el reconocimiento de Palestina como Estado soberano judío, la creación de un ejército judío, la formación de un gobierno judío.
En Jerusalén, la Agencia Judía adoptó el Programa de Baltimore como política oficial del sionismo y se desligó del Mandato. Gran Bretaña había cumplido su ciclo. Iba a librar aún acciones de retaguardia, condenadas de antemano, pero dejaría en Medio Oriente –como en la India, como en Irlanda– la semilla de un conflicto inagotable.
Los norteamericanos tomaron el relevo de los ingleses y no lo abandonaron hasta hoy.
Cuando en 1945 se desmoronó el nazismo y se abrieron las puertas de los campos de concentración –las cámaras de gas, los patéticos restos de una infinita carnicería–, un sentimiento de horror sacudió a Europa.
Los europeos tienen una singular capacidad para proyectar los propios demonios a lejanos escenarios. Muchos franceses creen que las atrocidades de Hitler son distintas de sus propios crímenes en Indochina y Argelia: ingleses que no han oído de Kenya se asustan de las persecuciones de Stalin, y algunos italianos están convencidos de que el fascismo nació en la Argentina.
De acuerdo con este esquema, el exterminio de los judíos iba a ser purgado no en el lugar donde ocurrió, sino en Medio Oriente: no por quienes lo ejecutaron o lo permitieron sino por gente que no tenía nada que ver.
El proyecto de un Estado Judío en Palestina se convirtió así en clamor mundial y los dirigentes sionistas lo explotaron serenamente. Los 225.000 sobrevivientes de los campos de concentración fueron canalizados a Palestina aumentando una población que ya al fin de la guerra ascendía al 32%.
Entretanto se preparaba la guerra. No se había disipado el humo sobre las ruinas de Berlín ni se había desenterrado el espanto total de Auschwitz cuando David Ben Gurion, futura cabeza del Estado de Israel, negociaba en Estados Unidos la compra de armamento pesado y la reorganización de la Haganah por militares norteamericanos.

NACE UNA NACIÓN

Una fulgurante campaña de terror contra los ingleses precipitó el epílogo. En febrero de 1947 Gran Bretaña anunció que, en esas condiciones, no estaba dispuesta a seguir gobernando Palestina, y devolvió a las Naciones Unidas el Mandato que le había entregado la Liga de las Naciones.
La Asamblea de la UN discutió siete meses el tema y finalmente elaboró una solución "salomónica". Palestina sería dividida en dos Estados: uno judío, otro árabe.
En ese momento había en Palestina 1.200.000 árabes y 600.000 judíos. Los palestinos poseían el 94% de la tierra y los judíos el 6%.
El Plan de Partición de las Naciones Unidas dividió el país en dos. En uno, que se convertiría en el Estado de Israel, y que abarcaba el 60% de las mejores tierras cultivables, había 500.000 judíos y 400.000 palestinos. En el 40% restante, que nunca llegó a convertirse en Estado, y que hoy forma parte de Israel, había 800.000 palestinos y 100.000 judíos.
El mapa resultante es un notable ejercicio de topología en que ambos países aparecen superpuestos, con pasadizos y corredores para comunicar regiones separadas. Lo que no dice el mapa es que la mitad de las tierras de propiedad palestina caían bajo jurisdicción israelí, y que en millares de casos la aldea árabe quedaba separada de las tierras que cultivaban sus habitantes.
El 29 de noviembre de 1947, por una mayoría de dos tercios que encabezaban los Estados Unidos y la Unión Soviética, la Asamblea de la UN aprobó el Plan de Partición y desencadenó la desgracia del pueblo palestino, el genocidio, el éxodo y la guerra.
En la votación los norteamericanos presionaron hasta el límite a los dóciles gobiernos asiáticos y latinoamericanos. Una empresa yanqui compró a la vista de todo el mundo el voto de un país africano. El secretario de Defensa norteamericano James Forrestal, que no era propenso a escandalizarse, pudo escribir: "Los métodos que se han usado en la Asamblea General para presionar y coercionar a otras naciones, bordean el escándalo".
Así nació Israel. Pero la historia no terminaba. Al día siguiente de la votación, el sionismo lanzó todo el peso del terror para despojar a los árabes del territorio que le había dejado el Plan de Partición.

EL TERROR SIONISTA Y EL ÉXODO PALESTINO. LA MASACRE DE DEIR YASSIN SENTÓ UN MODELO DE ESCARMIENTO

"Durante tres días, del 11 al 13 de diciembre, atacamos en Haifa y en Jaffa, en Tireb y Yazur. Atacamos y volvimos a atacar en Jerusalén… Las bajas enemigas en muertos y enemigos fueron muy altas".
De este modo describe Menajem Begin, el jefe del Irgun, el comienzo de la guerra que durante siete meses sacudió a Palestina en 1947-48.
El objetivo de esos ataques no eran ya los ingleses. El 29 de noviembre las Naciones Unidas habían votado la partición de Palestina y Gran Bretaña anunció el 14 de mayo de 1948 que retiraba sus últimas tropas.
El blanco de la ofensiva en que participaron la Haganah, el Irgun y la Banda Stern era la población Palestina, desarmada y desorganizada.
En septiembre de 1946 la Haganah había caracterizado al Irgun y la Banda Stern como "organizaciones que se ganan la vida mediante el gangsterismo, el contrabando, el tráfico de drogas en gran escala, el robo a mano armada, el mercado negro".
Esta suma de dicterios expresaba en realidad diferencias políticas y de método. Mientras la Haganah, brazo armado de la Agencia Judía, se definía como "socialista" y buscaba una imagen de respetabilidad, el Irgun evolucionaba hacia las posiciones fascistas que hoy sostiene el partido Herut, encabezado por el mismo Begin y la Banda Stern era un grupo de desesperados de ultraderecha.
A pesar de las acciones espectaculares del Irgun, Haganah fue siempre la organización de mayor peso y de ella surgieron los líderes, hasta hoy, del Estado de Israel.
Como jefe militar aparecía Moshe Sneh. La cabeza real era Ben Gurion –luego primer ministro– y entre sus dirigentes figuraban Moshe Dayan, hasta hace poco ministro de Defensa, y el actual primer ministro Itshak Rabin.
Un comité anglonorteamericano de investigación sobre la violencia en Palestina describió en 1946 los efectivos de la Haganah: una fuerza territorial de reserva de 40.000 colonos, un ejército de campaña de 16.000, y una fuerza de choque, el Palmach, que oscilaba entre 2.000 y 6.000.
El Irgun tenia de 3.000 a 5.000 combatientes; la Banda Stern alrededor de 300.
Separadas por ácidas disputas, estas tres fuerzas confluyeron rápidamente ante el anuncio de la retirada inglesa, aceptaron la hegemonía de la Haganah y pusieron en práctica el llamado Plan D, que consistía en aterrorizar a la población árabe en el período de vacío político comprendido desde el voto de la UN y la retirada inglesa y limpiar de árabes el Estado Judío y ocupar todo el territorio posible del Estado Árabe previsto por el Plan de Partición.

DEIR YASSIN

Las primeras operaciones combinadas de las organizaciones sionistas se desataron en diciembre de 1947 sobre la carretera que unía los dos principales baluartes judíos: la ciudad costera de Tel Aviv y el barrio judío de Jerusalén. La carretera estaba flanqueada por aldeas árabes, lo que equivalía al bloqueo de Jerusalén.
La primera etapa consistió en operaciones de hostigamiento contra esas aldeas, duró hasta marzo de 1948 y dejó 1700 muertos. La ofensiva en gran escala comenzó el 3 de abril cuando el Palmach tomó por asalto la aldea de Qastall, situada sobre un cerro que dominaba la carretera.
Seis días después el Irgun con el conocimiento de la Haganah, desarrolló una operación que hasta el día de hoy aparece ante cien millones de árabes como el símbolo del horror: el asalto y la masacre de Deir Yassin.
Deir Yassin era una pequeña aldea árabe situada cinco kilómetros al oeste de Jerusalén. No tenía importancia estratégica alguna y sus habitantes permanecían al margen de la conflagración. En la mañana del 9 de abril, 200 efectivos del Irgun y la Banda Stern entraron a sangre y fuego casa por casa, masacrando a 254 hombres, mujeres y niños, saquearon, violaron, mutilaron cadáveres y los arrojaron a una fosa común.
"El baño de sangre de Deir Yassin" –admitió después el escritor judío Arthur Koestler- "fue la peor atrocidad cometida por los terroristas en toda su carrera".

DISCURSO DEL MÉTODO

En su libro La Rebelión, el autor de la masacre, Menajem Begin, aclaró sus motivos. Después de Deir Yassin, dice, "un pánico sin límites asaltó a los árabes, que empezaron a huir en salvaguarda de sus vidas. Esta fuga en masa se convirtió en un éxodo enloquecido e incontrolable. De los 800.000 árabes que vivían en el actual Estado de Israel, sólo quedaron 165.000".
La opinión de Begin es confirmada por Koestler: "La población árabe fue presa del pánico y escapó de sus pueblos y aldeas lanzando el lastimero grito: Deir Yassin. Huyeron de sus casas dejando a medio beber el último café en el pocillo de porcelana".
Si los detalles de la masacre de Deir Yassin merecen un tratamiento aparte cuando se discuta el rol del terrorismo en las luchas palestinas, sus efectos políticos y militares se hicieron evidentes enseguida.
Tres días después el Palmach tomó Kolonia sin lucha y dinamitó una por una las casas árabes. Cinco aldeas más fueron destruidas por la fuerza de choque del Haganah antes del 17 de abril con un saldo de 350 muertos. El 21 de abril, dice Begin, "todas las fuerzas judías penetraron en Haifa como un cuchillo entra en la manteca. Los árabes escapaban aterrados gritando Deir Yassin".
Haifa era la segunda ciudad de Palestina. En una semana su población se redujo de 60.000 a 9.000.
El 25 de abril el Irgun atacó Jaffa, la ciudad árabe contigua a Tel Aviv. Al principio hubo resistencia, pero después se repitió el fenómeno: los árabes escapaban por decenas de millares. Aquí no fue necesario el ejemplo de Deir Yassin: los últimos defensores de Jaffa fueron fusilados sobre el terreno, los sobrevivientes expulsados con lo puesto, y las casas dinamitadas una tras otra.
El mismo día la Haganah tomó Acre. Bastó un megáfono y el anuncio de represalias, para que el éxodo se repitiera.
Mientras estos episodios se repetían en centenares de aldeas y decenas de millares de familias palestinas ambulaban por los caminos que conducían al Líbano, Siria, Jordania, las tropas británicas observaron con singular indiferencia, limitándose a impedir que los incipientes ejércitos de los países árabes violaran las fronteras del nuevo Estado de Israel.
El 14 de mayo las últimas columnas del ejército inglés desfilaron al son de las gaitas por las calles de Jerusalén. En el primer minuto del 15, una exclamación de júbilo brotó de las posiciones conquistadas por los israelíes: era el Día de la Independencia.
Nathan Chowsi, un judío que emigró a Palestina en 1906, ha calificado ese júbilo:
"Los viejos colonos de Palestina podríamos relatar de que manera nosotros, los judíos, expulsamos a los árabes de sus ciudades y sus aldeas… Aquí había un pueblo que vivió 1300 años en su propia tierra. Vinimos nosotros y convertimos a los árabes en trágicos refugiados. Y todavía nos atrevemos a calumniarlos y difamarlos, a ensuciar su nombre. En vez de sentirnos profundamente avergonzados por lo que hicimos, y tratar de enmendar todo el mal que hemos cometido, ayudando a esos infelices refugiados, justificamos nuestros actos terribles, y tratamos inclusive de glorificarlos".

PRODUCTO DE TRES GUERRAS Y DE INNUMERABLES PERSECUCIONES EL PUEBLO DE LAS TIENDAS AGUARDA SU HORA

- ¿Usted de dónde es?
- Soy de Jaffa.
- ¿Y dónde vive?
- Yo vivo en una carpa. Y usted, ¿de dónde es?
- Soy de Bulgaria.
- ¿Y dónde vive?
- Vivo en Jaffa.
(Arlette Tessier. "Diálogo en Gaza")

"Esta es una transmisión de la Haganah, intimidando a los árabes a que abandonen esta distrito antes de las 5:15 de la madrugada. Tengan piedad de sus mujeres y de sus hijos y salgan de este baño de sangre. Váyanse por el camino de Jericó, que todavía está abierto. Si se quedan, vendrá el desastre".

Aún no había amanecido el 15 de mayo de 1948, Día de la Independencia de Israel, cuando decenas de camiones equipados con altoparlantes transmitían este mensaje a las poblaciones árabes.
El desastre que se invocaba no era una amenaza hueca. El recuerdo de la masacre de Deir Yassin se unía en la mente de los palestinos al de decenas de pueblos y ciudades ocupados a sangre y fuego.
El Plan Dalat o Plan D, puesto en ejecución por el alto mando de la Haganah, al que se plegaron las otras dos organizaciones terroristas –Irgun y Stern- incluyó trece campañas militares en regla entre el 1º de abril (Operación Nachshon) y el 14 de mayo (Operaciones Ben Ami, Pitchfork y Schfilon). Ocho de ellas se desarrollaron fuera de Israel.
El resultado de estas operaciones fue la ocupación de Haifa, Jaffa, Beisan, Acre, barrio residencial árabe de Jerusalén y otras poblaciones menores, así como la "purificación" de Galilea.
Antes que Ben Gurion proclamara el Estado de Israel en un museo de Tel Aviv, bajo un retrato de Teodoro Herzl fundador del sionismo, había ya 400.000 palestinos fugitivos. Pero en la madrugada del 15 las fuerzas israelíes cruzaron arrolladoramente las fronteras del Estado árabe consagrado por el Plan de Partición de la UN que, de ese modo, no llegó a existir.
Es entonces cuando se produce, según la historia oficial israelí, pródiga en mitos, "la invasión de cinco poderosos ejércitos árabes" contra el indefenso Estado de Israel.

