A 40 años de la masacre en el penal de Rawson, Jorge Lebedev relata su cobertura para el semanario Panorama
Por: Oriane Fléchaire y Gabriel Camoia
De película. Así fue la fuga del penal de Rawson que el 15 de agosto de 1972 llevaron a cabo, en una operación conjunta, presos políticos de distintas organizaciones armadas que se alojaban en esa cárcel. El plan era salir de la prisión de máxima seguridad, secuestrar un avión que los llevara a Chile, pedir asilo político en ese país y conseguir un salvoconducto a Cuba. De los 25 militantes que llegaron al aeropuerto de Trelew, sólo seis concretaron la misión. En ese entonces, Jorge Lebedev era periodista del semanario Panorama, dirigido por Tomás Eloy Martínez. Al conocerse la noticia de la fuga, el director le pidió que viajara inmediatamente al país vecino con un fotógrafo y consiguiera una entrevista exclusiva con los fugados. “Yo solía ir a Chile con mucha frecuencia. Tenía amigos allí, buenos contactos. De hecho, tenía un acceso muy fácil a la Casa de la Moneda”, explicó Lebedev. El resto es historia.
Cuando llegó a Santiago de Chile el clima ya estaba convulsionado. “Había una ofensiva muy fuerte por parte de la derecha”, recordó el cronista. La llegada de los fugitivos del penal de Rawson no podía caer en peor momento. Apenas un año más tarde, el entonces presidente chileno Salvador Allende caería asesinado por el golpe de Estado de Augusto Pinochet. El periodista de Panorama ya había entrevistado al Primer Mandatario socialista antes y para su cobertura quiso obtener un anticipo sobre su decisión: "Lo presioné mucho para que me diera alguna información, para que me contara qué iba a hacer. Me echó y con toda razón, porque la situación diplomática era muy complicada." Lo único que recogió de aquel intercambio fue una declaración formal en la que Allende informaba que la suerte de los refugiados estaba en manos de la justicia.
Alrededor de los seis fugados había un hermetismo impenetrable. “Era obvio que el gobierno chileno no podía permitir que los entrevistáramos”, señaló Lebedev. Pero volver con las manos vacías no era una opción. El fotógrafo que viajó con él, Eduardo Nuñes, estaba desesperado porque no podía conseguir ninguna foto concreta. El acceso a La Pesca, el Cuartel de Investigaciones donde estaban alojados los refugiados políticos, les estaba vedado y la única comunicación que tenían con ellos era a través del intercambio de gritos desde una ventana. “Le dije a Eduardo que se quedara frente al edificio hasta que se asomaran. Creo que fue a la madrugada cuando logro sacarla”, evocó el periodista.
Cuando ambos cronistas dejaron Santiago, la situación de los asilados todavía no se había resuelto. Recién unos pocos días más tarde, la noche del 25 de agosto de 1972, conseguirían el salvoconducto a Cuba luego de intensas gestiones por parte de sus abogados argentinos. La enorme llave de una de las puertas del penal fue el regalo de agradecimiento que entregaron a Fidel Castro por recibirlos.
Lebedev y Nuñes, que apresuraron su regreso a Argentina, se enteraron de la masacre en el aeropuerto. “Había un clima enrarecido”, recordó el cronista de Panorama. Los dos hombres estaban bajo mucha presión: Nuñes llevaba en su zapato, para que no lo incautaran, el rollo con la foto que aún hoy “es la única que existe de los fugitivos en prisión”.
De vuelta en la redacción de la revista, Lebedev no recibió “ninguna restricción” por parte de Tomás Eloy Martínez, quien sumó a la crónica del corresponsal un artículo “claramente condenatorio”. Se tituló "Trelew: la sangre de los Argentinos", y le costó su cargo en la publicación. “Lo obligaron a renunciar”, recordó. A diferencia del semanario, la mayoría de los medios gráficos habían reproducido al dedillo la versión oficial del gobierno de facto sobre un supuesto segundo intento de fuga. “Había intereses económicos de por medio. No querían arriesgar su propiedad en nombre de la verdad”, explicó Lebedev. Si bien Panorama no se podía considerar como un medio alternativo, “Era muy abierto y en ese sentido, ejemplar. Había mucha gente en la redacción que se sabía, era de la guerrilla. Nunca echaron a nadie”, contó Lebedev. Pero esa vez, la presión del gobierno militar fue más fuerte. Según el periodista, Alejandro Lanusse no podía dejar en evidencia que la Masacre de Trelew tenía más que ver con una interna en las Fuerzas Armadas que con una decisión ejecutiva: “Creo que los que se impusieron en ese momento fueron sectores no sólo abiertamente de derecha, sino de la derecha más fascistoide”.
Al año siguiente de la Masacre, las elecciones de marzo de 1973 llevaron a Héctor José Cámpora a la presidencia. El arribo del candidato peronista a la Casa Rosada permitió que unos meses más tarde Juan Domingo Perón regresara al Poder Ejecutivo. Visto desde la distancia geográfica –ahora Lebedev vive en México– y con el paso del tiempo, el periodista cree que “lo posterior (la dictadura) es la continuidad de Trelew". "Seguramente Videla hubiera aplaudido el fusilamiento. La Masacre debe haber impactado como hecho simbólico pero ya había un clima de construcción muy acentuado de la izquierda guerrillera, las fuerzas paramilitares y la derecha castrense. El ejército argentino siempre fue de clase, sumamente reaccionario. Esas fueron las tendencias que se profundizaron.” «
Los fugados de Trelew, Salvador Allende y una entrevista "imposible" en Chile
Enviado por Tomás Eloy Martínez, el periodista siguió los pasos de los seis líderes que escaparon en el avión.





