Crisis
La locura consumista, el reflejo de una Venezuela desbordada
Las largas colas, una muestra de que muchos creen que la escasez va a seguir
CARACAS.- "Esto es horrible, pero hay que aprovechar. Esperaré hasta que el cuerpo aguante." Las palabras de María González, frente a la tienda Pablo Electronic en el corazón de Caracas, se repiten como un eco por toda Venezuela. Como si se tratase de la nueva letanía nacida al calor de las superrebajas socialistas decretadas a la fuerza por Nicolás Maduro.
Edgardo Figuera, obediente al llamado del presidente, hace cuentas mentales porque quiere comprar un televisor plasma y una heladera. "Sabemos que todo costará mucho menos", insiste. La cocina que quiere Enma supera los 6000 bolívares, pero antes costaba 36.000. La que quería Mafalda le fue imposible: no aguantó la tensión de su cola.
Decenas de miles de personas han esperado 10, 20, 40 horas o las que hagan falta para comprar bienes no necesarios, en una especie de locura colectiva de consumo salvaje, tan alejado de las clásicas propuestas revolucionarias. Diez días que pasarán a la historia como la toma de las góndolas ordenada por Maduro para conquistar su primera batalla en la llamada "guerra económica".
"Hay una gran desesperación en la sociedad, que se ve empobrecer a pasos agigantados y ha visto una oportunidad de poder hacerse con bienes anhelados. No hay que olvidar que hubo una expansión de la masa monetaria de casi un 75% con respecto al año pasado y muchos menos bienes", sintetiza Axel Capriles, psicólogo social que busca explicaciones a la interminable lista de colas kilométricas que ha tomado su país.
"Las colas en los comerciales muestran dos cosas: que el consumidor reacciona a la reducción de precios y que no cree que estos precios se mantendrán", sostiene Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.
"Están en las colas porque el gobierno les ha creado una oportunidad de recuperar su poder adquisitivo, pero no confían en que en enero encontrarán los productos al mismo precio. Peor aún, no confían en que podrán encontrar los productos", avisa el economista Ángel Alayón, cuyas recetas son seguidas con devoción desde el principio de la crisis de los anaqueles.
Las colas son el espejo de un país. Mezclan desesperación y esperanza, apoyo y enojo. Chavistas y opositores. Independientes y agnósticos. Clase media, popular y "pequeñoburgueses". Y todo ello en medio de una "borrachera consumista", como la describió Jorge Roig, presidente de los empresarios.
¿Se trata de verdaderas medidas socialistas y revolucionarias? Quien se hace tal pregunta es Nícmer Evans, una de las conciencias críticas del chavismo. Parte de que la ofensiva es "absolutamente correcta" y de que, además, cuenta con el más amplio apoyo popular. Pero le irrita sobremanera el consumismo disparado y llama a una campaña por el consumo racional.
Batalla que para otros analistas está perdida de antemano. "El venezolano prefiere comer mal y tener objetos de consumo", enfatiza Axel Capriles, que además aporta que sus paisanos son de los principales compradores de equipos eléctricos del continente.
En Venezuela, los gobiernos siempre regalaron bienes en las cercanías electorales. Chávez sofisticó la receta populista, desplegando ayudas millonarias gracias a programas sociales que llegaban en la fecha más conveniente. Maduro ha dado un paso más allá, al imponer la venta de productos que no son estatales.
Carlos Ruiz se sorprendió a sí mismo cuando la semana pasada se parapetó al fondo del almacén caraqueño (Catia) donde trabaja. Desde allí observó lo que parecía una película de final incierto: "La gente estaba enfurecida, quería su aparato a lo que fuera. El viejo [dueño] incluso remató a 10.000 bolívares una lavadora cuyo precio eran 20.000 ya rebajados. Sólo quería que aquello se acabase. La gente nos hacía cómplices de sus problemas económicos y la Guardia Nacional nos trataba como si ya estuviéramos condenados".
Una rabia mucho más domesticada es la que se vive en las colas que durante un año han surcado el país de cabo a rabo en busca de harina, leche, azúcar o papel higiénico. Los gritos de "victoria popular" o "Maduro, al usurero dale duro" no resuenan en estas colas, donde sí se escuchan constantes sarcasmos en torno al concepto chavista de patria.
"No es casual que el gobierno haya desplegado su artillería en comercios que se dedican a importar productos que no son de primera necesidad. En los de alimentos y medicinas la escasez ya está instalada y cualquier movimiento allí puede ser catastrófico", sentencia el psicólogo social, con la aquiescencia del analista León..
No hay comentarios:
Publicar un comentario