LA ORGANIZACION QUE FUE MUSCULO DE LA ULTRADERECHA EN LOS 70
Moyano, la Juventud Sindical y un renacer al lado de Kirchner
Hugo Moyano fundó la filial marplatense en 1972, junto a otros pesados del gremialismo. Por entonces, la JSP operaba en sintonía con la CNU, autora de los asesinatos de una estudiante en 1971 y un sinnúmero de militantes de la Juventud Peronista más tarde. Una placa de 1974 aún está en el monumento a San Martín como testimonio de esa unión. La JSP acaba de volver y Néstor Kirchner saludó a su nuevo líder, Facundo Moyano, hijo del camionero. No hubo mención alguna al pasado.
Por Julio Petrarca
Fue raro ver el martes último a Néstor Kirchner, campeón del peronismo progre, adalid de la defensa de los derechos humanos y símbolo actual de la búsqueda de verdad y justicia para las víctimas de la dictadura, bajo las múltiples banderas de la renacida Juventud Sindical Peronista, que lidera el hijo menor de Hugo Moyano y cuya filial marplatense fundara el camionero allá por 1972. Entonces, la JSP que Moyano colideraba con José Landín, del gremio de la carne, aportaba el músculo que necesitaron organizaciones paramilitares como la Concentración Nacional Universitaria (CNU) para consumar los centenares de asesinatos y atentados desde entonces y hasta la llegada de la dictadura, en 1976. Lo llamativo es la elección de dar el mismo nombre a una organización de pasado ominoso para buena parte del peronismo que hoy ocupa el Gobierno: ellos y sus compañeros y amigos fueron víctimas de la JSP en múltiples acciones, la más dramática en Ezeiza, al regresar Juan Domingo Perón. En el acto del martes, cuando su socio y segundo en el PJ nacional asumió la conducción del justicialismo bonaerense, Kirchner no pareció molesto por tanta bandera de la JSP, y más aun: saludó con afectuoso abrazo a Facundo, el hijo de Moyano.
Uniformes y mamelucos. El 30 de noviembre de 1974, los jefes de las bases Naval y Aérea de Mar del Plata, la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601, la Unidad Regional IV de la Policía provincial y de la delegación de la Policía Federal compartieron un acto al pie del monumento a San Martín, en Luro y Mitre de la Feliz. Junto a ellos estaban los máximos dirigentes de la CGT Regional, de sindicatos y de organizaciones político-gremiales-paramilitares de ultraderecha como la Concentración Nacional Universitaria, el Comando de Organización y la Juventud Sindical Peronista. Los asistentes hicieron un minuto de silencio y fue descubierta la placa que expresaba el homenaje de la CGT a los militares y policías muertos “en la lucha contra la subversión antinacional y antipopular”.
Moyano estaba en segundo plano, como acostumbraba. Todos afirman que él era el cerebro y el veterano Jorge Silva la cara del gremio de Camioneros en Mar del plata.
La placa sigue allí, en el lateral derecho de la base de piedra que sirve de soporte a la estatua de San Martín anciano realizada por Luis Perlotti.
Ni yanquis ni marxistas. El 6 de diciembre de 1971, la estudiante Silvia Filler, hija de un conocido odontólogo, cayó fulminada por un balazo en medio de una asamblea en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Provincial de Mar del Plata. Un comando de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) –organización filonazi, antisemita y anticomunista manifiesta–, que había partido muy probablemente de la casa de Fernando Delgado, a metros del lugar, irrumpió en el aula magna con revólveres y cadenas para romper la reunión. Juan Carlos Gómez, un “culata” del gremio del pescado protegido por su secretario general, Abdul Saravia, fue quien disparó y mató a Filler. Durante meses estuvo alojado en casa del jefe de la CNU nacional Alejandro Giovenco, hasta que fue preso, enjuiciado y condenado.
El 25 de mayo de 1973, la amnistía dictada para liberar a presos políticos lo benefició. Nunca fueron a prisión sus mandantes, entre ellos el jefe marplatense de la CNU, Ernesto Piantoni, y la decena de abogados y estudiantes de abogacía de empinadas familias locales que los acompañaba.
A Piantoni lo mataron los montoneros en 1975. Según denuncias, lo sucedió su amigo Gustavo Demarchi, antiguo dirigente juvenil de Tacuara (el germen de la CNU), quien está hoy bajo proceso acusado de cinco homicidios por la fiscalía (ver recuadro).
En 1971, la Juventud Sindical Marplatense aún no había nacido, pero germinaba alimentada por acciones como
la relatada.
Buenos muchachos. Una alta fuente judicial que interviene en el proceso contra Demarchi y otros sospechados de asesinatos, asegura que no hay dudas de que a partir de 1972 la JSP y la CNU actuaron “como primas hermanas: manejaban la Universidad Provincial y la Justicia Federal”. También mantenían una estrecha relación con las Fuerzas Armadas (en particular, inteligencia de la Base Naval) y la regional de la Policía Federal, y contaban con el respaldo del gobernador bonaerense Victorio Calabró.
A la CNU y su aliado principal, la JSP –que Hugo Moyano lideraba, como lo hizo tiempo después con la CGT regional–, se les atribuyen las muertes de Pacho Elizagaray (hijo de un senador), de la decana de Humanidades y cercana colaboradora del obispo Eduardo Pironio, María del Carmen “Coca” Maggi (cuyo cadáver fue hallado 11 meses después de su asesinato) y de otros militantes de izquierda o sus simpatizantes.
Esos grupos fueron asimilados parcialmente a la Triple A, sus componentes pasaron a integrar “patotas” aleccionadas por los subordinados de José López Rega y algunos, incluso, formaron parte de los grupos de tareas que la dictadura empleó para secuestrar, torturar, asesinar y desaparecer.
Hoy, libres. La JSP entró en un eclipse que duró hasta no hace mucho, cuando Moyano Jr. la reflotó de la mano de su padre. Algunos de los antiguos miembros de la organización y de la CNU siguen hoy ocupando espacios importantes. El ex CNU y adláter de Piantoni, Raúl Cuence, por ejemplo, está cerca de Hugo Moyano (ver recuadro). El líder camionero, hasta hoy, no fue llamado a declarar en el juicio que se sigue por los crímenes adjudicados a la Triple A, diez de los cuales se atribuyen a sus ex compañeros marplatenses.
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