Hilda “Chiche” Duhalde:
“El país vive una fiesta parecida a la del ‘98”
Traza un paralelo con lo que sucedía en la Argentina durante los últimos años de la convertibilidad. Afirma que se vive “una fiesta” y que “la gente no quiere que le vengan ahora con malas noticias”. Con los números en contra, el duhaldismo piensa en octubre.
José Curiotto
jcuriotto@ellitoral.com
El sentido común y el marketing político indican que criticar al electorado difícilmente pueda resultar beneficioso para quien aspira a captar la adhesión de los votantes. Sin embargo, y a pesar de saberlo, Hilda “Chiche” Duhalde no reprime lo que piensa y lo dice: “La gente sólo quiere seguir la fiesta. Si no quiere escuchar, que no escuche”.
A dos semanas de las internas que arrojaron un resultado contundente a favor del kirchnerismo y que ubicaron en tercer lugar a Eduardo Duhalde, la actual senadora bonaerense se muestra convencida en la necesidad de denunciar las irregularidades que supuestamente se produjeron, más allá de que el resultado a favor del oficialismo es de todos modos irreversible. “Chiche” lo dice, incluso, a pesar de que su esposo decidió guardar silencio hasta ahora y recién desde este fin de semana reinicia su campaña de cara a octubre.
“Deseo que se entienda que esto es lo que yo pienso. Porque generalmente suelen confundirse y creer que mis expresiones son el pensamiento de Duhalde, y no siempre es así”, advierte con firmeza la senadora.
—Pasaron dos semanas desde las internas y supongo que es buen momento para sacar conclusiones.
—Desde un principio dije que tuve en mis manos más de mil actas en las que fui observando distintos errores y un manejo bastante preocupante del comicio del 14 de agosto. Puede tener importancia relativa según cómo se lo mire o si se piensa que fue sólo una elección interna. Pero sienta un precedente.
Existió un número mágico instalado a las seis de la tarde, cuando todavía había mesas sin cerrar. Un número mágico que se mantuvo hasta el final. Dándola a la presidenta arriba del 50 por ciento y poniendo en paridad a Duhalde y Alfonsín. Cuando tuve la oportunidad de ver todo esto me di cuenta de que, si no hubo fraude, estuvo muy cerca.
Y después me encontré con que las cargas en el Ministerio del Interior en muchos casos difieren de las mismas actas. Por lo tanto estoy trabajando para el futuro, para el 23 de octubre, para que en la Provincia de Buenos Aires tengamos fiscales en todos lados. No los podemos pagar. Queremos que el que vaya lo haga por deseos de colaborar patrióticamente. Vamos a trabajar sobre la fiscalización, sobre lo que debe hacer la Justicia Electoral ese día y hablar mucho sobre lo que pasó.
—¿Por qué insiste en que esto es lo que piensa usted, pero no su marido?
—Lo aclaro porque mi esposo mantiene un silencio prudente que tiene que ver con algo que en su momento él dirá. Muchos suponen que lo que yo digo es algo que me manda a decir Duhalde. La verdad es que no me manda a decir nada. Se tienen que acostumbrar a que los dicho por “Chiche” no salen de la boca de Duhalde.
—¿Cómo se encuentra su marido anímicamente luego de la derrota?
—El lunes comenzó con un proceso gripal del que salió el viernes. Este fin de semana sale nuevamente a la calle para conectarse con la gente. Nos fuimos a Misiones y no habíamos previsto que haría tanto frío.
De ánimo está muy bien porque es un hombre político. La verdad es que estas cosas le sirven para analizarlas y pensarlas. No es un hombre que se abate por estos resultados, que por otro lado sé que no son ciertos. Es un hombre que tenía claro que Cristina ganaba por un 38; 40 ó 41 por ciento, como decían algunos encuestadores en privado. Y luego aparecía él con un 20 ó 22 por ciento. Esos números no se dieron por lo que todos sabemos.
—¿Y usted cómo se encuentra?
