los tres bergoglio : con luis d'elia y leo cofre en cooperativa.
la prensa derechista española se prepara para enfrentar una década de malaria ... criticando a cristina, claro
Modelos de tapas para la opo, gratarola. De nada!
dejando atrás viejos sapitos !!
Malvinas, la Patria Grande y un clima de armonía
en el almuerzo entre el papa y Cristina
El almuerzo que ofreció el papa Francisco a la Presidenta en la residencia de Santa Marta del Vaticano tuvo como rasgo distintivo el clima de armonía, respeto y emoción, aunque también de señales políticas indudables.
fin de una era
La muerte del ex Ministro de Economía de la última dictadura militar sirve para revisar la trama de racionalidad económica de aquella época, que aún hoy persiste con el objetivo de torcer el rumbo socioeconómico del modelo iniciado en 2003.
Martínez de Hoz anuncia el
núcleo de sentido del plan económico.
En medio del impacto por la noticia del
Papa, quedó en segundo plano que José Alfredo Martínez de Hoz, ex ministro de
Economía de la última dictadura cívico-militar, falleció esta semana en la Capital Federal, a los 87 años,
mientras cumplía arresto domiciliario.
Las consecuencias socioeconómicas e impacto
sobre la estructura social que trajo como resultado su plan económico fueron
enormes y parece ser entonces un momento oportuno para recordar.
Se trata de observar la trama de racionalidad
económica de hierro de aquellos años de plomo, que aún hoy y con muy pocas
variantes, se empecina en torcer el rumbo socioeconómico del modelo que a partir
de mayo de 2003 se transformó en el sepulturero del neoliberalismo en nuestro
país.
Veamos las consecuencias sociales del “Plan
Martínez de Hoz” más de cerca, analicemos El otro golpe. Advierte Eduardo Basualdo : “En marzo de
1976, la dictadura militar modificó el régimen social interrumpiendo la
industrialización basada en la sustitución de importaciones que en ese momento
se encontraba en los albores de su consolidación. El nuevo régimen estuvo en
consonancia con el orden neoliberal que acabó con la economía mundial surgida de
la posguerra y se sustentó en la valorización financiera, cuyo predominio en el
país se prolongó hasta el año 2001”.
Esta columna se propone analizar la estructura
social metropolitana y sus transformaciones desde el año 1974 hasta el año 1980,
en base a la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC. Se trata de observar el
impacto que sobre la morfología social argentina tuvieron las decisiones de
política económica que, centrada en la valorización financiera del capital, fue
impuesta por la dictadura militar.
El análisis se circunscribe a la región
metropolitana porque es la única que posee memoria estadística oficial desde
mediados de los años setenta. Pero, por el peso de esta región donde reside el
36% de la población y se realiza más del 50% del ingreso nacional, el estudio
resulta representativo de lo ocurrido en todo el país.
Analizando específicamente las transformaciones
acontecidas en la estructura social nacional entre los años 1974 y 1980, el
gráfico N° 1 muestra la estructura social correspondiente a la zona
metropolitana, representativa del conjunto nacional para octubre de 1974,
desagregados los diversos sectores sociales en orden a sus ingresos por
hogar.
Pirámide de estratificación
social metropolitana 1974 - Gráfico 1
Encuesta Permanente de Hogares (EPH) - Octubre
1974
Como se observa, la estructura social
configurada en el mes de octubre del año 1974, en las postrimerías del modelo
industrial sustitutivo inaugurado en su segunda fase en la segunda mitad del
siglo pasado, y según los datos de aquella Encuesta Permanente de Hogares,
mostraba características de muy bajos niveles de pobreza e indigencia que
impactaban sobre el 6 % y el 2% de la población, respectivamente.
Por otra parte, se constituía un muy amplio
sector de clase media plena y media alta, equivalente en conjunto al 78% de la
población metropolitana, mientras el restante 15% de la población superaba la
línea de pobreza aunque no la duplicaba, por lo cual se ubicaba en el segmento
medio bajo en riesgo de empobrecimiento.
