1º
de julio de 1974: Perón renace
Por Pablo Adrián Vázquez *
Toda
muerte es dolorosa. Más si fue una figura política, epónima de una época y
catalizador de anhelos de millones. Ese fue el caso del presidente Juan
Perón.
Memorias
de colaboradores se amontonan para dar testimonios del Líder…
Benito
Llambí, ministro del Interior por 1974, recordó que ese año “regresó del
Paraguay con una recaída. Y no logró recuperarse. El 12 de junio, desde los
balcones de la casa de gobierno, habló por última vez a la multitud reunida en
la plaza. Sería su despedida: “… llevo en mis oídos la más maravillosa
música, que es la palabra del pueblo argentino”. El 29 de junio, luego de
mucha insistencia, delegó el mando, y el 1 de julio, aquél que pocos meses antes
había anunciado que volvía casa desencarnado, concluía su paso por la tierra.
Había usado el tiempo justo para dejar su último testimonio al pueblo argentino
y al mundo”.
Jorge
Taiana, ministro de Educación y médico personal de Perón, testimonió: “a las
3.30 horas de la madrugada del 1º de julio, aparecen en las pantallas
extrasístoles ventriculares aislados y en salvas. 10.15 horas extremaunción
impartida por el padre Pedro Héctor Ponzio. Era el anuncio del final… A las
10.25 oímos ruidos y corridas… encontré al General semiincorporado en al cama,
cianótico, disneico. Con voz ronca, susurrante, me dijo: “Doctor, me voy de
esta vida… esto se acaba… mi pueblo… mi pueblo”, y luego se desplomó en los
brazos de quienes lo sosteníamos.”
Antonio
Cafiero, en esos años presidente de la Caja de Ahorro y Seguros, escribió en su
diario personal: “2 de julio de 1974. Ayer lunes, a las 13.15 horas murió Perón.
Se cierra una etapa histórica. Se abre otra. ¡Pobre Viejo! Murió en su ley y en
su gloria. Murió en la Fe de Cristo, levantando todas las banderas con las que
inició su vida y las que seguí desde mi juventud. ¡Cómo lamento que se haya ido
sin haber tenido la oportunidad de hablar con él, mano a mano, como aquellas
tardes de Madrid! Hoy, en la Catedral, el postrer adiós a su cuerpo sin vida. Y
ahora, ¡Señor! Apiádate de los argentinos!”
Militar
y docente, conductor y político, ante todo fue intérprete de un sentido
histórico nacional. Canalizó las esperanzas de quienes buscaron el despegue
industrial, la integración social y la dignificación de los trabajadores. Y
ellos encontraron en Perón su referencia política y pertenencia cultural.
Su
obra marcó una senda, con aciertos y errores, en los actuales gobiernos donde,
más que citarlo, imbricaron sus ideas en un proyecto nacional de refuerzo del
poder estatal, integración continental, derechos humanos e inclusión
social.
A
pesar de tensiones políticas actuales, el pensamiento de Perón mantiene vivo su
legado y marca el camino para la liberación definitiva.
Vale
la frase de despedida del líder radical Ricardo Balbín sentenciando ante su
féretro: “este viejo adversario despide a un amigo”. Y la evocación madrileña de
Hipólito Paz, canciller en su primer gobierno, cuando refirió: “Nos despedimos
con un abrazo. ¿Quién iba a decirme entonces que sería el último? El taxi se va
alejando y queda atrás su figura y él, que me saluda con la mano en alto
mientras me sonríe que es la suma de la amistad, de la ternura y de tantas
alegrías y penas compartidas. Por un largo rato resuenan en mis oídos sus
palabras, dichas con voz empapada por la nostalgia y la esperanza: “¡Hasta
pronto… Por allí!”.
Ahora,
después de tantos años le puedo decir a usted, mi viejo amigo Perón: “¡Hasta
pronto… Por allá!”.
*
Politólogo, docente de la UNLZ y UCES. Miembro de los Institutos Nacionales Eva
Perón, Rosas y Manuel Dorrego.
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