—Trabajando con mucha fuerza. Haciendo reuniones. En cuestiones vinculadas con el Senado y con la campaña, fundamentalmente pensando en la provincia de Buenos Aires.
—Más allá del resultado final, ¿por qué tanta gente votó por Cristina?
—Que la vote un 40 por ciento me parece un número bastante razonable. Este país está viviendo una fiesta parecida a la del ‘98 que nadie quiere ver. O que muchos sectores no quieren ver. Cuando uno está en una fiesta, no quiere que alguien le traiga malas noticias.
Y la fiesta consiste en que hay consumo, en que podemos viajar al exterior y comprar más barato que acá. Qué bueno, ¿no?... Esas cosas se pagan caro.
En el 98 esta fiesta trajo aparejada una recesión que tuvo un costo muy alto para los argentinos. Y hoy estamos igual. La gente paga con tarjeta. Dame dos. Todo eso está pasando y es el paso previo a la recesión. Y ahora, con un gran crecimiento producto de la exportación de la soja. Pero todo esto tiene un final.
El gobierno no se está gastando las joyas de la abuela porque ya se vendieron todas. Ahora es como el jugador que primero roba las joyas de la casa para jugar y después se gasta el sueldo. Nosotros nos estamos gastando el sueldo, el sueldo de los jubilados, las reservas, vamos por las obras sociales. La situación es aún más grave.
Pero si la gente no quiere escuchar... La sociedad debe hacerse responsable de que esto se produce cíclicamente en nuestro país.
—En el ‘98 el gran problema era la deuda y en estos momentos no tiene la misma insidencia en la Argentina.
—Me parece que usted no conoce los números de la deuda, pero eso sería lo de menos. La deuda más importante es la deuda interna. Cada punto de inflación implica 100 mil nuevos pobres. No nos damos cuenta de que la clase media ya no puede pagar una prepaga, un colegio privado y que el Estado no ofrece escuela pública ni salud de excelencia.
Pero con la tarjeta compramos a crédito. Los que tienen mayores ingresos viajan al exterior, compran, vienen y venden baratísimo lo que traen. Eso es peligroso y significa que nuestras empresas están cerrando y no están produciendo.
—Sin embargo, los industriales manifestaron públicamente su apoyo al gobierno esta misma semana.
—No sé por qué lo hacen. Sé lo que piensan en privado. No sé por qué actúan en público de esta manera.
—¿En privado dicen otra cosa?
—Claro que sí.
—Si todo lo que usted dice es verdad, ¿por qué la gente no lo entiende así?
—En 1999 mi esposo decía que teníamos que salir del modelo, que la convertibilidad había cumplido su objetivo, que había que ir hacia un modelo de producción. Y De la Rúa decía “un dólar un peso”. La gente quería escuchar eso. Y cuando salimos de la convertibilidad, que no lo hicimos por decisión de Duhalde sino de la misma economía, el 70 por ciento todavía adhería a un dólar - un peso. Cosa que no ocurría en ningún otro lugar del mundo, salvo en Ecuador, con una situación parecida.
Así que, si la gente no quiere escuchar, que no escuche.
—¿Cuál es la estrategia de cara a octubre?
—No se la voy a decir, pero vamos a trabajar mucho.
—¿Temen la posibilidad de que en octubre muchos opten por votar al ganador y que Cristina acreciente las diferencias?
- Es lo que trataron de instalar. Un número mágico. Esto tiene un efecto publicitario, más que jurídico.
—¿Qué es lo mejor que tiene el kirchnerismo?
—Lo mejor... A esta altura no le puedo reconocer nada. Sólo una gran capacidad de comunicación y de atracción para algunos sectores de la sociedad.
—¿Y qué es lo peor?
—Que la gente no sabe que estamos perseguidos, que no podemos evitar que nos lean los mails o escuchen nuestras conversaciones telefónicas. Que hay una persecución impecable, desde el punto de vista de ellos, de los que piensan distinto. La verdad que es un gobierno stanilista.
