LA ELECCION DEL RECTOR EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CORDOBA
La mayoría de los factores del poder cordobés trabajaron para que no suceda lo que finalmente sucedió. El triunfo de Tamarit logró sobreponerse a una serie de operaciones orquestadas por los partidos políticos tradicionales, los lobbistas corporativos, el gobernador De la Sota y el ex intendente radical Rubén Américo Martí. Esta estrategia se expresaba en los medios de comunicación dominantes.
Carolina Scotto logró conducir durante dos períodos a la UNC, a partir de la coalición de gobierno Cambio Universitario, donde convivieron radicales, peronistas, progresistas, comunistas, socialistas e independientes. Juntos vencieron en 2006 a La Cooperativa, liderada por los decanos de las facultades más poderosas que durante los 90 fueron el correlato del neoliberalismo dentro de la universidad.
Ante el final del mandato de Scotto, el radicalismo de Franja Morada estaba convencido de que podría volver al rectorado sin alianzas y postuló al economista Alfredo Blanco. Esta estrategia se completaba con un acuerdo entre el gobernador De la Sota y la UCR, que coincidían en la búsqueda de sacar de la UNC a cualquier expresión kirchnerista.
El sábado se reunió la asamblea universitaria. La primera definición de Tamarit fue contra el mecanismo de elección aún vigente en la UNC. Al tomar el micrófono, luego del recuento de votos, auguró que ésta haya sido la última vez que a un rector lo elijan 247 personas. Este es el número de profesores, graduados, estudiantes y no docentes que integran la asamblea. Provienen de las trece facultades que tiene la universidad.
El mecanismo electoral, además de restrictivo y atentar contra el debate de modelos, resulta permeable a las presiones internas y externas. No hace falta demasiada imaginación para pensar cómo se pueden torcer voluntades.
Tal como publicó Página/12 el viernes último, cuando el escenario de alianzas ya estaba planteado, la asamblea sólo resolvería si el triunfo de Tamarit se daría en primera o segunda vuelta. La elección se gana con 124 votos, la mitad más uno de los asambleístas. En la primera rueda Tamarit cosechó 123 votos, el ex decano de Ciencias Económicas Alfredo Blanco 88, el ex decano de Derecho Pedro Yanzi Ferreyra 10 y en blanco hubo 24.
En la segunda vuelta, Tamarit llegó a 136, Blanco mantuvo sus 88, Yanzi bajó a 8 y en blanco quedaron 13 votos. Acto seguido debía elegirse a quien acompañaría a Tamarit en el vicerrectorado. Allí ya no hubo oposición para que la decana de Lenguas, Silvia Barei, completara la fórmula ganadora.
Francisco Tamarit se recibió de Licenciado en Física en 1985. Se doctoró en 1992 en el área de Física Estadística y Redes Neuronales en el Centro Brasileiro de Pesquisas Físcas, donde también hizo un posdoctorado. Actualmente es profesor titular e investigador principal del Conicet.
Entre 2008 y 2012, durante dos períodos, fue presidente de la Asociación Física Argentina.
En el plano político, Tamarit posee una larga trayectoria dentro la vida universitaria. Tanto como estudiante, egresado y docente ocupó lugares de representación entre sus pares desde el retorno de la democracia.
La llegada de Scotto al rectorado hace seis años fue un punto de inflexión en la historia de la UNC. No sólo por su condición de mujer. Prácticamente en todas las dimensiones de la institución se generaron cambios tendientes a la inclusión, la vinculación con la sociedad y la calidad académica.
La política universitaria posee sus propias lógicas que no se pueden leer con el prisma de la política tradicional partidaria. En este sentido no alcanza con decir que el triunfo de Tamarit es la continuidad del kirchnerismo en la UNC. Es mucho más que eso. Es la derrota del partido cordobés, esa urdimbre de poderes fácticos que manejan la provincia hace décadas y que genera que los gobiernos sean rotativos entre las alas conservadoras del peronismo y el radicalismo. Ese partido se encuentra ahora con que, por primera vez en 30 años, quedó afuera del gobierno de una institución muy prestigiosa, que otorga legitimidad y poder.
La derrota del partido cordobés
La designación de Francisco Tamarit como nuevo rector de la UNC definió la continuidad del proyecto hasta ahora encabezado por Carolina Scotto y el fracaso del acuerdo entre De la Sota y la UCR para intentar controlar la universidad.