EL COWBOY Y EL PIELROJA

Después de la guerra del 48, cada bando hizo su balance militar. Solamente la Haganah, que en 1946 tenía 65.000 hombres (fuente británica) y en 1948, 90.000 (fuente israelí), contaba un año antes de la guerra con 10.000 fusiles, 1.900 metralletas, 600 ametralladoras y 768 morteros: en este caso la fuente es Ben Gurion. En los meses anteriores a la Partición, ese armamento se multiplicó merced a la introducción "clandestina" de una fábrica capaz de producir 100 metralletas y 50.000 balas por día. Y en vísperas de la guerra, agentes israelíes contrabandearon por barco y por avión millares de fusiles y ametralladoras checas.
Fuentes árabes estiman el total de sus fuerzas en 21.000 hombres mal equipados, con largas líneas de comunicaciones. En Egipto reinaba el corrompido rey Faruk, cuyo primer ministro Nokrashy no tenía el menor interés en mandar hombres a Palestina, desafiando a los ingleses que aún ocupaban el Canal de Suez. En Irak gobernaba un títere de los ingleses, Nuri as Said. Siria acababa de independizarse de los franceses y su ejército no superaba los 3.000 hombres. El "ejército" libanés tenía apenas 1.000 reclutas.
La única fuerza militar atendible, la Legión Árabe, reunía 4.000 hombres adiestrados y conducidos por oficiales ingleses. El Foreign Office llegó a un acuerdo con el rey Abdullah, por el que se impidió a la Legión violar la frontera israelí. (Abdullah pagó después su traición a manos de un refugiado palestino)
En estas condiciones la invasión de los "poderosos ejércitos árabes" en apoyo de sus hermanos palestinos resultó apenas un gesto desesperado.
A pesar de todo, esas fuerzas consiguieron algunos éxitos iniciales, cuyo eje era el bloqueo de Jerusalén, pero el 11 de junio aceptaron una tregua que les hizo perder todas las ventajas conseguidas. En menos de un mes la Haganah terminó de convertirse en un ejército regular, y cuando el 7 de julio se reanudó la lucha, duró apenas diez días. Ahora sí, los árabes estaban vencidos.

EL MASACRADOR DE LYDDA

En el contexto de la derrota, cabe el estilo de la victoria. El 11 de julio de 1948, la población árabe de Lydda, que se había rendido a los israelíes, se sublevó al advertir la presencia de unos tanques jordanos. El tercer regimiento del Palmach liquidó en horas la insurrección, entrando casa por casa y disparando sobre todo lo que se movía. Según fuente israelí, hubo 250 muertos. Según fuente árabe, entre 500 y 1.700, de los cuales 150 fusilados en la Gran Mezquita convertida en prisión. El escritor inglés Erskine Childers dice que una columna israelí entró en el pueblo disparando en todas direcciones: "los cadáveres de hombres, mujeres y niños quedaron desparramados en las calles, tras esta carga implacablemente brillante".
Y dice quién iba al frente de la columna: Moshe Dayan, un nombre que haría historia.
Tras la firma del armisticio, Israel se quedó con 3.500 kilómetros cuadrados más de tierra palestina, Faruk se apropió la franja de Gaza y la monarquía hachemita anexó la Cisjordania. Palestina había dejado de existir. Casi 900.000 palestinos se amontonaban en los campamentos de refugiados de Jordania, Siria, Líbano, Gaza, alimentándose con las raciones de socorro de la UN. Una generación entera nació y creció bajo las carpas. En 1954 eran más de un millón, en 1956, 1.300.000. Otros 500.000 habían emigrado al Canadá, al Brasil y a otros países.
En 1956 esos desterrados vieron pasar entre columnas de polvo los tanques israelíes que se lanzaban sobre el Sinaí, mientras los ingleses y los franceses ocupaban el Canal. Meses después los vieron regresar.

En 1967 el dios de la guerra volvió a tronar en los escuálidos campamentos del Pueblo de las Tiendas.

LA PAZ ISRAELÍ

"Fue con repugnancia que vi por televisión las escenas de Israel en aquellos días; la ostentación del orgullo y la brutalidad del conquistador; los estallidos del chauvinismo; y las salvajes celebraciones del inglorioso triunfo, contrastando con las imágenes del sufrimiento y desolación árabe, las caravanas de refugiados jordanos y los cadáveres de los soldados egipcios muertos de sed en el desierto. Contemplé las figuras medievales de los rabís y los khassidim saltando de alegría en el Muro de los Lamentos; y sentí como los fantasmas del oscurantismo talmúdico –que bien conozco- se amontonaban sobre el país, y cómo la atmósfera reaccionaria de Israel se volvía densa y sofocante".

Este es el comentario de un escritor judío, Isaac Deutscher, a la fulgurante campaña de los Seis Días que, en junio de 1967, arrojó al ejército egipcio al otro lado del Canal de Suez. Sus glorias han sido suficientemente cantadas. Entre ellas no figura probablemente la expulsión de 250.000 palestinos que aún quedaban en Cisjordania y Gaza.
En el vacío que dejó el largo éxodo palestino, se estableció la Paz Israelí. El profesor de matemáticas italiano le sacó la casa al tendero árabe. El lingüista inglés construyó la suya sobre un espacio demolido. El pintor apátrida del Quartier Latin se rodeó de un ambiente "oriental". El ingeniero agrónomo argentino se fue al kibutz donde ya no quedaba ni memoria del fellah que durante trece siglos le preparó la tierra: como si no hubiera tierra en la Argentina.

EN LA RESISTENCIA ARMADA EL PUEBLO PALESTINO ENCONTRÓ AL FIN SU IDENTIDAD NEGADA POR LA OCUPACIÓN

"Yo soy de Djebelia, en la franja de Gaza. Allí éramos 16.000 concentrados. Nos quitaron las casas, destruyeron los campos y se repartieron todo. Quieren que todo cambie de aspecto, que nada sea árabe. A la gente más vieja, la que se fue en 1948, no la dejan volver para que no puedan reconocer los lugares. Nos incitan a irnos, nos ofrecen dinero para que nos vayamos a países más ricos. ¡Vayan a Canadá, a Argentina, allá van a estar bien! Tal vez ellos han venido de allá, ¿no?"
"Djebelia tenía fama de brava. A los que éramos de Djebelia no nos daban trabajo, decían que éramos peligrosos. Un día, en 1969, nos bombardearon. Empezaron a las 10 de la mañana y nos cañonearon hasta las 5 de la tarde. Hubo 500 muertos. ¿Por qué? Porque somos palestinos. De noche rodean el campamento con tanques, no nos dejan salir. Y sin embargo, tienen miedo: yo aprendí el israelí y los oigo conversar. Cuando pasan en un jeep, van sentados alrededor del jeep, apuntando en distintas direcciones".

El muchacho se ríe. Estamos en el campamento de Borje Barashne, al sur de Beirut, capital de Líbano, a cuya Universidad ha venido a estudiar. Hay 20.000 refugiados en este campamento que es en realidad un pueblo, una villa cuya copia casi exacta son algunas manzanas de la villa de Retiro: pequeñas casas de bloques con techos de chapa, pasillos de material con la canaleta por donde circula el agua, canillas colectivas. E igual que nuestro villero, el palestino pone una planta, aunque sea una maceta, en el mínimo espacio libre: recuerdo del campo al que uno y otro pertenecen.
Después las diferencias. No hay calles, solamente pasillos, porque en Medio Oriente el espacio es distinto que en Argentina: Líbano cabe dos veces en la provincia de Tucumán. Pero otra diferencia que al principio casi no se nota, va penetrando como la verdad esencial del campamento. Son los hombres vestidos de caqui que sentados en alturas estratégicas vigilan con el fusil AK cruzado sobre las rodillas, es el jefe de la milicia local que sale a recibirnos, es la puerta de madera de una casa donde el refugiado que la habita ha pintado todo a lo alto la bandera roja, verde, blanca y negra de la Resistencia palestina, y adentro de la bandera su nombre en árabe. Administrativamente, el campamento depende de la UN. Políticamente, la palabra es Fatah.

LA LUZ DE LA ESPERANZA

En una oficina de Beirut, Abu Hatem, miembro del Comité Central de Fatah (sigla de Movimiento Nacional de Liberación Palestina) enumeró ante el enviado de Noticias las etapas de la Resistencia.

"La primera etapa, antes de 1965, fue de preparación y organización. Llegamos a la conclusión de que la lucha armada era la única salida para el pueblo palestino, y desde ese año empezamos a ponerla en práctica. Fue una época llena de dificultades: teníamos tantos enemigos… No eran sólo los israelíes, sino también el imperialismo y los elementos reaccionarios en los países árabes. Nuestro primer mártir, Ahmed Muza, fue abatido por el ejército jordano al cruzar la frontera con Israel.
"Nuestras operaciones militares fueron una de las razones que alegaron los israelíes para desencadenar la guerra de 1967. Pero allí los países árabes fueron derrotados y se instaló un clima de derrota. Era importante acabar con ese clima, y por eso, apenas terminada la guerra, nosotros reanudamos las hostilidades. Eso fue el 28 de agosto de 1967.
"En cuatro meses, lanzamos 79 operaciones en el interior de Palestina, pusimos fuera de combate a más de 300 sionistas, volamos dos trenes militares, derribamos tres helicópteros, destruimos medio centenar de vehículos, hicimos estallar el depósito de explosivos de Acre y bombardeamos con bazukas los suburbios de Jerusalén y Tel Aviv.
"El precio fue duro: perdimos 46 hombres, de los cuales la mitad eran cuadros de conducción.
"Pero en todo el mundo árabe esa actividad de Fatah fue percibida como una luz de esperanza, que se agrandó el 21 de marzo de 1968, cuando dimos la batalla de Al Karameh".

EL SIGNO DE KARAMEH

Si Deir Yassin es para los palestinos el recuerdo que sobrecoge y enfurece, Al Karameh simboliza la recuperación de la propia identidad negada tras la derrota, la confiscación, la persecución, el exilio. Dice un combatiente:

"En esa época, nuestro problema era obtener bases permanentes. En la guerra de junio habíamos perdido las bases de Gaza y Cisjordania. Entonces empezamos a filtrarnos en Jordania, por separado, de a uno o de a dos. Así se formó la base de Al Karameh, en el campamento de ese nombre que existía desde 1948. Juntamos 500 combatientes en la zona. De allí lanzamos una escalada operativa.
"El gobierno de Jordania quería echarnos, pero no se atrevía. Los israelíes empezaron a fastidiarse. Al fin planearon una operación de represalia en gran escala, para aplastarnos. Concentraron 15.000 soldados, con tanques. Pero estaban tan orgullosos de la victoria de junio, tan seguros de que nadie podía oponerles resistencia, que no tomaron medidas de seguridad. Nosotros nos enteramos 48 horas antes de la operación.
"Llamamos a todas las organizaciones palestinas para que discutiéramos si debíamos enfrentar el ataque o retirarnos. Algunos dijeron que los principios de la guerrilla prohibían el choque frontal, que si el enemigo ataca en fuerza, nosotros nos retiramos, todas esas cosas.
"Fatah sostuvo que todo eso era cierto, pero que aquí lo fundamental era el marco político: la derrota árabe, el pueblo desesperado. Fatah decidió dar la batalla, a todo o nada. Sólo nos acompañó una pequeña organización, el Ejército de Liberación Palestino.
"Con ellos distribuimos los 500 puestos de combate. No era una emboscada, Al Karameh era terreno llano, con una población, una villa de emergencia. Había que pelear como se pudiera. Durante toda la noche cavamos pozos, nos enterramos, y esperamos el amanecer.

LA PICADURA Y EL BURRO

"A las 5 de la mañana empezaron la preparación de artillería, después avanzaron los tanques. Venían como para desfile. Traían periodistas y Dayan les dijo que iban a almorzar en Amán, la capital de Jordania. Cuando les paramos un tanque con un bazukazo, y después otro, se quedaron como sorprendidos. No esperaban eso. Retrocedieron, después volvieron a avanzar. Ahora venían con aviones y helicópteros además de los tanques. Les resistimos trinchera por trinchera, les resistimos hasta el mediodía.
"Y en esas siete horas interminables, detrás nuestro estaba el ejército jordano, inmóvil. Los oficiales miraban la batalla con sus prismáticos. El rey Hussein había ordenado no intervenir, y los oficiales miraban: oficiales árabes.
"No se sabe quién dio el grito, quién no aguantó más. Y de pronto el ejército jordano avanzaba, desobedeciendo órdenes, se juntaba con nosotros. Eso fue a mediodía.
"A las ocho de la noche la división israelí empezó a retirarse. No podíamos creerlo, era la primera vez que sucedía, la primera vez en la historia. Y cuando avanzamos vimos el daño que les habíamos hecho: los tanques destruidos, los equipos abandonados.
"Al día siguiente Hussein se hizo fotografiar en un tanque capturado. A Dayan le preguntaron para cuando era el almuerzo en Amán, y él contestó que sólo el burro no cambia de opinión. A Levy Eshkol le preguntaron que había sucedido, y él dijo que el que busca miel, debe esperar algunas picaduras.
"Aquella picadura la hicimos nosotros, y nos costó. Nos costó 90 muertos, que son muchos cuando sólo teníamos 500 hombres. Pero Al Karameh cambió todo, fue un viraje decisivo. Les demostró a todos los árabes que ellos podían derrotar al ejército israelí.
"Para nosotros, el resultado fue tremendo. Hasta entonces, Al Fatah era una organización estrictamente secreta, un puñado de hombres. La batalla de Al Karameh demostró a las masas que éramos sinceros, que podíamos convertirnos en el cuchillo y en la víctima como dice uno de nuestros documentos, "entrar en la batalla para crearlo todo de la nada", que los palestinos podíamos cerrar el puño sobre la brasa ardiente, como dice nuestro hermano Abu Ammar (Arafat)"

Después de la batalla de Al Karameh millares de palestinos acudieron a incorporarse a Al Fatah, que aún no estaba preparado para recibirlos, aunque tuvo que abrir las puertas. Otras organizaciones se enriquecieron con ese flujo. Un año después la Resistencia palestina se paseaba libremente por Siria, tenía una estación de radio en El Cairo, dominaba prácticamente en Líbano Jordania.
Sobre ese transitorio triunfo iba a abatirse la traición del rey Hussein. La esperanza palestina ardería en las calles de Amán, en las montañas de Jordania, antes de renacer poco a poco como una llama que no está destinada a apagarse.

"EL SIONISMO NO ES SÓLO EL ENEMIGO DE LOS ÁRABES, ES EL ENEMIGO DE TODA LA HUMANIDAD" - FATAH

En la oficina de Fatah en Beirut, Abu Hatem, miembro del Comité Central de la Organización, refirió a Noticias las etapas posteriores a la batalla de Karameh, que en 1968 demostró por primera vez que una fuerza árabe podía enfrentar al ejército israelí.

"En Karameh, la Revolución Palestina creó las circunstancias de su propio crecimiento. Todo el mundo árabe se acercó a nosotros. Inversamente nuestros enemigos redoblaron sus esfuerzos para destruirnos. Los israelíes atacaron nuestras bases y nuestros campamentos, y los gobiernos árabes reaccionarios también. Esas tentativas culminaron en Jordania, en setiembre de 1970. El ejército de Hussein atacó nuestras bases y nuestros pueblos, con tanques y aviones.
"No consiguió aplastarnos pero mató a muchos miles de compañeros. La masacre se reanudó en julio de 1971. Tuvimos que salir de Jordania.
"Con la pérdida de nuestras bases jordanas, empieza la cuarta etapa de nuestras luchas. Al principio nuestra actividad disminuyó. Tuvimos que adoptar una nueva política, concentrar la fuerza de Fatah en los propios territorios ocupados. El resultado se vio después de un año, con el aumento de las operaciones.
"También aumentamos la acción política, la duplicamos. El resultado es que actualmente la opinión pública mundial empieza a comprender que no hay acuerdo estable en Medio Oriente sin el pueblo palestino, que no hay paz sin Revolución Palestina.
"Actualmente la totalidad de los países africanos, con excepción por supuesto de los residuos coloniales, reconocen a la OLP como el único representante legítimo del pueblo palestino. En la Conferencia de Países no Alineados de Argel, el año pasado, 72 estados reconocieron a la OLP. O sea que las relaciones de la Revolución Palestina con el resto del mundo crecen día a día, y particularmente con el bloque socialista encabezado por la Unión Soviética.
"Por supuesto que no nos quedamos en eso. En la última guerra, la de Octubre, todo el mundo sabe –y principalmente los israelíes- que no hubo dos frentes, sino tres: el egipcio, el sirio y el palestino".

