un amor summa cum laude
Soledad, la intelectual esposa de Axel Kicillof
Tiene 36 años y es madre de dos hijos. Es docente e investigadora, y destacan su alto nivel académico. Compartió una cátedra con Beatriz Sarlo. Su hobbie: el tango.
Feliz. Soledad junto al funcionario y su hijo León, en el año 2009.
Quienes la conocen coinciden en algo: a Soledad Quereilhac no le gusta estar en el centro de la escena. Dueña de un estilo sobrio, estricta conducta y una belleza sin artificios, la mujer de Axel Kicillof logró sobresalir con naturalidad en el micromundo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el lugar en el que se forjó como profesional y docente.
Sin embargo, la irrupción de su marido como defensor de la nacionalización de YPF esta semana cambió repentinamente el escenario para esta mujer de 36 años. Y es que la revista Vanity Fair española publicó el miércoles –tras la encendida exposición del funcionario kirchnerista frente al Congreso de la Nación– un perfil del agraciado viceministro de Economía que se detenía también en la figura de la mujer que es madre de sus dos hijos.
Libros y tango. “Axel Kicillof: atractivo, padrazo, empollón y cerebro de la expropiación de YPF”, tituló la publicación en su página web. Gustos personales, historia familiar, detalles de su infancia y adolescencia y el perfil profesional del joven funcionario fueron intercalados (aunque con ciertas inexactitudes), con imágenes de su vida cotidiana. Entre ellas, claro, se destacaba la grácil imagen de Quereilhac, su esposa.
Nacida el 3 de diciembre de 1975, Soledad estudió y se doctoró en Letras en la UBA. Su tesis se basó en la ficción científica en la literatura de fines del siglo XIX, bajo la tutoría de la escritora Sylvia Saítta, y su desempeño general fue tan bueno que no demoró en poner un pie en la docencia.
Así, desde 2001 se desempeña como profesora de prácticos en Problemas de la Literatura Argentina y Literatura Argentina II, la “temida” materia que tuvo a Beatriz Sarlo como titular de cátedra hasta hace algún tiempo.
“Su jefa de prácticos era Graciela Speranza, otra intelectual brillante, mujer del escritor Marcelo Cohen. Para estar en esa cátedra había que ser muy grosso, porque era una materia bisagra”, confió una ex alumna de la carrera que recuerda a Quereilhac como una mujer “linda, brillante y graciosa”.
Por fuera de lo académico, “Sole” disfruta de ir a milongas para perfeccionarse como bailarina de tango. Buenos modales, escaso maquillaje, pelo largo y suelto, pantalones, camisas, zapatos bajos y un diminuto piercing en la nariz conforman el sello distintivo de la esposa de Kicillof, una docente siempre atenta a los comentarios de sus alumnos y a la puntualidad con la que inicia sus clases. Su prototipo, podría decirse, es el de una mujer que no se esfuerza en nada por llamar la atención pero sin embargo tampoco pasa nunca desapercibida.
“No me gusta hablar de mí, no me interesa. Todo lo que hice profesionalmente lo pueden encontrar en la web”, se disculpó amablemente Quereilhac, tras negarse a brindarle una entrevista a este medio. Y algo de eso hay: pese a no ser muy amiga de las redes sociales, su nombre no resulta ajeno a los rincones del ciberespacio dedicados a la literatura argentina.
Así, por ejemplo, se puede saber que “Sole” se desempeña actualmente como investigadora asistente del Conicet y que ha publicado artículos literarios en la revista Prismas de la Universidad de Quilmes, en el mensuario del Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires y en el suplemento cultural del diario La Nación. También, en 2006, fue jurado del Premio al Libro Argentino que otorga la Fundación El Libro y, hace cuatro años, ofició junto a Saítta de perito durante el juicio por plagio que se le había inciado a Federico Andahazi por su novela El conquistador. El fallo, finalmente, terminó absolviendo al escritor.
A pesar de su bajo perfil, Quereilhac prestó recientemente su imagen y testimonio para un episodio del ciclo de documentales Impreso en Argentina, emitido por la señal Encuentro. En él, la mujer de Kicillof opinó sobre uno de sus libros favoritos: Cuentos de amor de locura y de muerte, de Horacio Quiroga.