Cabe acotar, por último, que la totalidad de
los segmentos indigentes, pobres y medios bajos en riesgo inminente de pobreza,
agregaban además, en el año 1974, pobreza estructural o de Necesidades Básicas
Insatisfechas, en particular por la insatisfacción de las condiciones de hábitat
(casa con paredes y piso de material apta para vivienda) y saneamiento (ausencia
de baño o retrete con descarga de agua al interior de la vivienda).
La brecha de ingresos entre el 10% más pobre y
más rico superaba apenas las 12 veces, el coeficiente GINI era muy bajo, 36,42,
en tanto el desempleo abierto apenas alcanzaba al 2,8% y el trabajo informal al
17,2%.
En el gráfico Nº 2 se observa la transformación
impresa a la estructura social metropolitana por las prácticas económicas
neoliberales impulsadas al calor de la última dictadura militar , ya en la
madurez del proceso de cambio estructural, mediante la información de la
Encuesta Permanente de Hogares de la región metropolitana realizada en octubre
de 1980 por el INDEC.
Pirámide de estratificación
social metropolitana 1980 - Gráfico 2
Encuesta Permanente de Hogares (EPH) - Octubre
1980
La desarticulación del régimen industrial
sustitutivo y su reemplazo por el de valorización financiera por parte de la
última dictadura militar supuso en sus orígenes triplicar los niveles de pobreza
e indigencia hasta alcanzar el 20% y el 4,3%, respectivamente, al tiempo que
desmoronó a los estratos medios altos y medios plenos que, si en el año 1974
representaban el 78% de la población, en 1980 apenas expresaban el 38% de los
residentes en la región metropolitana. En sentido contrario, la clase media
baja, en riesgo de empobrecimiento, creció complementariamente 130% en apenas un
lustro, pasando de representar el 16% al 37% de la población metropolitana,
mostrando el derrotero de empobrecimiento de las franjas medias plenas y medias
altas durante la dictadura que en un 52% descendieron al estamento medio
bajo.
Retomando el análisis de la estructura social
metropolitana del año 1980, y como modalidad específica del colosal proceso de
transformación social con vértice en la desarticulación de la clase media, que
generó el plan de Martínez de Hoz, considérese que mientras la brecha de
ingresos polar ente el 10% más rico y más pobre de los perceptores de ingresos
se mantuvo constante, el desmoronamiento de los sectores medios plenos y altos
se patentiza en el enorme crecimiento del coeficiente GINI en dirección a mayor
desigualdad.
"Paradojas de los procesos históricos, este sector medio alto, que resultó el de mayor deterioro socioeconómico durante el proceso dictatorial, fue el que, inicialmente y por un largo tiempo, ofertó los mayores niveles de legitimidad social a la dictadura".
El GINI pasa de 0,3642 a 0,4134 en tan sólo
cinco años, producto fundamental del nivel inflacionario superior al 87% anual
promedio, sin correcciones salariales por clausura de toda actividad sindical
como medida de disciplinamiento ampliada a todos los trabajadores que estaban
efectivamente sindicalizados, puesto que el trabajo informal alcanzaba al 15,8%,
sin modificaciones sustantivas respecto de la etapa anterior e incluso con leve
descenso.
En este contexto de brecha estable, un
crecimiento del 13% en el coeficiente GINI en sólo cinco años, señala claramente
la enorme magnitud de la concentración de ingresos con correlato en el
empobrecimiento acelerado y profundo de los sectores medios.
El mecanismo de deterioro social masivo resultó
el proceso inflacionario que registró, en promedio entre los años 1976 y 1980,
un 181% acumulado anual con un mínimo de 87,6% y un máximo de 347,5%.
