sábado, 3 de septiembre de 2011

analisis de los especialistas

El perfil psicológico del homicida lo define como un "perverso sin límites"

Por Silvina Saux
03/09/11 - 01:59
El perfil psicológico del homicida lo define como un "perverso sin límites"Final. La tumba, en el Cementerio Parque de Hurlingham, con flores y carteles que piden justicia.

¿Qué pasa dentro de la cabeza de alguien capaz de tapar la nariz y la boca de una nena de once años hasta matarla por asfixia? ¿Cuáles son los procesos mentales de un individuo que carece de los límites morales, religiosos, culturales e incluso penales que le impiden a la abrumadora mayoría de los seres humanos quitarle la vida a los otros?
La psiquiatra Adela Fiorimonte describe al homicida de Candela como “un perverso”, alguien por completo carente de inhibiciones, en cuya estructura de personalidad faltan las notas de límites y empatía por el otro que evitan que las personas llamadas “normales” cedan a la violencia y al crimen en un rapto de desilusión, de ira o de desesperación.
Alejandro Daumas, psicoanalista y docente de la institución Causa Clínica, aporta la original visión de considerar que el asesino de Candela es, sencillamente, un canalla, entendiendo como tal a quien “está dispuesto a sacrificar al prójimo en su propio interés, a quien se considera a sí mismo como su propia regla”.
Según Daumas, puede hacerse del canalla una categoría clínica. “Por eso, frente al horror absoluto de la canallada, el deber absoluto es la protección de la infancia”, señala. Independientemente de la que resulte ser la hipótesis correcta sobre las motivaciones del o los homicidas, el profesional considera que “el traumatismo que coloca a una niña en el lugar de pagar con su cuerpo o su vida, esa utilización suya como mercancía, es un símbolo de la más descarnada violencia”.
Fuentes de la Policía bonaerense, con varios años dedicados a la investigación de homicidios, sugieren que “es el tipo de asesinato que puede verse en los ámbitos relacionados con el narcotráfico”, caracterizados por la impiedad y el salvajismo.
“Si es cierto que no la tuvieron atada ni amordazada, que la alimentaron bien y no trató de escapar, puede suponerse que la tenía alguien de su conocimiento. Que esa misma gente fuera capaz de matarla, para mí señala al narcotráfico”, asevera un ex comisario con larga actuación en el sur del Conurbano bonaerense.
Con él coincide parcialmente la criminóloga Laura Quiñones Urquiza, para quien “no se ve odio hacia la niña porque el cuerpo no tiene signos de lucha. Esa ausencia permite conjeturar que no se sintió amenazada en su lugar de cautiverio”. Sin embargo, la experta introduce la posibilidad de que la víctima hubiese estado sedada o narcotizada. “Una nena vivaz y girl scout se hubiera resistido si la hubiesen mortificado”, imaginó, si bien en los resultados preliminares de la autopsia no aparecen rastros de sustancias tóxicas. Aún faltan los resultados definitivos que podrían demorar cerca de una semana para aportar más precisiones.
Sobre el padre de Candela pesan acusaciones por piratería del asfalto. Rodrigo González, quien ha defendido a varios imputados por el mismo delito declaró que “los ‘palos’ el narcotráfico y el secuestro extorsivo son los que mejor condicen con tanta violencia y semejante crueldad”. Si bien a partir del momento en que se conforma una banda para violar la ley, los principios morales no son precisamente la prioridad, “en tantos años de penalista, nunca vi algo como esto”, concluyó.
El modo en que la mataron denota crueldad. Quiñones Urquiza alude a “una muerte prolija”, pero los médicos consultados por PERFIL discreparon con ella al explicar que por vía de la asfixia el fin “no es rápido”: la víctima, a menos que esté narcotizada, sufre enormemente hasta perder la conciencia por falta de oxígeno y abundancia de dióxido de carbono. Si en este terreno cupiera hablar de piedad, un disparo o un golpe fatal hubiera sido menos penoso para la nena.

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