sentimiento antimonarquico
Un dilema real: vivir como reyes en tiempos de ajustes
El rey Juan Carlos hizo un safari africano. La princesa Máxima compró un palacio en Grecia. Y la reina Isabel gasta en fiestas. Críticas para las siete monarquías europeas.
Por Leandro Dario
Principe o mendigo. Juan Carlos fue a un safari de 20 mil euros cuando se anunciaba un ajuste.
Los recortes en salud y educación y el aumento del desempleo no impiden que los monarcas cuenten con millonarios presupuestos, ostenten fortunas siderales y no rindan cuentas en sus países.
Hace dos semanas, el rey Juan Carlos de Borbón despertó indignación en España al quebrarse la cadera durante un safari por Africa. La excursión para cazar elefantes costó veinte mil euros y, según el Palacio de la Zarzuela, fue financiada por un empresario sirio. Sin embargo, sus súbditos no perdonaron el viaje, realizado en la peor semana para la Bolsa madrileña y mientras Mariano Rajoy aplicaba los ajustes más duros de la democracia española. “El último servicio que don Juan Carlos puede hacer a la Corona es abdicar en su hijo. Ya”, escribió el sociólogo Manuel Castells en La Vanguardia.
Según el presupuesto ibérico de 2011, Juan Carlos recibió 8.434.280 euros del erario público, un 5,2% menos que en 2010. Y aunque el año pasado el monarca debió publicar por primera vez en su reinado cómo distribuyó esa suma –luego de que su yerno Iñaki Urdangarin fuera implicado en un caso de malversación de fondos–, su imagen cayó al mínimo histórico en sus 36 años al frente de la corona.
Otras casas reales europeas también viven inmersas en el lujo y ajenas a las penurias económicas de sus compatriotas. Gran Bretaña destinó 60 millones de dólares anuales durante el período 2009-2010 para financiar a la corona, mientras que los ingresos de la reina Isabel II treparon a 22 millones de dólares. La monarca festeja este año su Jubileo de Diamante por los sesenta años que lleva en el trono, y aunque no se informó cuánto costarán las ceremonias, sólo el desfile de mil embarcaciones por el río Támesis implicará un gasto de 15,7 millones de dólares. En 2011, la boda del príncipe William y Kate significó una erogación de ochenta millones de dólares.
Holanda no es la excepción. La reina Beatriz es la monarca más rica del planeta, con inversiones en empresas como KLM o la petrolera Royal Dutch Shell. Por su parte, Guillermo de Orange y la argentina Máxima Zorreguieta compraron un exclusivo palacio en Grecia por 4,5 millones de euros. Un año atrás habían realizado otra inversión millonaria en Mozambique, que vendieron ante la indignación popular.
Alberto II, rey de Bélgica, aseguró tener una fortuna de 16 millones de dólares y una mansión en la Riviera francesa, pero la prensa estima que su patrimonio asciende a los 300 millones de euros.
En los países nórdicos los monarcas también nadan en la opulencia. Margarita II de Dinamarca tiene un patrimonio de 1.200 millones de dólares. Harald V de Noruega cobra un salario de 15 millones de euros anuales, y Carlos XVI Gustavo, rey de Suecia, cuenta en su haber con escándalos que lo vinculan al derroche en fiestas.
No seguirán los pasos de Luis XVI, que murió en la guillotina tras la Revolución Francesa, pero el sentimiento antimonárquico crece en Europa.
Un dilema real: vivir como reyes en tiempos de ajustes
El rey Juan Carlos hizo un safari africano. La princesa Máxima compró un palacio en Grecia. Y la reina Isabel gasta en fiestas. Críticas para las siete monarquías europeas.
Por Leandro Dario
Principe o mendigo. Juan Carlos fue a un safari de 20 mil euros cuando se anunciaba un ajuste.
Los recortes en salud y educación y el aumento del desempleo no impiden que los monarcas cuenten con millonarios presupuestos, ostenten fortunas siderales y no rindan cuentas en sus países.
Hace dos semanas, el rey Juan Carlos de Borbón despertó indignación en España al quebrarse la cadera durante un safari por Africa. La excursión para cazar elefantes costó veinte mil euros y, según el Palacio de la Zarzuela, fue financiada por un empresario sirio. Sin embargo, sus súbditos no perdonaron el viaje, realizado en la peor semana para la Bolsa madrileña y mientras Mariano Rajoy aplicaba los ajustes más duros de la democracia española. “El último servicio que don Juan Carlos puede hacer a la Corona es abdicar en su hijo. Ya”, escribió el sociólogo Manuel Castells en La Vanguardia.
Según el presupuesto ibérico de 2011, Juan Carlos recibió 8.434.280 euros del erario público, un 5,2% menos que en 2010. Y aunque el año pasado el monarca debió publicar por primera vez en su reinado cómo distribuyó esa suma –luego de que su yerno Iñaki Urdangarin fuera implicado en un caso de malversación de fondos–, su imagen cayó al mínimo histórico en sus 36 años al frente de la corona.
Otras casas reales europeas también viven inmersas en el lujo y ajenas a las penurias económicas de sus compatriotas. Gran Bretaña destinó 60 millones de dólares anuales durante el período 2009-2010 para financiar a la corona, mientras que los ingresos de la reina Isabel II treparon a 22 millones de dólares. La monarca festeja este año su Jubileo de Diamante por los sesenta años que lleva en el trono, y aunque no se informó cuánto costarán las ceremonias, sólo el desfile de mil embarcaciones por el río Támesis implicará un gasto de 15,7 millones de dólares. En 2011, la boda del príncipe William y Kate significó una erogación de ochenta millones de dólares.
Holanda no es la excepción. La reina Beatriz es la monarca más rica del planeta, con inversiones en empresas como KLM o la petrolera Royal Dutch Shell. Por su parte, Guillermo de Orange y la argentina Máxima Zorreguieta compraron un exclusivo palacio en Grecia por 4,5 millones de euros. Un año atrás habían realizado otra inversión millonaria en Mozambique, que vendieron ante la indignación popular.
Alberto II, rey de Bélgica, aseguró tener una fortuna de 16 millones de dólares y una mansión en la Riviera francesa, pero la prensa estima que su patrimonio asciende a los 300 millones de euros.
En los países nórdicos los monarcas también nadan en la opulencia. Margarita II de Dinamarca tiene un patrimonio de 1.200 millones de dólares. Harald V de Noruega cobra un salario de 15 millones de euros anuales, y Carlos XVI Gustavo, rey de Suecia, cuenta en su haber con escándalos que lo vinculan al derroche en fiestas.
No seguirán los pasos de Luis XVI, que murió en la guillotina tras la Revolución Francesa, pero el sentimiento antimonárquico crece en Europa.
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