La sistematicidad y profundidad de la inflación
se constituyó rápido en el dispositivo central de empobrecimiento de vastos
sectores comunitarios, asalariados, empleados, profesionales bajo relación de
dependencia, en un contexto político de clausura sindical, disolución de la CGT,
intervención de los sindicatos, clausura de las actividades gremiales, la
eliminación del derecho de huelga y el cese de las discusiones salariales a
punto que, como señala Adolfo Canitrot, el salario real cayó entre 1974 y 1983
un 18%.
Queda claro con datos de la Encuesta Permanente
de Hogares que, desde el punto de vista socioeconómico, la dictadura militar
inició el ciclo de empobrecimiento masivo de los sectores medios vía
congelamiento de salarios, viabilizado por la clausura absoluta de toda
actividad sindical, combinada con altos niveles de inflación.
Se puede afirmar que la dictadura militar de
mediados de los años setenta, a la par de practicar el terrorismo estatal con
sus secuelas de desapariciones, exilios, represión y muertes, sosteniendo a
sangre y fuego el plan neoliberal de Martínez de Hoz puso fin al perfil
socioeconómico tradicional de país integrado con amplios segmentos de ingresos
medios en su composición social que distinguieron a la Argentina del resto de
los países latinoamericanos, desde mediados del siglo XX . El neoliberalismo
explícito del plan económico que ejecutara José Alfredo Martínez de Hoz es
responsable principal del tipo de país socialmente desintegrado y asimétrico que
se consolidó con la recuperación democrática, y cuyos rasgos fundamentales, en
particular el nivel de empobrecimiento por ingresos, perduraban hasta el inicio
de la reversión del ciclo de pobreza en mayo del año 2003.
De esta forma, ya no solo los ensayos teóricos
y análisis particulares de la etapa, sino los datos empíricos oficiales
suministrados por la Encuesta Permanente de Hogares del año 1980, prueban la
centralidad de la última dictadura en las transformaciones socioeconómicas de
los últimos treinta años, en particular la declinación de los segmentos de
ingresos medios, y muestran de manera inequívoca el tipo de formato estatal
terrorista que requirió la implantación y desarrollo del modelo neoliberal que
dominó, con breves excepciones, toda la etapa de recuperación democrática en
nuestro país hasta la llegada de Néstor Kirchner al gobierno.
En este sentido, si bien resulta indudable el
carácter de “revancha clasista” dado por diversos autores al formato de estado
terrorista expresado en la clausura de toda actividad gremial y la persecución
asesina de las organizaciones de trabajadores, junto al secuestro y muerte de
miles de dirigentes gremiales, es conceptualmente parte de la verdad suponer que
los efectos de esta política afectaron con mayor intensidad a los sectores
populares en general y a los trabajadores en particular ubicados, en el año
1974, entre los segmentos de ingresos medios plenos y bajos.
Esa situación de deterioro de las condiciones
materiales de existencia de los trabajadores fue real, sin duda, pero, el
análisis de las modificaciones en la estructura social muestra que el sector de
mayor transferencia de ingresos hacia la cúpula de la pirámide social fue el
sector medio en general y en particular el segmento medio alto.
Estos segmentos medio y medios altos estaba
compuesto, a mediados de los setenta, por pequeños y medianos comerciantes e
industriales, profesionales independientes y un segmento minoritario de los
trabajadores industriales mejor pagos, que, de representar el 38% de la
estructura social metropolitana en 1974, se angostó a sólo al 10% en 1980, en
pleno desarrollo de las prácticas económicas de Martínez de Hoz
Paradojas de los procesos históricos, este
sector medio alto, urbano en su mayoría, con altos niveles educativos y bien
informado, que resultó el de mayor deterioro socioeconómico durante el proceso
dictatorial, fue el que, inicialmente y por un largo tiempo, ofertó los mayores
niveles de legitimidad social a la dictadura en general y el neoliberalismo
económico en particular.
