martes, 3 de abril de 2012


la mandataria exigió a gran bretaña que cumpla con las resoluciones de la onu

Cristina impulsó la identificación de los soldados inhumados en Darwin
Durante el acto central realizado en Ushuaia a 30 años del desembarco argentino en Malvinas, pidió a la Cruz Roja que interceda para permitir la tarea forense en las islas, y recordó que “esta historia no empezó hace 30 años, va a cumplir 180.”
 

Por:
Rodolfo González Arzac

Eso me decía él siempre: que yo era una presidenta malvinera”, dijo ayer Cristina Fernández, a modo de respuesta a un grito en la Plaza Islas Malvinas en Ushuaia. Y fueron esas sus primeras palabras, fuera de programación, su sinceramiento, en el acto en conmemoración de los caídos y los sobrevivientes de la guerra, a 30 años del desembarco. La presidenta, con guantes, tapado y abrigo en el cuello, en línea con el cielo encapotado, reivindicó el reclamo argentino de sentarse a negociar con Gran Bretaña la soberanía, y anunció que le envió una carta a la Cruz Roja Internacional para que interceda a fin de llevar a cabo el reconocimiento de los cuerpos de los soldados argentinos (y también los ingleses) que aún no fueron identificados. En el cementerio argentino de Darwin, en el archipiélago, hay al menos 123 tumbas sin nombre. Asimismo, aseguró que “esta historia no empezó hace 30 años; el año que viene se van a cumplir 180 años”, y remarcó que buscará inaugurar el museo de Malvinas, a construirse
en el predio de la ex ESMA, en agosto del año próximo.
 “Cada uno merece tener su nombre en una lápida, cada madre, cada viuda, cada padre y cada hermano merece saber dónde están enterrados sus muertos para poder llorarlos”, señaló Cristina, tal vez, en el momento más emotivo del homenaje. La presidenta desarrolló un discurso con tres ejes: Verdad, Memoria y Justicia. Así pudo explicar al detalle la composición del reclamo argentino, las críticas hacia la dictadura militar, el pedido de que Gran Bretaña desista de explotar los recursos naturales en disputa y la reivindicación de los conscriptos que fueron a la guerra. El acto fue el cierre de 24 horas de homenajes en la ciudad del fin del mundo, la capital nacional de las Islas Malvinas (ver aparte). La presidenta destacó el rol de los jóvenes durante el conflicto bélico. “Esa juventud que marchó sin preparase, sin los pertrechos suficientes, con miedo (porque los valientes son los que avanzan a pesar del miedo)”, dijo. Horas antes, la Corte Suprema de Justicia había abierto una puerta a una causa que lleva muchos años y estaba trabada: el caso de unos 100 soldados sobrevivientes que denuncian maltratos, estaqueos y hasta muertes por congelamiento por parte de los oficiales de las Fuerzas Armadas argentinas.
 “Nos debíamos la verdad”, dijo la presidenta. En la plaza, repleta, había ex combatientes de guerra en sus dos versiones (militares y ex conscriptos) llegados de buena parte del país, algunas agrupaciones kirchneristas locales, familiares de los caídos, una nutrida comitiva de legisladores, militares de todas las fuerzas y, sobre todo, habitantes de la capital de Tierra del Fuego. Sobre el escenario, junto a la jefa de Estado, estaba el Gabinete casi a pleno, la gobernadora Fabiana Ríos (que dio un discurso fuerte, sólido y recordable) y otros dos administradores provinciales: el socialista Antonio Bonfatti y el santacruceño Daniel Peralta.
 “La guerra no se debe conmemorar”, fijó posición la presidenta. “Las guerras sólo traen dolor, atraso y odio”, añadió. Antes, el presidente del centro de ex combatientes de Ushuaia, como suele ocurrir, se había referido a la guerra como una hazaña, un acto heroico apenas con un matiz: la derrota. La referencia acerca de la verdad sobre la guerra apuntó también a la desclasificación del Informe Rattenbach. “Un informe que prepararon militares haciendo honor a la pertenencia a un ejército sanmartiniano”, advirtió Cristina. El informe, producido por una comisión encabezada por Benjamín Rattenbach, demuestra –destacó la jefa de Estado– que la guerra no fue “una decisión del pueblo sino un intento militar por perpetuarse en el poder”.
Al primer ministro inglés, David Cameron  le recordó que la Argentina lo único que reclama es que el Reino Unido acepte las resoluciones de las Naciones Unidas instando al diálogo. “No estamos reclamando ninguna otra cosa más que eso: diálogo entre ambos países, para discutir la cuestión de la soberanía, respetando el interes de los isleños. Cómo no vamos a respetar no sólo los intereses de los isleños sino de todos los habitantes” del suelo argentino, expresó. Además, señaló que “jamás habrá seguridad internacional hasta que todos y cada uno de los países que integran las Naciones Unidas respeten todas y cada una de sus resoluciones.” También subrayó –en relación al discurso de Cameron, quien había argumentado que la Argentina le robó la libertad a los isleños durante la guerra–que en 1982 quienes tampoco tenían libertad eran los argentinos, sometidos a una dictadura.
El último argumento desarrollado por la presidenta fue el que puede explicar la escalada diplomática de los últimos años con Gran Bretaña. Y, a su vez, el apoyo regional y diverso en los foros internacionales a la postura argentina. Cristina reiteró el caso insólito de que se mantenga un enclave colonial en este siglo, denunció la militarización del Atlántico Sur y pidió que el Reino Unido se abstenga de seguir depredando el medio ambiente y los recursos petroleros e icticolas de los mares que rodean a las islas. El gobierno de las islas, justamente, prevé manejar en 2012 un PBI de 200 millones de dólares, cuyo 60% proviene de la pesca del calamar. Y mantiene abierta una gran expectativa acerca de la posibilidad de encontrar, al menos, unos 6000 millones de barriles de crudo en algunas de las cuencas que cinco empresas petroleras iniciaron en los últimos tiempos. <

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