martes, 23 de abril de 2013

gula electoral

un analisis de la blonda

DETRAS DEL RUIDO DE LAS CACEROLAS > SOBRE LA PROTESTA DEL 18-A CONTRA EL GOBIERNO NACIONAL

Identidades políticas y liderazgos

Por Ignacio Ramírez *
No resulta sencillo analizar el 18-A utilizando los viejos esquemas de la sociología. En primer lugar, surge la dificultad de identificar intereses compartidos ante tanta vaguedad y diversidad de las consignas expresadas. Los problemas se multiplican cuando intentamos advertir una identidad que condense y sintetice la protesta. Una identidad se compone de dos elementos, un “ellos” (en este caso el Gobierno) y un “nosotros”, y aquí el casillero está vacío. Una primera conclusión: el 18-A, al igual que el 8-N, constituyó una superposición coordinada de desacuerdos individuales. Si bien el desacuerdo es un rasgo constituido de la política, todo sistema político requiere también de espacios políticos que agreguen intereses y liderazgos en torno de los cuales se sinteticen expectativas y demandas ciudadanas. Tales mecanismos no están funcionando en el universo opositor.
Ahora bien, el 18-A, como todo hecho político, no tiene un único significado ni admite una única interpretación. Al respecto, mi hipótesis es simple: el 18-A no expresa la debilidad del kirchnerismo, sino de la oposición. Cuando algunos dirigentes opositores sostienen que la presencia (o excesivo protagonismo) de “políticos” en la marcha intoxicaría la protesta de “la gente”, hacen dos cosas: revelan su propia debilidad y fortalecen las mismas matrices que dificultan el fortalecimiento de liderazgos políticos opositores. Planteada en estos términos, la presencia física de los dirigentes políticos en la movilización subrayó su ausencia política.
Como fenómeno social y político, el 18-A presenta cierta indefinición intrínseca, de allí que existan caracterizaciones tan diversas de sus motivaciones y consignas. En todo caso funciona como signo de interpretaciones que compiten por imponerse. Por ejemplo, los medios abiertamente opositores inscribieron el 18-A en el marco de un relato según el cual estaría creciendo la protesta y el descontento contra el Gobierno. Se trata de una lectura más fundada en la intencionalidad política que en la observación empírica, ya que en términos cuantitativos y cualitativos el 18-A no consiguió empardar el impacto causado por el 8-N. En cualquier caso, pudieron advertirse virajes en la construcción mediático-narrativa del episodio: el 8-N fue presentado como una espontánea erupción de descontento, expresado de manera pura y sin contaminaciones políticas. Aquello que se reivindicaba como virtud –la no-política– empezó a ser advertido como limitación, de manera que el 18-A recibió otra clase de tratamiento, más compatible con la construcción política opositora. Esta vez, la movilización fue traducida en clave de pedido de unidad y convergencia opositora. Precisamente sobre este punto reside la trampa opositora, puesto que la experiencia electoral reciente ha demostrado el escaso atractivo que tienen aquellas alianzas que amontonan más que edifican. En términos de arquitectura discursiva y electoral, la oposición enfrenta un riesgo complejo: confundir ruido y visibilidad con representatividad. Esto es, creer que sus bases potenciales electorales desean confluencias políticas a contrapelo de las identidades, únicamente sostenidas en el “antikirchnerismo”. Lo que las encuestas revelan es que la mayoría del universo opositor demanda otra cosa: renovación de dirigentes y elaboración de un discurso en positivo. En el mercado electoral opositor existe un desencuentro entre la “demanda” y la “oferta”.
Por su parte, el gobierno nacional sí ha conseguido articular una clara identidad, que lo convierte en algo más que la suma de sus políticas públicas; y allí reside su esencial activo político. Tal identidad se apoya sobre una serie de atributos que se le reconocen en forma mayoritaria: la “audacia” como estilo y la centralidad del Estado como contenido. Asimismo, el kirchnerismo cuenta con otro capital político vital: un liderazgo. Estas características configuran un tipo de acompañamiento al Gobierno en el que se pone en juego una identificación; y, por ello, la edulcorada categoría de “imagen-positiva” no logra capturar el fenómeno. En función de este rasgo cualitativo, la imagen positiva del kirchnerismo es muy vinculante en términos de votos. Las diferencias en materia de liderazgos e identidades bosquejan los rasgos de una competencia política para la cual el kirchnerismo se presenta mejor equipado.
* Sociólogo, director de Ibarómetro.

la gula electoral

SUMO AL PS, AL GEN Y LA CC, PERO NO AL RESTO

Pino se lanzó y fracturó al FAP


El lanzamiento de un nuevo frente del centroizquierda porteño terminó por fracturar al Frente Amplio Progresista (FAP) en la ciudad de Buenos Aires. Proyecto Sur de Fernando “Pino” Solanas, la Coalición Cívica que comanda Elisa Carrió –que esta vez evitó la foto partidaria porque está en “la resistencia” a los proyectos del Gobierno en el Congreso– junto a los integrantes del FAP como el Partido Socialista que dirige el diputado Roy Cortina y el GEN de Margarita Stolbizer sellaron un acuerdo electoral que aspiran ampliar antes de que cierre la presentación de alianzas y listas de candidatos a mediados de junio. “Nos proponemos ganar la Ciudad”, sostuvo un entusiasta Solanas sobre las legislativas de octubre y con la mira puesta en la disputa del gobierno porteño en 2015.
Aunque la propuesta es ampliar la base del acuerdo, nadie mencionó la posibilidad de dirimir las candidaturas en internas abiertas, como lo desafió a la dupla Solanas Carrió otro integrante del FAP, Libres del Sur, que gestó su propio frente con la UCR y el sector de la CC enfrentada con la chaqueña. En tanto, la Unidad Popular de Claudio Lozano, otro de los integrantes originales del FAP, salió a cuestionar duramente a Pino, a quien le habría ofrecido un acuerdo entre el FAP y Proyecto Sur, pero sin Carrió ni la UCR. “Pino ‘descarrió’. El hombre del ferrocarril descarriló y con él varios de sus noveles acompañantes”, sostuvo Lozano a través de un comunicado. Mientras que los socios de Solanas en el Movimiento Proyecto Sur tomaron decisiones diferentes: el Socialismo Auténtico decidió acompañar la decisión de Pino, mientras que el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) se tomó su propio tiempo para resolver si también será parte del frente con Carrió.

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