tribunales
La ley de Medios generó grietas en la relación entre los jueces de la Corte Suprema desde que el expediente llegó a sus manos. Las posturas técnicas colisionaron con las evaluaciones políticas sobre los efectos del fallo. En ese contexto, el presidente del Tribunal, Ricardo Lorenzetti, debió timonear en la diversidad, mientras mantenía un canal abierto con el gobierno.
Hubo dos momentos claves. Antes de las elecciones primarias, la mayoría estuvo de acuerdo en avanzar con la ley. Pero Lorenzetti se vio en problemas ante la dura postura de Carlos Fayt. La mayor tensión se vivió a partir de la votación de las primarias, el pasado 11 de octubre. Lorenzetti les habría planteado a sus colegas de la Corte Suprema emitir el fallo antes de las elecciones legislativas, es decir, previo al 27 de octubre. Fayt se negó y recibió el apoyo de Juan Carlos Maqueda y Carmen Argibay. El quiebre se hizo evidente.
La segunda etapa. Aquel primer intento de Lorenzetti, fracasó. Las encuestas ya anticipaban por entonces una derrota del kirchnerismo en las urnas y el clima comenzó a cambiar en el interior de la Corte Suprema.
Lorenzetti había comprometido su intención de resolver la cuestión y la decisión se puso en marcha en el marco de “negociación permanente”.
El viernes 25 de octubre, Christian Abritta, secretario General de la Corte trabajó de manera ardua en la redacción del texto de los seis ministros, porque el voto de Lorenzetti se hizo esperar hasta el lunes 28. Ese día se terminó de moldear el texto final bajo la mirada de tan sólo dos personas de extrema confianza de Lorenzetti. El martes 29, los ministros convalidaron la decisión del presidente de la Corte de resolver la más sensible de las causas que tenían en sus manos. Pero en el texto se encargaron de deslizar el reconocimiento de que el conflicto seguirá.
Lorenzetti logró tejer una mayoría y disuadió a quienes temían una reacción en contra con el argumento de la presunta “inaplicabilidad de la ley”. Pese a que el presidente del tribunal logró conciliar posturas e incluso acercar las voluntades entre Eugenio Zaffaroni y Enrique Petracchi, las diferencias persisten. Fayt se quedó con la mayor incomodidad.
Equilibrio. En los Tribunales de Talcahuano entienden que el equilibrio que promueve Lorenzetti tuvo ayer una nuevo capítulo con la decisión de la Cámara de Casación de ratificar la causa contra el vicepresidente Amado Boudou. En el mismo contexto se había leído antes el fallo que impidió una nueva reelección del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Una de cal y otra de arena que se suceden en la relación de la Justicia con el gobierno nacional.
La resolución dejó grietas en el interior de la Corte
Lorenzetti buscó afanosamente una fórmula de consenso. Fue el principal responsable de resolver el fallo y evitar más demoras.
Contrapeso. El presidente del Tribunal esquiva un alineamiento incondicional con las partes. | Foto: Marcelo Silvestro
Hubo dos momentos claves. Antes de las elecciones primarias, la mayoría estuvo de acuerdo en avanzar con la ley. Pero Lorenzetti se vio en problemas ante la dura postura de Carlos Fayt. La mayor tensión se vivió a partir de la votación de las primarias, el pasado 11 de octubre. Lorenzetti les habría planteado a sus colegas de la Corte Suprema emitir el fallo antes de las elecciones legislativas, es decir, previo al 27 de octubre. Fayt se negó y recibió el apoyo de Juan Carlos Maqueda y Carmen Argibay. El quiebre se hizo evidente.
La segunda etapa. Aquel primer intento de Lorenzetti, fracasó. Las encuestas ya anticipaban por entonces una derrota del kirchnerismo en las urnas y el clima comenzó a cambiar en el interior de la Corte Suprema.
Lorenzetti había comprometido su intención de resolver la cuestión y la decisión se puso en marcha en el marco de “negociación permanente”.
El viernes 25 de octubre, Christian Abritta, secretario General de la Corte trabajó de manera ardua en la redacción del texto de los seis ministros, porque el voto de Lorenzetti se hizo esperar hasta el lunes 28. Ese día se terminó de moldear el texto final bajo la mirada de tan sólo dos personas de extrema confianza de Lorenzetti. El martes 29, los ministros convalidaron la decisión del presidente de la Corte de resolver la más sensible de las causas que tenían en sus manos. Pero en el texto se encargaron de deslizar el reconocimiento de que el conflicto seguirá.
Lorenzetti logró tejer una mayoría y disuadió a quienes temían una reacción en contra con el argumento de la presunta “inaplicabilidad de la ley”. Pese a que el presidente del tribunal logró conciliar posturas e incluso acercar las voluntades entre Eugenio Zaffaroni y Enrique Petracchi, las diferencias persisten. Fayt se quedó con la mayor incomodidad.
Equilibrio. En los Tribunales de Talcahuano entienden que el equilibrio que promueve Lorenzetti tuvo ayer una nuevo capítulo con la decisión de la Cámara de Casación de ratificar la causa contra el vicepresidente Amado Boudou. En el mismo contexto se había leído antes el fallo que impidió una nueva reelección del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Una de cal y otra de arena que se suceden en la relación de la Justicia con el gobierno nacional.
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