la presidenta tenia razon
El ausentismo docente roza el 40%
En la apertura del año legislativo, Cristina atacó la poca dedicación de los docentes. Más allá del enojo de los gremios, el último informe del Observatorio de la Educación Básica Argentina confirma que el ausentismo docente va en aumento, y no sólo por los reclamos de los educadores públicos. Para los expertos, el principal problema está en que el sistema pasó de ser muy verticalista y rígido a laxo e indolente, sin término medio. Las consecuencias: tres horas menos de clase por semana y casi un mes al año, y alumnos que no saben respetar la autoridad ni asumir responsabilidades.
Aulas vacías. Los preceptores son quienes sacan la peor parte ante la falta de maestros: algunos hasta compran libros de cuentos chinos para entretener a los chicos.
Alto nivel de ausentismo docente y estudiantil. Directores que no se sorprenden ante profesores que faltan casi la cuarta parte del mes. Preceptores que compran libros de cuentos chinos para entretener a los estudiantes en las horas libres. Rectores que para hablar con sus alumnos tienen que sacar número en una asamblea estudiantil. Escuelas que ponen aulas especiales para cuidar a los niños que no se van a horario a su casa.
No se trata de una parodia o una serie de TV. Es la escuela argentina, que parece haber perdido todos los parámetros y no sabe cuáles son las normas mínimas para aprender y enseñar.
Un informe, dado a conocer recientemente por el Observatorio de la Educación Básica Argentina, que integra la Fundación Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP), la Universidad de Buenos Aires y el Banco Santander Río, desató el debate sobre un tema latente en la opinión pública: las ausencias en el mundo escolar.
Los estudiantes secundarios de más de 500 escuelas encuestadas tienen un promedio de 2.88 horas libres a la semana porque faltan sus profesores, pero, además, casi el 40% de los docentes de escuelas estatales faltan más de 4 horas a la semana, mientras que en las privadas se da sólo en el 23%.
“Ese es uno de los principales temas, la brecha entre pública y privada en relación a la cantidad de horas de clase se hace cada vez más grande. Pareciera que los padres de las escuelas públicas no se sienten con derecho a reclamar, como si el Estado no fuéramos todos y como si esos chicos no tuvieran derechos”, dijo Gustavo Iaies, director del CEPP.
De estos números surgen algunos otros que se pueden deducir a partir de algunas cuentas simples. Si los alumnos argentinos deberían tener este año 190 días de clase, o sea 760 horas al año o 21 horas semanales, pasarían a tener –de poder extenderse este nivel de ausentismo a la totalidad del sistema– apenas 18 horas por semana, 648 al año y, por lo tanto, sólo 162 días de clase, mucho menos de lo que la Ley fija como el mínimo que el Estado debe garantizar. Y esto no tiene nada que ver con los paros docentes ni con los problemas de infraestructura escolar, dos de los motivos que hasta ahora se conocían como los principales factores señalados como causas de la baja calidad de la educación.
Y Argentina no está entre el grupo de países que más días de clase tienen en su calendario. Brasil y México tienen 200 días de clases al año, Chile 190, Japón es el que está en el extremo: 247 días por año, mientras que Corea del Sur tiene 221 y España 220.
El Gobierno nacional parece dispuesto en estos días a tomar las riendas del tema. En el discurso inaugural de las sesiones ordinarias del Congreso, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner dio el puntapié inicial cuando puntualizó que el promedio nacional de ausentismo docente alcanza el 25% y en algunas provincias llega al 40%. El ministro de Educación, Alberto Sileoni, precisó esta semana datos sobre el ausentismo que rondaría entre el 20 y el 30%. Anunció que irá a fondo con el tema en la próxima reunión del Consejo Federal de Educación, que integran los ministros del área.
Los datos revelados por Sileoni tendrían como base una investigación que hace unos meses la cartera educativa encargó a una organización no gubernamental, según confirmaron a PERFIL fuentes oficiales.
Es oportuno señalar que en Santa Cruz, cuando gobernaron los Kirchner, la provincia instauró el pago de un monto fijo por presentismo a los maestros.
La ausencia de los docentes en las aulas no es un problema nuevo, pero pareciera que se fue agudizando con los años. “No es que no se controle la presencia, es que el sistema es un poco laxo. Lo que hay, en la secretaría de cada escuela, es un libro con planillas donde los profesores firman y nadie controla si otro le firma, si firma al día siguiente y así existe la práctica de cubrirse unos a otros”, explicó Iaies.
