domingo, 21 de abril de 2013

KIRCHNERISMO Y NEGOCIOS  

Molinari, el magnate con lazos políticos detrás del escándalo

Pagó el casamiento de Fariña, que era su empleado. Tiene una relación personal con Elaskar desde hace una década. Fue candidato del FPV. Galería de imágenes.

  • Por Lucas Morando | 21/04/2013 | 14:30


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La carne de Kobe, una de las más caras del mundo, no resultó tierna ni sabrosa. El champagne, Veuve Clicquot, tampoco alcanzó y hubo que comprar más a último momento. Sentado a la derecha de los novios en la mesa principal, Carlos Juan Molinari no quería quedar mal delante de la decena de invitados que él mismo había llevado a un casamiento que no era el suyo. La fastuosa boda de Leonardo Fariña y Karina Jelinek, en abril de 2011, lacró el fin de una relación comercial que terminaría en agosto de ese mismo año por las crecientes “desprolijidades” del novio.
Molinari es un importante desarrollador inmobiliario y en ese entonces Fariña era su empleado: cobraba unos  $6.500 en blanco, pero sacaba mucho más por los vínculos comerciales que le acercaba. De hecho, las “comisiones” que le cobró el joven que denunció una red de lavado que involucra a Lázaro Báez fueron altas: Molinari le pagó, al menos, la fiesta de casamiento con cheques de su empresa por $1.657.000.
“Traía inversores para nuestros desarrollos”, confían cerca del empresario inmobiliario y aclaran que la relación se terminó de golpe, cuando el alto perfil del novio de la modelo no le convenía a la imagen corporativa de Real Estate Investments Fiduciaria S.A (REI), la empresa con la que Molinari encabeza desarrollos en más de 200 hectáreas en la Argentina. Llamativo distanciamiento para tanta intimidad inicial: Molinari fue quien llevó a Jelinek en su auto al casamiento, por ejemplo, y fue quien siguió de cerca su civil. Se sentó, incluso, en la mesa principal de los novios en el casamiento.
¿Cómo nació la relación? Molinari conoce hace más de una década a Federico Elaskar, el financista que denunció en el programa de Lanata los presuntos mecanismos con los que Báez enviaba dinero en negro fuera del país. A Elaskar le decían “Peto” y se hizo amigo rápido de Matias, uno de cinco los hijo de Molinari. Se conocieron en Miami, a principios de los años 2000 y forjaron una amistad que también se alimentó de la diversión nocturna. La familia del empresario todavía lo recuerda como un adolescente gordito y revoltoso, que tiraba botellas desde las ventanas a la calle. Él fue quien conectó, años después, a Fariña y Molinari. El empresario, al principio, se sorprendía de la agilidad para los negocios del “pibe con rodete” y hasta lo había designado como gerente de uno de sus emprendimientos, una empresa de alquiler de autos de alta gama. La flota tendría Ferraris, Audis R8 y BMW X6, entre otros. Pero la ansiedad del joven contador pudo más: antes de lanzarla, empezó a usar los vehículos de forma particular, los llevaba a los programas de TV. “Los usaba como si fueran suyos, es un desprolijo”, se enoja uno de los gerentes que hoy trabaja para el empresario que supo ser su jefe “en blanco”.
Un importante empresario inmobiliario, que conoce a Molinari hace años, difiere en esto último: “Fariña lo ayudaba con los mismos servicios que le daba a Lázaro”, denuncia, pide no ser nombrado, y sugiere una operación “lavado”.
En la cúpula de la empresa de Molinari aseguran que no existe vínculo con Báez ni con sus negocios, pero sí reconocen los vínculos personales con Elaskar. Tampoco desmienten que muchas de sus obras se hagan en distritos del conurbano donde el kirchnerismo pisa fuerte.
Una de sus mayores apuestas es Hudson Park, un pequeño “Nordelta” de 68 hectáreas en Berazategui que le significó una inversión de US$ 25 millones. Allí gobierna Juan Patricio Mussi, intendente K, hijo del secretario de medioambiente de la Nación. Otro desarrollo es La Aldea de Pilar, un complejo de viviendas con hoteles-condominio en un distrito gobernado por Humberto Zúccaro, otro intendente K. El último proyecto local de peso es “La Mansión”, un complejo de dos torres VIP en el casco histórico de la Ciudad de Quilmes, tierra de otro barón kirchnerista, Francisco “Barba” Gutiérrez. Todo un entendido de que la política muchas veces ayuda a encontrar más y mejores oportunidades de más y mejores negocios.

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