viernes, 27 de diciembre de 2013

lambruschini un anti K con argumentos para discutir


El relato saqueado
(Der Untergang KK)
El "pequeño" relato KK de la "década ganada" ha sido históricamente aniquilado. Primero, por las dos derrotas electorales (equivalentes a una revocatoria de mandato); luego, por la abdicación de la Princesa enlutada y por la reversión del "modelo"; y sobre todo, por los "sakeos" y los 16 muertos en "democracia". La "década ganada" en verdad se ha revelado ya como la tercera década infame. El "relato" del cacareado y abandonado "modelo de crecimiento con inclusión social y distribución de la riqueza" y de la no represión social y de la defensa de los "Derechos Humanos" ha saltado por los aires y han quedado los escombros de la dura realidad, elocuentemente expresada por los saqueos, los muertos y la designación del espía y sospechado represor Cesar Santos del Corazón de Jesús Milani. Por una parte, la prueba más fuerte del fracaso del kirchnerato para administrar al capitalismo dependiente argentino es que en la "década ganada" fue incapaz de crear una moneda que pueda funcionar como tal y de la cual no todos huyeran. Por la otra, la falsa careta de "progresistas" y de "defensores de los Derechos Humanos", con que durante la "década ganada" se disfrazaron los probados menemistas de los '90, ha caído con el nombramiento de un firme sospechoso de corrupción y de crímenes de lesa humanidad; de paso, han destruido a parte del otrora heroico movimiento de los Derechos Humanos mediante el soborno y la corrupción. Como agudamente se ha señalado, el kirchnerismo tiene ya sus propias Leyes de Obediencia Debida y de Punto Final, con el agravante de que Alfonsín no era un advenedizo y un oportunista en materia de Derechos Humanos y de que no existe ninguna sedición militar, sino la voluntad de que los militares intervengan en el espionaje y en los asuntos internos.
Como se ha señalado, las dos elecciones perdidas le presentaban al pejotismo la incógnita y el desafío de cómo metamorfosearse y reciclarse políticamente para después de 2015, cuando la Princesa enlutada se marchara al Calafate o la cárcel (caso Báez/Kirchner). Pero, luego de los saqueos decembrinos, el pejotismo tiene la ardua tarea de llegar relativamente indemne a 2015. Por ejemplo: ¿los gobernadores KK se verán obligados a emitir "cuasimonedas"? Se trata de la inminente, larga y sustantiva crisis política en puerta, i. e., la riña intestina del PJ.
De paso asistimos a un experimento crucial de la Semiótica: la realidad efectiva no es reductible ni sustituible por ningún "relato" ni por ningún otro "discurso": existe una distancia evidente entre las "palabras y las cosas", o mejor dicho, entre la específica materialidad de lo real y la específica materialidad de los lenguajes y representaciones; el mundo de las cosas-en-sí no es coextensivo con el de nuestros lenguajes y representaciones.
No es necesario desmentir la hipótesis conspirativa de la mórbida Princesa acerca de los "sakeos". Tampoco hace falta recurrir a las hipótesis del Materialismo Histórico. Basta con las exactas palabras del ex presidente norteamericano para reconocer la evidencia de que "es la economía, estúpido". Ahí está la clave de los "sakeos", y no en la voluntad "destituyente". Sin un ejército de marginales sociales, i. e., sin desigualdad, no hay saqueos.
El primer y principal obstáculo que hoy tiene la economía capitalista dependiente argentina, es el (des)gobierno de la Princesa pendenciera, que está estructuralmente acabado. El país necesita, se dice, "un plan integral que genere la confianza de los inversores y de los hombres de negocios". Dicho en términos criollos: se acabó la "plata dulce", es necesario el ajuste y que la grosera fiestonga KK la paguen los conocidos de siempre. El pagadiós ha llegado a su límite estructural. La inflación, cuyo único beneficiario es el gobierno (de un Estado autonomizado), destruye por igual tanto el bolsillo de los expoliados como el "clima de negocios". Ahogados y exangües todos por la expoliación estatal de los impuestos que ya llega al 42% (hay que incluir los del salario y el de la inflación), el experimento de alimentar el fuego con papeles, i. e., de solventar el déficit fiscal por la vía de la maquinita de imprimir papel pintado, está llegando a su fin. El Estado parece haber entrado en bancarrota.
