El relato saqueado
(Der Untergang KK)
El "pequeño"
relato KK de la "década ganada" ha sido históricamente aniquilado. Primero, por
las dos derrotas electorales (equivalentes a una revocatoria de mandato); luego,
por la abdicación de la Princesa enlutada y por la reversión del "modelo"; y
sobre todo, por los "sakeos" y los 16 muertos en "democracia". La "década
ganada" en verdad se ha revelado ya como la tercera década infame. El
"relato" del cacareado y abandonado "modelo de crecimiento con inclusión social
y distribución de la riqueza" y de la no represión social y de la defensa de los
"Derechos Humanos" ha saltado por los aires y han quedado los escombros de la
dura realidad, elocuentemente expresada por los saqueos, los muertos y la
designación del espía y sospechado represor Cesar Santos del Corazón de Jesús
Milani. Por una parte, la prueba más fuerte del fracaso del kirchnerato para
administrar al capitalismo dependiente argentino es que en la "década ganada"
fue incapaz de crear una moneda que pueda funcionar como tal y de la cual no
todos huyeran. Por la otra, la falsa careta de "progresistas" y de "defensores
de los Derechos Humanos", con que durante la "década ganada" se disfrazaron los
probados menemistas de los '90, ha caído con el nombramiento de un firme
sospechoso de corrupción y de crímenes de lesa humanidad; de paso, han destruido
a parte del otrora heroico movimiento de los Derechos Humanos mediante el
soborno y la corrupción. Como agudamente se ha señalado, el kirchnerismo tiene
ya sus propias Leyes de Obediencia Debida y de Punto Final, con el agravante de
que Alfonsín no era un advenedizo y un oportunista en materia de Derechos
Humanos y de que no existe ninguna sedición militar, sino la voluntad de que los
militares intervengan en el espionaje y en los asuntos internos.
Como se ha
señalado, las dos elecciones perdidas le presentaban al pejotismo la incógnita y
el desafío de cómo metamorfosearse y reciclarse políticamente para
después de 2015, cuando la Princesa enlutada se marchara al Calafate o la
cárcel (caso Báez/Kirchner). Pero, luego de los saqueos decembrinos, el
pejotismo tiene la ardua tarea de llegar relativamente indemne a 2015.
Por ejemplo: ¿los gobernadores KK se verán obligados a emitir "cuasimonedas"? Se
trata de la inminente, larga y sustantiva crisis política en puerta, i. e., la
riña intestina del PJ.
De paso
asistimos a un experimento crucial de la Semiótica: la realidad efectiva no es
reductible ni sustituible por ningún "relato" ni por ningún otro "discurso":
existe una distancia evidente entre las "palabras y las cosas", o mejor dicho,
entre la específica materialidad de lo real y la específica materialidad de los
lenguajes y representaciones; el mundo de las cosas-en-sí no es coextensivo
con el de nuestros lenguajes y representaciones.
No es
necesario desmentir la hipótesis conspirativa de la mórbida Princesa acerca de
los "sakeos". Tampoco hace falta recurrir a las hipótesis del Materialismo
Histórico. Basta con las exactas palabras del ex presidente norteamericano para
reconocer la evidencia de que "es la economía, estúpido". Ahí está la clave de
los "sakeos", y no en la voluntad "destituyente". Sin un ejército de marginales
sociales, i. e., sin desigualdad, no hay saqueos.
El
primer y principal obstáculo que hoy tiene la economía capitalista dependiente
argentina, es el (des)gobierno de la Princesa pendenciera, que está
estructuralmente acabado. El país necesita, se dice, "un plan integral que
genere la confianza de los inversores y de los hombres de negocios". Dicho en
términos criollos: se acabó la "plata dulce", es necesario el ajuste y que la
grosera fiestonga KK la paguen los conocidos de siempre. El pagadiós ha
llegado a su límite estructural. La inflación, cuyo único beneficiario es el
gobierno (de un Estado autonomizado), destruye por igual tanto el bolsillo de
los expoliados como el "clima de negocios". Ahogados y exangües todos por
la expoliación estatal de los impuestos que ya llega al 42% (hay que incluir los
del salario y el de la inflación), el experimento de alimentar el fuego con
papeles, i. e., de solventar el déficit fiscal por la vía de la maquinita de
imprimir papel pintado, está llegando a su fin. El Estado parece haber entrado
en bancarrota.