—¿Cuál es en estos momentos la fortaleza del duhaldismo?
—La fortaleza es personal. Es la de un hombre que sabe lo que tiene que hacer. Después, es imposible competir con esto.
—¿Y las debilidades?
—Muchas, seguramente. Pero no estoy para enumerarlas.
—¿Cómo se imagina los próximos cuatro años?
—Difíciles en materia económica.
—Su mandato se cumple este año, ¿qué hará desde 2012?
—Seré nuevamente senadora nacional por la provincia de Buenos Aires.
—Hace algún tiempo, en otra entrevista, usted me dijo que su marido no regresaría a la política por una cuestión de tiempos, de edad, de salud y de familia. ¿Qué pasó desde entonces?
—Él entiende, y yo comprendo, que no hay mucha gente con capacidad y experiencia para hacerse cargo de un país que va a quedar en una situación muy grave.
Pero vuelvo a decirle... para qué vamos a hablar de esto, si la gente sólo quiere seguir la fiesta.
fotos:
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Según Hilda Duhalde,
el kirchnerismo lee sus mails y escucha sus conversaciones telefónicas: “Es un gobierno stanilista”, opina.
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La actual senadora
por la provincia de Buenos Aires explica que su marido volvió al ruedo político “porque no hay mucha gente con capacidad para enfrentar lo que se viene en el país”.
Fotos: Archivo El Litoral
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Poca autocrítica
—No se escucha ninguna autocrítica por parte de la oposición en general y del duhaldismo en particular.
—Seguramente debemos haber tenido enormes fallas. Y también falta de dinero, que es un elemento muy importante para poder contratar a los mejores y hacer una buena campaña. Seguramente habremos cometido errores, pero ése no es el problema.
El problema es el manejo indiscriminado de la publicidad pública, el uso de los recursos de todos. Ése es un gran problema que tenemos en la Argentina y que la gente no ve. El grado obsceno de demostración de poder y riqueza que hace este gobierno. Y gasta. Y gasta muy bien. Invierte en publicidad a través de los medios masivos de comunicación.
—¿Los desacuerdos entre Duhalde y Rodríguez Saá no incidieron en la imagen que la gente tuvo de la oposición?
—Seguro. Descubrir en el NOA cómo planeaba plantear la elección Rodríguez Saá en forma lamentablemente tramposa fue un gran disgusto para mi esposo. Porque él no había sido el de la idea de hacer una interna.
Esa idea la trajeron a mi casa Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta y Juan Carlos Romero. Mi esposo aceptó. No de buen grado, pero aceptó. Y trabajó para eso. Pero nunca pensó que se iba a encontrar con lo que se encontró.
—¿Con qué se encontró?
—Se encontró con que las reglas de juego no se respetaban.
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Perfil
Hilda Beatriz Duhalde
nació el 14 de octubre de 1946 en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, República Argentina. Está casada desde 1971 con Eduardo Duhalde, con quien tiene cinco hijos.
La actual senadora nacional por la provincia de Buenos Aires se recibió de Maestra Normal Nacional. Más adelante completó la carrera de Martillero Público.
En 1997 fue electa diputada representando a su provincia, cargo para el que fue reelecta en 2003. En las elecciones de 2005 fue elegida senadora por el Partido Justicialista, el cual concurrió a elecciones dividido.
En dichas elecciones su principal oponente fue la entonces Primera Dama, Cristina Fernández de Kirchner. Hilda González encabezó el grupo de duhaldistas, junto con algunos intendentes justicialistas. Si bien obtuvo alrededor del 25% de los votos y fue superada por su oponente, ella y muchos de sus partidarios obtuvieron bancas en el Senado.
Ocupó numerosos cargos públicos. Durante la presidencia de Duhalde, fue presidenta honoraria del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.
Integró el Foro de Negocios del Mercosur, como coordinadora de Asuntos de la Mujer en 1995.
También en Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano (1995-1999) y el Consejo Provincial de la Mujer de la Provincia de Buenos Aires (1991-1995).
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