La pregunta del millón es por qué no se hace, entre nosotros, lo que se haría en cualquier país capitalista normal del mundo. Antes de que el incendio por ahora relativamente controlable se vuelva en una auténtica conflagración y antes de pasar por el riesgo de que la Princesa se vea obligada a echar mano de la conocida y recurrente tecnología de fugarse en helicóptero, ¿por qué nadie pide su renuncia o su juicio político? La burguesía de dentro y de fuera del Congreso tiene la palabra. Paralizada, parece que espera que Nerón queme Roma para recién actuar y que sea la crisis la que domestique a la plebe, como en 2001. Sin embargo, no es aconsejable jugar con fuego ni desafiar a individuos que nada tienen que perder más que sus vidas. Los saqueos (más o menos peronistas) precedieron la huída de Alfonsín y de De la Rúa, y no pocos gozarían al ver a los compañeros apurar un buen trago de esa misma medicina. Sin embargo, la caída puede venir acompañada con el que se vayan todos y no quede ni uno solo.
La torpe fiestonga KK de la "década ganada" (una fiesta sobre todo para los bancos y el capital financiero) fue financiada por la burguesía agraria, a la que hasta ayer le alcanzaba para "crecer" y pagar la parte sustantiva de la cuenta (el kirchnerato ha sido una grosera festichola de villanos financiada por la soja). Cuando esto ya no fue suficiente, se tragaron los capitales acumulados y asaltaron todas las "kajas" que tuvieron a mano, en especial (pero no exclusivamente), la ANSES y el Banco Central. Además del vértigo devaluacionista de los "antidevaluacionistas", parece que se miran dos nuevas "kajas" heterodoxas para el "modelo": el endeudamiento (i. e., lo contrario del "desendeudamiento") y Vaca Muerta (como se ha dicho: en esta Tercera Década Infame el contrato con Chevron es el equivalente funcional al pacto Roca-Runciman de la Primera); de ahí sería necesario tomar los dólares que eximan de la necesidad de tomar el helicóptero.
Pero la gran y penosa novedad del momento es que la Princesa vengativa -tras negarse a enviar la Gendarmería a la "enemiga" Córdoba- decidió abandonar a la pequeña y a la gran burguesía comercial (los grandes amigos de Moreno, algunos de los grandes ganadores de la "década ganda"), a manos de los saqueadores. Así pues, a la hasta ayer próspera burguesía comercial, ávida por el vil metal y afecta a trasladar sus costos a los precios, le toca hoy pagar no sólo los platos rotos de la fiesta kirchnerista, sino también hacerse cargo de pagar la parte que le correspondía. A las tradicionales letanías dolorosas de la burguesía agraria, ahora se suman las de la burguesía comercial. Los "sakiadores" han producido la baja inesperada de quienes hasta ayer se regocijaban con el "boom del consumo".
¿Cómo lidiará no ya el "relato" sino el pejotismo con la rebelión policial, los reclamos de los empleados de los Estados nacional y provinciales, el incremento explosivo del déficit fiscal y, sobre todo, cómo lidiará con los "sakiadores"?
¿Quiénes son los "sakiadores"? ¿Quiénes son los "vándalos"? ¿Quiénes son estos victimarios-víctimas? ¿Cómo identificarlos hipotéticamente? ¿Cómo es de presumir que les funciona la cabeza? ¿Se nutren acaso de la clase trabajadora, esos que diariamente se levantan temprano y laboriosa y puntualmente cumplen con la jornada de trabajo, esa esforzada y capacitada fuerza social de trabajo comprada a precio vil y que con razón se queja de los "planes descansar", esa que es esencialmente honesta (si todavía es posible hablar así)? ¿Un trabajador puede ser un victimario, un "vándalo" y un "sakiador"? Desde luego que no: los "sakeos" no han sido perpetrados por los trabajadores sino por los que ni siquiera operan como "ejército de reserva".
