martes, 4 de septiembre de 2012

LOS DERECHOS Y LOS LIMITES DE LA JUVENTUD > DEBATE POR EL PROYECTO PARA HABILITAR EL SUFRAGIO A LOS 16 AñOS

Mafalda tiene derecho a votar


 
Por Aníbal Fernández *
“¿Por dónde hay que empujar este país para llevarlo adelante?”
Mafalda
Hace un par de días, Joaquín Lavado, más conocido como Quino, celebraba –y permitía que le celebren– sus jóvenes 80 años en el Congreso de la Nación. Verlo fue recordar uno de sus pensamientos más sutiles: “Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud”.
Sabio Quino. Siempre supo lo que quería decir. Reconocer a los jóvenes, escuchar a los jóvenes, dejarlos hacer su mundo porque, en definitiva, esto de legarles un mundo hecho... bueno, uno ya sabe lo que opinaba Mafalda al respecto: “Sonamos muchachos... Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después el mundo lo cambia a uno”.
Joven, Quino, en sus 80 pirulos. Acaso porque como decía Juan Perón, “Jóvenes son aquellos que no tienen ni el cerebro marchito ni el corazón intimidado”. Estimo que Quino hubiese deseado que Mafalda, al llegar a los 16 años, tuviese la oportunidad de votar. El y tantos como él que “aprendimos” de esa pibita y de sus amigos más compromiso y más solidaridad que de muchísimos adultos con los que uno se cruzaba a diario.
“No sé si los chicos de 16 años están formados ya para votar”, cerraba, días atrás, su comentario Magdalena Ruiz Guiñazú. Una duda razonable en alguien que fue formada en un mundo en donde las mujeres no votaban y se era “legalmente adulto” recién a los 22 años. Pero sabido es que la modernidad y sus “valores políticosociales” están en mudanza. Y la época, esta época, demanda respuestas a situaciones dadas que Magdalena, a sus 16 años, no podría ni haber soñado, con todo lo evolucionada que, supongo, debe haber sido.
El proyecto significa, ni más ni menos, que el intento de esbozar una de esas respuestas: la que exige un proceso de profundización de la participación y la militancia política que ha vuelto a florecer en la Argentina.
No necesito decir que hoy un joven de 16 años no es, ni por asomo, lo mismo que era uno de su edad allá por 1940. La intervención activa de los adolescentes en muchas de las cuestiones que hacen al día a día de nuestra sociedad, su militancia en los diferentes espacios políticos y sociales, su compromiso con el arte, la tecnología, el deporte y la justicia social –sólo por nombrar algunos de los espacios en los que interactúan– expresan con claridad la importancia de sus pareceres.
Tampoco es preciso recordar que las primeras voces que se alzaron contra esta idea –De Narváez, Patricia Bullrich... y siguen las firmas– son las mismas que abogaron para que se bajara la edad de imputación... ¡a 14 años! Se desesperan por demostrarnos que la juventud, toda la juventud, son responsables de todos los delitos. Se niegan a reconocer que el 99,998 por ciento de los pibes/adolescentes se rompen el lomo estudiando, trabajando, practicando deportes, perfeccionándose o proyectando sus virtudes para el arte.
Como fuere, muchos países del mundo han incorporado esta posibilidad de votar a los 16 años. Brasil, sin ir más lejos. Nuestro socio y amigo del Mercosur, con el que les gusta tanto comparar a la Argentina. Y los resultados, en términos de democracia “cruda”, han sido muy positivos.
Hoy el debate está planteado. Y creo –estoy seguro, en realidad– que hay muchísimas Mafaldas, y Miguelitos, y Guilles, y Felipes de 16 años que, con sus dudas, sus temores, sus ansiedades y sus alegrías, van a abrazar positivamente la posibilidad de ejercer ese derecho que les pertenecerá legítimamente. Y que lo van a hacer a conciencia. Incorporando con orgullo este derecho ciudadano. Pero también con responsabilidad.
Basta de agoreros que no saben hacer otra cosa que expresar su temor ante la posibilidad de que “influyamos” en esas “cabecitas vírgenes” y los hagamos votar lo que el Gobierno quiere.
Al decir de William Shakespeare: “La sangre joven no obedece un viejo mandato”... Será por eso que los “viejos poderes” le tienen tanto miedo a la juventud.

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