sábado, 25 de agosto de 2012

son de uno de sus fotografos oficiales

Las fotos de Evita que pasaron veinte años bajo tierra

A seis décadas de la muerte de Eva Perón, una serie de imágenes volvió a ver la luz: la hija de Alfredo Mazzorotolo, uno de los tres fotógrafos de la ex primera dama, recuperó durante años cientos de negativos enterrados por su padre en un campo familiar en Tres Arroyos. Algunas de ellas, que no cumplían con los “requisitos oficiales”, nunca habían sido publicadas.

Por Mariela Solesio
25/08/12 - 03:15
Las fotos de Evita que pasaron veinte años bajo tierraLas caras de Eva. Su cuerpo ya estaba débil y su rostro daba cuenta de la enfermedad, pero Evita se vestía de blanco y participaba de funciones oficiales.
Las recuperó y las exhibe
Una muestra itinerante, el homenaje de la hija del fotógrafo a su obra
María Teresa Mazzorotolo, la hija de Alfredo Mazzorotolo, uno de los tres fotógrafos personales de Evita, conserva un valioso patrimonio cultural e histórico al heredar de su padre alrededor de 600 fotografías inéditas de Eva Duarte y 500 de Juan Domingo Perón que estuvieron enterradas durante veinte años en un campo ubicado en Micaela Cascallares, del partido de Tres Arroyos, en el sur de la provincia de Buenos Aires, lugar donde nació Alfredo Mazzorotolo. Previo al golpe del ’55, Alfredo decidió trasladar a su familia desde Buenos Aires al campo familiar de esa localidad, pero también llevó consigo los negativos de las fotografías de Evita con la intención de preservarlos de un posible atentado del gobierno de la Revolución Libertadora. Las fotografías fueron tomadas entre el año 1947 y 1955 y Alfredo las fue guardando en un archivo personal. Luego de la muerte de Evita, en el ’52, Alfredo continuó trabajando en el despacho de Perón. De ese período, Teresa recuerda una anécdota que le contó su padre: “… Cuando se abrieron las puertas del despacho del General, mi papá entró para sacar fotografías, Perón lo miró y le dijo: ‘Muchacho, esto está todo podrido’”; se acercaba el golpe del ’55.
Teresa no le creyó, en su momento, como tampoco cuando les contaba que iba de aquí para allá con Evita a recorrer el interior. Le pareció imposible que su padre trabajase con Eva y Perón. Con el tiempo fue descubriendo y valorizando el enorme trabajo de su padre. La casualidad, o no tanto, hizo que finalmente María Teresa tomara conocimiento de la existencia de las fotografías, cuando su padre, en medio de una entrevista en el año 1996, en presencia de su hija, comienza a sacar cajas de zapatos llenas de negativos. “La recuperación de las fotografías las hice a pulmón”, cuenta María Teresa. Fue un trabajo que le llevó muchos años. María Teresa Mazzorotolo recorrió casi toda Argentina con la muestra que preparó ella misma. Estuvo en lugares importantes como la Casa Rosada o las casas de gobierno de las provincias –actualmente la muestra está en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación–, pero también en barrios pequeños, sindicatos y estaciones de trenes. Este año lleva la muestra a Madrid, Barcelona, a la Universidad de Copenhague, en Dinamarca; y posiblemente a la Biblioteca Iberoamericana en Berlín, Alemania.
Para contactarse con ella: matema@latindocs.com.ar

Un niño, una foto y una estampilla
Mañana se cumplirán sesenta años de la emisión de la primera estampilla en homenaje a Eva Perón. Dos años antes, en 1950, Miguel Angel Pérez era un niño de casi diez años, y fue un testigo privilegiado del momento en que Evita posó para esa foto que luego se convertiría en sello postal. “Fue en los primeros días de julio. Evita había entregado las primeras mil pensiones graciables a la vejez. Mi padre, Antonio, era director general de Defensa Nacional en el Correo Central. Le pedí que me llevara a conocerla, quería verla de cerca. Caminaba rápido, parecía apurada. Dicen que siempre tenía prisa. Pero cuando entró, saludó a todos los chicos que estábamos ahí, uno por uno. Yo le entregué unos claveles de la terraza de mi madre, y le pedí una muñeca para mi hermana, que llegó unos días después. Tras el acto, Evita pasó a un salón más pequeño. Nosotros entramos con un amigo de mi papá, y vimos cuando le sacaron la foto. Era hermosa, pero ya estaba enferma”, recuerda hoy.

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