Los segmentos medios y medios altos, analizados
como sector social , en líneas generales aún asigna legitimidad si no al golpe
de Estado del año 1976 sí a la "madre de todas las batallas" del plan de la
última dictadura anunciada con claridad por Alfredo Martínez de Hoz en el video
de apertura: El rechazo sin mediaciones al “intervencionismo estatizante y
agobiante de la actividad económica”, tal como gustaba apostrofar el hoy
finado
3/18/2013
el papa francisco y la tercera posición
NUEVO PAPA
MI ALEGRIA Y ESPERANZA EN
FRANCISCO
“Ni Yanquis ni Marxistas,
Peronistas”
Eduardo Di Cola*
La fortaleza económica-militar, la carrera
armamentista, el peso de las grandes corporaciones en manos privadas o del
estado, la influencia que ello provocaba en los ámbitos de generación de ideas y
pensamientos y la infiltración ideológica, operaban para la lógica del
fortalecimiento bipolar en el mundo post Segunda Guerra Mundial.
Era el mejor negocio para Estados Unidos y
la entonces URSS. Se repartieron el mundo, avasallaron soberanías e identidades
culturales. A través de la guerra fría mantenían un equilibrio inestable tomando
la precaución que si en alguna circunstancia se transformaba en caliente fuera
lejos de sus fronteras.
Cualquier intento ideológico de generar
visiones distintas era rápidamente estigmatizado por ambos bandos
simultáneamente. Los capitalistas los acusaban de comunistas, y los comunistas
de nazis y fachos.
Lo cierto que tanto para los países
periféricos de la cortina de hierro como para los de este lado del mundo la
realidad era la misma. En ambos nos necesitaban como proveedores de energía y
alimentos baratos, además de abrir nuestros mercados internos para sus productos
industrializados. En otras palabras, en aras de sus propios desarrollos impedían
el nuestro.
La guerra fría era la excusa perfecta de las
dos superpotencias para intervenir en la vida interna de los países de sus
respectivas áreas de influencias. Lo hacían a través de sus aliados domésticos o
invadiéndolos directamente.
En ese escenario internacional nació el
Justicialismo como Tercera Posición. En un mundo que se dividía en capitalistas
y comunistas, los justicialistas no éramos ni lo uno ni lo otro. Consideramos al
capitalismo como la explotación del hombre por el capital y al comunismo como la
explotación del individuo por el Estado.
Para el Justicialismo el hombre no es un
individuo aislado y manipulable, ni un instrumento dentro de un gran y perverso
engranaje colectivo, sino que es un ser que vive en sociedad, que libremente se
desarrolla, constituye su familia, las sociedades intermedias, el Estado y sus
asociaciones.
En el orden económico, la Tercera Posición
es la liberación de los extremos perniciosos, como lo son una economía
excesivamente libre y otra excesivamente dirigida, para adoptar un sistema de
economía social al que se llega colocando al capital al servicio de la economía
y la economía al servicio del hombre.
En ese escenario no era casual que una de
nuestras consignas fuera: “Ni Yanquis Ni Marxistas, PERONISTAS”. Cabe recordar
que buena parte de la doctrina Justicialista encuentra fundamento en la Doctrina
Social de la Iglesia.
Para el marxismo “el hombre es el ser
supremo para el hombre”, lo que implicaba el fin de todas las religiones. En ese
sentido Marx sostenía: “la religión es el suspiro de la criatura oprimida, el
sentimiento de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de
alma. Es el opio del pueblo”. En igual sentido Engels explicaba que cuando la
sociedad adopte el socialismo y tome posesión de todos los medios de producción
utilizándolos en una economía planificada, se eliminará la esclavitud económica
de la clase obrera y la religión misma desaparecerá.
La realidad marcó que enormes masas de
trabajadores adhirieron al marxismo obligando a intelectuales de la Iglesia a
reconocer que se habían dado las condiciones por el abandono moral y religioso
de la iglesia frente al liberalismo.
En ese mundo bipolar la Iglesia debió
defenderse del ateísmo marxista. Sus principios fundantes y el propio instinto
de supervivencia la condujo a que naturalmente se alineara en el único lugar que
podía hacerlo. Pero también es cierto que generó en sus máximas expresiones una
dirigencia y un sistema de recambio de cuadros que en sus cúpulas terminó
demasiada comprometida con un sistema económico social que nada tiene que ver
con su Doctrina Social.