La
pregunta del millón es por qué no se hace, entre nosotros, lo que se haría en
cualquier país capitalista normal del mundo. Antes de que el incendio por ahora
relativamente controlable se vuelva en una auténtica conflagración y antes de
pasar por el riesgo de que la Princesa se vea obligada a echar mano de la
conocida y recurrente tecnología de fugarse en helicóptero, ¿por qué nadie pide
su renuncia o su juicio político? La burguesía de dentro y de fuera del Congreso
tiene la palabra. Paralizada, parece que espera que Nerón queme Roma para recién
actuar y que sea la crisis la que domestique a la plebe, como en 2001. Sin
embargo, no es aconsejable jugar con fuego ni desafiar a individuos que nada
tienen que perder más que sus vidas. Los saqueos (más o menos peronistas)
precedieron la huída de Alfonsín y de De la Rúa, y no pocos gozarían al ver a
los compañeros apurar un buen trago de esa misma medicina. Sin embargo, la caída
puede venir acompañada con el que se vayan todos y no quede ni uno
solo.
La torpe
fiestonga KK de la "década ganada" (una fiesta sobre todo para los bancos y el
capital financiero) fue financiada por la burguesía agraria, a la que hasta ayer
le alcanzaba para "crecer" y pagar la parte sustantiva de la cuenta (el
kirchnerato ha sido una grosera festichola de villanos financiada por la
soja). Cuando esto ya no fue suficiente, se tragaron los capitales
acumulados y asaltaron todas las "kajas" que tuvieron a mano, en especial (pero
no exclusivamente), la ANSES y el Banco Central. Además del vértigo
devaluacionista de los "antidevaluacionistas", parece que se miran dos nuevas
"kajas" heterodoxas para el "modelo": el endeudamiento (i. e., lo contrario del
"desendeudamiento") y Vaca Muerta (como se ha dicho: en esta Tercera Década
Infame el contrato con Chevron es el equivalente funcional al pacto
Roca-Runciman de la Primera); de ahí sería necesario tomar los dólares que
eximan de la necesidad de tomar el helicóptero.
Pero la gran y
penosa novedad del momento es que la Princesa vengativa -tras negarse a enviar
la Gendarmería a la "enemiga" Córdoba- decidió abandonar a la pequeña y a la
gran burguesía comercial (los grandes amigos de Moreno, algunos de los grandes
ganadores de la "década ganda"), a manos de los saqueadores. Así pues, a la
hasta ayer próspera burguesía comercial, ávida por el vil metal y afecta a
trasladar sus costos a los precios, le toca hoy pagar no sólo los platos rotos
de la fiesta kirchnerista, sino también hacerse cargo de pagar la parte que le
correspondía. A las tradicionales letanías dolorosas de la burguesía agraria,
ahora se suman las de la burguesía comercial. Los "sakiadores" han producido la
baja inesperada de quienes hasta ayer se regocijaban con el "boom del
consumo".
¿Cómo lidiará
no ya el "relato" sino el pejotismo con la rebelión policial, los reclamos de
los empleados de los Estados nacional y provinciales, el incremento explosivo
del déficit fiscal y, sobre todo, cómo lidiará con los "sakiadores"?
¿Quiénes son
los "sakiadores"? ¿Quiénes son los "vándalos"? ¿Quiénes son estos
victimarios-víctimas? ¿Cómo identificarlos hipotéticamente? ¿Cómo es de presumir
que les funciona la cabeza? ¿Se nutren acaso de la clase trabajadora, esos que
diariamente se levantan temprano y laboriosa y puntualmente cumplen con la
jornada de trabajo, esa esforzada y capacitada fuerza social de trabajo comprada
a precio vil y que con razón se queja de los "planes descansar", esa que es
esencialmente honesta (si todavía es posible hablar así)? ¿Un trabajador puede
ser un victimario, un "vándalo" y un "sakiador"? Desde luego que no: los
"sakeos" no han sido perpetrados por los trabajadores sino por los que ni
siquiera operan como "ejército de reserva".