OLP Y CNP

Fatah es la fuerza hegemónica de la guerrilla palestina. Su líder Abu Ammar (Arafat) preside la OLP y, desde comienzos de junio de 1974, el Consejo Nacional Palestino. Pero no es la única organización de la Resistencia.
En la OLP figuran, además de Fatah, el Frente Popular dirigido por Habache, el Frente Democrático de Hawathme (escisión del FP) y Saika, organización adiestrada por los sirios.
Después de Fatah, Saika es probablemente la de mayor capacidad militar, y el FD, que se define como marxista-leninista, la de mayor capacidad política, mientras que la estrella de Habache, inclinado al ultraizquierdismo, parece declinar.
Fuera de la OLP se encuentra todavía el Comando General, escindido del FP y dirigido por Ahmad Jibril, que saltó a la notoriedad a comienzos de este año con la operación de Kyriat Shmonet.
El Consejo Nacional Palestino, CNP, la organización más amplia de la Revolución, incluye no sólo a las organizaciones guerrilleras, sino a los frentes de masas, delegados de territorios ocupados y de la emigración y de grupos financieros y religiosos.
A los dirigentes de Fatah no les gustan las fotografías ni las autobiografías. Trazar su historia no es fácil. Un documento de la Organización, fechado en 1969, admite que sus creadores fueron un grupo de intelectuales que publicaban la revista Nuestra Palestina, antes de optar por la lucha armada. En ese punto su primera preocupación fue financiar la futura Organización, sin pedir ayuda a los gobiernos árabes, y el camino que eligieron fue heterodoxo:

"Ya no es un secreto que buscamos empleo o desarrollamos actividades comerciales en las regiones árabes ricas en petróleo, como el Golfo. Al principio esto creó una atmósfera particular alrededor de Fatah, pero eso no nos desalentó… porque nosotros sabíamos que nos privábamos hasta de lo esencial para ahorrar el máximo de nuestros ingresos y destinarlo al movimiento".

¿Quiénes eran? Los nombres de guerra de alguno de ellos –Abu Ammar, Abu Iyad, Abu Ihad- son conocidos, pero salvo el primero (Arafat), poco se sabe de los demás. Los tres pertenecen sin embargo al grupo que fue al Golfo a trabajar. Cuando en 1965 decidieron lanzar la guerra, volvieron a suelo palestino. Abu Ammar operó allí, en Cisjordania, viviendo como un pastor a medias ciego, de gruesos anteojos negros. Su designación como "vocero" de Fatah fue una decisión en la que no participó.

"Necesitábamos un hombre que pudiera hablar en nombre de Fatah. La prensa israelí había empezado a concentrarse en el nombre de Abu Ammar, porque era uno de los líderes en territorio ocupado, y un combatiente de primera fila… La dirección se reunió y lo designó vocero. Era el único miembro de dirección que no estaba presente. La decisión se anunció y él tuvo que cumplir con la decisión".

HABLA FATAH

A pesar del origen de sus fundadores, Fatah puso siempre el acento en la lucha de masas, además de la acción armada: "Si abordáramos solamente la lucha armada, estaríamos condenados al fracaso, porque en términos militares partimos de una situación de inferioridad. Pero si abordáramos solamente la lucha política, también estaríamos perdidos, porque tarde o temprano nos chocaríamos con la realidad de que el enemigo nos domina por la fuerza. La lucha armada es indisoluble de la lucha política, y el descuido de una o de otra equivale a convertir la guerra revolucionaria en una aventura.

"En consecuencia, nosotros no diferenciamos entre acción política y acción militar, ni mandamos a combatir a nadie que no haya pasado por la organización política".

¿Cuál es el objetivo último de Fatah? Sus dirigentes lo vienen repitiendo desde hace años: la creación de un estado y no religioso en Palestina. ¿Cuál sería la situación de los judíos en ese Estado?

"Fatah no toma las armas contra los judíos. Aceptamos a los judíos como ciudadanos palestinos en absoluto pie de igualdad con los árabes. Fatah toma las armas contra el sionismo y se propone liquidarlo, porque el sionismo es el enemigo fascista y racista, el enemigo de toda la humanidad y no solamente de los árabes".

Preguntó un periodista:

- ¿Qué harían ustedes frente a un judío perseguido en cualquier lugar del mundo?

Contestó Fatah:

- Le daríamos un fusil y pelearíamos a su lado.

EL BOMBARDEO DE ALDEAS LIBANESAS DESNUDA LA ESENCIA DE UN TERRORISMO QUE SE LLAMA "REPRESALIA"

Otra vez los rockets de los Phantom se han abatido sobre las aldeas del Líbano, un país pequeño que no tiene ejército ni aviación y cuyo pecado es dar refugio a 300.000 palestinos, una décima parte de los expulsados de su patria por los israelíes.
Nuevamente los campamentos de refugiados son descriptos como "bases" guerrilleras. Visité uno de esos campamentos, el de Nabatiyeh, al día siguiente de su casi total destrucción por los aviones israelíes, el 16 de mayo de este año. Vi las pequeñas casas arrasadas como por una enorme topadora, los utensilios de cocina desparramados, ropa de mujer colgando de los árboles calcinados.
Eso no era una base.
Esto no significa que en Líbano, en Siria, en cualquier país árabe, no existan bases de fedaín. Existen pero ni están a la vista, ni albergan una población civil de millares de almas, ni están indefensas, ni son bombardeadas.
Desde hace 25 años Israel vive anticipando ataques, en perpetuo estado de "represalia". Una propaganda que empieza a volverse torpe describe cada acción de sus fuerzas como respuesta a un acto de terrorismo.
En cada oportunidad se resucita la historia de ese terrorismo, se invoca Maalot, Kyriat Shmoné, Lod, Munich. Entre esos actos y los campos nazis de concentración se establece una continuidad, se retrocede a los pogroms zaristas, a la intemporal persecución del judío. En este proceso se ha perdido de vista toda la verdad: el palestino despojado de su patria se ha convertido en agresor, la víctima en verdugo.
Se discute sobre los métodos. ¿Por qué los palestinos atacan escuelas? He visto la escuela de Nabatiyeh, nivelada con la roca. ¿Por qué los palestinos tiran granadas en un mercado? En Ain el Hue, la semana pasada, no quedó siquiera el mercado, bajo las bombas israelíes de 250 kilos.
La discusión sobre los métodos es una de las formas de eludir la discusión sobre el fondo, reemplazar el porqué por el cómo.
Pero aún esa discusión secundaria no debe ser rehuida.

¿DE QUIEN ES EL TERROR?

Hablemos de Maalot, por ejemplo. Las cosas en Maalot no empezaron el 15 de mayo de 1974, con la matanza de 22 estudiantes israelíes. Empezaron el 15 de mayo de 1948, con el Estado de Israel. Porque Maalot no se llamaba Maalot, sino Tarchiha, y no era un pueblo judío sino una aldea árabe. ¿Dónde está Tarchiha? Arrasada, borrada del mapa.
Volvamos a Deir Yassin, otra aldea árabe hoy enterrada bajo Kfar Shaul, un suburbio de Jerusalén. 9 de abril de 1948. Fuerzas de la Haganah y del Irgun atacan la aldea, matan a 254 habitantes, descuartizan los cadáveres y los tiran a un pozo. Escuchemos el testimonio del coronel Meir Bail del ejército israelí, que tardó 24 años en hablar: "Los soldados peinaron las casa, tirando explosivos en su interior y usando todas las armas que tenían. Disparaban indiscriminadamente sobre todo lo que había adentro, incluso mujeres y niños. Sus oficiales no movieron un dedo para impedir las atrocidades que se estaban cometiendo. Junto con otros residentes de Jerusalén, imploré que se ordenara a los soldados detener el fuego. Fue inútil. 25 hombres fueron subidos a un camión, paseados por Jerusalén en "desfile de la victoria", llevados a una cantera y fusilados a sangre fría."
Retrocedemos al 30 de enero de 1948. La aldea se llamaba Sheikh. El método fue el mismo. Los muertos, 60.
Sa´sa. 14 de febrero de 1948. 20 casas dinamitadas con sus habitantes adentro. 60 muertos.
Recordemos a Lydda. 11 de julio de 1948. La Haganah reprime un alzamiento popular: 250 muertos según fuente israelí, entre 500 y 1700 según fuentes árabes.
14 de octubre de 1953. Bombardeo de aldeas jordanas, 75 muertos. En Qibya se encierra a los vecinos en sus casas con fuego de ametralladoras, luego se las dinamita.
Franja de Gaza. 8 de febrero de 1955. 38 muertos.
31 de agosto de 1955. Ataque a Khan Yunis en la Franja de Gaza, 46 muertos.
11 de diciembre de 1955. Ataque a aldeas sirias. 50 muertos.
Otra vez Khan Yunis, abril de 1956. 275 muertos.
10 de octubre de 1956. Ataque a aldeas jordanas. 48 muertos.
Octubre de 1956. Kafr Qasim. 51 aldeanos son asesinados por estar fuera de su casa en un toque de queda del que no fueron avisados.
13 de noviembre de 1966. Ataque a las aldeas de Gaza y Jordania. 200 muertos.
Noviembre de 1967. Karameh, Jordania. Ataque con morteros a niños que salían de una escuela.
La lista es interminable. Entre 1949 y 1964 los países árabes denunciaron 63000 actos de agresión, entre 1950 y 1966 las Naciones Unidas y la Comisión de Armisticio condenaron 78 veces al Estado de Israel. Después ya nadie llevó la cuenta, la "represalia" se convirtió en costumbre.

VUELTA AL ORIGEN

Si en el balance del terror en Medio Oriente, Israel lleva una ventaja sobre todos sus adversarios, si el Estado mismo de Israel fue la obra de organizaciones terroristas, si esas organizaciones inventaron o reactualizaron la mayoría de los modernos métodos del terror -recordar el asesinato de conde Bernadotte, la voladura del hotel Rey David, la ejecución de rehenes ingleses, las cartas explosivas- en eso no se agota la discusión sobre los métodos. Para restituir el cuadro disociado, es preciso volver a relacionar los métodos con los objetivos.
El terror es un método de lucha que han usado todas las revoluciones y también todas las reacciones. Hechas las reverencias de práctica a la actitud que prefiere condenarlo "en sí mismo" (como si algo existiera en sí mismo), su humanidad o su inhumanidad depende de sus fines. Nuestra Revolución de Mayo fue terrorista. El general Aramburu también. Con estas precisiones es posible reenfocar el terror en Medio Oriente, superar las barreras de una propaganda que –casualmente- es la del imperialismo occidental, y decidir quién tiene la parte de razón que las circunstancias le permiten tener.
El objetivo del terrorismo palestino es recuperar la patria de que fueron despojados los palestinos. En la más discutible de sus operaciones, queda ese resto de legitimidad.
El terrorismo israelí se propuso dominar un pueblo, condenarlo a la miseria y al exilio. En la más razonable de sus "represalias", aparece ese pecado original.

La Embajada de Israel replica

El diario Noticias recibió el 27 de junio último una extensa carta del señor Mario H. Sejatovich a cargo de la oficina de prensa de la embajada de Israel, que se reproduce a continuación. El propósito de la dirección del diario fue publicarla íntegra y a la mayor brevedad posible. Lamentablemente cuando iba a cumplirse ese propósito, se produjo la muerte del Teniente General Perón y Noticias –como integrante del pueblo peronista- sumó su duelo al de sus lectores consagrando varias de sus ediciones a informar sobre la vida, la obra y la muerte del gran patriota desaparecido.
Ahora cumplimos ese pedido, formulando tres aclaraciones: 1º) la dirección del diario efectivamente respalda las opiniones vertidas por Rodolfo J. Walsh en su serie de notas sobre La Revolución Palestina aparecidas en Noticias en la semana del 12 al 19 de junio último. Cabe recordar al respecto que Walsh viajó a los países árabes como enviado especial de este matutino; 2º) Walsh utilizará próximamente esta misma columna para contestar a la embajada de Israel; 3º) La descripción objetiva de la injusticia histórica que ha venido soportando el pueblo palestino sólo con malicia puede interpretarse como una actitud antisemita o persecutoria de la comunidad judía de nuestro país.

Este es el texto de la embajada de Israel:

"Señor Director:

Cumplo en dirigirme a usted con relación a la serie de artículos titulada "La Revolución Palestina" publicada en Noticias cuya representación invoca su autor en reiteradas oportunidades. Como de ello surge que el diario aparece respaldando las afirmaciones del señor Walsh entre las cuales s encuentran flagrantes inexactitudes y deformaciones de los hechos históricos, esta Embajada apela al derecho de respuesta, confiando que dará cabida al texto completo de esta carta en las columnas de su diario. Ella no intentará ser una refutación exhaustiva del extenso trabajo del señor Walsh, pero entendemos que urge restablecer la verdad acerca de algunos de los más gruesos equívocos en que incurrió el nombrado, a saber:

"1.- El problema de los refugiados palestinos fue creado por los propio líderes árabes, al destacar la Resolución de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, que determinaba la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe, violando así sus deberes como miembros de la Organización Internacional, y al compeler a los pobladores árabes a abandonar sus lugares de residencia para abrir paso a los ejércitos invasores, cuya intención proclamada era destruir el naciente Estado de Israel.
"El señor Walsh intenta demostrar que la inmigración judía significó el desplazamiento de los árabes. La verdad es diferente: al fin de la Primera Guerra Mundial la Tierra de Israel era un país casi despoblado. La población árabe era de 557.000 y la población judía de 100.000. Menos del 30 por ciento de los árabes vivían en el área que es hoy Israel. Hasta los comienzos de la década del 30 era una tierra de emigración árabe, tendencia que revirtió en los años siguientes cuando el desarrollo económico y social promovido por la comunidad judía atrajo la afluencia de árabes de los países vecinos. Al proclamarse la independencia de Israel, el número de árabes que habitaban su territorio era de 600 a 700.000. De éstos, permanecieron donde estaban 160.000. EN consecuencia el número real de refugiados árabes salidos de Israel en 1948 puede estimarse en 450.000 y aún dando margen a errores estadísticos, nunca más de 550.000, cifra que equivale aproximadamente al mismo número de refugiados judíos provenientes de los países árabes (97 por ciento de la población judía total de estos últimos) que se vieron obligados a emigrar a Israel. De hecho se produjo una transferencia de poblaciones. Mientras Israel integró a estos hermanos venidos de los países árabes, los refugiados palestinos fueron concentrados por los países árabes en miserables campamentos, impidiendo hasta hoy día su integración pese a su identidad étnica, cultural, idiomática y religiosa para usufructuar esa situación como un arma política contra Israel.
"¿Quiénes provocaron el éxodo palestino? La respuesta está en las propias palabras de los líderes árabes. Lo admitió explícitamente el señor Emile Ghoury, secretario general del Alto Comité Árabe de Palestina, el 6 de septiembre de 1948:
"El hecho de que existan estos refugiados es consecuencia directa de la acción de los Estados Árabes al oponerse a la participación y al Estado Judío. Los Estados Árabes acordaron unánimemente esta política y deben participar en la solución del problema". Ya antes del 23 de abril de 1948, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el entonces presidente del Alto Comité Árabe, señor Jamal Husseini, confesaba:
"Nunca hemos ocultado el hecho de que nosotros hemos iniciado la lucha". El diario jordano Al-Difaa aportó el 6 de septiembre de 1954 este testimonio de un refugiado:
"Los gobiernos árabes nos dijeron: Salid para que nosotros podamos entrar. De modo que nosotros salimos pero ellos no entraron".