En muchos lugares fueron funcionales del
capital concentrado multinacional aliados a minorías oligárquicas locales,
confrontando con movimientos nacionales que a la par de operar como un freno al
marxismo, encontraban en la doctrina social de la iglesia a unos de sus
fundamentos ideológicos, por ej. el peronismo en nuestro país. Esta situación
lamentablemente se repitió en Latinoamérica.
Naturalmente no fueron todos, me estoy refiriendo a parte de un grupo dirigencial que tenía la mayor responsabilidad de decisión.
Naturalmente no fueron todos, me estoy refiriendo a parte de un grupo dirigencial que tenía la mayor responsabilidad de decisión.
La caída del muro pasó desapercibida para
esa dirigencia. No han leído correctamente aún que el mundo bipolar ya es
historia desde hace muchos años, y que ha habido un desplazamiento de parte del
poder hacia la periferia. La Iglesia y el propio sistema capitalista enceguecido
por la avaricia de la renta fácil lograda con la especulación, ya no están
amenazados desde afuera. El marxismo ha dejado de ser el peligro. El enemigo
está adentro.
Visto desde el marxismo había que derrotar a
las religiones y al capitalismo.
Desaparecido el marxismo, al catolicismo y
al capitalismo hay que salvarlo del neoliberalismo.
En el mundo y especialmente en Europa son millones los que se sienten abandonados en las manos de los intereses más mezquinos y concentrados que los destruye como persona y como Ser esencialmente social.
En el mundo y especialmente en Europa son millones los que se sienten abandonados en las manos de los intereses más mezquinos y concentrados que los destruye como persona y como Ser esencialmente social.
En definitiva, hoy la revolución debe ser en
paz y en el marco de las ideas. La consigna es: “derrotar al
neoliberalismo”.
La Doctrina Social de la Iglesia, el
Justicialismo y La Tercera Posición que Perón nos enseñara hace más de sesenta
años, son las herramientas con que contamos.
Esta es la gran esperanza que como creyente
y católico practicante además de peronista, he depositado en el Papa Francisco.
*Diputado Nacional (MC)
y ya lo ve hay una sola jp! jesuita y peronista...
Los tres
Bergoglio: Político, Pastor y Papa
Un recorrido por la trayectoria política del flamante papa Francisco, tanto en su vínculo con el Estado como dentro de la estructura de la iglesia católica. Su raigambre jesuita y peronista es desde donde se puede empezar a leer su costado de reformador social que hoy todos alaban.
Su formación juvenil inclinó a Jorge Bergoglio
a una estrecha relación con el Peronismo, que había adoptado la Doctrina Social
de la Iglesia. Así colaboró en los 70 con una organización conocida como Guardia
de Hierro, en la formación de sus cuadros dirigentes. Fe en el mando, fue uno de
los preceptos de esa organización, conocida por su verticalidad, disciplina y
formación cultural, social y política y es compatible con la incondicionalidad
de los jesuitas al servicio del papa.
En ese espíritu político y religioso de PJ
(Peronista y Jesuita) el ayer cardenal hoy papa formalizó doctrinaria y
políticamente su hoy muy aplaudido y más publicitado costado de reformador
social.
Tributa a su formación política original la
torsión local que su conducción imprimió sobre el paradigma tradicional de la
orden jesuítica, que más allá de la geografía nacional siempre orientó sus
prácticas con centro en los sectores sociales más vulnerables, aunque la
práctica pastoral jesuita habitual se concreta siempre lejos del compromiso
estatal.
En nuestro país sin embargo, si bien sin
descuidar su vínculo con los sectores vulnerables y como buen cuadro peronista
clásico, el ahora papa Francisco orientó sus desvelos a construir vínculos con y
hacia el aparato de estado.