Soledad, la intelectual esposa de Axel Kicillof
Tiene 36 años y es madre de dos hijos. Es docente e investigadora, y destacan su alto nivel académico. Compartió una cátedra con Beatriz Sarlo. Su hobbie: el tango.
Por Martín Artigas
Feliz. Soledad junto al funcionario y su hijo León, en el año 2009.
Quienes la conocen coinciden en algo: a Soledad Quereilhac no le gusta estar en el centro de la escena. Dueña de un estilo sobrio, estricta conducta y una belleza sin artificios, la mujer de Axel Kicillof logró sobresalir con naturalidad en el micromundo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el lugar en el que se forjó como profesional y docente.
Sin embargo, la irrupción de su marido como defensor de la nacionalización de YPF esta semana cambió repentinamente el escenario para esta mujer de 36 años. Y es que la revista Vanity Fair española publicó el miércoles –tras la encendida exposición del funcionario kirchnerista frente al Congreso de la Nación– un perfil del agraciado viceministro de Economía que se detenía también en la figura de la mujer que es madre de sus dos hijos.
Libros y tango. “Axel Kicillof: atractivo, padrazo, empollón y cerebro de la expropiación de YPF”, tituló la publicación en su página web. Gustos personales, historia familiar, detalles de su infancia y adolescencia y el perfil profesional del joven funcionario fueron intercalados (aunque con ciertas inexactitudes), con imágenes de su vida cotidiana. Entre ellas, claro, se destacaba la grácil imagen de Quereilhac, su esposa.
Nacida el 3 de diciembre de 1975, Soledad estudió y se doctoró en Letras en la UBA. Su tesis se basó en la ficción científica en la literatura de fines del siglo XIX, bajo la tutoría de la escritora Sylvia Saítta, y su desempeño general fue tan bueno que no demoró en poner un pie en la docencia.
Así, desde 2001 se desempeña como profesora de prácticos en Problemas de la Literatura Argentina y Literatura Argentina II, la “temida” materia que tuvo a Beatriz Sarlo como titular de cátedra hasta hace algún tiempo.
“Su jefa de prácticos era Graciela Speranza, otra intelectual brillante, mujer del escritor Marcelo Cohen. Para estar en esa cátedra había que ser muy grosso, porque era una materia bisagra”, confió una ex alumna de la carrera que recuerda a Quereilhac como una mujer “linda, brillante y graciosa”.
Por fuera de lo académico, “Sole” disfruta de ir a milongas para perfeccionarse como bailarina de tango. Buenos modales, escaso maquillaje, pelo largo y suelto, pantalones, camisas, zapatos bajos y un diminuto piercing en la nariz conforman el sello distintivo de la esposa de Kicillof, una docente siempre atenta a los comentarios de sus alumnos y a la puntualidad con la que inicia sus clases. Su prototipo, podría decirse, es el de una mujer que no se esfuerza en nada por llamar la atención pero sin embargo tampoco pasa nunca desapercibida.
“No me gusta hablar de mí, no me interesa. Todo lo que hice profesionalmente lo pueden encontrar en la web”, se disculpó amablemente Quereilhac, tras negarse a brindarle una entrevista a este medio. Y algo de eso hay: pese a no ser muy amiga de las redes sociales, su nombre no resulta ajeno a los rincones del ciberespacio dedicados a la literatura argentina.
Así, por ejemplo, se puede saber que “Sole” se desempeña actualmente como investigadora asistente del Conicet y que ha publicado artículos literarios en la revista Prismas de la Universidad de Quilmes, en el mensuario del Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires y en el suplemento cultural del diario La Nación. También, en 2006, fue jurado del Premio al Libro Argentino que otorga la Fundación El Libro y, hace cuatro años, ofició junto a Saítta de perito durante el juicio por plagio que se le había inciado a Federico Andahazi por su novela El conquistador. El fallo, finalmente, terminó absolviendo al escritor.
A pesar de su bajo perfil, Quereilhac prestó recientemente su imagen y testimonio para un episodio del ciclo de documentales Impreso en Argentina, emitido por la señal Encuentro. En él, la mujer de Kicillof opinó sobre uno de sus libros favoritos: Cuentos de amor de locura y de muerte, de Horacio Quiroga.
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