MEDIOS Y COMUNICACION
El archivo de la
palabra
Santiago Albarracín explica de
qué manera la radio aporta a la construcción de la memoria a través de la
creación de un archivo de la palabra que valoriza las voces que pasaron por el
aire.
Por Santiago
Albarracín *
La producción, conservación y
circulación de los bienes culturales forman parte de nuestra calidad de vida.
No me refiero a un concepto de calidad de vida individual, asociado al confort,
sino a lo que mejora nuestra vida en comunidad. Como parte de los recursos que
los pueblos tienen para fortalecer su autonomía, los testimonios de la historia
son muy importantes, porque a su alrededor se articulan discursos que nos
interrogan permanentemente sobre lo que somos, por qué somos lo que somos y qué
queremos ser, a dónde ir, por dónde.
Las voces de la radio son
testimonios, sí, pero no son huellas neutrales. En nuestra cultura mediática,
las tecnologías que hacen resonar los discursos generan, cada vez con mayor
velocidad, enormes cantidades de información. La renovación del timeline empuja
hacia abajo lo que se escribió hace un rato. El tiempo que tiene cada
información para atrapar nuestra atención es cada vez menor.
Sin embargo, la valoración que
podemos asignarle a un testimonio no se da siempre de manera inmediata. Varias
veces hemos vuelto a prestar atención a cosas que en nuestro primer encuentro
pasaron sin causar interés. Pasa con el arte, pasa con la economía, pasa con la
política.
Pero sin testimonio no hay manera
de reevaluar. En la radiofonía, la inmediatez e instantaneidad del discurso
atentan, muchas veces, contra la asignación de valor que les damos a los
mensajes. En un contexto caracterizado por la presencia de otras plataformas de
vertiginosa producción, como las redes sociales, la palabra se va, lo que no oímos
con atención no lo podemos recuperar. Ni siquiera hay tiempo para la
redundancia, algo tan característico del lenguaje de la radio.
La Universidad Nacional de La
Plata fue pionera en la radiofonía. En 1923 decidió instalar una estación para
la práctica de la ingeniería en telecomunicaciones y el 5 de abril de 1924
comenzó a transmitir, siendo así la primera emisora universitaria del mundo.
Muy poco tiempo después de la Reforma de 1918, surgió con el propósito de
“devolver parte del esfuerzo que la Nación hace al sostenimiento de la
Universidad”, tal cual reza su documento fundacional.
Esta radio, que en 1988 sumó una
FM, vinculada con una institución que ha tenido una mirada reflexiva sobre sus
propias prácticas, desarrolló acciones tendientes a recuperar las voces de
importantes actores de la vida de nuestro país y, en uso de la tecnología
disponible, editó el Archivo de la palabra en dos CD. En ellos la emisora
compartió las voces de Eva Duarte de Perón, Hipólito Yrigoyen, Alfredo
Palacios, Salvador Dalí, Albert Einstein, Julio Cortázar, Alfonsina Storni,
Jorge Luis Borges, René Favaloro y Rodolfo Walsh, entre otras.
Hoy estas voces –y muchas otras–
circulan por Internet. En asociación con el Servicio de Difusión de la Creación
Intelectual (Sedici) de la Universidad Nacional de La Plata, la radio se
encuentra en la construcción de un Archivo de la Palabra que recupera y
valoriza las voces que pasaron por su aire y le permite generar nuevos
testimonios considerando, con una mirada prospectiva, qué interés pueden tener
en el futuro.
El Sedici ofrece a la comunidad
universitaria un repositorio digital que pretende atesorar la producción
intelectual de la UNLP y facilitar al mundo su acceso. La radio publicó en esta
plataforma aquellos dos CD y continúa nutriendo el banco con la digitalización
de testimonios almacenados en otros soportes y con la subida de nuevos
documentos que son seleccionados de la producción actual.
Los bancos de contenidos –como el
Bacua (Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentino) y la Recam
(Reunión Especializada de Autoridades Cinematográficas y Audiovisuales del
Mercosur)– empujan favorablemente a la difícil decisión de jugar en el espacio
mediático. Así lo entendieron las radios universitarias que a través de Aruna
(Asociación de Radios de Universidades Nacionales de Argentina) implementaron
una plataforma de intercambio de producciones y también el concepto se extiende
a otros ámbitos como los gobiernos municipales. En el reciente encuentro
Ciudades y Universidades, la red Mercociudades y la Asociación de Universidades
Grupo Montevideo lanzaron el Observatorio Urbano de Transferencias e
Innovaciones Tecnológico-Sociales, un banco de buenas experiencias de gestión
conjunta entre los gobiernos locales y la academia.
Lo dicho ahonda la idea de que
los bienes simbólicos, en la lógica que los actores de la esfera pública
intentan articular, son bienes comunitarios. Un capital que no es de nadie en
particular pero es de todos. Un tesoro que, lejos de estar escondido bajo la
arena, se valoriza en el uso y la apropiación que hacen los miembros de la
comunidad.