"2.- Fueron los Estados Árabes de la región los que impidieron con su agresión y la secuela consiguiente, la constitución del Estado Árabe Palestino previsto por la Resolución de Partición de la ONU. El señor Trygve Lie, entonces secretario general de las Naciones Unidas, dijo:
"Los Árabes habían afirmado reiteradas veces que resistirían la partición con la fuerza". Y así ocurrió: el 14 de mayo de 1948 los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak, y contingentes de Arabia Saudita y Yemen, invadieron el Estado de Israel. El 15 de mayo de 1948 en El Cairo, el secretario general de la Liga Árabe, Azzam Pachá, llamó a los árabes a una Guerra Santa contra Israel, y declaró:
"Será una guerra de exterminio, una matanza de la que se hablará como se habla de la matanza de los mongoles y de los cruzados". El señor Andrei Gromyko, entonces representante de la Unión Soviética y actualmente su Ministro de Relaciones Exteriores, declaró en el Consejo de Seguridad de la ONU, el 21 de mayo de 1948:
"La Delegación de la URSS no puede menos que expresar su asombro ante la actitud adoptada por los Estados Árabes en la cuestión palestina y particularmente ante el hecho de que esos Estados hayan enviado sus tropas a Palestina a realizar operaciones militares encaminadas a la supresión del movimiento de liberación nacional en Palestina" (Actas Oficiales del Consejo de Seguridad, Tercer Año, Nº 71, 299 sesión p. 4, mayo 1948).
"La agresión militar árabe fue derrotada, pero el Reino de Transjordania anexó la mayor parte del territorio destinado a convertirse en un Estado palestino, mientras Egipto hacía otro tanto con la franja de Gaza. Fueron los propios árabes, pues, los que impidieron la creación de un Estado palestino.

"3.- El señor Walsh afirma que el pueblo judío no tiene derecho a la Tierra de Israel. A esta altura de la historia ese es un tema fuera de discusión: La Tierra de Israel fue un estado independiente sólo tres veces en su historia y cada una de ellas fue un Estado Judío. Sólo cuando se la identificó con el pueblo judío entró en los anales de la humanidad como una unidad geopolítica e histórica. La ocuparon conquistadores extranjeros, pero sólo el pueblo judío alcanzó su independencia en esta tierra y la consideró el alma y el centro de su existencia nacional.

"4.- El señor Walsh afirma que Gran Bretaña ‘regaló Palestina’ al pueblo judío, provocando con mentalidad colonial, la creación del Estado de Israel. La verdad es opuesta: el renacimiento de Israel, aspiración de siglos, se concretó como movimiento de liberación nacional del pueblo judío a través del sionismo, en la segunda mitad del siglo XIX y se afianzó con el trabajo de tres generaciones de pioneros judíos.
"La Declaración de Balfour no fue otra cosa que el reconocimiento de esa realidad histórica, consagrada por la comunidad internacional cuando la Liga de las Naciones resolvió crear el Mandato sobre Palestina, para instaurar el Hogar Nacional Judío.
"Era la primera vez que el sueño milenario del retorno a Sión recibía el auspicio universal. Incluso de los más representativos caudillos árabes de ese entonces, como el Rey Hussein, de Hejaz, quien escribió:
"Vimos a los judíos afluir a Palestina… El móvil no puede escapar a los que tienen una intuición profunda; saben que este país ha sido para sus hijos originales, pese a todas sus diferencias, una patria sagrada y amada". (Al Kibla, La Meca Nº 183, 23 de marzo de 1918; George Antonius, Despertar Árabe pág. 269).
"Este reconocimiento a la formación del Estado Judío se integra en el contexto de la creación de los Estados Nacionales árabes en el Medio Oriente, al desintegrarse el Imperio Otomano, tal como en Europa el desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro dio lugar a la conquista de su soberanía por los movimientos nacionales de los países sojuzgados.

"5.- El señor Walsh sostiene en sus artículos los objetivos proclamados por la organización Al Fatah: instaurar en reemplazo del Estado de Israel, un Estado árabe con mayoría árabe, lo que implica liquidar totalmente la soberanía y la independencia de Israel. El instrumento adoptado para este objetivo es el terrorismo que elige deliberadamente como blanco a civiles inocentes, en Israel y en el mundo, y que no trepida en asesinar a mujeres y niños. El señor Walsh confiesa haber visitado esas bases terroristas, que buscan abrigo en campamentos de refugiados instalados en territorio del Líbano, cuyo gobierno tolera esa situación.
"Una de las expresiones más significativas de esta situación es que el gobierno libanés ha suspendido el derecho de su ejército y su policía a entrar en las bases de los terroristas y los campos de refugiados que están bajo su control, hasta el punto de no tener siquiera competencia en delitos comunes, o asaltos por parte de los ‘fedayines’, a soldados libaneses, o ante enfrentamientos entre grupos terroristas antagónicos.
"El señor Walsh da un testimonio dramático de lo que significa la educación para el odio, sin repudiarla. Exalta el hecho de que los niños sean adiestrados para matar. Y abunda en ejemplos parecidos para atribuir un contenido ‘revolucionario’ al desborde criminal del terrorismo árabe. De este modo, el señor Walsh aparece justificando las matanzas de Lod, Munich, Fiumicino, Atenas, Zurich, Jartum, Kiriat Shmone, Maalot, Shamir, y Nahariya, entre otras.
"La verdadera revolución en Medio Oriente es la paz".

Saludo al señor Director atentamente.

Mario H. Sejatovich
Oficina de Prensa
Embajada de Israel

Respuesta

Flagrantes inexactitudes, deformaciones de los hechos históricos, gruesos equívocos, son algunas de las virtudes que la Oficina de Prensa de la Embajada de Israel en Buenos Aires atribuye a mi reciente serie sobre Palestina, según la carta publicada en Noticias el domingo 14.
En ella el señor Sejatovich, funcionario de esa oficina, se propone "reestablecer la verdad" y lo intenta sosteniendo, en síntesis, que Palestina era "un país casi despoblado" al fin de la Primera Guerra Mundial; que el problema de los refugiados palestinos fue "creado por los propios líderes árabes", en 1948, "al compeler a los pobladores árabes a abandonar sus lugares de residencia"; y que el 14 de mayo de 1948 los Estados Árabes "invadieron el Estado de Israel".
En mi serie de notas yo he sostenido que Palestina era desde el siglo VII una tierra poblada por árabes; que el éxodo de 1948 fue provocado por las organizaciones terroristas Haganah, Irgun y Stern; y que fueron estas organizaciones las que desencadenaron la guerra.
Frente a opiniones tan dispares, un lector distante tiene derecho a conocer las fuentes en que se basan para deducir dónde está la verdad.

EL MITO DE LA "TIERRA SIN PUEBLO"

Expliqué en mis notas que ya a fines del siglo pasado la propaganda sionista convirtió al palestino en "el hombre invisible" de Medio Oriente, a tal extremo que Teodoro Herzl hizo un viaje a Palestina y escribió un informe donde no figuraba la palabra "árabe". El mito de la "tierra sin pueblo" era útil para fomentar la inmigración del "pueblo sin tierra". Ese mito renace en la carta de la Embajada de Israel, como si no hubiera sido refutado.
Según el escritor israelí Amos Elon, en un libro de 1971, cuando Herzl viajó a Palestina en 1898, "debía haber allí más de 500.000 árabes palestinos". Esto se complementa con una observación formulada en 1891 por el judío Achad Haam, que conocía bien Palestina:

"En el extranjero solemos pensar que Palestina hoy es casi desierta, un páramo incultivado… Pero no es así, en absoluto. Es difícil encontrar tierras sin cultivar… En el extranjero solemos pensar que los árabes son todos salvajes, comparables a los animales, pero esto es un gran error".

Cabe preguntarse si no es esa forma racista de pensar, lo que volvía "invisible" al palestino y lo que, todavía hoy, hace que la Embajada de Israel invente cifras de población distintas a las que figuran en los únicos censos conocidos. Así el señor Sejatovich afirma, sin citar fuente, que al fin de la Primera Guerra "la población árabe era de 557.000 y la población judía, de 100.000".
La verdad es que en 1914 los turcos hicieron un censo que dio una población total de 689.272, y el sionista Arthur Ruppin estimó que 60.000 eran judíos.
El 31 de diciembre de 1922 el "Gobierno de Palestina" (o sea el Mandato británico) hizo un censo que dio estos resultados:

Árabes 663.914
Judíos 83.794
Otros 9.474
Total 757.182

Es decir que cuatro años después de lo que dice la Embajada, la población judía aun no llegaba a los 100.000. Tampoco acierta la Embajada cuando dice que Palestina "hasta comienzos de la década del 30 era una tierra de emigración árabe". Si comparamos el censo de 1922 con el de 1931, vemos que la población árabe creció el 28% y la población judía, el 108% lo que sólo se explica por la política de inmigración que implantó el Mandato británico.
De las cifras que acabo de citar se deduce que los términos "Palestina, país despoblado", son una falacia en cualquier época que se considere. En 1922, la densidad de población ascendía a 22 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra superior en ese momento a la de Estados Unidos o la URSS, y que la Argentina no alcanzará en un siglo: lo que espero no suministre argumentos a ningún colonizador.

EL MITO DE LA "AGRESIÓN ÁRABE"

Para explicar el éxodo palestino de 1948, la Embajada de Israel apela a un argumento que el sionismo ha dejado prácticamente de utilizar desde 1961, cuando fue pulverizado por el investigador inglés Erskine Childers.
El argumento pretendía que "dirigentes árabes" habían hablado por radio a los palestinos ordenándoles evacuar sus casas. Childers viajó a Israel en 1953 y pidió pruebas de ese alegato, sin obtenerlas. Acudió entonces al Museo Británico, donde se conserva la versión grabada por la BBC de todas las emisiones de radiales de Medio Oriente desde 1948, y no sólo no encontró un solo llamamiento árabe a la evacuación, sino numerosas exhortaciones, e incluso órdenes, de permanecer en sus casas.
Las razones que incitaron a los palestinos a huir al grito de "Deir Yassin!" son la destrucción de aldeas y las masacres que precedieron al 15 de mayo de 1948. Ello esta demostrado, en primer lugar, por uno de los responsables de esas masacres, el dirigente de la Irgun Menajem Begin, en su libro La Rebelión. Pero hay además centenares de testimonios.
El mediador de la UN, conde Bernadotte (asesinado por terroristas sionistas) dijo en su informe:

"El éxodo de los árabes palestinos resultó del pánico causado por la lucha, de rumores sobre actos de terrorismo reales o supuestos y de la expulsión… Prácticamente toda la población árabe huyó o fue expulsada del área ocupada por los judíos".

El periodista (y luego diputado) israelí Uri Avneri dice:

"En algunos casos, los dirigentes judíos trataron de persuadir a los árabes de que se quedaran, por ejemplo en Haifa. Pero por regla general los incitaron a abandonar sus ciudades y aldeas".

El propio Yigal Allon ha referido que para limpiar Galilea de palestinos, llamó a los alcaldes árabes y les advirtió "que se van a quemar todas las aldeas de Huleh… que huyan mientras hay tiempo".
El mayor O’Ballance, historiador militar inglés, señala que "expeditivamente los árabes fueron expulsados y obligados a huir, como en Ramleh, Lydda y otros lugares. Dondequiera avanzaban en territorio árabe las tropas israelíes, la población árabe era arrancada como por una topadora".
El terror causado por las masacres tipo Deir Yassin, y no las inexistentes exhortaciones de "dirigentes árabes" a quienes nunca se nombra, fue pues la causa del éxodo.
La mayoría de esas masacres ocurrieron antes del 14 de mayo, fecha de la "invasión" de Estados Árabes, y ocurrieron en zonas netamente árabes, que aun dentro del Plan de Partición de la UN, figuraban dentro del Estado Árabe.
Entre el 21 de diciembre de 1947 y el 14 de mayo de 1948, las organizaciones terroristas israelíes montaron las siguientes operaciones de gran envergadura, fuera de los límites de Israel, que en todos los casos significaron ocupación de territorio, toma o destrucción de ciudades y pueblos, y expulsión de árabes: Qazaza (21.12.47); Sása (16.2.48); Haifa (21.2.48); Salameh (1.3.48); Biyar Adas (6.3.48); Qastal (4.4.48); Deir Yassin (10.4.48); Lajun (15.4.48); Saris (17.4.48); Tiberias (20.4.48); Haifa (22.4.48); Jaffa (26.4.48); Acre (27.4.48); Safad (7.5.48); Beisan (9.5.48). La fuente es el New York Times.
Estas incursiones, y los extensos relatos que las documentan, prueban que Israel no esperó siquiera el día de su Independencia, fijado por la UN, para lanzarse a la conquista de territorio árabe; y que fueron sus organizaciones armadas las que desencadenaron la guerra.
En este contexto, importan relativamente poco las citas de funcionarios árabes que en su mayoría pertenecían a gobiernos corrompidos y reaccionarios, de fuertes vínculos con el colonialismo. Lo que hayan dicho o dejado de decir el rey Faruk, o el rey Abdullah, o el títere británico en Irak, Nuri as Said, tiene tan poca importancia como lo que hayan declarado los Comisionados designados por el gobierno británico, a quienes cita la Embajada (Abdul Khader, el único dirigente amado y seguido por los palestinos, murió en combate). Pretender que sobre esos testimonios se pueda erigir el derecho a la dominación de un pueblo; suponer que el relato de "un refugiado" (entre un millón), aparecido en un diario jordano, justifique las infames Leyes de Expropiación dictadas por el Estado de Israel sobre las tierras árabes; hablar de una imaginaria "transferencia de poblaciones"; todo eso es defender lo indefendible.
Comprendo que el señor Sejatovich, lo haya hecho, por encargo de su Embajada, con tan poca convicción.

