Preocupantes resultados de una encuesta realizada por UNICEF Argentina y la Sociedad Argentina de Pediatría
Estoy cansada y sobreexigida, pero sigo adelante porque no puedo dejar de atender a los chicos, y yo amo mi profesión”, cuenta Ana Keselman, pediatra endocrinóloga del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, y una de los tantos profesionales sanitarios que, a diario, se debaten entre su salud y su trabajo. Maltrato, sobrecarga horaria y presiones parecen ser factores comunes. Según la encuesta sobre el ejercicio profesional realizada por UNICEF Argentina y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), un 45% sufrió maltrato verbal por parte de su entorno laboral; y un 56% por parte de los padres de sus pacientes; el 52% padeció maltrato psicológico por parte de compañeros o jefes; y el 40%, de sus pacientes. Además, un 5% aseguró haber experimentado maltrato físico de parte de superiores o compañeros, e igual número confesó haberlo padecido por parte de familiares de los niños.
“Los familiares muchas veces están en una situación complicada y reaccionan de forma exagerada, pero no debemos cargar el problema en ellos, sino en la institución que debería garantizar la prevención de dichos sucesos, por ejemplo, con personal de seguridad”, dijo Zulma Ortiz, especialista de UNICEF Argentina. “No hay víctima y victimario, ambos son víctimas”, agregó en diálogo con Tiempo Argentino.
Por su parte, Ángela Gentile, vicepresidenta de la SAP, aseguró que “en los últimos años se vivencia una desjerarquización de la figura del médico, los padres nos han perdido el respeto. La Argentina se caracteriza por priorizar a los niños, trabajamos para bajar la mortalidad infantil, incorporamos vacunas, pero para un éxito total, es elemental jerarquizar al profesional que atiende a esos chicos”.
Otros problemas que revelaron profesionales de todo el país son la baja remuneración (en algunos casos, el mínimo es de 5000 pesos) y los días laborales maratónicos. Según la encuesta, siete de cada diez pediatras trabajan en dos, tres o más lugares (hospitales públicos y/o clínicas privadas y/o consultorios) con cargas horarias que promedian las 47 horas semanales y que en el 20% de los casos, superan la media y alcanzan 60 horas o más. Los profesionales declaran un promedio de seis horas de descanso diario, valor que desciende levemente entre los más jóvenes. Como consecuencia inmediata, el 89% de los pediatras asegura sentirse “cansado”.
El agotamiento físico y mental lleva muchas veces al síndrome del quemado (burn out) e inclusive a renuncias o errores médicos. “Existen claras evidencias que demuestran cómo las condiciones de trabajo de los profesionales mejoran los indicadores sanitarios”, aseguró Ortiz, y destacó que “garantizar el derecho a la salud de todos los chicos sólo es posible si los pediatras cuentan con la capacitación, las herramientas y un salario acorde a sus tareas, sobre todo allí donde la población suele ser más vulnerable y hay menos infraestructura hospitalaria”.
Para los pediatras, otros factores negativos en la profesión son: poco tiempo para las consultas, falta de espacios para hacerlo, sobrecarga de derivaciones o la falta de medicación. “En la Ciudad, muchas veces no se puede medicar a los niños que necesitan hormona de crecimiento y hay listas de espera de más de un año”, informó a este medio un pediatra del Gutiérrez.
“Tengo 46 años y hago guardias sola, de 24 horas, en un hospital público, con hasta 80 consultas por día”, contó una pediatra que formó parte de la encuesta, y continuó: “En época de gripe puedo atender hasta 120. No queda tiempo. Ni hablar de dormir, bañarme o comer, nada.” <
El 56% de los pediatras, maltratados por los padres de sus pacientes
Las mujeres sufren más agresiones, y también padecen afrentas verbales y psicológicas de su entorno laboral. Además, el 89% de los profesionales médicos de esta especialidad dicen estar agotados física y mentalmente.
Estoy cansada y sobreexigida, pero sigo adelante porque no puedo dejar de atender a los chicos, y yo amo mi profesión”, cuenta Ana Keselman, pediatra endocrinóloga del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, y una de los tantos profesionales sanitarios que, a diario, se debaten entre su salud y su trabajo. Maltrato, sobrecarga horaria y presiones parecen ser factores comunes. Según la encuesta sobre el ejercicio profesional realizada por UNICEF Argentina y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), un 45% sufrió maltrato verbal por parte de su entorno laboral; y un 56% por parte de los padres de sus pacientes; el 52% padeció maltrato psicológico por parte de compañeros o jefes; y el 40%, de sus pacientes. Además, un 5% aseguró haber experimentado maltrato físico de parte de superiores o compañeros, e igual número confesó haberlo padecido por parte de familiares de los niños.
“Los familiares muchas veces están en una situación complicada y reaccionan de forma exagerada, pero no debemos cargar el problema en ellos, sino en la institución que debería garantizar la prevención de dichos sucesos, por ejemplo, con personal de seguridad”, dijo Zulma Ortiz, especialista de UNICEF Argentina. “No hay víctima y victimario, ambos son víctimas”, agregó en diálogo con Tiempo Argentino.
Por su parte, Ángela Gentile, vicepresidenta de la SAP, aseguró que “en los últimos años se vivencia una desjerarquización de la figura del médico, los padres nos han perdido el respeto. La Argentina se caracteriza por priorizar a los niños, trabajamos para bajar la mortalidad infantil, incorporamos vacunas, pero para un éxito total, es elemental jerarquizar al profesional que atiende a esos chicos”.
Otros problemas que revelaron profesionales de todo el país son la baja remuneración (en algunos casos, el mínimo es de 5000 pesos) y los días laborales maratónicos. Según la encuesta, siete de cada diez pediatras trabajan en dos, tres o más lugares (hospitales públicos y/o clínicas privadas y/o consultorios) con cargas horarias que promedian las 47 horas semanales y que en el 20% de los casos, superan la media y alcanzan 60 horas o más. Los profesionales declaran un promedio de seis horas de descanso diario, valor que desciende levemente entre los más jóvenes. Como consecuencia inmediata, el 89% de los pediatras asegura sentirse “cansado”.
El agotamiento físico y mental lleva muchas veces al síndrome del quemado (burn out) e inclusive a renuncias o errores médicos. “Existen claras evidencias que demuestran cómo las condiciones de trabajo de los profesionales mejoran los indicadores sanitarios”, aseguró Ortiz, y destacó que “garantizar el derecho a la salud de todos los chicos sólo es posible si los pediatras cuentan con la capacitación, las herramientas y un salario acorde a sus tareas, sobre todo allí donde la población suele ser más vulnerable y hay menos infraestructura hospitalaria”.
Para los pediatras, otros factores negativos en la profesión son: poco tiempo para las consultas, falta de espacios para hacerlo, sobrecarga de derivaciones o la falta de medicación. “En la Ciudad, muchas veces no se puede medicar a los niños que necesitan hormona de crecimiento y hay listas de espera de más de un año”, informó a este medio un pediatra del Gutiérrez.
“Tengo 46 años y hago guardias sola, de 24 horas, en un hospital público, con hasta 80 consultas por día”, contó una pediatra que formó parte de la encuesta, y continuó: “En época de gripe puedo atender hasta 120. No queda tiempo. Ni hablar de dormir, bañarme o comer, nada.” <
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