domingo, 26 de agosto de 2012

entre el comisario barletta y el suboficial macri rompen la oposicion en pedazos

Las movidas de Macri, Moyano, De la Sota y el radicalismo en su estrategia por captar el voto antikirchnerista

La oposición se lanza a la carrera de 2015 a pesar de no tener proyecto

El alcalde porteño buscó profundizar sus contactos con el PJ Federal y se sacó una foto con el gobernador cordobés.
La UCR, sin una figura saliente, llamó a resistir una reforma constitucional, y el camionero avisó que disputará en 2013.

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El pasado se empecina en volver una y otra vez. La política no parece encontrar la solución para ese reflujo que devela una carencia de ideas alarmante. Cuando falta más de un año para las elecciones de medio término, los principales referentes de la oposición se lanzaron en una carrera frenética directa a 2015 sin escalas en 2013.
Cada uno a su manera busca construir sustento electoral con un solo argumento, mostrarse como el más opositor. Y para eso toman a los comicios legislativos como una verdadera interna abierta.El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, el radicalismo, Hugo Moyano y, muy atrás, el cordobés José Manuel de la Sota; aparecen anotados en esa carrera y hasta Eduardo Duhalde se animó a volver al ruedo.
La disputa se da en todos los terrenos, aunque el más atractivo parece ser el de la reforma constitucional, por ahora una movida clásica del kirchnerismo para mantener ocupada a la propia tropa y retener poder, sobre lo que la presidenta Cristina Fernández no se ha expresado. Si la disyuntiva es un tercer mandato o el trasvasamiento generacional, la segunda se presenta como la más acertada.
La reforma constitucional tiene distintas vertientes en el kirchnerismo. El sector más entusiasta levanta la bandera de un nuevo mandato para la presidenta. Otros, en cambio, proponen una modificación en la Carta Magna que le dé sustento legal a los cambios que la sociedad experimentó en la última década. Aparece como expresión de esa posición el último documento de Carta Abierta. Esa última mirada no excluye la posibilidad de la re-re, pero no la pone como fin último. En cualquier caso, para eso habrá que esperar. En el oficialismo entienden que no hay 2015 sin 2013.
Hay excepciones a ese frenesí de oposición cerril. Fernando Pino Solanas llevó a Proyecto Sur a votar a favor de la expropiación de la ex Ciccone. Sus críticas a la gestión del gobierno nacional fueron tan desdorosas como los cuestionamientos a los opositores que un par de semanas antes propiciaban la expropiación y ahora rechazaron el proyecto con el argumento falaz de que la operación sobrevendría en un encubrimiento político para el vicepresidente Amado Boudou. Sostiene con razón Solanas que el procedimiento administrativo corre por carriles absolutamente distintos a los de la justicia, que además debe ir al hueso para esclarecer responsabilidades y sentenciar a quien corresponda.
El mismo camino recorrió el cordobés Luis Juez. Dio su apoyo en el convencimiento de que se debe fortalecer el Estado y cuestionó los procedimientos del oficialismo para llegar a la expropiación.
El resto de la oposición volvió a la lógica que imponen los medios dominantes. "No es así como se construye una fuerza política, tengan sus propias ideas", los apostrofó desde su banca el jefe de los diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi. Hasta ahora la historia parece darle la razón a Rossi. Las fuerzas que tomaron como propia la agenda que se plantea en las portadas de los medios de mayor penetración sufrieron derrotas calamitosas en los últimos comicios. Hasta Elisa Carrió reapareció y denunció a todos los legisladores por traidores a la Patria.
Lo cierto es que el debate por la expropiación de Ciccone mostró dos caras. El regreso de la subordinación de algunos partidos políticos a la agenda de los medios; y la vuelta de un debate que parecía haber quedado superado entre lo público y lo privado. Varios de los legisladores del PRO y del Peronismo Federal que argumentaron en contra de la expropiación lo hicieron bajo la afirmación de que ese paso terminaba con la propiedad privada en la Argentina. No es un exabrupto, es parte de esa línea argumental que estrenó Macri en medio del incendio que le ocasionaba la parálisis del subte y que sostiene sin ponerse colorado que la Argentina adoptó el chavismo sin cortapisas.