PARA REFLEXIONAR

Con respecto a los datos verificables, sólo me resta agregar que las cifras de refugiados que di en mi serie de notas proceden de la UN.
La Embajada de Israel se permite, sin embargo, teorizar sobre mi actitud frente al terrorismo y la violencia, que expliqué claramente en mi serie sobre la Revolución Palestina.
Dije allí que apruebo la violencia de los pueblos oprimidos que luchan contra sus opresores. Eso significa que el terrorismo que se inscribe en esa lucha es –más allá del juicio particular sobre cada acción- tan legítimo en el caso de los palestinos como en el caso de la Resistencia francesa. Y que la insurrección de los palestinos frente a los ocupantes de su patria es tan legítima como, por ejemplo, el alzamiento del ghetto de Varsovia contra los nazis.
El testimonio de un escritor religioso judío ayudará a comprender el paralelo:

"En lo que a mi concierne" ha dicho Moshe Menuhin "mi religión es el judaísmo profético y no el judaísmo-napalm. Los nacionalistas ‘judíos’, el nuevo tipo de guerreros ‘judíos’ no son judíos, sino nazis ‘judíos’ que han perdido todo el sentido de la moralidad y la humanidad judías… A pesar de todos los artificios de encubrimiento y la construcción de imágenes ficticias; a pesar de los torrentes de trucos sofisticados, publicidad astuta, retórica polémica, ocultamiento de los hechos, redacción tendenciosa de la historia, el hecho trágico es que los nacionalistas ‘judíos’ se apoderaron por la fuerza de las armas, del terror y de las atrocidades, de los hogares, la tierra y la patria de los campesinos, trabajadores y comerciantes árabes, en la vieja Palestina; construyeron una ‘Patria Judía’ y la expandieron durante los meses anteriores al 14 de mayo de 1948 por medio de masacres, despojos, terrorismo, entre el 10 de abril y el 14 de mayo, expulsando a los árabes de ciudades tan típicamente árabes como Deir Yassin, Jaffa, Acre, Ramleh, Lydda, etc.. Los nacionalistas ‘judíos’ son nazis ‘judíos’ y yo siento vergüenza que me identifiquen con ellos y con sus causas herejes".
Fuente: MNR Quebracho

La Argentina ya no toma mate

Se jugaba mucho al ajedrez –escribió Horacio Quiroga en 1927- y se bromeaba pasablemente. Pero el tema constante, la preocupación y la pasión del país era el cultivo de la yerba mate, al que en mayor o menor escala se hallaban todos ligados.
Cuarenta años después, desde Oberá a San Pedro, o desde Puerto Iguazú a Posadas, era difícil encontrar a alguien que bromeara, pasablemente o no.
-Misiones ha perdido su alegría –explicó sencillamente Osvaldo Rey, el maestro de Mbo-Picuá.
Al borde de caminos y picadas el polvo rojo se acumulaba sobre las hojas verdes de los yerbales que, por primera vez en medio siglo, no veían llegar la muchedumbre de los tareferos. El Paraná transcurría sin barcos y los edificios sombríos de los secaderos estaban desiertos. Sobre los viejos emplazamientos de los jesuitas y los largos pueblos que creó el auge de la inmigración, descendía una calma engañosa.

Misiones en la encrucijada: el consumo disminuye;
la importación crece

"La pasión y la preocupación del país" se había transformado, en 1966, en una amarga conjetura. El imperio de la yerba de cultivo que en cinco décadas se expandió en proporción de 140 a 1, se resquebrajaba por innumerables fisuras.
Para algunos era el fin: un alemán-brasilero de Eldorado macheteaba furiosamente a ras del suelo su yerbal intacto. Para otros, una sorpresa más de este país incomprensible: al japonés Yamato se le caían los brazos, en su chacra de Garhuapé, frente a las plantas que eran suyas y no eran suyas, puesto que el gobierno prohibía cosecharlas. En los juzgados de Posadas se amontonaban los recursos de amparo contra el decreto que en marzo de este año interdijo la zafra.
-Yo me sublevé el 27 de junio, un día antes que los militares- explicó risueñamente el suizo Roth, que en Santo Pipó estaba cosechando contra viento y marea.
Las gremiales de productores echaban la culpa a los gobiernos; dirigentes políticos, a las gremiales; comerciantes, a todo el mundo; tareferos sin trabajo, no sabían a quién echarla.
-Acá no hay reclamos –resumió un oscuro paraguayo contemplando su machete inútil-. Si protesta, le dicen comunista y le sacan a patadas.
Las disquisiciones históricas sobre la yerba no prosperan en Misiones; allí la historia se llama Pilsudski o Benes; apila cadáveres fantasmales en el Marne o en Fort Douaumont; viste de ajadas plumas a la kronprinzess o retrocede llorosa a las calles ensangrentadas de Petesburgo.
Muy pocos entre estos hombres preocupados, perplejos, agobiados, se reconocían protagonistas en una guerra silenciosa iniciada hace tres siglos y medio.

La cosecha clandestina burla al decreto de prohibición de la zafra misionera

Los herederos del mensú
Ahí están, hormigueando entre las plantas verdes, con sus caras oscuras, sus ropas remendadas, sus manos ennegrecidas: la muchedumbre de los tareferos. Hombres, mujeres, chicos, el trabajo no hace distingos.
En un yerbal alto como éste, el jefe de la familia trepa al árbol y con la tijera poda las ramas que su compañero y su prole cortan y quiebran en un movimiento incesante, separando la hoja del palo y amontonándola en las ponchadas –dos bolsas abiertas y unidas- que cuando estén llenas se convertirán en "raídos".


No hay cabezas rubias ni apellidos exóticos entre ellos. El tarefero es siempre criollo, misionero, paraguayo, peón golondrina sin tierra.
Se acercan, nos rodean mansamente, y no tenemos que preguntarles siquiera para que caiga sobre nosotros el aluvión de su protesta:

-Estamos todos abajo –dicen.
-Nuestro jornal no sube.
-El familiar no te pagan.
-Estamos atenidos.
-Apenas se gana para el pan.
-Si uno come medio kilo de carne a la semana, ya es lindo.
-Estamos a mate cocido.
-No tenemos ropa.
-J….s, eso es lo que estamos.

Se quitan la palabra de la boca en su apuro por transmitir esa angustia a alguna parte, a algún mundo desconocido, antes que llegue el patrón, el capataz, el camión que ya viene por la picada cargando los raídos.
Pero todavía hay tiempo para que las caras cobren nombre. Es Oscar Vallejo, descalzo y trepado a un árbol, el que dice:

-Somos tres y no sacamos dos mil kilos por semana.
Diez mil pesos mensuales. Para tres.
Es María Antonia Torales, de 12 años, que debería estar en la escuela, pero no está, y gana 125 pesos diarios.
Es la gorda Ciriaca González:
-Esto no es ganancia. La quebranza es muy fina.
Porque ahora hay que cosechar con el cinco por ciento de palo, en vez del quince..
Es Máxima Vera, una muchacha envejecida de hermosos ojos agatados, que nos muestra las manos casi negras:
-Curte que da gusto, no hay jabón que saque.
Es Fernando Cáceres:
-No somos nada, no tenemos defensa. Aquí no hay sindicato ni leyes ni feriados.
Es Mario Vallejo:
-No sabemos adónde reclamar, si a la policía, a la gendarmería, a quién.
Es Valentín Nuñez que concluye:
-Si protestás, te echan a patadas.
Y ya llega el camión por la picada, el capataz, los cargadores reclamando:
-¡Raído! ¡Arriba, muchachos!
Cuatro pares de brazos levantan al sol, como una ofrenda, la ponchada de yerba, la gran riqueza de Misiones construida sobre un mar de sufrimiento.

Urúes y guainos
En la playa del secadero, los camiones vuelcan su carga verde que los horquilleros embocan en la cinta transportadora. De ahí la hoja sigue a los grandes tubos de la sapecadora, calentados a temperatura constante, de donde sale a los pocos segundos, ya con su perfume característico, tras perder el cuarenta por ciento de agua.
Pero la secanza a fondo, se hace en el barbacuá.
Parados sobre la gran estructura con forma de bote invertido, el urú Marcelino Brites, y su ayudante el guaino Sanabria, parecen demonios semidesnudos, sudorosos y raquíticos, mientras con la horquilla cambian de capa los cinco mil kilos de hoja verde que se acumulan sobre el enrejado de palos de monte.
Un horno subterráneo insufla en el oscuro galpón una corriente continua de aire quemante.
-¿Cuánto dura el turno?
-Veinte horas- dice el urú sin cesar de mover la hoja con un ritmo y un orden que solo él conoce-. Hasta que termine la secanza.

La tortura del barbacuá
La temperatura es tan alta que parece imposible aguantar más de unos minutos. Pero, ¿qué quiere decir alta? Lo sabremos en el "catre" –una especie de barbacuá perfeccionado y plano- de la Industrial Paraguaya. Allí el termómetro colocado junto a las bocas de fuego marca inequívocamente: noventa grados centígrados, que significan setenta grados arriba, donde trabajan los secaderos.
-Es poco –se lamenta Mr. Bramford, y no sabemos si bromea cuando añade: -Lo ideal es ciento veinte grados abajo y cien arriba.
Arriba, la escena parece arrancada de un sueño. Sobre una altiplanicie de hojas que se pierde en largas penumbras, flotan los vahos blanquecinos de la yerba secada, su perfume bruscamente intolerable. Como sombras de otro mundo armadas de horquillas, se mueven media docena de hombres.
Este, que sin duda es el trabajo más insalubre del mundo, es también la cumbre del oficio del peón yerbatero, la suprema ciencia y la suprema recompensa: el urú gana la extraordinaria suma de 67 pesos la hora.
El sesenta por ciento de la yerba de Misiones se seca de este modo. El resto, en instalaciones mecánicas de secanza rápida. Pero todo el mundo sabe que la yerba de catre o de barbacuá tiene otro sabor…

Desocupación y éxodo
Estos hombres son afortunados: tienen trabajo. En "El Porvenir" de los Barthe, cerca de Posadas, quedaban treinta peones, de los cien que trabajaban normalmente en esa época. En la "María Antonia", sobre cien peones estables, trabajan cuarenta. En Puerto Menocchio, cuarenta sobre ochenta. En "Gisela", veintidós sobre ciento veinte.
-Tengo que inventarles trabajo –nos dice el administrador Lutjohan-. Más no puedo mantener.
En San Ignacio, hablamos con el comandante Sergio Fortunato, jefe del escuadrón 11 de Gendarmería Nacional.
-Aquí hay hambre –dice con un rescoldo de indignación en la voz-. Aquí hay miseria, hay desocupación, hay éxodo. Aquí estamos dando diariamente de ocho a diez frazadas, porque la gente pasa frío. Aquí hay familias donde entre seis comen diez mandiocas en todo el día.
En marzo el gobierno radical pretendió demostrar que la prohibición de la zafra no acarreaba desocupación. En Santo Pipó, donde se denunciaban trescientos desocupados, la encuesta gubernamental solo pudo descubrir a dos.
-¡Pero yo le voy a hacer hablar los ranchos mudos! –exclama, justamente en Santo Pipó, este hombre sólido y enérgico, impecable en su traje blanco de médico, enormemente versado en el problema yerbatero, que presidió hasta junio la cámara de diputados de la provincia.
Y el doctor Comolli nos lleva a recorrer las casas vacías de El 26, el "conventillo" desierto de "La invernada", la escuela 140, donde acaban de suprimirse dos grados porque cincuenta alumnos se han ido, los restos de los ranchos derrumbados por los peones paraguayos que vuelven a su país.
¿Qué otra cosa puede hacer esa gente? Voltea el rancho, amontona las tablas en su canoa y se va, con su atadito de ropas, su mujer, sus hijos nacidos en la Argentina, que la Argentina expulsa.
Pero la predicción es segura: el año próximo, cuando se vuelva a cosechar la yerba, faltarán brazos en Misiones.

Un fantasma: el éxodo

¿Hay solución?
Enunciar en pocas líneas una solución para los problemas misioneros, sería insensato. A los males estructurales de la provincia, la falta de caminos, el consumo de energía eléctrica más bajo del país, las cíclicas crisis yerbateras, se suman otras desgracias parciales y acaso inevitables, como la catastrófica caída en el precio internacional del tung.
Pero en torno de la yerba, todos creen que se puede y se debe hacer algo. Y nadie duda de que, en la base misma de lo que se puede y se debe hacer, está la prohibición, absoluta y para siempre de importar yerba por cualquier vía que sea.
No bastará con eso. La capacidad productiva duplicará durante muchos años el consumo del país. Las zafras deberán ser reguladas, el tambaleante Mercado reconstruído. Habrá que extirpar los yerbales improductivos porque su bajo rendimiento influye en la determinación del costo y, por lo tanto, en el precio. Algunos rinden menos de 500 kilos secos por hectáreas, cuando el suizo Alberto Roth obtiene diez veces más inclusive en yerbales viejos, mediante un cultivo ejemplar.

Abrir mercados
Aun, así, será insuficiente. En medio siglo la industria yerbatera no ha invertido un centavo en propaganda eficaz, en investigación. La Comisión de Propaganda de la CRYM es inoperante, con un presupuesto inferior a los cuarenta millones anuales. Para competir con otras infusiones y bebidas, el mate necesitaría un presupuesto publicitario diez veces superior, nada exagerado si se piensa que el mercado de consumo asciende a diez mil millones.
El consumo per capita disminuye año a año; de diez kilos en 1930, a menos de seis en la actualidad. Para muchos, el mate con bombilla está condenado, salvo en las zonas rurales. Hay que buscar nuevas formas de presentar el producto. Es preciso abrir mercados a la exportación.
Nada de esto podrá hacerlo Misiones con sus propias fuerzas. El colono misionero ha demostrado que es buen negocio financiarlo. Esto se ha hecho hasta la explotación. Por una vez, podría hacerse de otro modo.
Si cada uno de esos objetivos se cumple, es posible que el cultivo yerbatero sobreviva. De lo contrario, se habrá perdido definitivamente la guerra iniciada hace tres siglos por los "mamelucos" paulistas contra los viejos pueblos de las Misiones.
Artículo publicado en la revista Panorama, N° 43, Diciembre 1966

Irlandeses detrás de un gato

El chico que más tarde llamaron Gato apareció sin anuncio ni presentaciones contra la pared norte del patio, durante el último recreo anterior a la cena. Nadie sabía desde cuándo estaba acurrucado junto a la ventana de la galería que comunicaba los claustros. En realidad, allí no tenía nada que hacer, porque era a fines de abril y las clases habían estado funcionando un mes entero, devorando la última luz del fastidioso otoño interrumpido por largos y aburridos períodos de lluvia. Estaba oscureciendo y el patio era muy grande, consumía el corazón mismo del enorme edificio erigido en los años diez por piadosas damas irlandesas. La penumbra, pues, y el vasto espacio que ni siquiera ciento treinta pupilos entregados a sus juegos podían empequeñecer, explican que nadie lo viera antes. Eso, y la propia naturaleza oculta del recién venido, que lo impulsaba a permanecer distante y camuflado, con su cara gris y su guardapolvo gris contra el borrón de la pared más alejada del comedor hacia el que, insensiblemente, habían ido deslizándose durante los últimos veinte minutos las bolitas, la arrimadita y la payana.

