Rosendo Fraga: "El conflicto policial está contenido pero no necesariamente resuelto"
El historiador y analista político Rosendo Fraga sostiene que los cambios en el gabinete de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner expresan la profundización del modelo.
El historiador y analista político Rosendo Fraga sostiene que los cambios en el gabinete de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner expresan la profundización del modelo y que las expectativas de cambio en esas movidas fueron más una expresión de deseo de algunos sectores que una realidad cierta. Es más, dice que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, no tiene poder y que se convirtió en un simple "vocero" de las actividades del Ejecutivo.
"El desafío central del gobierno en los próximos dos años es mantener la gobernabilidad", afirma el director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, y agrega que el kirchnerismo no "tuvo éxito" en plantearle a la sociedad un plan desestabilizador por parte de las policías provinciales que fueron a la huelga. "Ese problema esta contenido, pero no resuelto", añade Fraga.
—Las modificaciones que realizó Cristina en el gabinete despertó al inicio expectativas de cambio. ¿Eso se fue perdiendo y por qué?
—Pienso que el gabinete que modificó la presidenta tres semanas atrás generó una expectativa de cambio que fue más la expresión de deseo de algunos sectores, que un mensaje o intención de gobierno. En mi opinión, la presidenta fue muy clara. En el video de su regreso, su único agradecimiento externo fue al chavismo y en lo interno a Hebe de Bonafini. Al día siguiente, al poner en funciones a los nuevos ministros, dijo que debían ser "militantes", que tenía que "profundizar el modelo" y que las estatizaciones de Aerolíneas e YPF eran las manifestaciones más acabadas del mismo. La designación de (Axel) Kicillof como ministro de Economía fue totalmente coherente con estas definiciones; la que fue menos coherente fue la de Capitanich.
—¿Se terminó la luna de miel con Capitanich, que se sigue mostrando hiperactivo?
—En sus 19 años de existencia, la Jefatura de Gabinete nunca tuvo poder porque la Constitución no se lo da. No nombra ni remueve los ministros, con lo cual el poder sigue estando en el presidente. Capitanich de hecho se transformó en una suerte de gran vocero o comunicador del gobierno en un momento en que éste sufre un fuerte desgaste. Esto terminó con la expresión de deseo que se había generado entorno al jefe de Gabinete. Sus declaraciones lo fueron mostrando cada vez más cerca del kirchnerismo puro —como era inevitable— que del peronismo tradicional.
—Con los aumentos otorgados, ¿se terminó la rebelión policial o hay allí un conflicto irresuelto?
—El conflicto policial ha sido contenido, pero no necesariamente resuelto. Cabe recordar que un año atrás tuvo lugar la primera protesta salarial de las fuerzas de seguridad federales (Gendarmería y Prefectura) de la historia y que ahora tiene lugar la huelga policial más extendida que se haya registrado. Esto muestra que hay un problema de fondo que ahora se contiene, pero que dista de estar resuelto. Es posible que tenga nuevas manifestaciones, aunque no necesariamente del mismo tipo.
—¿Hubo, como dice el gobierno, un intento desestabilizador para empañar los festejos de los 30 años de democracia?
—Que hacia fin de año surja una fuerte tensión social que puede manifestarse en saqueos no es un hecho nuevo y había sido publicado antes del inicio de la huelga policial. Los saqueos comenzaron en el sur del Gran Rosario una semana antes que se iniciara la huelga policial en Córdoba. Hubo mucho más de efecto imitación que se propagó, que de plan orquestado y organizado. El gobierno trató de transformar un conflicto social en un intento de desestabilización, pero no tuvo demasiado éxito en ello.
—¿Está de acuerdo que las fuerzas de seguridad se sindicalicen?