Desde
el punto de vista de la Historia filogenética de la especie homo, los
"sakiadores" son cazadores en la selva de cemento (ni recolectores ni
pastores ni agricultores). Desde el estrecho punto de vista del Derecho Penal,
se clasifican como delincuentes. Desde el punto de vista etario, son
mayoritariamente jóvenes. Desde el punto de vista de la moral, son
pretotémicos. Desde el punto de vista psicoanalítico, podrían ser
considerados perversos. Desde el punto de vista de la Ciencia Política,
son parte sustantiva de la nutrida clientela electoral del pejotismo
kirchnerista, geográficamente identificable en las pasadas elecciones. Desde el
punto de vista cultural, son las multitudes de analfabetos y de
analfabetos funcionales de la cultura de los estupefacientes materiales y
simbólicos; la clientela de la religión y del Partido de Dios y de la alienación
cultural oriunda principalmente de los Partidos del football (hinchas y
barrabravas). Desde un punto de vista sociológico, son los que la Sociología
empírica burguesa registra como los "vulnerables", los
"indigentes", los "pobres", los "desocupados estructurales"
y los "ni-ni"; grupos que no se sabe bien si penetran en ese
sector incierto de los trabajadores informales y temporarios, computados como el
45 % de la fuerza social de trabajo. Desde categorías más tradicionales, se
trata del lumpen. Desde presunciones hipotéticas, se trata de sujetos
incomprensibles sin la presencia del narcotráfico y el consumo de
estupefacientes. Desde el punto de vista del sentido común, se trata de la más
vil carne de cañón, a saber, la carne picada de una oprobiosa sociedad injusta e
impiadosa, Untermenschen, el "objeto de la pulsión de muerte y del placer
de matar"; y este sentido común se expresa de manera despiadada: 16 o más
víctimas fatales no resultan importantes ni siquiera para los (ex) movimientos
de los "Derechos Humanos".
Es
difícil manejarlos. El tiempo es un elemento sustantivo del ser-burgués, incluso
antes del ser-agricultor (disposición humana desde hace 10 mil años). En efecto,
entre cosecha y cosecha, pero sobre todo entre el dinero (D) y la revalorización
del capital (D') media el tiempo de las transacciones mercantiles (M): el
capitalista opera con el futuro, incluso de quienes imprimen un ritmo
vertiginoso a la rotación del capital. También los desposeídos, en tanto que
están socialmente integrados, operan con el tiempo futuro. Sin embargo, los
"vándalos" y los "sakiadores" no tienen futuro en ningún sentido de la palabra:
la vida y la muerte, lo mismo que la libertad y la cárcel, se les presentan
entremezcladas y efectivamente no temen perder sus vidas mortificadas ni su
libertad despreciable, de modo que las amenazas resultan ineficaces. Además, los
ideales éticos de la libertad y de la felicidad no están presentes en sus
horizontes vitales; sólo se trata de dejar de padecer y sufrir: de ahí el
consumo de estupefacientes, incluidos el religioso y el deportivo.
Los
"sakkiadores" o los "vándalos" (¿un nuevo sujeto social?) están creando un grave
problema político al Estado de clase, incluso al Estado mismo (hobbesiano). Se
avecina una crisis política de inciertas proporciones. Si se sigue la huella,
¿cuánto falta para que proliferen los escuadrones de la muerte y los grupos de
tareas parapoliciales? ¿Cuánto falta para que la decisión de armarse y matar sea
una decisión generalizada? ¿Qué distancia nos separa del "estado de naturaleza"
en el cual "el hombre es lobo para el hombre" (homo homini lupus)? ¿Es
posible decir que el Estado existe, si ni siquiera se reduce a garantizar
(hobbesianamente) la vida, la paz y la propiedad?
El
costo del "salariazo policial" no sólo es económico, sino sobre todo político:
"la paritaria de la 9 milímetros" no termina con el conflicto. Buscar la lealtad
de las fuerzas represivas del Estado de clase mediante los trámites
tradicionales kirchneristas de la extorsión y el soborno, ha sido y será
oneroso, pero no eficaz del todo. Las medidas no sólo acrecientan el déficit
fiscal de manera explosiva para la economía capitalista, sino que su efecto ha
sido que al gobierno se le haya perdido el poco respeto político del que aún
gozaba, casi del mismo modo que antes perdió el respeto moral. El gobierno no
tiene más ni prestigio ni autoridad y se discute si aún tiene poder represivo
("violencia legítima" dicitur). Los que buscan algún pretexto cualquiera
para intentar una salida política de la crisis que no sea el helicóptero, miran
con inquietud a la desenlutada Princesa bailar en medio de los muertos la
macabra danza de la "democracia" al compás del tan tan de los tambores y de una
cacerola, y entonces se preguntan por la "salud de la Presidenta", i. e., por
el estado de salud de su "capocha" (para hacer uso de sus propias palabras).
Fracasadas la reforma de la "konstitución" y la "demokratización de la
Justicia", la Dama del perrito (Simón), por su parte, parece enfrascada
en asegurarse la impunidad removiendo fiscales acusadores (Campagnoli) y
nombrando conjueces impresentables.
Gustavo Lambruschini
Diciembre, 2013
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