Por Martín Notarfrancesco
Desde Córdoba
Por primera vez en tres décadas, la Universidad Nacional de Córdoba será gobernada sin injerencia de los poderes tradicionales de la provincia. El último sábado, la asamblea universitaria consagró como nuevo rector al físico Francisco Tamarit, candidato del espacio político Cambio Universitaria. El resultado marca una continuidad para los próximos tres años del proyecto iniciado seis años atrás por Carolina Scotto, la rectora saliente, pero el rumbo promete profundizarse al no contar ya el radicalismo dentro de la alianza de gobierno. Entre los derrotados también está el gobernador José Manuel de la Sota, que hasta último momento intentó torcer este desenlace.La mayoría de los factores del poder cordobés trabajaron para que no suceda lo que finalmente sucedió. El triunfo de Tamarit logró sobreponerse a una serie de operaciones orquestadas por los partidos políticos tradicionales, los lobbistas corporativos, el gobernador De la Sota y el ex intendente radical Rubén Américo Martí. Esta estrategia se expresaba en los medios de comunicación dominantes.
Carolina Scotto logró conducir durante dos períodos a la UNC, a partir de la coalición de gobierno Cambio Universitario, donde convivieron radicales, peronistas, progresistas, comunistas, socialistas e independientes. Juntos vencieron en 2006 a La Cooperativa, liderada por los decanos de las facultades más poderosas que durante los 90 fueron el correlato del neoliberalismo dentro de la universidad.
Ante el final del mandato de Scotto, el radicalismo de Franja Morada estaba convencido de que podría volver al rectorado sin alianzas y postuló al economista Alfredo Blanco. Esta estrategia se completaba con un acuerdo entre el gobernador De la Sota y la UCR, que coincidían en la búsqueda de sacar de la UNC a cualquier expresión kirchnerista.
El sábado se reunió la asamblea universitaria. La primera definición de Tamarit fue contra el mecanismo de elección aún vigente en la UNC. Al tomar el micrófono, luego del recuento de votos, auguró que ésta haya sido la última vez que a un rector lo elijan 247 personas. Este es el número de profesores, graduados, estudiantes y no docentes que integran la asamblea. Provienen de las trece facultades que tiene la universidad.
El mecanismo electoral, además de restrictivo y atentar contra el debate de modelos, resulta permeable a las presiones internas y externas. No hace falta demasiada imaginación para pensar cómo se pueden torcer voluntades.
Tal como publicó Página/12 el viernes último, cuando el escenario de alianzas ya estaba planteado, la asamblea sólo resolvería si el triunfo de Tamarit se daría en primera o segunda vuelta. La elección se gana con 124 votos, la mitad más uno de los asambleístas. En la primera rueda Tamarit cosechó 123 votos, el ex decano de Ciencias Económicas Alfredo Blanco 88, el ex decano de Derecho Pedro Yanzi Ferreyra 10 y en blanco hubo 24.
En la segunda vuelta, Tamarit llegó a 136, Blanco mantuvo sus 88, Yanzi bajó a 8 y en blanco quedaron 13 votos. Acto seguido debía elegirse a quien acompañaría a Tamarit en el vicerrectorado. Allí ya no hubo oposición para que la decana de Lenguas, Silvia Barei, completara la fórmula ganadora.
Francisco Tamarit se recibió de Licenciado en Física en 1985. Se doctoró en 1992 en el área de Física Estadística y Redes Neuronales en el Centro Brasileiro de Pesquisas Físcas, donde también hizo un posdoctorado. Actualmente es profesor titular e investigador principal del Conicet.
Entre 2008 y 2012, durante dos períodos, fue presidente de la Asociación Física Argentina.
En el plano político, Tamarit posee una larga trayectoria dentro la vida universitaria. Tanto como estudiante, egresado y docente ocupó lugares de representación entre sus pares desde el retorno de la democracia.
La llegada de Scotto al rectorado hace seis años fue un punto de inflexión en la historia de la UNC. No sólo por su condición de mujer. Prácticamente en todas las dimensiones de la institución se generaron cambios tendientes a la inclusión, la vinculación con la sociedad y la calidad académica.
La política universitaria posee sus propias lógicas que no se pueden leer con el prisma de la política tradicional partidaria. En este sentido no alcanza con decir que el triunfo de Tamarit es la continuidad del kirchnerismo en la UNC. Es mucho más que eso. Es la derrota del partido cordobés, esa urdimbre de poderes fácticos que manejan la provincia hace décadas y que genera que los gobiernos sean rotativos entre las alas conservadoras del peronismo y el radicalismo. Ese partido se encuentra ahora con que, por primera vez en 30 años, quedó afuera del gobierno de una institución muy prestigiosa, que otorga legitimidad y poder.
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