* Director ejecutivo de LR11
Radio Universidad Nacional de La Plata. http://www.radiouniversidad.unlp.edu.ar/
MEDIOS Y COMUNICACION
Transformar imaginarios
Lorena Suárez reivindica el papel
de la comunicación para transformar imaginarios que contribuyan al acercamiento
a la realidad del Riachuelo y a su recuperación.
Por Lorena
Suárez *
El Riachuelo ha comenzado a estar
en la escena pública con noticias positivas desde hace poco, cuando las obras
del plan de saneamiento, llevadas a cabo por Acumar, empezaron a dar sus frutos
y eran inocultables por los medios de prensa.
El río Matanza-Riachuelo carga
con una connotación negativa desde su nombre. Tanto Matanza, que remite a
muerte, a lo inevitable, a lo que no tiene vuelta atrás, como Riachuelo, término
referido a un cauce de agua menor, que no llega a ser un río.
A aquello se le suman años de
vincular al Riachuelo con hechos negativos. Los titulares de los principales
diarios del país han publicado históricamente la palabra “Riachuelo” acompañada
de términos como: muerte, contaminación, corrupción, promesas incumplidas,
suciedad, mal olor, cementerio de barcos. La acumulación de esas noticias ha
generado imaginarios negativos en la población, y comportamientos asociados a
la negación y el alejamiento de la problemática.
El grado de desinformación y de
asociación a lo negativo ha provocado un alejamiento tanto en el plano físico
como simbólico. En nuestro trabajo en la Acumar observamos cómo los más jóvenes
cuando se acercan al Riachuelo plantean preguntas como “¿se puede navegar?”,
“si me caigo, ¿me muero?”, exponiendo imaginarios alarmistas que niegan
cualquier tipo de ecosistema posible.
Es un alejamiento físico porque
consideran que no puede obtener experiencias positivas si se acercan, pero que
produce a la vez un alejamiento en el plano de lo simbólico: no quieren
enterarse de nada que esté vinculado con ese cauce de agua. Es así como en ese
doble alejamiento cuesta mucho desarrollar interés en torno de lo que pasa en
el Riachuelo.
Sería un error creer que los
temas ambientales no interesan a los argentinos. Causas como la de las
papeleras en Gualeguaychú o la minería en Famatina generaron reacción por parte
de la población. En Buenos Aires era muy común que los automóviles llevaran
pegados stickers en sus lunetas traseras con la leyenda “No a las papeleras” o
“Defendamos a Famatina”. Sin embargo, ninguna luneta llevó ni lleva la leyenda
“Por un Riachuelo limpio”. Es notable el desinterés frente al Riachuelo, como
si nada quedara por hacerse, como si su destino fuera inevitable, trágico,
irreversible.
Revertir los problemas
ambientales requiere trabajar en el orden de los hechos concretos, las obras,
la acción, pero del mismo modo requiere trabajar profundamente en la
complejidad del nivel simbólico.
Campañas de concientización y
sensibilización que instalen el tema, que propongan un reencuentro de la
población con su río, se imponen para volver a ponerlo en el lugar positivo que
tuvo alguna vez en el imaginario de los argentinos y que conserva aún cierta
memoria. Es muy frecuente escuchar que la gente mayor que habitó históricamente
los barrios de los márgenes cuente anécdotas vinculadas con la interacción
positiva con el río.
A eso apunta la campaña
“Postales” lanzada recientemente: a recuperar el Riachuelo como escenario de
momentos felices, de retratos familiares, parejas, paisajes para que circulen
imágenes dignas de ser compartidas y que apunten a recuperarlo como emblema.
Como apunta la campaña, el
Riachuelo es trabajo, tango, fútbol, política, deporte, derechos humanos,
historia, naturaleza, paisaje. En síntesis, es nuestra identidad. Está presente
en miles de películas, postales, fotografías, páginas de diarios, revistas,
libros. Pensar en su recuperación es ante todo pensarlo en función de sus usos
y de una nueva relación de los argentinos con ese río.
Son muchas las acciones y los
resultados positivos que hay hoy para mostrar e informar. La comunicación
alrededor del Riachuelo empieza –temerosa y de a poco– a tener otros emisores,
otros voceros, otras miradas que ven en el río lo que ya no puede negarse: el
cambio, su recuperación. Desde la política, varios grupos empiezan a tomar el
tema para militar, para hacer política, para demostrar que la recuperación del
Riachuelo es un síntoma de la recuperación del país. En ese sentido, hace días,
la Presidenta publicó en su blog “Saneamiento de la Cuenca Matanza–Riachuelo,
en serio y a full”. Ya había hecho referencia al tema en la apertura de las
sesiones legislativas de este año y dejó claro que el Riachuelo está en la
agenda de este gobierno.
La recuperación del Riachuelo
empieza a sumar adeptos. La comunicación es clave en este proceso; como
herramienta política de transformación encarada a revertir esos imaginarios
negativos que arrastra el Riachuelo, podremos lograr una mayor permeabilidad en
la sociedad sobre los avances en la recuperación del estado de ese río con
tanto potencial para que de a poco empecemos a verlo de frente, reconocer sus
fortalezas, su riqueza y alegrarnos con las buenas noticias que en él
acontecen.
* Licenciada en Ciencias de la
Comunicación (UBA), responsable de la estrategia comunicacional de Acumar.
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