También golpeada, la aristocracia comienza a vender sus tesoros
Se multiplica la oferta de castillos y de arte para equilibrar cuentas; hay compradores argentinos
MADRID.- El deterioro de la economía española no sólo crece día tras día en dureza, sino también en alcance. La reciente decisión de la ex baronesa Carmen Thyssen de desprenderse de parte de su pinacoteca para revertir su comprometida situación financiera es una postal nítida de esta situación inédita.
La venta en Londres del cuadro The Lock ( La esclusa ), de John Constable, por 31,2 millones de dólares, una obra valuada por los expertos en un precio de remate de hasta 39 millones, es el indicio más conocido de que los problemas económicos ya sacuden a quienes hasta ahora habían podido eludir a la actual crisis. Y todas las anteriores vividas por este país.Pero no es el único indicio. En los últimos meses, también algunos descendientes de familias nobles y acaudaladas de España, una tierra muy afecta a la inversión en el "ladrillo", se embarcaron en la difícil aventura de vender sus castillos, palacios y casas solariegas para sanear sus arcas.
El fenómeno, según confirman en el sector inmobiliario, está directamente vinculado con el llamado efecto derrame de la adversidad: los costos de mantener estas propiedades son cada vez más difíciles de afrontar en tiempos en los que el sistema financiero español ofrece más dudas que certezas.
"Nosotros, últimamente, hemos notado un 20% de aumento en la demanda de publicación de avisos de propiedades tan particulares como éstas. Antes recibíamos tres o cuatro llamadas al mes de sus propietarios o de sus enviados? y ahora prácticamente a diario tenemos propuestas", dice a LA NACION Rafael Canales, director del portal Aldeasabandonadas.com, dedicado a la comercialización de casas señoriales, castillos y palacios.
El especialista, que en su cartera cuenta con "entre 250 y 300" propiedades no convencionales, destaca que esta tendencia se acentuó en los últimos dos años con el recrudecimiento de la parálisis del sector inmobiliario, que siguió al estallido de la burbuja del rubro, en 2007.
Y, como sucede en el caso de la compraventa de viviendas comunes, también el negocio de las propiedades excepcionales se ve afectado por la escasez de compradores.
Misión compleja
En estos tiempos signados por la fuga de capitales y de inversiones, el pago de 600.000 euros por un pequeño palacio o los hasta 8 millones que deben abonarse por un castillo en Cataluña, Galicia y Asturias -donde se concentra la mayor parte de la oferta- no hace que la venta sea una misión sencilla.Sin embargo, y a pesar de la declinación de las compras realizadas por las cadenas hoteleras, que hasta el último lustro estaban entre los clientes más frecuentes del sector, la incipiente demanda de los extranjeros aparece como la posible salvación para salir del estancamiento.
"En efecto, el 35% de los clientes ya proviene del exterior", observa Canales, que además destaca la mayor participación de compradores particulares. "Sin dudas, ha cambiado el perfil de quienes demuestran interés en estas propiedades: antes, hasta cinco años atrás, eran más empresas que particulares, y ahora son más particulares que empresas los que quieren comprar un palacio, un pazo [vivienda de piedra gallega] o una casa señorial", señala.
Para fortalecer la demanda, también resentida, de estas suntuosas edificaciones, los vendedores suelen destacar el equipamiento que muchas de ellas suelen tener, así como los múltiples usos que pueden darles.
"Hoy en día se puede comprar un palacio casi por lo que cuesta un piso [departamento] grande en el centro de Madrid. Cada vez más gente se da cuenta de que desde estas propiedades de entorno rural o abierto también se puede residir, trabajar y descansar con un muy buen nivel de vida", afirma la fuente.
Regateo
Sin embargo, la crisis también deja su huella en los compradores, que aprovechan el estancamiento del mercado para pedir rebajas del precio, un hábito relativamente nuevo en este circuito que maneja cifras elevadas."El comprador busca el regateo, siempre busca bajar un 20% a un 30% el precio. La norma general es similar a la de las casas comunes", dice.
Canales también revela un dato sorprendente: un 10% de la clientela es de origen argentino. Se trata, en su mayoría, de descendientes de gallegos y asturianos que buscan instalarse en los pagos de sus ancestros.
"Generalmente, los argentinos no buscan palacios, sino casas típicas de aldea o solariegas. Suelen adquirir casas de piedra, y en muchos casos se quedan con las «gangas», que a veces ni están publicadas entre los avisos. De hecho, les hemos vendido casitas de entre 20.000 y 30.000 euros, que muchas veces necesitan reformas. Pero están felices, y cada vez son más", afirma.
Evidente síntoma de la crisis, en otros países de la Unión Europea son los gobiernos los que se desprenden de inmuebles o patrimonios icónicos con los que se los identifica.
Es el caso de Grecia, con sectores de islas en poder del Estado; Gran Bretaña, con la concesión de miles de hectáreas de bosques, considerados sagrados para la tradición británica, e Italia, donde el gobierno contemplaba la venta de islas, playas, faros, castillos y algunas cimas de los montes Dolomitas..
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