Por:
Tiempo Argentino
Tiempo Argentino

De película. Así fue la fuga del penal de Rawson que el 15 de agosto de 1972 llevaron a cabo, en una operación conjunta, presos políticos de distintas organizaciones armadas que se alojaban en esa cárcel. El plan era salir de la prisión de máxima seguridad, secuestrar un avión que los llevara a Chile, pedir asilo político en ese país y conseguir un salvoconducto a Cuba. De los 25 militantes que llegaron al aeropuerto de Trelew, sólo seis concretaron la misión. En ese entonces, Jorge Lebedev era periodista del semanario Panorama, dirigido por Tomás Eloy Martínez. Al conocerse la noticia de la fuga, el director le pidió que viajara inmediatamente al país vecino con un fotógrafo y consiguiera una entrevista exclusiva con los fugados. “Yo solía ir a Chile con mucha frecuencia. Tenía amigos allí, buenos contactos. De hecho, tenía un acceso muy fácil a la Casa de la Moneda”, explicó Lebedev. El resto es historia.
Cuando llegó a Santiago de Chile el clima ya estaba convulsionado. “Había una ofensiva muy fuerte por parte de la derecha”, recordó el cronista. La llegada de los fugitivos del penal de Rawson no podía caer en peor momento. Apenas un año más tarde, el entonces presidente chileno Salvador Allende caería asesinado por el golpe de Estado de Augusto Pinochet. El periodista de Panorama ya había entrevistado al Primer Mandatario socialista antes y para su cobertura quiso obtener un anticipo sobre su decisión: "Lo presioné mucho para que me diera alguna información, para que me contara qué iba a hacer. Me echó y con toda razón, porque la situación diplomática era muy complicada." Lo único que recogió de aquel intercambio fue una declaración formal en la que Allende informaba que la suerte de los refugiados estaba en manos de la justicia.
Alrededor de los seis fugados había un hermetismo impenetrable. “Era obvio que el gobierno chileno no podía permitir que los entrevistáramos”, señaló Lebedev. Pero volver con las manos vacías no era una opción. El fotógrafo que viajó con él, Eduardo Nuñes, estaba desesperado porque no podía conseguir ninguna foto concreta. El acceso a La Pesca, el Cuartel de Investigaciones donde estaban alojados los refugiados políticos, les estaba vedado y la única comunicación que tenían con ellos era a través del intercambio de gritos desde una ventana. “Le dije a Eduardo que se quedara frente al edificio hasta que se asomaran. Creo que fue a la madrugada cuando logro sacarla”, evocó el periodista.
Cuando ambos cronistas dejaron Santiago, la situación de los asilados todavía no se había resuelto. Recién unos pocos días más tarde, la noche del 25 de agosto de 1972, conseguirían el salvoconducto a Cuba luego de intensas gestiones por parte de sus abogados argentinos. La enorme llave de una de las puertas del penal fue el regalo de agradecimiento que entregaron a Fidel Castro por recibirlos.
Lebedev y Nuñes, que apresuraron su regreso a Argentina, se enteraron de la masacre en el aeropuerto. “Había un clima enrarecido”, recordó el cronista de Panorama. Los dos hombres estaban bajo mucha presión: Nuñes llevaba en su zapato, para que no lo incautaran, el rollo con la foto que aún hoy “es la única que existe de los fugitivos en prisión”.
De vuelta en la redacción de la revista, Lebedev no recibió “ninguna restricción” por parte de Tomás Eloy Martínez, quien sumó a la crónica del corresponsal un artículo “claramente condenatorio”. Se tituló "Trelew: la sangre de los Argentinos", y le costó su cargo en la publicación. “Lo obligaron a renunciar”, recordó. A diferencia del semanario, la mayoría de los medios gráficos habían reproducido al dedillo la versión oficial del gobierno de facto sobre un supuesto segundo intento de fuga. “Había intereses económicos de por medio. No querían arriesgar su propiedad en nombre de la verdad”, explicó Lebedev. Si bien Panorama no se podía considerar como un medio alternativo, “Era muy abierto y en ese sentido, ejemplar. Había mucha gente en la redacción que se sabía, era de la guerrilla. Nunca echaron a nadie”, contó Lebedev. Pero esa vez, la presión del gobierno militar fue más fuerte. Según el periodista, Alejandro Lanusse no podía dejar en evidencia que la Masacre de Trelew tenía más que ver con una interna en las Fuerzas Armadas que con una decisión ejecutiva: “Creo que los que se impusieron en ese momento fueron sectores no sólo abiertamente de derecha, sino de la derecha más fascistoide”.
Al año siguiente de la Masacre, las elecciones de marzo de 1973 llevaron a Héctor José Cámpora a la presidencia. El arribo del candidato peronista a la Casa Rosada permitió que unos meses más tarde Juan Domingo Perón regresara al Poder Ejecutivo. Visto desde la distancia geográfica –ahora Lebedev vive en México– y con el paso del tiempo, el periodista cree que “lo posterior (la dictadura) es la continuidad de Trelew". "Seguramente Videla hubiera aplaudido el fusilamiento. La Masacre debe haber impactado como hecho simbólico pero ya había un clima de construcción muy acentuado de la izquierda guerrillera, las fuerzas paramilitares y la derecha castrense. El ejército argentino siempre fue de clase, sumamente reaccionario. Esas fueron las tendencias que se profundizaron.” «
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