domingo, 3 de marzo de 2013

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cambios en la cima del gobierno

Un presidente en la sombra que crece al calor de la pelea judicial

Carlos Zannini, secretario legal y técnico, se transformó en el funcionario más influyente. Tiene en su despacho un proyecto de reforma constitucional. Fue aludido como candidato presidencial.

Por Mariano Confalonieri
03/03/13 - 04:25

 

Un presidente en la sombra que crece al calor de la pelea judicial Activo. El viernes en el Congreso.
A los 58 años, Carlos Alberto Zannini, apodado el Chino, suma cada vez más poder en el círculo íntimo de la presidenta Cristina Kirchner. Su despacho está en el primer piso de la Casa Rosada, puerta de por medio con el de la “señora”, como él llama a la mandataria. Tiene el cargo de secretario de Legal y Técnica, es decir, debe supervisar todos los expedientes y resoluciones que firma CFK: en su función no hay margen para el error. La misma tarea cumplía cuando el presidente era Néstor Kirchner. Y sobrevivió. Pero en el último año su ascendiente creció hasta transformarse en el funcionario más influyente del Gobierno y llegar a ser aludido como posible sucesor.
Zannini es hoy uno de los pocos interlocutores que tiene diálogo directo y diario con Cristina Kirchner. A medida que ella se cierra para la toma de decisiones, más poder tiene este abogado, que nació y estudió en Córdoba, pero que desarrolló su carrera profesional en Santa Cruz, donde conoció a los Kirchner.
Dentro y fuera de la Casa Rosada, muchos lo ven como el presidente en las sombras. Es el autor intelectual de una eventual reforma de la Constitución, con el objetivo de habilitarle un tercer mandato a CFK. Se reunió para ello, varias veces, con Máximo –el primogénito presidencial– y con un grupo de dirigentes e intelectuales afines a la ideología K. En Santa Cruz, fue el promotor de la reforma de la Constitución provincial, que le permitió a Kirchner ser tres veces gobernador.
Sin embargo, pese a que es su idea, la re-reelección lo enfrenta con Julio De Vido, el ministro de Planificación. De Vido, que también forma parte del kirchnerismo desde su origen, tiene un rol preponderante en el fogoneo de un tercer mandato de Cristina. Con fondos estatales, el ministro les pide a los intendentes que, a cambio de las obras públicas en su distrito, apoyen la reforma constitucional. La pelea mide el poder de cada uno, quién es más cercano a la jefa de Estado. Sin embargo, hay funcionarios que creen que ellos dos no están enfrentados, sino que son sus entornos los que fomentan esa disputa.
Zannini también es el artífice de la embestida contra la Corte Suprema, en especial, contra su presidente, Ricardo Lorenzetti. El se lo presentó a Néstor, y lo recomendó para que jurara como magistrado, cuando el “pingüino” promovió la renovación del máximo tribunal, que estaba estigmatizado como “menemista”. Zannini conoció a Lorenzetti a través del ejercicio de la profesión. Solían salir a cenar junto a sus esposas. Tejieron un lazo de amistad. Por eso, Cristina lo eligió ahora como encargado de esmerilar a Lorenzetti, el mismo que años atrás había promovido para integrar la Corte.
El Chino tiene experiencia en materia judicial: además de ser abogado, fue presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Santa Cruz entre 2001 y 2003. Por eso se lo vincula con la reforma que CFK promueve dentro del Poder Judicial, que incluye el voto popular de los integrantes del Consejo de la Magistratura y la difusión de sus declaraciones juradas.
Zannini es quien maneja, además, la designación de los jueces para cubrir las vacantes en el Poder Judicial. En su despacho están las ternas que luego toma CFK para ejecutar los nombramientos. En el mundo político se sabe que cada vez que la Corte reclama que se completen las vacantes que hay en la Justicia, la respuesta está en el despacho de Zannini. Allí descansan los expedientes de los candidatos a ocupar juzgados.
Como es uno de los pocos que tienen acceso diario a la jefa de Estado, todos los ministros, incluso el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, lo consultan a él para saber qué cosas tienen que hacer. Zannini representa el ala más dura del Gobierno nacional y tiene predilección por un armado político que vaya por fuera del peronismo, quizás, porque su pasado ideológico está más bien emparentado con el radicalismo de izquierda. Por eso apadrinó a La Cámpora, la agrupación que lidera Máximo, y que obtiene cargos en el Ejecutivo, en el Congreso, en las Legislaturas provinciales y en los municipios.
Zannini es, además, el que decide –previa consulta con la Presidenta– quiénes ocupan las listas legislativas cada vez que hay una elección. A su despacho van los gobernadores para “negociar” los lugares y los nombres, y él, con su lapicera, es el que tacha o da su aprobación. El que sufrió la lapicera de Zannini fue el pampeano Carlos Verna que, en 2011, cuando se iba a postular por la gobernación, decidió declinar su candidatura, porque el secretario le puso una lista “colectora”, es decir, paralela, a la de legisladores que él promovía. Al despacho de Zannini también acuden los intendentes. Muchas veces salen disconformes, disgustados o, directamente, a los insultos.
Para los sectores más progresistas del kirchnerismo, Zannini es una alternativa para la sucesión. Por eso, difundieron la versión de que podía ser candidato si Cristina no pudiera presentarse en 2015. Su mayor dificultad es que su bajo perfil da como resultado un alto nivel de desconocimiento entre los votantes.

Minibiografía de un influyente, el ex “maoísta” de Las Cañitas
Carlos Alberto Zannini nació en Villa Nueva, en la provincia de Córdoba. Estudió Derecho en esa provincia. Y estando en la Universidad militó en el comunismo. De 1977 a 1978 fue prisionero político a disposición del Poder Ejecutivo. Compartió celda con Gerardo Ferreyra, el dueño de Electroingeniería, una empresa que amasó fortunas cuando Néstor Kirchner llegó a la Casa Rosada. En la década de los 80, Zannini se fue a vivir a Santa Cruz. Allí conoció a los Kirchner. Empezó a militar en la Unidad Básica de Néstor Kirchner, a quien vio crecer políticamente hasta llegar a lo más alto. Zannini fue diputado provincial en el sur entre 1995 y 2001. Después, fue presidente del Supremo Tribunal de Justicia santacruceño. Cuando Kirchner asumió como presidente de la Nación, fue nombrado secretario de Legal y Técnica.
Está casado con Patricia Alsúa, su segunda mujer –la primera falleció–. Tiene cuatro hijos. Vive en el barrio Las Cañitas, en Palermo. Y sale a correr casi todas las mañanas, bien temprano. Alsúa, su esposa, fue vicepresidenta de la Casa de Santa Cruz en la Capital. El apodo de Chino se inspiró en la estrechez de sus ojos. Pero también en su origen político.

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