domingo, 24 de noviembre de 2013

Los Zelaya disputan otra vez el poder en una Honduras muy dividida

Los Zelaya disputan otra vez el poder en una Honduras muy dividida

POR JACOBO GARCÍA

Xiomara, la esposa del presidente derrocado en 2009, le pelea hoy la presidencia al oficialista Juan Hernández.
Vigilancia electoral. Los militares trasladan las urnas para los comicios de hoy. Las encuestas dan un empate./AFP
TEGUCIGALPA. ESPECIAL PARA CLARIN - 24/11/13
Aquella madrugada del 28 de junio de 2009, cuando una alianza de militares, empresarios y políticos derechistas terminó con 30 años de democracia al sacar del país y del poder en pijama al presidente que coqueteaba con el chavismo, sigue vigente. Paradójicamente, los comicios de este domingo, a los que están llamados 5,3 millones de hondureños, han marcado el resurgimiento de Manuel Zelaya con la candidatura de su esposa, Xiomara Castro.
Inicialmente, el golpe mereció el repudio con una campaña regional liderada por el Brasil de Lula y la Argentina de los Kirchner. Con una popularidad forjada en las protestas contra el golpe, Xiomara Castro disputa el poder bajo la bandera de Libertad y Refundación –fundada por Zelaya al volver del exilio en 2011–, y se encuentra en empate técnico con el aspirante del gobernante Partido Nacional (PN, de derecha), Juan Hernández.
“El golpe de estado fue el golpe de las élites empresariales que utilizaron al ejército”, explica Victor Meza, uno de los intelectuales más reputados del país. “Esas seis u ocho familias toman las grandes decisiones y, aunque Zelaya jamás afectó sus intereses, no están acostumbrados a que el presidente no les obedezca”.
En estos cuatro años, tras un acuerdo con el presidente Porfirio Lobo que buscaba romper el aislamiento internacional, Zelaya regresó en 2011 y fundó su partido con sindicalistas, campesinos y otros grupos que resistieron en las calles al golpe, muchos de ellos liberales zelayistas. “La consecuencia fue que cuatro años después todo les salió al revés: dieron el golpe para no pelear con Hugo Chávez y terminaron peleados con el mundo; no querían que creciera la izquierda y la hicieron grande y fuerte”, añade Meza.
A lo largo de los últimos meses, la campaña de Xiomara Castro ha incluido dos novedades: por primera vez una mujer puede llegar a la presidencia del tercer país más pobre del continente y por primera vez en el debate político se escuchó la palabra “socialismo”, hasta ahora un término tabú en la vida política hondureña. En la calle, la frase más repetida por sus seguidores es “no la dejarán ganar”.
Xiomara Castro tiene enfrente a Juan Orlando Hernández, abogado de 45 años y jefe parlamentario, quien ha pedido durante sus mítines “votar por el camino bueno”, el cual dice representar pues busca “recuperar la paz” y, al mismo tiempo, “la seguridad” con los militares patrullando las calles.
Pero más allá de la polarización, los hondureños esperan que los comicios pasen la página de la asonada golpista y se atiendan los problemas de pobreza, violencia y crisis económica, de una gravedad sin precedentes, según expertos.
Honduras tiene la tasa récord mundial de homicidios (85.5 por cada 100,000 habitantes), en una infernal espiral de violencia causada por narcotraficantes y pandilleros, que penetraron a la policía, la justicia y otras instituciones del Estado. Según el comisionado de Derechos Humanos, Ramón Custodio, desde 2010 una treintena de periodistas y decenas de abogados y activistas humanitarios fueron asesinados. El nuevo presidente tendrá además el reto de gestionar un país quebrado con una deuda pública del 42% y al que, en 2008, la comunidad internacional le condonó la deuda externa.
Paralelamente, la paridad en los sondeos calentó el ambiente. Y fue a tal extremo que la entrada de un equipo armado de inmigración en un hotel en Tegucigalpa donde se alojaban varios observadores internacionales –entre ellos, varios argentinos– encendió todas las alarmas. El episodio no pasó a mayores. Pero el temor al fraude o a que los resultados se conozcan muy tarde hace pensar en la posibilidad de disturbios.

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