"En ese espíritu político y religioso de PJ (Peronista y Jesuita) el ayer cardenal hoy papa formalizó doctrinaria y políticamente su hoy muy aplaudido y más publicitado costado de reformador social."
Vínculos que tanto Néstor Kirchner como
Cristina Fernández de Kirchner siempre condicionaron, al sostener la primacía de
la política por sobre cualquier interés de corporación, la iglesia católica
entre ellas, supremacía que el entonces Cardenal nunca aceptó de buen
grado.
Sucede que Jorge Bergoglio, al igual que tantos
peronistas formados o no en Guardia de Hierro, desconociendo la tradición
jesuítica a la que renunció, no se podía pensar ni a él ni a su institución "por
fuera" del aparato de estado.
Obturada su búsqueda de un vínculo estatal
orgánico, el entonces Cardenal se lanzó a construir la unidad de la oposición y
a liderarla, manteniendo una relación radial con amplios sectores que adversaron
al oficialismo, en especial en su momento de mayor debilidad político-electoral
durante los años 2008 y 2009, unidad opositora sostenida en su firme convicción
sobre la posibilidad de organizar lo disperso, otra certeza peronista
tradicional: Conducir es conducir el caos.
Si lograba su cometido el Cardenal imaginaba un
nuevo vínculo orgánico Iglesia-Estado post crisis, anclado a un nuevo sistema de
liderazgo moral en el país, que bien podía orientar a futuro el curso de la
acción política, como lo ha hecho la iglesia católica en otras oportunidades que
le tocó enfrentar al peronismo, por otra parte.
Falló drásticamente en su cometido político.
Sobrevino como marca de la pifia la ley de matrimonio igualitario, conocida como “la 125
de Bergoglio”, y la Ley de identidad de género, síntomas específicos de ese
intento fallido de unificar a la oposición y finalmente llegó el broche de oro a
su malograda tarea: la recuperación electoral del FPV en 2011, aún por sobre los
niveles de 2007 y la oposición con un grado de dispersión inédito en la historia
electoral reciente y sin conducción a la vista donde la diferencia entre el FPV
y la segunda fuerza constituyó el segundo récord nacional solo superado por
décimas por la Fórmula Perón-Perón en 1973.
En su tarea pastoral su efectividad fue
controversial. Considerando un indicador duro para evaluar la eficacia pastoral
como es en general la pertenencia religiosa de la comunidad, y más
específicamente la aceptación de la representación institucional de la creencia
de pertenencia, la tarea pastoral de Jorge Bergoglio muestra contrastes.
Al respecto los resultados de la Primera Encuesta Sobre Creencias y Actitudes Religiosas en
Argentina, realizada por investigadores del CONICET en el año 2008 bajo la
dirección del ex decano de la Faculta de Sociología, Fortunato Mallimaci,
resultan muy interesantes: el 76,5 % de la población se reconoce católica, lo
que resulta una frecuencia muy alta, aún para la región latinoamericana, pero
sólo un tercio de los que se definen católicos se siente contenido
institucionalmente por la Iglesia, lo que resulta crítico aún para las medias
regionales conocidas.
En efecto, según la encuesta, del total de
quienes creen en Dios el 61,1 por ciento dice relacionarse por su propia cuenta
y sólo el 23,1 lo hace a través de una institución eclesial.
"En fin , que si no en la política nacional, donde sus incursiones fallaron y con claros y oscuros en el cumplimiento de los objetivos de su tarea pastoral, en la construcción y acumulación personalísima de poder al interior de la Iglesia Católica, sí que Jorge Bergoglio fue el mejor."
Jorge Bergoglio desplegó su mayor éxito en la
construcción de poder al interior de la jerarquía de la iglesia católica. A los
17 años, durante una visita a la iglesia porteña de San José de Flores, decide
confesarse y se acerca a un sacerdote. Según relata el libro El Jesuita,
en ese momento descubrió su vocación religiosa, pero decidió mantenerlo en
silencio hasta estar totalmente seguro. Se graduó del colegio como técnico en
química y trabajó en un laboratorio de Buenos Aires. A los 21 años decidió
entrar al seminario de los jesuitas en Villa Devoto, inspirado por el espíritu
misionero y por lo que él califica como “su condición de fuerza de avanzada de
la Iglesia”.