—Históricamente, el desborde policial fue resuelto con la militarización transitoria de la policía, sometiéndola al código de justicia militar. Esta hoy no es una solución posible. Incluso este gobierno le sacó el estado militar a la Gendarmería, que era la única fuerza de seguridad que lo tenía. Quizás pueda explorarse una alternativa intermedia que es crear asociaciones —no sindicatos— que puedan canalizar los reclamos de las fuerzas policiales y de seguridad.
—¿Hay un desmarque del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, del kirchnerismo mostrándose con su par cordobés, José Manuel de la Sota, o la situación es al revés?
—La designación de Capitanich como jefe de Gabinete mostró que Scioli no era el candidato presidencial del kirchnerismo, como muchos creían hasta entonces. Ahora el oficialismo parece decidido a desplazar al gobernador de Buenos Aires de la presidencia del PJ nacional. Por ambas razones resulta lógico que Scioli busque nuevamente convertirse en la expresión del peronismo frente al kirchnerismo y la foto con De la Sota puede ser el inicio de este giro.
—¿La herencia kirchnerista recae en Capitanich o puede surgir algún tapado?
—Dos años es mucho tiempo en materia de candidaturas. Ni Alfonsín, ni Menem ni Kirchner eran los candidatos probables dos años antes que fueran electos. Sin duda pueden surgir nuevas candidaturas. Lo que parece claro es que el oficialismo tendrá su propio candidato, aunque todavía no sea claro quién será. Los tres gobernadores kirchneristas sobre los cuales se especuló, Capitanich, Urribarri y Alperovich, se desgastaron en los últimos días con motivo de los saqueos y las huelgas policiales, pero también es cierto que tienen tiempo para recuperarse.
—¿Cuáles son los desafíos cruciales que enfrenta el gobierno en estos dos años de transición?
—El desafío central del gobierno en los próximos dos años es mantener la gobernabilidad, cuando el país vive una crisis social con una economía complicada pero con márgenes de maniobra, y un escenario político en el cual posiblemente el poder irá declinando a medida que se acerque 2015.
—¿Qué dirigente puede unificar a la oposición?
—En cuanto a la oposición, puede unificarse en dos ejes, pero no en uno en la primera vuelta. Es posible que el no peronismo al estilo socialdemócrata converja en unas Paso entre (Hermes) Binner y un candidato radical. Tampoco es imposible —aunque hoy parezca improbable— que (Sergio) Massa y (Mauricio) Macri puedan converger en otro eje opositor. Ellos podrían competir con el candidato oficialista, que podría surgir de unas Paso entre Scioli y el candidato del kirchnerismo.
—¿Esta figura puede tener chances en 2015 o el poder recaerá nuevamente en el peronismo, sea kirchnerista o tradicional?
—Hay un tercio del voto que no quiere votar al peronismo pero para poder competir tiene que unificarse, como lo logró en las legislativas de 2009. Pero no es un proceso fácil. Binner es el candidato mejor posicionado en este segmento político en los sondeos. En la UCR, en cambio, por ahora el conflicto interno es muy fuerte entre (Julio) Cobos y (Ernesto) Sanz.
—¿La designación de Ernesto Sanz al frente de la UCR facilita o complica un acuerdo con Binner para el 2015?
—Pienso que para que exista un acuerdo entre el socialismo y el radicalismo resultaría más fácil si el líder del segundo fuera Cobos y no Sanz. No por el nuevo presidente del partido, sino porque sectores partidarios que lo apoyan piensan que el radicalismo se ha recompuesto y puede ser alternativa sin el socialismo.
—¿Las trabas que le pone la UCR a Cobos lo terminará de sacar de la cancha en la disputa por la Presidencia en 2015?
—Algunas veces el radicalismo pareciera más interesado en impedir que Cobos sea presidente que en construir la mejor alternativa electoral para 2015. Cabe recordar que Cobos en 2003 apoyó a (Ricardo) López Murphy y que en 2007 fue el vicepresidente de Cristina. Tiene una trayectoria de alianzas diferente a la del grueso de su partido.
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