lunes, 13 de diciembre de 2010

columnistas de la provincia

Profundas heridas sociales

Lo de Villa Soldati fue una bomba cuya deflagración aún no pudo ser medida. Al punto que en Santa Fe el gobernador Binner señaló que "nadie está exento de que pase algo así", en referencia a la desesperación de sectores excluidos por acceder a una vivienda. Profundos debates en un escenario preelectoral poco propicio.
 Por Leo Ricciardino
La advertencia lanzada por el gobernador Hermes Binner en las últimas horas -"lo de Villa Soldati, le puede pasar a cualquiera" revela por un lado que la desesperación de crecientes sectores sociales por el acceso a la vivienda es un tema de urgente solución; pero también muestra claramente las dificultades que tiene el Estado -en todos sus niveles para aplacar esa desesperación. En el medio, la ineficacia o escasez de políticas públicas son el marco propicio para que elementos para estatales copen la parada: Narcos, barrabravas y mafias de toda calaña hacen su agosto con esa misma desesperación.
Pero las declaraciones del gobernador también marcan de manera un tanto pesimista el rol del Estado. En Rosario, no es imposible pero sí difícil que pueda darse por ahora un escenario como el del copamiento del parque Indoamericano en Villa Soldati, en Buenos Aires. Primero porque los casi doscientos mil excluidos que viven en esta ciudad tienen un grado de contención oficial del que quizás carecen en la capital federal, donde la políticas públicas del macrismo han demostrado una total ineficacia y falta de sensibilidad a la hora de resolver los problemas. Más que nada por un desmanejo absoluto del territorio. Es imposible profundizar gestiones apropiadas de desarrollo social si no se trabaja cerca de la gente. Es inconducente pensar en los despachos cuáles serían las mejores opciones para los "pobres" y desde allí diseñar. Es el mismo paternalismo, el mismo patronazgo de siempre, donde la dirigencia cree saber y determina qué le corresponde o conviene a los excluidos.
En Rosario ha habido una continuidad política al respecto y es raro que Binner -que fue parte de ese diseño no crea un poco más en la eficacia de estas decisiones que en algún momento se tomaron y que marcaron recorridos que, de ahora en más, cualquier intendente sabe que deberá seguir. Con los matices que cada gestión puede imponer, pero sin modificaciones estructurales que cambien el rol y la participación profunda del Estado.
Volviendo a Villa Soldati, es claro que sí hubo una lucha de pobres contra pobres con todos los elementos que se fueron sumando después (narcos, violentos, barras, xenofobia contra bolivianos y paraguayos, fundamentalmente), pero es la ausencia del Estado la que posibilitó ese caldo de cultivo. Fue el gobierno porteño queriendo desalojar sin tener idea de lo que podía pasar cuando avanzara la policía y fue el gobierno nacional también un poco responsable en dejar que Mauricio Macri avanzara solo y a ciegas y cometiera los errores que cometió y que lo minaron políticamente.
El gobernador Binner también advirtió alarmado el "crecimiento de las villas miseria" en Rosario. En este punto hay una situación dual que tiene que ver precisamente con esa contención del Estado que opera como un atractivo para los excluidos de otros lugares. Si hay que sufrir la pobreza es mejor padecerla en lugares donde por lo menos haya esfuerzos inclusivos. Y por otro lado refleja un problema estructural de esta ciudad vinculado a las tierras fiscales. El gran despliegue del ferrocarril -luego minimizado al máximo dejó en Rosario muchísima tierra disponible para asentarse y ahí se puede decir que al municipio se le ha hecho difícil la relación con la Nación, no ahora sino por décadas, para disponer y ocupar esas tierras.
El problema del crecimiento exponencial de los asentamientos irregulares es que las políticas públicas terminan por ser insuficientes por una cuestión de escala. A medida que los asentamientos se multiplican es más difícil y oneroso para el Estado implementar planes como el Hábitat que dio tan buenos resultados, pero que quedó circunscripto a unas pocas cuadras y familias en su primera etapa.
El reclamo que hace Binner a la Nación en demanda de viviendas debe ser constante, pero también hay responsabilidad de la provincia y de la municipalidad en seguir gestionando para construir bajo su cargo, destinando más recursos propios. Santa Fe tiene con qué hacer frente a gran parte de ese déficit habitacional que crece y preocupa.
Quizás este no sea un buen momento para discutir este tipo de acciones públicas porque todo queda atravesado por lo electoral. Pero las crisis no tienen tiempos y explotan cuando están a punto sin respetar los calendarios electorales. Si la gente ha llegado a ese punto de desesperación para tener una vivienda para su familia es porque la realidad ha agobiado de una manera increíble. Es, indudablemente, un momento de crecimiento y desarrollo del Estado pero no hay que olvidar que la destrucción operó por décadas. Va llevar otro tanto seguir recomponiendo las profundas heridas sociales. lricciardino@hotmail.com

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