Durante los primeros cuatro años, su madre no
lo visitó, pues no compartía su decisión. En esa misma época sufrió una grave
pulmonía que obligó a extirparle un pulmón, lo que redujo para siempre su
capacidad física. Según ha contado, la experiencia fortaleció su fe. El 11 de
marzo de 1958 continuó con sus estudios en Chile, en el Seminario Jesuita de
Santiago, que se encuentra en la casa de retiro de San Alberto Hurtado. Ahí se
dedicó a profundizar sus estudios de griego, literatura, latín e historia. Una
breve síntesis de su trayectoria eclesial es esta que ofrece el Diario La
Tercera de Chile:
"En 1969, a los 32 años, fue ordenado
sacerdote. Al año siguiente viajó a España, al hogar jesuita de Alcalá de
Henares. En 1973 profesó sus votos perpetuos y a mediados de año, con sólo 36
años, fue elegido jefe provincial de la Orden Jesuita en Argentina, cargo que
ejerció hasta 1979 y coincidió con los primeros tres años de la dictadura de
Jorge Rafael Videla. Durante su vida como jesuita mantuvo lazos con el
Movimiento Comunión y Liberación (dedicado a la educación cristiana).
"En 1980 asumió labores como rector de la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel, y como párroco de la parroquia Patriarca San José en la diócesis de San Miguel, en Buenos Aires. En 1986 partió a Alemania, a concluir su tesis doctoral y después fue destinado al colegio El Salvador de Buenos Aires. En 1990 asumió como director y confesor de la iglesia de la Compañía de Jesús en Córdoba, donde estuvo dos años. Hasta 1992, Bergoglio era un outsider dentro de la Curia de su país, pero ese año fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires por el cardenal Antonio Quarracino.
"La designación causó sorpresa, pues Bergoglio no tenía una “carrera” dentro de la jerarquía eclesial. En 1998, cuando el cardenal Quarracino murió, Bergoglio se transformó en el primer jesuita al mando de la Curia porteña. Pero no por eso cambió sus costumbres: de hecho, siguió viajando en colectivo y subte y viviendo en el hogar sacerdotal. Renuncio a vivir en la arzobispal de Olivos."
"En 1980 asumió labores como rector de la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel, y como párroco de la parroquia Patriarca San José en la diócesis de San Miguel, en Buenos Aires. En 1986 partió a Alemania, a concluir su tesis doctoral y después fue destinado al colegio El Salvador de Buenos Aires. En 1990 asumió como director y confesor de la iglesia de la Compañía de Jesús en Córdoba, donde estuvo dos años. Hasta 1992, Bergoglio era un outsider dentro de la Curia de su país, pero ese año fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires por el cardenal Antonio Quarracino.
"La designación causó sorpresa, pues Bergoglio no tenía una “carrera” dentro de la jerarquía eclesial. En 1998, cuando el cardenal Quarracino murió, Bergoglio se transformó en el primer jesuita al mando de la Curia porteña. Pero no por eso cambió sus costumbres: de hecho, siguió viajando en colectivo y subte y viviendo en el hogar sacerdotal. Renuncio a vivir en la arzobispal de Olivos."
En la Curia porteña residía el Cardenal hasta
que viajó a Roma a la espera de la fumata blanca tras la renuncia de Benedicto
XVI que lo ungiera el pasado miércoles como el papa 266.
En fin que si no en la política nacional, donde
sus incursiones fallaron y con claros y oscuros en el cumplimiento de los
objetivos de su tarea pastoral, en la construcción y acumulación personalísima
de poder al interior de la Iglesia Católica, sí que Jorge Bergoglio fue el mejor
y tan exitoso que finalmente Habemus Papam.
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