El chico parecía enfermo, su rostro era como un limón inmaduro espolvoreado de ceniza. Aún no había cumplido doce años, era muy flaco y los primeros que se le acercaron vieron que los ojos le brillaban febrilmente. Tenía una manera de moverse extraña e inhumana, hecha de bruscos arranques y fogonazos de pasión, o lo que fuera, mezclados con el más sutil escurrimiento, alejamiento, de un cuerpo sinuoso y evasivo. Era alto, y sin embargo podía parecer mucho más pequeño gracias a un solo movimiento, en apariencia, de la cintura y de los hombros, como si no tuviera huesos a pesar de su flacura. Todo esto resultaba inquietante y ofensivo.

Este chico al que más tarde llamaron el Gato y que en pocas horas más iba a revelar una porción tan inesperada de su naturaleza gatuna, había viajado la mayor parte del día, y toda la noche anterior, y el día anterior, porque vivía lejos, con una madre que iba envejeciendo, con la que estaban rotos los puentes del cariño y que al traerlo lo paría por segunda vez, cortaba un ombligo incruento y seco como una rama, y se lo sacaba de encima para siempre. Es cierto que en el último minuto, cuando lo dejó en la rectoría con el padre Fagan, consiguió derramar unas lágrimas y besarlo tiernamente, pero el chico no se engañó con eso, porque él mismo lloró un poco y la besó, y sabía perfectamente que tales gestos no importan mucho fuera del momento o el lugar que los provocan o estimulan.

Lo que predominaba en la mente del chico era una perseguidora memoria de caminos embarrados bajo una amarilla luz de miel, de pequeñas casas que se desvanecían y de hileras de árboles que parecían las paredes de ciudades bombardeadas; porque todo eso había pasado continuamente ante sus ojos durante el largo viaje en tren y se había sumergido de tal modo en su espíritu que aún de noche, mientras dormía a los sacudones sobre el banco de madera del vagón de segunda, había soñado con esa combinación simplísima de elementos, ese paupérrimo y monótono paisaje en que sintió disolverse a un mismo tiempo todas sus ideas y sueños de distancia, de cosas raras y desconocidas y gente fascinante. Su desilusión en esto tenía ahora el tamaño de la infatigable llanura, y eso era más de lo que se atrevía a abrazar con el solo pensamiento.

Exigencias más urgentes vinieron luego a rescatarlo. El padre Fagan lo transfirió al padre Gormally, y el padre Gormally lo llevó al borde del patio enmurado, inmerso, hondo como un pozo, rodeado en sus cuatro costados por las inmensas paredes que allá arriba cortaban una chapa metálica de cielo oscureciente -esas paredes terribles, trepadoras y vertiginosas- y le mostró los ciento treinta irlandeses que jugaban, y cuando volvió a mirar las paredes verticales, él que nunca había visto otra cosa que la llanura con sus acurrucadas rancherías, una sensación de total angustia, terror y soledad lo poseyó. Fue sólo una erupción de puro sentimiento, que le puso de punta cada pelo de la piel; algo parecido a lo que siente la piel de un caballo cuando huele un tigre en el horizonte. Tal vez comprendió que estaba a punto de conocer a la gente de su raza, a la que su padre no pertenecía, y de la que su madre no era más que una hebra descartada. Les temía intensamente, como se temía a sí mismo, a esas partes ocultas de su ser que hasta entonces sólo se manifestaban en formas fugitivas, como sus sueños o sus insólitos ataques de cólera, o el peculiar fraseo con que a veces decía cosas al parecer comunes, pero que tanto perturbaban a su madre.

A primera vista, sin embargo, parecían completamente inofensivos esos chicos campesinos, pecosos, pelirrojos, de uñas y dientes sucios, bolsillos abultados de bolitas, medias marrones colgando flojamente bajo las rodillas, con sus amarillos botines Patria de punteras gastadas por la costumbre de patear piedras, latas y pelotas de fútbol, plantas, raíces de árboles y hasta sus propias sombras; piernas fuertes y macizas bien calzadas en esos pesados botines trituradores, cazadores, que uno (él) veía instintivamente apuntados a sus tobillos, o a la parte blanda de la rodilla, donde el agua se junta y se hincha durante semanas.

Lo cierto es que ahí estaba ahora, el Gato acorralado, contra una ventana, y por supuesto lo primero que dijo Mulligan, que parecían mandar el grupo, cuando lo vio allí acurrucado, como listo para saltar, y no queriendo saltar sin embargo, no queriendo pelear, ni siquiera hablar, lo primero que se dijo, tal vez en su idioma, tal vez en el idioma de su madre que él oscuramente comprendía, dijo Mulligan:

-Hé, parece un gato,

y cuando hubo obtenido la razonable cuota de reconocimiento y de risa, y el sobrenombre quedó pegado para siempre al chico que desde entonces llamaron el Gato, inciso en su corazón o en lo que fuera más receptivo al castigo y a la burla, en cualquier cosa que se abriera como un tajo para recibir el cuchillo (porque la herida está allí antes que el cuchillo esté allí, la parte blanda antes que la parte dura, la carne antes que la hoja), cuando estuvo así marcado y al fin sabiendo lo que era, alguien, que podía ser Carmody, Delaney o Murtagh, dijo:

-Cómo te llamas, pibe, planteando el terreno, firme para ellos y para él desconocido, porque pudo sospechar que una pregunta tan sencilla tenía un sentido oculto, y por lo tanto no era en absoluto una pregunta sencilla, sino una pregunta muy vital que lo cuestionaba entero y que debía meditar antes de responder, antes de seguir, como siguió, un curso oblicuo y propiciatorio, antes de decir

-O'Hara -como dijo.

Pero el nombre ofrecido no quiso hundirse, simplemente flotó como una manzana descartada o una papa podrida flotan en el río. Se lo tiraron de vuelta, chorreando desprecio y exasperación:

-Ese no. Tu verdadero nombre, como si fuera transparente para ellos. Entonces dijo:

-Bugnicourt,

que era, ése sí, el nombre de su padre, al que nunca amó ni siquiera conoció bien, un hombre perdido para siempre en las arenas movedizas del agrio recuerdo y la invectiva, su memoria pisoteada por los hombres que siguieron, un fantasma apenado que tal vez espiaba a través de los agujeros de la ácida memoria a la mujer que fue su esposa y después, sin explicación, se volvió la puta del pueblo, pero una puta piadosa, una verdadera puta católica que llevaba al cuello una cadena de oro con una medalla de la Virgen María.

-¿Qué clase de nombre es ése? ¿Sos polaco? -y en seguida, con sombría sospecha-: ¿Judío?

-No -gritó-. No soy judío -profundamente lastimado, sintiendo por primera vez ese impulso de arañar a ciegas cuyo síntoma fue que flexionó suavemente los dedos, como si los guardara y replegara hasta sentir el filo de las uñas en las palmas.

-¿O'Hara es tu madre? -preguntaron.

-Sí.

-¿De dónde es?

-De Cork. Cork en Irlanda.

-Corcho -tradujo Mullahy, que sabía geografía-. Un corcho en el culo -mientras el Gato se movía inquieto en la penumbra, y luego, con repentina decisión, se anotaba el primer punto, su primera movida exitosa frente a la batalla inminente y la pregunta inevitable.

-Mi madre es una puta -dijo sin afectación y así los demoró un instante, horrorizados, incrédulos o secretamente envidiosos de la audacia que permitía decir una cosa como ésa, capaz de hacer temblar el cielo donde planeaban con sus grandes alas membranosas las madres invulnerables y de precipitarlas en un monstruoso cataclismo.

-Oyeron eso -murmuró Kiernan, indagando en la general consternación, en el silencio, en la distancia abierta que ahora sólo podía franquear un jefe.

-Bueno, Gato -dijo Mulligan-. Bueno, Gato -dijo-. Eso me gusta. Sos el polaco, el franchute o el judío más cojonudo que conozco. Lo único que tenés que hacer ahora es pelear con uno de nosotros, después te dejaremos estar y hasta nos olvidaremos de tu vieja, aunque sea una yegua que coge.

-No quiero pelear -repuso el Gato-. Estoy cansado.

-No tenes que pelear conmigo, Gato, yo podría hacerte tiras con una mano atada. Vas a pelear con Rositer, que no tiene más que un buen juego de piernas, pero no pega con la zurda, y al fin y al cabo es un pajero.

-Déjenme solo -dijo el Gato-. No quiero pelear con nadie.

-Pero si te pegamos, Gato -dijo Mulligan-. Si yo te pego. No vas a hacer un papelón, y además tenemos que saber en qué lugar del ranking te ponemos, o vos te crees que esto es un quilombo.

-No sé -dijo el Gato, y de pronto le vieron en la cara una sonrisa extraña, soñadora y cenicienta-. ¿No podríamos dejarlo para mañana? -tomándolos nuevamente de sorpresa.

Parecieron deliberar, sin decir nada, las preguntas y las respuestas iban y venían en el parpadear de un ojo, el tic de una mejilla, una larga y acalorada discusión sin palabras, hasta que nació un consenso, no el resultado de una votación democrática, sino del peso y la autoridad que fluían por sus canales naturales, hasta que los últimos remolinos de disentimiento se desvanecieron y el lago de la conformidad mostró su cara inocente y pacífica.

-Está bien -dijo Carmody, porque esta vez fue él quien, frente a la pesada inmediatez de Mulligan, inclinó la balanza-. Está bien -desconcertado, sin saber por qué condescendía, si no era por el aguijón de lo nuevo e inesperado y en consecuencia teñido, aún en perspectiva, con algo de lo diabólico. Ahora, de todos modos, era el custodio de la voluntad general y se proponía hacerla cumplir.

Pero otros, por disciplinados que estuvieran en la aceptación de esa voluntad general se alarmaron. Sólo alguien que fuese absolutamente extraño a ellos, más, alguien que en verdad participara de la condición de un Gato, podía postergar una de piñas. Por lo tanto, pensaron, esto ya no era un juego, si es que alguna vez lo había sido.

Y así ocurrió que Carmody, después de imponer su punto de vista, quedó malparado, resbalando sobre un ilusorio punto de equilibrio, sintiéndose abandonado e incapaz de evitar nada de lo que pudiera seguir. Porque tal es la naturaleza de las inciertas victorias que se ganan sobre oscuros pálpitos del corazón.

Mulligan sintió volver la marea, esa honda corriente que hace el prestigio.

-Eh, Gato -dijo-. Eh, ¿cómo es que llegas tan tarde al colegio?

El Gato lo miró de frente y algo parecido a una partícula de ceniza, un diminuto destello, pareció moverse en cada uno de sus ojos.

-Estaba enfermo -respondió,

y ahora retrocedieron, como si temieran tocarlo. El Gato lo sintió, una fugitiva sonrisa volvió a jugar en su cara flaca y hambrienta; con asombrosa previsión se lanzó sobre ese fragmento de la suerte, lo arrebató, lo manejó como una pelota atada a una gomita.

-Tiña -dijo, y sacudió la cabeza, y les mostró-. El que me toca se jode -tocándose, en honda burla y parodia de sí mismo.

De nuevo retrocedieron, sin dejar de mirar, y a la luz del crepúsculo creyeron ver en la cabeza del Gato manchas amarillas y grises, y más tarde Collins aseguró que eran como algodón sucio o flores de cardo. Todo el mundo comprendió entonces que la cosa sería más difícil de lo que pensaban, porque el corazón humano se resiste a golpear llagas infestadas o males escondidos, y la índole del obstáculo que ahora los frenaba era, más o menos, del mismo orden que impide o impedía en viejos tiempos levíticos que un hombre toque a su mujer en ciertos días.

Con la cabeza agachada el Gato subrayaba su ventaja y se reía por dentro, observándolos desapasionadamente desde sus ojos curvados hacia arriba, eligiendo a éste o aquél para los futuros días de la retribución y del placer gatunos, porque no menospreciaba la caza ni ignoraba las mudanzas del tiempo.

Los puños se abrieron, ola tras ola de placer desaparecido, de legítima excitación robada escalaron como nubecitas de humo las vertiginosas paredes. En mitad de ese asombro sonó la campana llamando a cenar. Formaron sin ganas contra la pared del comedor, bajo los ojos saltones e inyectados del celador de turno que -certeros para atrapar el motivo central de cualquier desgracia- llamaban la Morsa, por esos dos incisivos que, como largas tizas, quedaban siempre a la vista, aun cuando cerrara la boca. Sin que nadie se lo indicara, el Gato encontró su lugar en la fila, y ese lugar que encontró sin previo ensayo le cuadraba perfectamente de modo que ahora quedaba inadvertido entre Allen y O'Higgins, aunque la fila entera sentía su presencia impune como un ultraje.

Después del rezo, el Gato comió despacio. Bajo la lámpara de pantalla verde, entre los azulejos y sobre las mesas de mármol, en esa enfermiza y espectral blancura que daba al comedor el aire de una sala de hospital, su aspecto no mejoró. Parecía más enfermo, ladino y gris, incómodo para mirar, irradiando esa escandalosa certeza de que uno no podía ser él, bajo ninguna circunstancia y mediante ningún esfuerzo de la imaginación, mientras que podía ser Dashwood, o Murtagh, o Kelly, casi sin desearlo, como en efecto ocurría a veces. Su ajenidad era abominable, y los seis chicos sentados con él en la última mesa, que eligió con la misma precisión con que había tomado su lugar en la fila, apenas se decidían a comer. El guardapolvo nuevo del Gato brillaba con un lustre metálico y verdoso, usaba corbata negra y el cuello de su camisa estaba arrugado. Pero lo que más impresionó a los que realmente se atrevieron a inspeccionarlo fue el largo, largo cuello, y la forma en que se arrugaba cuando ladeaba de golpe la cabeza, y el espectro, el fantasma, la adivinada y odiosa sombra de un bigote gris. Era feo el Gato.