El alcalde porteño busca profundizar sus poros de contacto con el peronismo. El punto más álgido de esa estrategia lo mostró esta semana con su visita a Córdoba. En medio de los gases y las balas de goma con que la policía reprimía a los trabajadores estatales que se oponían a la reforma previsional, Macri se sacó la foto con José Manuel de la Sota.
Ambos desmintieron que la imagen buscara algún impacto electoralista, pero emparentaron discurso en el diálogo como eje de la política y en el federalismo que se opone al gobierno central que pone de rodillas a los gobernadores como bandera de lucha. Su cruzada contra el esquema de coparticipación no parece encontrar aliados entre los mandatarios del oficialismo. Córdoba, al igual que otras provincias grandes, tiene una estructura impositiva que pone el acento en los impuestos urbanos y en el consumo antes que en los sectores más beneficiados por la marcha de la economía en los últimos años. Algunos creen que detrás de esta puesta en escena, De la Sota intenta construirse a sí mismo como el futuro "armador" de la entente antikirchnerista, consciente de que los números nunca le fueron favorables cada vez que se propuso salir de los límites mediterráneos.
Macri busca aliados en todos lados, con el objetivo de construir una red nacional que saque al PRO de ese corsé municipal que le impidió disputar las presidenciales en 2011. Para eso se reúne tanto con radicales como con De la Sota o Jesús Cariglino. Busca acuerdos con Hugo Moyano y los referentes de la Mesa de Enlace y mantiene intactos los vínculos con el Peronismo Federal. Sin embargo, la realidad se empecina en mostrarle una mala cara. Las encuestas lo exhiben por ahora muy lejos de la Casa Rosada.
En breve podría enfrentar un nuevo conflicto por el subterráneo y el año que viene debería sentarse en el banquillo de los acusados, imputado por liderar una asociación mafiosa que desde el Estado espiaba a ciudadanos argentinos de manera clandestina. Para colmo, la alta exposición lo lleva a constantes traspiés, como el berrinche con el que amenazó con dejar todo y dedicarse a cuidar a Antonia; o la última de esta semana, cuando llevado por la furia del 0800 afirmó que El Eternauta, la obra cumbre de Oesterheld y Solano López, iba a ser borrada de las escuelas porteñas. “Me expresé mal”, aclaró 24 horas después.
El radicalismo tiene dificultades tanto para encontrar un candidato como para conseguir anclajes con la realidad. Enarbola la bandera de rechazo a la reforma constitucional pero no consigue ponerse de acuerdo puertas adentro sobre si irá con postulantes propios, aliado con la derecha del PRO o con el progresismo del FAP.
Más claro tiene el panorama Hugo Moyano, que luego de una serie de encuentros con Eduardo Duhalde, el Momo Venegas, Roberto Lavagna, algunos sectores del radicalismo y un acercamiento con el PRO, anunció que en 2013 dará la pelea electoral contra el kirchnerismo. Quienes conocen su pensamiento aseguran que no será candidato y que podría abrevar en esos sectores con los que mantuvo ya conversaciones para buscar postulantes de una fuerza que encarne su proyecto del partido laborista con la mirada puesta en 2013.
Es cierto que su CGT quedó debilitada tras la ruptura, pero el antimoyanismo tampoco encuentra un camino fácil para consagrar a un referente. Mientras tanto, en el Luna Park, Moyano ahondó en las críticas al oficialismo, pareció sumarse al discurso contra la militancia juvenil y dejó algunas definiciones que se acercaron mucho a la reivindicación de la teoría de los dos demonios. La democracia argentina se merece algo mejor que eso. «

La cifra - 20
puntos es lo que le lleva Cristina Fernández al segundo, en distintos escenarios, según una encuesta de Rouvier.

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