Desde el punto de vista de la Historia filogenética de la especie homo, los "sakiadores" son cazadores en la selva de cemento (ni recolectores ni pastores ni agricultores). Desde el estrecho punto de vista del Derecho Penal, se clasifican como delincuentes. Desde el punto de vista etario, son mayoritariamente jóvenes. Desde el punto de vista de la moral, son pretotémicos. Desde el punto de vista psicoanalítico, podrían ser considerados perversos. Desde el punto de vista de la Ciencia Política, son parte sustantiva de la nutrida clientela electoral del pejotismo kirchnerista, geográficamente identificable en las pasadas elecciones. Desde el punto de vista cultural, son las multitudes de analfabetos y de analfabetos funcionales de la cultura de los estupefacientes materiales y simbólicos; la clientela de la religión y del Partido de Dios y de la alienación cultural oriunda principalmente de los Partidos del football (hinchas y barrabravas). Desde un punto de vista sociológico, son los que la Sociología empírica burguesa registra como los "vulnerables", los "indigentes", los "pobres", los "desocupados estructurales" y los "ni-ni"; grupos que no se sabe bien si penetran en ese sector incierto de los trabajadores informales y temporarios, computados como el 45 % de la fuerza social de trabajo. Desde categorías más tradicionales, se trata del lumpen. Desde presunciones hipotéticas, se trata de sujetos incomprensibles sin la presencia del narcotráfico y el consumo de estupefacientes. Desde el punto de vista del sentido común, se trata de la más vil carne de cañón, a saber, la carne picada de una oprobiosa sociedad injusta e impiadosa, Untermenschen, el "objeto de la pulsión de muerte y del placer de matar"; y este sentido común se expresa de manera despiadada: 16 o más víctimas fatales no resultan importantes ni siquiera para los (ex) movimientos de los "Derechos Humanos".
Es difícil manejarlos. El tiempo es un elemento sustantivo del ser-burgués, incluso antes del ser-agricultor (disposición humana desde hace 10 mil años). En efecto, entre cosecha y cosecha, pero sobre todo entre el dinero (D) y la revalorización del capital (D') media el tiempo de las transacciones mercantiles (M): el capitalista opera con el futuro, incluso de quienes imprimen un ritmo vertiginoso a la rotación del capital. También los desposeídos, en tanto que están socialmente integrados, operan con el tiempo futuro. Sin embargo, los "vándalos" y los "sakiadores" no tienen futuro en ningún sentido de la palabra: la vida y la muerte, lo mismo que la libertad y la cárcel, se les presentan entremezcladas y efectivamente no temen perder sus vidas mortificadas ni su libertad despreciable, de modo que las amenazas resultan ineficaces. Además, los ideales éticos de la libertad y de la felicidad no están presentes en sus horizontes vitales; sólo se trata de dejar de padecer y sufrir: de ahí el consumo de estupefacientes, incluidos el religioso y el deportivo.
Los "sakkiadores" o los "vándalos" (¿un nuevo sujeto social?) están creando un grave problema político al Estado de clase, incluso al Estado mismo (hobbesiano). Se avecina una crisis política de inciertas proporciones. Si se sigue la huella, ¿cuánto falta para que proliferen los escuadrones de la muerte y los grupos de tareas parapoliciales? ¿Cuánto falta para que la decisión de armarse y matar sea una decisión generalizada? ¿Qué distancia nos separa del "estado de naturaleza" en el cual "el hombre es lobo para el hombre" (homo homini lupus)? ¿Es posible decir que el Estado existe, si ni siquiera se reduce a garantizar (hobbesianamente) la vida, la paz y la propiedad?
El costo del "salariazo policial" no sólo es económico, sino sobre todo político: "la paritaria de la 9 milímetros" no termina con el conflicto. Buscar la lealtad de las fuerzas represivas del Estado de clase mediante los trámites tradicionales kirchneristas de la extorsión y el soborno, ha sido y será oneroso, pero no eficaz del todo. Las medidas no sólo acrecientan el déficit fiscal de manera explosiva para la economía capitalista, sino que su efecto ha sido que al gobierno se le haya perdido el poco respeto político del que aún gozaba, casi del mismo modo que antes perdió el respeto moral. El gobierno no tiene más ni prestigio ni autoridad y se discute si aún tiene poder represivo ("violencia legítima" dicitur). Los que buscan algún pretexto cualquiera para intentar una salida política de la crisis que no sea el helicóptero, miran con inquietud a la desenlutada Princesa bailar en medio de los muertos la macabra danza de la "democracia" al compás del tan tan de los tambores y de una cacerola, y entonces se preguntan por la "salud de la Presidenta", i. e., por el estado de salud de su "capocha" (para hacer uso de sus propias palabras). Fracasadas la reforma de la "konstitución" y la "demokratización de la Justicia", la Dama del perrito (Simón), por su parte, parece enfrascada en asegurarse la impunidad removiendo fiscales acusadores (Campagnoli) y nombrando conjueces impresentables.
Gustavo Lambruschini

Diciembre, 2013

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