Luego los platos y las fuentes quedaron vacíos, y todos los ojos vacíos miraron al frente, y a una sola señal de la Morsa, la conversación murió. Exteriormente, nada había ocurrido. Sin embargo, en el alma misma del rebaño acababa de producirse un cambio. Silenciosamente, entre el primero y el séptimo y el último bocado de la sémola friolenta, blancuzca, apelmazada que noche a noche mantenía al pueblo con vida, sus líderes fueron derrocados, mediante un proceso desconocido inclusive para ellos. Mulligan y Carmody lo supieron, aunque nadie dijo una palabra. Habían fallado ante su gente, y otros desconocidos aún, ocupaban sus lugares. Así debía ser. El pueblo no quedaba ligado por la palabra dada en un momento de debilidad por un sentimental fracasado como Carmody.

¿Lo adivinó el Gato? Apenas tragó la última cucharada, sus pies comenzaron a moverse sin ruido, pedaleando sobre el piso en un estacionario corre-corre-corre, como un ciclista que se entrena o un boxeador haciendo sombra contra el cercano futuro que se agranda, zambulléndose en la corriente de los hechos, siendo arrastrado cada vez más lejos por su propia ansiedad, corriendo en una amortiguada pesadilla.

La Morsa lo sintió también mientras rondaba el callado comedor, poniéndose cada vez más colorado, sintiendo la necesidad de decir algo, oliendo oscuramente el aire asesino, enfureciéndose, hasta que al fin se paró frente a todos y barbotó:

-¡Pórtense bien, ustedes! ¡O les rompo el alma a patadas!

Y de este modo se expuso a un silencio ridículo.

Salieron al patio y la noche y volvieron a ponerse en fila. Había en el aire un mensaje de los campos tras las altas paredes, un aroma dulzón que el Gato sintió, y entonces miró al cielo que en ese preciso momento, siete de la noche, fines de abril de 1939, ostentaba una Cruz majestuosa y una proliferante Argonave.

Pero el suelo era de piedra, grandes lajas de pizarras grises o celestes, pulidas por el tropel de las generaciones hasta un hermoso acabado de finas vetas, extendiéndose lejos hacia las gráciles arcadas de los claustros que brillaban casi blancos contra el mar de sombra que empezaba detrás. En algún momento del día había llovido, quedaban charquitos de agua en las hondonadas de la piedra, y el Gato los cotejó contra las suelas de sus botines nuevos, mientras algo todavía refrenaba a la Morsa, que no daba la orden de romper filas, y por un momento pareció que volvería a hablar, pero al fin se encogió de hombros, dio la orden y el Gato saltó.

Saltó, otros dicen que voló por encima de sus cabezas, elevándose tal vez dos yardas, y la fuerza de su quemante impulso lo llevó hacia adelante como en un sueño, planeando, cinco, diez yardas, navegando sobre su flotante guardapolvos hasta que al fin tocó la piedra y las punteras de fierro de sus botines arrancaron de la dormida piedra un chaparrón de chispas, un doble chorro de fuego, signo por el cual fue reconocido más de una vez en esa larga noche, cuando ya parecía haber desaparecido para siempre. ¡Fogoso Gato! ¡Tu terrible desafío aún vibra en mi memoria, porque yo era uno de ellos!

¡Pero qué fue más admirable, ese espantoso salto, o la serena determinación con que Irlanda mandó al frente a sus guerreros! Fácilmente se desplegaron, casi a paso de marcha, Dolan en una punta, Geraghty en el centro, el pequeño pero ingenioso Murtagh a retaguardia, y este único y sencillo movimiento bloqueó todas las posibles retiradas y siguió invisible hacia adelante, entre la renovada prestidigitación del dinenti y el candor del hoyo-zapatero y las conversaciones que disimulaban todo, de suerte que ni siquiera los ojos adiestrados de la Morsa (siempre al acecho de algo que mereciera castigo excepcional) vieron otra cosa que ese enloquecido chico nuevo, el Gato, que como un rayo pasaba en diagonal hacia el claustro de la derecha.

En algún lugar del patio se oyó el sonido de la armónica, que Ryan tocaba en un agudo bailarín y gozoso, como un pífano guerrero, alentando la fiebre del combate. A la izquierda Murtagh corrió un poco, apenas lo bastante para taponar la galería entre los claustros, y llegó a tiempo para ver la sombra del Gato, a sesenta yardas de distancia en el extremo opuesto.

El Gato probó allí la primera cucharada de un amargo dilema. A su derecha estaba la puerta abierta de la capilla, exhalando un enfermizo olor a cedro, cirios y flores marchitas. Se asomó y vio a un cura muy viejo arrodillado ante el altar, murmurando una oración o, tal vez, durmiendo en voz alta, con los ojos cerrados. A su izquierda el largo corredor, con una puerta de vidrio que daba a la rectoría y la agazapada sombra de Murtagh en contraluz. Y al frente, una escalera que se internaba en la oscuridad. Subió ciegamente.

Murtagh abrió una ventana de la galería y con el pulgar hacia arriba hizo una seña a Geraghty, que aguardaba sin prisa en el centro del patio. Geraghty, a través de anónimos mensajeros, comunicó la novedad a Dolan, que se había quedado muy atrás, a la derecha del largo semicírculo de cazadores, y sobre quien había descendido silenciosamente el águila del mando. Dolan reflexionó y dio sus órdenes. Mandó a Winscabbage, que era estúpido pero de anchas espaldas, a retener la encrucijada que tanto había desconcertado al Gato e impedir a toda costa su regreso. Después transmitió a Murtagh la señal de tomar sus propias disposiciones, y Murtagh llamó al pequeño Dashwood y le ordenó que se quedara allí y gritara si venía el Gato, porque el pequeño Dashwood no podía pelear a nadie, pero era capaz de exorcizarse los propios demonios del aullido. Hecho esto, la línea entera se replegó, mientras los jefes se reunían para deliberar y escuchar el consejo de Pata Santa.

Pata Santa Walker tenia una pierna más corta que la otra, terminada en un botín monstruosamente alto, rígido, inanimado como un tronco muerto que arrastraba al caminar, y una noble cara afilada y olivácea de ojos visionarios. No era un líder y nunca podría serlo, aunque aseguraba descender de reyes y no de pobres chacareros de Suipacha, pero la intensidad y concentración de sus ideas lo sustraían al círculo de la piedad en que otros simples desgraciados -un epiléptico y un albino, dos rengos más y un tartamudo- chapoteaban.

A Pata Santa le sobraba tiempo para pensar mientras los demás jugaban al fútbol o al hurling, y los líderes tenían que escucharlo.

-Subirá al dormitorio -vaticinó como si realmente estuviera viendo al Gato-, y después irá hacia atrás.

-¿Y después?

-Puede aparecer a nuestra espalda. Si lo dejamos bajar, lo perdemos. Se convierte en uno de nosotros.

-Hay que mantenerlo arriba -concordó Murtagh.

Dolan mandó a Scally y Lynch a cubrir las otras dos salidas del patio.

El Gato estaba ahora en una trampa. Cuatro lados, cuatro ángulos, cuatro escaleras, cuatro salidas, todas custodiadas. Moviéndose cautelosamente en la oscuridad, encontró un descanso y una puertita de madera que daba al coro. Se asomó y vio una vez más el altar, el cura inmóvil, el Cristo sangrante y repulsivo y el par de arcángeles de plumas azules sosteniendo candelabros eléctricos. En el coro había un órgano empinando la silueta en la penumbra y rosetas de vidrio que daban a alguna parte de la noche y del cielo. Pero algo ajeno a él mantenía al Gato en movimiento; retrocedió, siguió subiendo y volvió a encontrarse en los ángulos rectos de la decisión. A su izquierda había una larga serie de puertas que se abrían sobre un pasillo; a su derecha, un dormitorio con dos hileras de camas blancas. Se acurrucó, reflexionó, después, caminó sigilosamente por el desierto dormitorio, la interminable perspectiva de camas. No había luz, salvo dos bombitas de veinticinco vatios, separadas por cincuenta pasos, como dos grandes gotas traslúcidas de sangre. El Gato se asomó a una ventana, vio un parque con luz de estrellas, oscuros pinos y araucarias, el portón de entrada por donde había venido con su madre y, más lejos, el blanco camino pavimentado y la señal del ferrocarril que cambiaba de rojo a verde. Así que ése es el sur, pensó, pero no exactamente el sur. Bajó la vista al camino de guijarros; la distancia era siete u ocho veces la altura de su cuerpo, y de todas maneras él no quería volver al sur. Ahora trató de recordar el aspecto que tenía el edificio cuando lo vio por primera vez esa tarde, pero no pudo, y maldijo la estéril emoción que bloqueaba ese recuerdo. Su madre iba de regreso al pueblo en un tren lejano.

En el patio la Morsa se paseaba frenéticamente, persiguiendo la persecución, exigiendo una parte en la invisible ceremonia, pero cada movimiento sospechoso resultaba pertenecer a un juego inofensivo que, cuando se paraba a preguntar, se le aferraba en forma de otras preguntas inocentes, dirigidas en debida y respetuosa forma a un superior y adulto, robándole tiempo y atención, embotando su iniciativa y de ese modo impidiéndole ubicar la zona donde verdaderamente transcurría el mal. En eso también la comunidad era astuta, su población civil distraía al enemigo o al intruso. Y así la Morsa no descubrió nada y supo que no iba a descubrir nada a menos que mentalmente pudiera identificar al jefe, pero apenas pensó en Carmody lo vio a cuatro pasos de distancia, cambiando el Pez Torpedo por Bernabé Ferreyra, y en seguida vio a Mulligan junto a la pared midiendo con la palma chata sobre el suelo las chapitas de la arrimada. Así que maldijo en voz baja, sabiendo que debía esperar casi una hora antes de tocar la campana para el rosario, y volvió a maldecir contra la luz fangosa del patio e incluso contra esas viejas piadosas y amarretas de la caritativa Sociedad de San José. Fue entonces cuando en el centro del patio estalló una falsa gresca, y al amparo de esa conmoción Dolan y sus secuaces de derramaron por la escalera posterior de la derecha, mientras Murtagh y los suyos iban por la izquierda seguidos por la armónica que alternaba el fino sentimiento de Mother Machree con el denuedo de Wear on the Green.

Arriba el Gato siguió avanzando hasta encontrarse nuevamente en un ángulo recto, en un rellano, mirando hacia abajo, a la sombra, y queriendo tomar una decisión. Bruscamente resolvió probar las defensas allí y bajó como una catarata.

Desde el centro del patio, donde la ilusoria pelea se desvanecía rápidamente en presencia de la Morsa, la escena se vio así: primero hubo un grito penetrante, luego un breve choque, y en seguida el pequeño Dashwood salió despedido, pateando y gimiendo como un cachorro loco. En el acto se formó a su alrededor un círculo, y entonces todos observaron la marca del Gato: una serie de profundos rasguños, paralelos y sangrientos, en su mejilla derecha. McClusky y Daly ocuparon silenciosamente su lugar, mientras otros lo llevaban al surtidor para lavarle la cara y oírle decir:

-¡Le pegué! ¡Le pegué! ¿No me quieren creer?

Se corrió la voz: el Gato había golpeado. Ahora las caras estaban sombrías, pero nadie perdió su valor.

Tras enfrentar y aporrear a Dashwood, el Gato desanduvo su camino. La pelea estaba ahora dentro de él, se derramaba por su sangre en una incesante, incontenible filtración. Sentía su propio olor, acre, humeante, inhumano, como el que deja un rayo al golpear la tierra, y un deseo casi intolerable de matar y huir, de hacer frente y volver a golpear y huir nuevamente, que le inundaba el cerebro y lo dejaba a merced de oscuras corrientes que fluían insensatas por su cuerpo. Se sentía transportado y repelido, se agazapaba y se zambullía y se ocultaba y volvía a cargar sin un momento de reflexión, nadando en esa poderosa corriente de miedo y de odio mientras dejaba atrás otro pasillo y otra hilera de puertas que probó y encontró cerradas con llave menos una, fileteada de luz, que filtraba una música lánguida y envolvente, y que no quiso probar. Escuchó allá delante un tropel de pasos, se apelotonó y rodó al interior de un baño, el hedor de una letrina, y oyó pasar voces amortiguadas y llenas de excitación, "Por aquí, tiene que haber venido por aquí". El Gato adivinó que enseguida volverían, las aletas de la nariz empezaron a temblarle, llegó a pensar Aquí no, y salió antes que la red terminara de cerrarse.

Lo vieron, giraron sin prisa, como si estuvieran seguros de que ahora no podría escapar. Ese pausado movimiento asustó más al Gato que una arremetida, y aun antes de volver a saltar comprendió por qué: habían dejado un retén en el descanso. Eran dos y lo esperaban, sólidos, inconmovibles, sin miedo, con las piernas bien separadas, los puños enarbolados. "Venga, gatito" dijo uno. "Vamos, minino, ahora tiene que pelear." Vio la brecha entre ambos y se zambulló, y ese movimiento tan simple volvió a tomarlos desprevenidos porque eran peleadores a golpe de puño que no concebían otro tipo de lucha.

El Gato cayó sobre el codo derecho y el hueso propagó por todo su cuerpo un instantáneo ramaje de dolor. Sus perseguidores se habían precipitado sobre sus piernas y no sólo lo golpeaban a él sino que se daban entre ellos. Ahora el Gato estaba parado, arrastrando a uno que se aferraba a su guardapolvo, y los demás venían a toda carrera. El Gato hizo un solo movimiento con la cabeza, una breve media vuelta, y el hueso de la frente chocó en carne blanda, que podía ser una mejilla o un ojo. El otro chico no gritó ni soltó el guardapolvo hasta que se desgarró, y ese gran pedazo de tela gris fue Llamado la Cola del Gato y llevado en triunfo desde entonces como un trofeo, un estandarte, un anuncio de la próxima victoria.

Pero el Gato estaba libre y corría hacia una puerta, y detrás de la puerta otra larga sala penumbrosa con dos hileras de camas, y mientras corría, de una cama tras otra se alzaban espectrales sombras que se sentaban y lo miraban con ojos huecos como los muertos saliendo de sus tumbas, y fue entonces cuando sus ferrados botines volvieron a arrancar de los mosaicos de la enfermería un doble surtidor de chispas y por primera vez imaginó que eso no estaba ocurriendo, pero no se paró, una nueva inyección de pánico se resolvió en otro gigantesco salto y de ese modo había llegado a la cuarta esquina en lo alto del mundo.

En el patio la Morsa se había apoderado de Dashwood y lo sacudía sin conseguir que hablara o por lo menos que dejara de balbucir una absurda invención de haberse golpeado contra una pared. Lo dejó parado en el centro del patio y por un momento pensó en llamar en su ayuda a Dillon que estaría en su pieza leyendo novelas policiales o escuchando valses en su viejo fonógrafo, pero no lo llamó. Puedo arreglarme, pensó. Y luego: Yo les voy a enseñar, poniéndose al acecho en uno de los claustros hasta que vio una sombra que cruzaba silenciosamente la arcada, diez pasos más lejos. Corrió tras ella, atrapó a Murphy por el cuello y lo abofeteó en la oscuridad. Murphy chilló y la Morsa volvió a abofetearlo.

