El festival electoral y la política
Análisis político, por Mauricio Maronna / La Capital. A 15 días de las elecciones, lo único seguro es la apatía ante una campaña electoral con formato y oferta inédita desde que las primarias comenzaron a activarse en Santa Fe.
Análisis político, por Mauricio Maronna / La Capital (mmaronna@lacapital.com.ar)
A 15 días de las elecciones, lo único seguro es la apatía ante una campaña electoral con formato y oferta inédita desde que las primarias comenzaron a activarse en Santa Fe.
Los pasos en falso que dieron el gobierno y los legisladores a la hora buscar caminos equitativos para que nadie quedase afuera de la publicidad electoral gratuita terminó igualando para abajo: al tiempo que los postulantes a diputado nacional promocionan sus ofertas —con pocas ideas novedosas en el relato y en las formas— la multitud de voluntarios a una banca a concejal gastan suelas y se miran desde los afiches.
"Las campañas aportan radiografías del estado de la comunicación política. Como la pintura de Fernand Léger, son el gran desfile, ciertamente un espectáculo circense", escribió en 1995 el politólogo Silvio Waisbord, en su libro "El gran desfile", uno de los trabajos más sapientes sobre políticos en campaña. La multitud de ofertas rosarinas (con 32 listas de oferentes) le hace un aporte a la confusión general.
La parsimonia de los ciudadanos a la hora de adrenalinizarse por la campaña y la desaparición de la mayoría de los partidos como entidades unívocas a la hora de canalizar la oferta borró del mapa la concepción partisana que tuvo hasta bien entrados los 90 el concepto de acto político. La mezcla de desinterés y disforia también borró del mapa las caravanas, aquellos cortejos que cruzaban Rosario de punta a punta.
Si antes la disputa y la polémica se enclavaban en la asistencia cuantitativa a actos y caravanas, o a un par de ideas fuerza, hoy la disputa pasa por el efecto visual del cartel y el cartelito, de la cara y la carita. Los tiempos están cambiando, diría Bob Dylan.
Las singulares características de la tarea proselitista complican el posicionamiento de nuevos postulantes y solidifica las chances de aquellos que gozan de relativo crédito pero también de un grado de conocimiento superior. Por el primer sendero transitan en Rosario Héctor Cavallero y Jorge Boasso, quienes en el arranque de la pulseada aparecen en el primer escalafón de los muestreos. Uno u otro según de quién sea la encuesta. En el socialismo, la tarea por estos días y hasta horas antes del 11 de agosto será instalar al candidato oficial. Desde el Palacio de los Leones —contradiciendo otros sondeos— dicen que las proyecciones dan arriba a Cappiello. En materia de encuestas, cada uno tiene su propio librito.
Desde al arranque quedó confirmada en la práctica lo que se sostuvo hace tiempo en esta columna: la tracción electoral de Hermes Binner en la ciudad a la que gobernó durante ocho años será poco menos que un imán para el actual ministro de Salud. La denuncia de la oposición por la presencia de Cappiello en los spots de Binner (los candidatos a edil tienen prohibido aparecer en los cortos) generó un doble standard. Por un lado, los dos dirigentes socialistas quedaron en falsa escuadra, pero por el otro la cuestión alimentó el objetivo de la movida: dejar sentado que Cappiello es Binner.
Cavallero y Cappiello deberán atravesar previamente internas que moverán los aparatos del Frente Progresista y del kirchnerismo. Habrá que esperar para saber si esas contiendas en primarias convierten en ejes convocantes a las disputas. Mónica Peralta y Martín Rúa intentan lograr algún corrimiento en la lista definitiva de la coalición oficialista. En el campamento de Fernando Rosúa intentan —con la militancia del Movimiento Evita— atraer voluntades afines al gobierno nacional para poder darle batalla al líder del PPS, quien tiene un voto barrial siempre fiel desde que terminó su gestión como intendente.
Unión Pro Santa Fe Federal será otra de las pocas excepciones a la regla, dando cumplimiento al deber ser de las primarias. Diego Giuliano cree que su tarea de concejal y su buena elección de 2009 serán revalidadas en las urnas, al tiempo que en el macrismo rosarino buscan imponer a la modelo y conductora televisiva Ana Martínez como sorpresa comicial.
Fuera de esas competencias, hay una multitud de candidatos pujando por encontrar un lugar en la arena que les permita el milagro de quedar en condiciones de pujar por una de las 13 bancas que están disputa. Los temerarios porcentajes de las primeras encuestas (apenas una foto borrosa de lo que será la película) sitúan a quienes lideran con el 17 o 16 por ciento, una cifra que habla de tres escenarios: un importante número de indecisos, un "poroteo" significativo entre varios candidatos y un camino de primera minoría con porcentajes bajos al final de la partida.
En la puja a diputado nacional sigue habiendo una sola certeza: Binner encabeza la intención de voto. Después, los senderos —y los pronósticos— se bifurcan.
El comando de campaña de Miguel Del Sel desembarcó en Santa Fe con la idea —adelantada en esta columna hace siete días— de generar un barquinazo respecto de la modorra que había alcanzado al ex Midachi. "Es verdad que se perdió mucha de la sorpresa del 2011, pero no es menos cierto que la adhesión a Del Sel en el mano a mano con la gente está intacto. Tenemos que mejorar en Rosario y derribar el prejuicio de determinada clase media. No es fácil, pero tampoco imposible", dijo a LaCapital el jefe de campaña. Con el objetivo de atraer a ese embrión social es que desembarcará Mauricio Macri en Rosario el próximo viernes.
En el PRO rechazan el contenido de algunas encuestas que perfilan a Jorge Obeid como el segundo más votado. "Además de los kirchneristas, el socialismo intenta mandarnos al fondo. Saben que el que estuvo a punto de ganar la provincia fue Del Sel y no el PJ", despejan.
Obeid no sólo asegura que los votos peronistas que se fugaron en 2011 ya regresaron al hogar, sino que aumentó en los últimos días la pirotecnia verbal contra Binner, al punto de vincular al socialismo con el narcotráfico. Pese a tratarse de una elección legislativa nacional, el dos veces gobernador hace foco exclusivo en la gestión provincial del Frente Progresista, esquivando lo que sí quiere Binner poner arriba del tablero: la continuidad del kirchnerismo en el poder.
Antes de quedar aprobado el diploma de postulante a diputado, Binner deberá sortear una interna llena de bizarría. Palo Oliver, su contrincante, no sólo es auspiciado por el vicegobernador de Antonio Bonfatti (Jorge Henn) sino que el propio precandidato radical se presenta consensual con el "modelo kirchnerista".
Con ausencia casi absoluta de espíritu competitivo, las primarias van camino a convertirse en una gran encuesta rosarina y nacional de cara a la final de octubre. Mientras tanto, el módico desfile de campaña muestra a los políticos yendo a buscar a la gente, en un procedimiento inverso a aquellas gestas del pasado, con candidatos bañados por el entusiasmo popular.
Entre tanto cartel y pasacalle —y como una forma de calmar a quienes demandan mayor calidad en los protagonistas de carne y hueso— no está de más citar a Charly García: lo que ven es lo que hay.
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