martes, 21 de agosto de 2012

degano se mueve


ERAN LAS DOCE Y MEDIA DE LA MADRUGADA DEL VIERNES cuando, junto a mi equipo, llegamos a la planta de clasificación de residuos sólidos urbanos que está pegada al relleno sanitario. Habíamos sido invitados a conocer el lugar donde trabajan un centenar de santafesinos nucleados en la Asociación Dignidad y Vida Sana. Queríamos observar, en terreno, de qué manera se procesa lo que nosotros dejamos en nuestras bolsas de “desechos secos” todos los lunes y jueves a la noche.

Según el relato de alguno de los muchachos que nos recibieron muy amablemente, la planta recibe, en promedio, catorce camiones de residuos inorgánicos (no es el 100% porque lo que se recoge en algunas zonas van directamente al relleno) que llegan después de la medianoche y se vuelcan en una fosa profunda que tiene capacidad para recibir casi 8 camionadas.

Estando en el lugar, pudimos observar que esa fosa ya estaba llena. El problema es que hace tres meses que la máquina que utilizan para el proceso de manipulación y depósito previo al inicio de la clasificación estaba sin funcionar. El “pulpo”, como ellos lo llaman, está en esa situación irregular desde hace tres meses y su mal funcionamiento dificulta gravemente el normal funcionamiento del trabajo diario de la gente que se gana la vida en ese lugar.

Para darse una idea: en dos días de normal funcionamiento del pulpo, se reciclan 14 camiones de residuos. Hoy, gracias a que el aparato sigue sin funcionar, esa cantidad baja a 5 camiones. Los otros 9 van a parar directamente a la montaña. Esto, no solo perjudica las condiciones de trabajo de los recicladores, sino que se convierte en una pesada pérdida económica para ellos, porque dejan de recuperar y, por ende, comercializar el material. Además, y para agravar el cuadro de situación, el municipio pierde dinero de todos los contribuyentes, ya que el Estado paga por tonelada de basura que va al relleno, y si no hay reciclado previo (como debería en condiciones normales) esa cantidad aumenta y en consecuencia los recursos que se deben poner para gestionar ese servicio.

Los carreros santafesinos que integran la Mesa de Diálogo que busca aportar soluciones a la exclusión social en que viven y a la erradicación de los caballos de las calles de nuestra ciudad, desde hace algunas reuniones vienen defendiendo el término con el que ellos quieren ser llamados: “servidores públicos”. Por eso, mientras veía a una decena de personas recibir y acomodar los residuos que se descargaban entrada la media noche, pensaba en que tienen razón. Nunca más apropiado esta calificación para aquellas personas que cumplen con una función social esencial para la ciudad, y, que en muchos casos, nosotros no tenemos ni la más mínima idea de lo implica en la práctica. Esos trabajadores, aún en la informalidad, son los que permiten que el Municipio ahorre no menos de $12 millones al año, gracias al trabajo de recolección y clasificación que realizan.

Ver para entender. Mientras la ciudad duerme, un centenar de personas trabaja para lograr que Santa Fe sea una ciudad sustentable. Se hacen cargo, con una dedicación encomiable, de recibir y clasificar los desperdicios que nosotros producimos para poder recuperar y comercializarlos. Como dije en mi comentario de Facebook, la dignidad del trabajo en su máxima expresión.

Haber asistido a ese lugar, refuerza el compromiso que tengo para participar, aportar ideas y tratar de que todos juntos podamos solucionar un problema social que representa una deuda con miles de santafesinos que se esfuerzan, cada día, para llevar el pan a sus hogares.

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