-¿Así que se divierten, eh? ¿Dónde están todos?

-¿Quiénes? -gimió Murphy-. ¿Quiénes?

-No te hagas el imbécil. Los que persiguen al nuevo.

-No sé nada -dijo Murphy-. Tengo que vestirme para la bendición.

-Ah, sí -dijo la Morsa dándole un coscorrón en la cabeza.

-¡El padre Keven me espera! -chilló Murphy.

-Ah, sí -dijo la Morsa, y entonces otra voz a su lado dijo-: Ah, sí -y vio la mandíbula de fierro y los ojos helados del padre Keven que con la estola en la mano lo miraba desde la puerta de la sacristía-. Véame mañana, en la rectoría -mientras acariciaba suavemente a su lastimado monaguillo.

Dolan y su estado mayor aguardaban en el cuarto descanso. Oyeron el tumulto en la enfermería y de golpe el Gato apareció cruzando la puerta, se paró y se quedó mirándolos.

-Hola -dijo Dolan, que no era alto, pero sí era fuerte y tenía ojos pardos en una cara cuadrada y maciza como la de un bulldog, con un mechón de pelo amarillo, caído sobre la frente, que se sacudía cada vez que hablaba-. Hola -dijo.

-Me doy por vencido -jadeó el Gato.

Al oírlo todos se echaron a reír.

-Peleo con el que quieran -dijo.

-No habrá pelea -dijo Dolan-. Te dimos una chance y no quisiste. ¿Sabes lo que habrá? Te desnudaremos hasta el hueso.

-Uno de ustedes tiene que pegar primero -propuso el Gato-. Déjenme pelear con ése.

-¿Para qué?

-Para que vean que no le tengo miedo a ninguno.

Volvieron a reírse y sin embargo un cuña había penetrado en ese sólido frente, el desafío colgaba como un trapo rojo y el grupo empezó a disolverse en individuos y a deliberar en silencio como antes, mientras el Gato se movía sin moverse, se deslizaba casi imperceptible y resbaloso y gris hacia una puerta oscura, lenta pero rápidamente mejorando su posición, sintiendo contra la espalda la dura pared que le daba una nueva seguridad, la promesa de un redoblado brinco, pero sin quitar los ojos de Dolan, que ahora vaciló un instante, y eso bastó para que alguien saltara al frente diciendo:

-Déjenme, y antes que Dolan pudiera oponerse hubo una gran ovación que sólo fue quebrada por el Gato mismo, alzando una mano y ordenando casi a los demás que retrocedieran, cosa que hicieron casi con pesar sintiendo una absurda salpicadura de autoridad que de pronto emanaba del Gato quien al fin se había colocado en guardia, lúgubre y sereno y plantado con justeza, y entonces todos vieron el buen estilo y el perfil medido, el puño izquierdo alargado casi con despreocupación, el dorso del derecho levemente apoyado en la base de la nariz bajo los ojos deslumbradoramente vivos, el Gato que empezaba a girar en círculo alrededor y alrededor de Sullivan, hasta que su espalda estuvo contra el oscuro hueco de la puerta, y entonces simplemente caminó hacia atrás y se fue, jugándoles la última pero más fantástica broma de esa noche.

Aquel refugio final era el lavadero, una gran habitación cuadrada y sofocante con una sola puerta y una ventana en la que se recortaban sombrías arboledas. En el centro se erguía una enorme máquina de lavar cuyos cilindros de cobre brillaban suavemente en la luz almacenada y reflejada por montañas de sábanas que se alzaban desde el piso hasta el techo exhalando un ácido olor a sueño, transpiración y solitarias prácticas nocturnas. El Gato tropezó, cayó, se hizo una pelota y salió convertido en fantasma hacia la ventana, guiando la caliente ola de persecución que de pronto inundó la estancia con un sordo reverbero de pasos y de gritos. Casi en un solo movimiento abrió la falleba y trepó al antepecho. Una mano lo sujetó, pero ya saltaba hacia la vertiginosa oscuridad.

Diez minutos antes de lo establecido la Morsa tocó la campana llamando a bendición y empezó a meter a todo el colegio en la capilla, casi por la fuerza, yendo y viniendo con prisa frenética a lo largo de la fila, gruñendo y matoneando, "Vamos, vamos, pronto", sin detenerse a contarlos, "Pronto, no se queden dormidos", mientras rezagados y desertores de la cacería volvían trotando y se incorporaban sin ser interrogados, porque mañana habría tiempo para eso, para la distribución de culpas y castigos que esta vez, se prometió apretando los dientes, haría temblar a las piedras, "Pronto, dije", dando un coscorrón al último y allá adelante Murphy prendía las velas del altar mientras el padre Keven salía en oro y esplendor mirando desconfiado hacia la puerta y Dillon bajaba la escalera ajustándose la corbata para recibir su turno con la cara llena de sueño y de estupor.

-Después te explico -le dijo-, y empezó a subir por el camino del Gato.

Debajo de la ventana del lavadero había una leñera con techo de chapas que resonó como un cañonazo bajo el impacto del Gato, poblando el aire nocturno de chillidos de pájaros y remotos ladridos de perros. Mientras se incorporaba sintió que se había recalcado el tobillo y recordó la mano que lo había sujetado desviándolo de su línea de equilibrio. Resbaló cautelosamente por la pared del cobertizo, vio las caras blancas de sus perseguidores allá arriba en la ventana y mientras rengueaba hacia un alto cerco de alambre oyó la campana en la capilla que llamaba a bendición, como la serena voz de Dios o como esas otras voces dulces que a veces se oyen en sueños, incluso en los sueños de un Gato.

En el oscuro centro del patio, el pequeño Dashwood estaba olvidado. Sabía que la caza continuaba porque no había visto regresar a los líderes.

Pe un momento deseó correr a la capilla, arrodillarse y rezar con los demás, unir su voz al coro rítmico y cálido que en elogio de la Santa Virgen María brotaba ahora de la puerta en ondas mansas y apaciguadoras. Pero nadie lo había relevado de su deber. Además, estaba herido en combate y quería saber cómo terminaba. Acalló sus temores y empezó a deambular por el vasto edificio, buscando una señal o un ruido.

Desde el lavadero, Dolan vio al Gato que se alejaba en la sombra. A su espalda se ataban sábanas para formar una larga cuerda, mientras Murtagh y otros bajaban corriendo la escalera y saldrían por los fondos en, quizás, treinta segundos. La lucha no había concluido.

Amargado, sombrío, sentado en una pila de sábanas, Walker callaba y despreciaba. De puro pálpito, gracias a una imaginación infatigable y certera, había conseguido estar en el lugar de la batalla en el momento justo, para que ese montón de imbéciles la dejara evaporarse. No podía correr, como había hecho Murtagh, no podía volar, como en ese mismo instante estaba haciendo Dolan, sólo podía pensar. Tardaría más de cinco minutos en bajar la escalera y salir por el fondo. Su rostro se desfiguraba en una mueca de tormento espiritual al ver cómo los dioses se perfilaban nuevamente contra él.

El Gato no trató de saltar el cerco. Una sola mirada, dada por el tobillo lastimado, el dolor incluido en el circuito de visión, le demostró que era inútil. Además, detrás del cerco estaban el mundo y su casa, adonde no quería volver. Prefería jugar su chance aquí. Se tendió tras una pila de cajones, apoyando la cara en el pasto dulce y frío, y a través de los resquicios de la pila vio los guerreros que se derramaban por el campo, desde el frente y desde el fondo, y luego a Dolan que bajaba flotando como una enorme araña nocturna en su plateado hilo de sábanas. De los vitrales de la capilla venía un manso arroyo de palabras extrañas, destinadas quizás a condoler y aplacar

-Turris ebúrnea

Pray for us!

pero el Gato no se sintió condolido ni aplacado.

El pequeño Dashwood había encontrado su camino hacia la puerta del frente y salió al penumbroso parque de pinos y araucarias. Ahora temblaba un poco porque estaba completamente solo en un mundo exterior cuyas reglas ignoraba. Nunca se había atrevido a ir tan lejos. De golpe lo asaltó una aguda nostalgia de su madre. No se oía otro ruido que el sordo retemblor de un camión en la ruta o el chistido más agudo de las gomas de un auto, hasta que repentinamente todas las ranas se pusieron a cantar. Dobló hacia la izquierda, canturreando él también, en voz muy baja, para no tener miedo.

Los cazadores se habían desplegado en un amplio semicírculo cuyos extremos se apoyaban en el cerco. Dolan les ordenó algo mientras examinaba el terreno. Vio a la izquierda un gran tanque de agua sobre pilotes de cemento; chorreando sonoramente su exceso en una charca; en el centro, oscuros matorrales; a la derecha, una pila de cajones. En algún lugar de ese semicírculo de ochenta yardas de diámetro debía esconderse el Gato, pero no tenían que apretujarse alrededor sino formar una barrera en terreno despejado hasta encontrar un método que lo sacara de su escondite. Se sentó en el pasto y encendió un cigarrillo mientras pensaba.

En la capilla el padre Keven mostraba la custodia a un soñoliento auditorio. Era un hombre áspero, con una úlcera que lo roía especialmente durante los oficios divinos, lo que sin duda era debido al enfermizo olor del incienso. El celador Dillon miró su reloj y se ubicó junto a la entrada.

La Morsa recorría a la inversa la ruta de la caza. En el descanso del lavadero pasó junto a una sombra acurrucada en la oscuridad, sin verla. Era Walker que había agotado la tortura de la cavilación y se sentía nuevamente guiado por una furiosa certeza que en seguida volvió a ponerlo en movimiento, arrastrando escaleras abajo su pata inútil y pesada como una culpa, tomándose de la baranda y dejándose caer escalón por escalón.

Cuando la Morsa entró en la enfermería, los enfermos se alzaron unánimes en una ola llena de índices y exclamaciones que por supuesto lo mandaron en la dirección equivocada, y cuando lo vieron irse se arracimaron nuevamente junto a una ventana lateral que les permitía observar algo de lo que ocurría abajo. La Morsa bajó por la otra punta del edificio, salió al campo, ambuló, perdido, rumbo a la desierta cancha de paleta.

El Gato vio apagarse las luces de la capilla, después del destello de agonía de los cirios del altar, sintió un flujo de movimiento hacia arriba, una tibia corriente de vida que ascendía rumbo al sueño por sus cauces prefijados, dejándolo solo, él y sus enemigos, ese oscuro círculo señalado de tanto en tanto por la brasa de un cigarrillo. Una raya instantánea de luz recorrió las ventanas superiores del dormitorio. Entonces Dolan dio una orden y una rala hilera de exploradores comenzó a converger sobre el escondite del Gato, mientras los demás se aguantaban en campo descubierto.

El Gato miró hacia el este, vio un manchón de luz cenicienta entre las ramas bajas de los árboles. Estaba saliendo la luna. Su mano apretaba una piedra del tamaño de una manzana mientras el terror volvía a cabalgarle en la sangre.

En el parque, Dashwood se había cansado y extraviado. Su hermosa cara estaba desfigurada por el zarpazo del Gato, la sentía inflamada y dolorida. De tanto en tanto había creído oír los ecos de la caza, un grito, un acorde suelto de la armónica, pero siempre se había equivocado. Las campanadas de la bendición quedaban muy atrás, entre sus recuerdos de ayer y del pasado en general. Ese corte en el flujo de la realidad lo asustó: bruscamente sintió ganas de correr hacia el camino y no volver más, nunca más. El edificio del colegio se alzaba como un dragón alto y sombrío con su reluciente dentadura de luces en los dormitorios. Quería que su madre lo hiciera dormir. De pronto se sintió muy triste y se sentó en el pasto, metió la mano en el pantalón y empezó a acariciarse. Eso le dio consuelo, una especie de indefinida felicidad, como flotar muy alto sobre los campos y los pueblos, liviano como un chajá que baña su plumaje en la luz del sol y la altura de las nubes, un placer sereno que nunca llegaba a culminar, porque era muy chico para eso, pero ya no le importaba que el dragón avanzara sobre él con sus dientes amarillos y lo devorase.
La parábola de la piedra estuvo medida al centímetro. Silbó aguda en la noche, sin que nadie la oyera salvo el Gato, hasta que chapoteó sordamente en la charca debajo del tanque. Entonces ya nadie quiso escuchar las órdenes y maldiciones de Dolan, el círculo se fundió en una única embestida, la red se disolvió en una sola ola de excitación y coraje, y hasta la armónica asumió los primeros compases de la Carga de la Brigada Ligera, alegrando inclusive el corazón del Gato que ya se arrastraba invisible hacia la leñera, empujaba la puerta entreabierta, se confundía con la tiniebla que olía a humedad y piquillín, a sarcasmo y a refugio.

Allí su suerte lo alcanzó. La puerta se abrió de un golpe o de un grito, y allí estaba Walker, recortado en la luna, arrastrando su pata santa y su quemante aliento, la cara saturnina brillando con la luz de la verdad y la revelación. El Gato se ordenó saltar, pero en cambio gimió, atrapado en el aura supersticiosa que emanaba de su verdugo, en la ley que ordenaba que el más pesado y lento de todos, el que no podía correr ni volar, lo reclamara como presa.

Cuando llegó al lugar Richard Enright, 23 años, por mal nombre la Morsa, la batalla había sido librada, y ganada y perdida. Las sombras de los guerreros seguían filtrándose por las entradas del edificio dormido y la luna brillaba sobre la forma casi insensible del chico que desde entonces llamaron el Gato, tendido sobre el pasto, diciendo palabras que Enright no intentó comprender. El celador lo miró, terriblemente golpeado como estaba, y comprendió que ya era uno de ellos. La enemistad de la sangre había sido lavada, ahora quedaban todas las otras enemistades. En diez días, en un mes, se convertiría realmente en un gato predatorio al acecho de tentadores pajaritos. Los aguardaría en un pasillo oscuro, detrás de la puerta de un baño, escondido en un matorral, y golpearía. Si le daban botines de fútbol, trituraría tobillos; si le daban un palo de hurling, apuntaría astutamente a las rodillas. Con un poco de libertad, con un poco de suerte, con un poco de la fiebre del deseo, con un relumbre de la gloria de las batallas, el águila del mando bajaría a su turno sobre él. Y sin embargo Enright sabía que el alma del Gato estaba llagada y sellada para siempre. Trató de imaginar lo que sería cuando fuera un hombre, trató de inducir alguna ley más general. Pero no pudo, no era demasiado inteligente y al fin y al cabo no era cosa suya.

-Vamos, pibe -le dijo tomándolo de la mano, ayudándolo a levantar, aguantándose firme contra la mirada fija y sangrienta con que un solo ojo del Gato lo miraba-. Vamos -palmeándole la espalda, como los demás lo palmearían mañana, la semana que viene-. Parece que perdiste el camino al dormitorio.

El Gato sollozó brevemente, después retiró la mano.

-Puedo caminar solo -dijo.