Finalmente cerró la Heladería Colussi
Me contaron que mis tatara abuelos, allá a mediados de fines del siglo XIX ya se habían iniciado en el arte de hacer helado. Se imaginan en esos tiempos casi sin electricidad, sin máquinas, todo pero todo manual. Mi abuelo sobrevivió a la primera y segunda guerra mundial, haciendo helado, tenían heladerías en Italia (ahí nació él y mis dos tías), en Budapest, Hungría (ahí nació mi viejo), en Alemania.
Sobrevivieron a los nazis, facistas, soviéticos y gracias a la heladería pudieron irse. A mi abuelo le hicieron un juicio sumarísimo y zafó al haberle salvado la vida a cuatro familias judías que eran perseguidas y que valientemente se presentaron en el juicio. Así y todo, tuvo que malvender todas sus propiedades y en 8 días irse. Hoy tristes funcionarios, tipos que jamás vivieron de la actividad privada, son un factor determinante para lo que no pudieron en más de 140 años de historia, lo puedan hacer ellos... cerrar para siempre la Heladería Colussi.
No me imagino mi vida sin que no esté relacionada con el helado y las heladerías. Nací y viví los primeros tiempos en la cocina de una heladería. Para mi quiénes hacen helado y hacer helado artesanal tiene mucho de poesía.
Obviamente en toda decisión, que no responde a falta de venta y clientes, hay un gran factor familiar (que no pienso ventilar aquí) mis viejos están grandes, lucharon y trabajaron toda su vida, no le debieron, no le deben ni le van a deber nada a nadie. Mis padres tienen esa vetusta concepción que un compromiso se cierra dando la mano y se cumple aún a costa de sacrificios y pérdidas.
Mis hermanos Mónica y Federico (quién estaba casi a cargo de todo) también. En 70 años, jamás felizmente tuvieron que enfrentar ningún problema por la calidad de sus helados, algunos les habrán gustado a otros no, pero siempre elaborados con tanta pasión, trabajo y esfuerzo, productos frescos y naturales.
Por mi culpa, aún sin querer, debieron sufrir de todo, amenazas, bombas, roturas de blindex, robos extraños, aprietes de organismos fiscalizadores de la actividad comercial e industrial.
Están grandes, y ya no soportan tantas cosas, es que te quedas sin fuerzas, pelear contra todo, exigencias estúpidas de un municipio al cual parece ser que trabajar privadamente es una mala palabra y más cuándo uno de los hijos es crítico al municipio, más los robos, los aprietes y exigencias absurdas de un estado que no te da nada.
Ellos jamás una sola queja hacia a mí, todo lo contrario, ni siquiera a veces me contaban para que "yo no me vuelva loco”.
Ellos, siempre, con el perfil bajo de quién sólo quiere vivir de lo que trabaja, sin dobleces ni trampas.
Ellos, los que antes de deber favores políticos o de lo que sea, prefieren cerrar una historia de dos continentes y de 3 siglos.
Por ellos, no voy a olvidar a los que les arruinaron la vida, cobardes que no se atreven conmigo. Ustedes van a pasar sin pena ni gloria por la historia, la heladería estará viva para siempre, no serán ellos, ni yo, tal vez nuestros hijos o nietos pero cada vez que alguien de tantas generaciones coma un helado se acordara de gran parte también de la historia de nuestra ciudad, de la heladería y de los helados Colussi.
Pese a tantas mezquindades, miseria política de miserables políticos, gracias a todos los que alguna vez pasaron por la heladería y siempre... pero siempre... estarán en los corazones de mi familia y mía porque no hay mayor satisfacción que dar placer, en la comida, en un postre y recibir una sonrisa a cambio.
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