domingo, 3 de noviembre de 2013

La alegría no es sólo brasileña

Revista
Un estudio de la Universidad de la Plata señala que, más allá de que nos encante quejarnos, hay un aumento de la sensación de felicidad; los mayores índices se vinculan con la familia y la vida social
Por   | LA NACION
Cómo medir la felicidad? O, incluso, ¿para qué medirla? Resulta que hay muchas respuestas posibles a estas preguntas, que constituyen un campo activo de investigación en las ciencias sociales. Y sí: hay índices de felicidad mundiales, que se basan en diversas variables, incluyendo estadísticas de salud y esperanza de vida de la OMS, en encuestas de calidad de vida y en ganancias personales, y ahí andaba picando en punta Dinamarca. Si se toma en cuenta la percepción subjetiva de felicidad, el Happy Planet Index da resultados diferentes, con Costa Rica, ¡Vietnam! y Colombia a la cabeza, junto con Bután ((¡a buscar en los mapas!), más preocupada por su PFI (producto feliz interno) que por su PBI.
Ya lo decía Manolito: el dinero no lo es todo. Así, en los 70, Richard Easterlin había adelantado su paradoja de que, al comparar resultados entre los diferentes países, las variaciones en la felicidad no dependen del nivel de ingreso de la población (por supuesto, esto vale una vez que las necesidades básicas de la gente estén cubiertas). Por eso es que Easterlin y otros propusieron no sólo medir el producto bruto interno de los países, sino también algo así como la felicidad bruta interna y, sobre todo, cómo aumentarla.
Lo bueno es que ahora tenemos herrramientas locales que nos permiten abordar la eterna cuestión de qué nos pasa a los argentinos, ¿eh?, como un estudio reciente de Martín Tetaz, investigador del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata, sobre la economía de la felicidad. Resulta que, en general, estamos más felices que en 1984 y, más allá de que nos encante quejarnos, en años recientes hay un aumento de la sensación de felicidad. Si bien no podemos hablar de causas (y sí, en todo caso, de relaciones), los mayores niveles de alegría personal vienen de la mano de la familia y de la vida social (es interesante que la vida familiar predice esta felicidad, lo que no necesariamente ocurre con la vida sexual de las parejas). Estas mejoras en la sensación de bienestar no siempre se correlacionan con la percepción personal de la situación financiera. Como en otras investigaciones a nivel mundial, la religión parece ser una vacuna contra la tristeza extrema (bueno, por algo se inventó.). Sabemos que en nuestro país hay un enorme consumo de fármacos psicoactivos y. malas noticias: su uso no tiene un impacto directo en la sensación de felicidad de la gente.
Y hace muy poquito se repitió la historia. El índice de salud y bienestar que elaboraron la empresa Philips y la consultora Ipsos por primera vez en la Argentina (a imagen y semejanza de lo que se viene haciendo en muchos otros países) permite afirmar inequívocamente que la sensación de estar bien de nuestros compatriotas pasa principalmente por los afectos. Por ejemplo, vale más que los seres queridos estén con buena salud que lo que nos pase a nosotros mismos (no, es un resfrío de nada, ¿para qué voy a ir al médico?).
¿Y cómo varía la felicidad a lo largo de la vida? Agradezco a Andrei Vazhnov la historia del estudio de bienestar personal más largo de la historia, que comenzó en 1938 con la idea de seguir a 268 estudiantes de Harvard durante toda su vida. El estudio continúa, y los sujetos iniciales (los que sobreviven, claro) tienen unos 95 añitos. Básicamente se les hacen entrevistas y chequeos clínicos periódicamente y lo más curioso es que el mejor predictor de la felicidad es el de la relaciones afectivas personales. Sí: los que logran buenas relaciones (familia, amigotes) viven más, están más sanos. ¡y hasta ganan mejor! Incluso una buena relación temprana con los padres también resulta en una mayor satisfacción y calidad de vida a futuro. Sólo nos falta estudiar los cerebros de los viejitos felices, y cartón lleno.
La alegría no es solo brasileña. No, mi amor. All you need is love.

No hay comentarios:

Publicar un comentario