Inés Carluce, docente de un profesorado en Merlo, contó que en los primeros días de clase el equipo directivo anunció que iba a supervisar las clases en las aulas y les pidió que trataran de ser cuidadosos con las inasistencias. “El murmullo general recorrió la reunión y cuando salimos de ahí insultaban a gritos a la directora. Es muy difícil intentar meterse con la corporación docente”, admitió –crítica– la educadora.
“Los que están realmente cansados son los preceptores. Nosotros los entrevistamos y cuentan que todo el trabajo recae sobre ellos cuando los chicos tienen horas libres. Ya no saben qué inventar para entretenerlos”, explicó Natali Savransky , consultora del CEPP, que coordinó el proyecto.
La investigación demostró que los directores consideran normal que los docentes falten y que al 58% de los consultados recién le llama la atención cuando un docente falta cinco veces o más en un mes. La tolerancia a los días de falta es mayor en el sector estatal (66%) que en el privado (49%). ¿Pero por qué los directores naturalizaron las ausencias? “Es como que los problemas, que se fueron agudizando año a año, se naturalizaron y perdieron significación. Mi hipótesis principal es que hay un gran malestar en el trabajo docente y que entonces todos se dejan estar. Pero además se perdió un orden, una serie de normas o reglas en relación a las cuáles funcionar”, dijo Iaies. En el transcurso del trabajo, contó, la rectora de una escuela de la Ciudad de Buenos Aires, que es reconocida como una de las que mejor funciona, le preguntó si le parecía bien que ella haya que tenido esperar la exposición de 58 de sus estudiantes antes de darles a conocer su opinión sobre un problema que estaba atravesando la escuela porque le dieron el número 59 en una asamblea de la comunidad. “De ninguna manera está bien –opinó Iaies– los adultos, la rectora, los profesores, también los padres, no son iguales que los alumnos. Cada uno tiene su lugar y el lugar de autoridad del adulto debe recuperarse. Me parece que pasamos de un sistema muy vertical, autoritario, a otro donde todo da lo mismo. No inventamos un nuevo modelo y estamos criando, además, una generación de chicos discutidores que se pasan reclamando derechos pero que pocas veces se hacen responsables”.
El “todo vale” se extiende también a los alumnos. En una escuela de La Boca los investigadores encontraron uno de los casos más extremos. Un chico que ya llevaba, en octubre del año pasado cuando se tomó la muestra, setenta inasistencias, según el relato de Savransky. El director le había pedido al preceptor que después de que se agotara la última posibilidad, las 25 faltas, le diera algunas chances más y así fueron autorizando y autorizando, con la excusa de retener al chico en la escuela, contaron los investigadores. El ausentismo de los alumnos es similar en la primaria y la secundaria: en la primera el 66% tienen hasta tres faltas al mes y en las escuelas medias el 64%. Pero es importante la brecha entre pública y privada: más de la mitad de los alumnos de las primeras faltan más de tres veces al año; y en las privadas, esa cantidad de faltas se da sólo en el 6% del alumnado. “Paradójicamente en las escuelas que tienen más chicos con edades mayores a las que corresponde al curso, aumenta mucho el ausentismo: el 45% tiene más de 4 faltas al mes”, precisó Iaies.
Las asignaciones, sin revisión
El informe del Observatorio de la Educación midió también “percepciones” de los directores sobre el impacto en las escuelas de la Asignación Universal por Hijo (AUH). Ahí, se desató la polémica: El ministro Sileoni consideró “falsos” los resultados de la investigación y aclaró que no fue apoyada por la cartera educativa.
En el informe del Observatorio, el 98% de los directores de las escuelas primarias y el 90% de las secundarias declararon no conocer ningún caso de alumnos a los que se les interrumpió el pago de la asignación por no cumplir con el requisito de asistencia escolar. “Nunca dije que la AUH no fuera válida. Es una gran política, con o sin retención, pero lo que la hace educativa es que se use como una herramienta para retener estudiantes. En Argentina esa condición, que el alumno esté efectivamente en la escuela, no se controla. Pasa con la AUH lo mismo que con la falta 25 de los secundarios”, precisó Iaies.
El educador reveló que en países como México y Brasil el control de la asistencia a clase de quienes reciben subsidios se hace por fuera de la escuela. “En Brasil si dejás de mandar al chico a la escuela te mandan un oficial de justicia a tu casa”, dijo.
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