domingo, 22 de agosto de 2010

la capital de rosario,domingo 22 de agosto.Mauricio Maronna

Lifschitz toma carrera

Lifschitz tomó debida nota de que sus fichas para ser gobernador deben ser jugadas en dos casilleros: el de la gestión y el de obtener posicionamiento provincial. (Foto: C. Arféliz)

Hermes Binner se privó el viernes de la foto que este fin de semana se hubiera convertido en el disparador de todos los análisis políticos. La ausencia de Ricardo Alfonsín en Rosario cayó por sorpresa en las filas socialistas, donde de entrada se dudó del malestar físico del hijo del ex presidente.
   El oportuno decaimiento orgánico del diputado nacional de la UCR, como corolario de una cena con el histórico líder justicialista Antonio Cafiero, impidió que se siga reproduciendo en círculos el piedrazo al agua que disparó Elisa Carrió, molesta por el rol de privilegio que los radicales le reservan al socialismo.
   Pese a muchas versiones en contrario, este diario pudo ratificar que efectivamente Alfonsín no se encontraba en condiciones adecuadas para soportar una agenda cargada en Rosario y Cañada de Gómez y, sobre el viernes a primera hora, canceló la reunión con Binner en el despacho de la Gobernación.
   El mandatario santafesino dialogó telefónicamente largo rato con Alfonsín ese mismo viernes tratando de reprogramar el encuentro (entre otros puntos de la conversación), en una clara muestra del interés socialista por mantener viva la llama de una fórmula que, en realidad, ya está construida.
   Aunque lejos de ser blanqueada, en el interior del Partido Socialista se libra una interna que tiene decibeles como pocas veces antes se dejó escuchar. Tras la unción de Binner a su ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti, como potencial sucesor a la Gobernación, desde el sector de Miguel Lifschitz se decidieron enviar algunas señales políticas (como aquel almuerzo popular del 9 de Julio sin invitación para binneristas) pero, fundamentalmente, el intendente comenzó a cabalgar con la idea de reinstalar los valores de la gestión.
   En los últimos días, Binner comenzó a mensurar que —atento a lo que muestran las encuestas— debía ampliar el menú de candidatos y elogió públicamente la gestión del titular del Palacio de los Leones, quien con un par de declaraciones sobre una eventual fórmula con el intendente de Santa Fe, Mario Barletta, quedó nuevamente posicionado.
   Lifschitz tomó debida nota de que sus fichas para ser gobernador deben ser jugadas en dos casilleros: el de la gestión (el más importante) y el de obtener posicionamiento provincial, más allá de la ciudad de Rosario.
   Bonfatti deberá crecer en niveles de conocimiento entre los santafesinos para que finalmente se concrete el deseo de Binner de sustentarlo como el postulante a sucederlo en la Casa Gris.
   Es curioso lo que pasa con Giustiniani: es el más conocido en toda la bota por su participación en elecciones provinciales, pero aún no muestra demasiadas intenciones públicas de disputar la Gobernación.
   La solapada interna socialista preocupa a Alfonsín, quien comentó a sus pocos íntimos santafesinos que le molestaban ciertas declaraciones de Rubén Giustiniani, acicateando la posibilidad de incorporar a Fernando Pino Solanas a un frente.
   Ayer nomás, la comisión de acción política del partido, representada por el senador nacional, resolvió dejar escritos diez puntos programáticos y una definición que confirma la lucubración antedicha: “La herramienta política que permita articular la alternativa para el 2011 debe edificarse en torno a sólidos compromisos programáticos de centroizquierda y no en torno a liderazgos de popularidad coyunturales”. ¿Un mensaje para Ricardito?
   Las luchas soterradas de posicionamiento en el socialismo santafesino no logran ser usufructuadas por sus socios radicales, quienes tienen un escenario propicio para avanzar en la pretensión de encabezar una fórmula a la Gobernación pero lidian con un abarcativo miedo escénico que los paraliza. Salvo Jorge Boasso, quien se parapeta como un Llanero Solitario.
   La UCR santafesina tiene a un candidato (Barletta) poco conocido que necesita del brinco nacional que le pueda dar Alfonsín. “Si ni el propio Barletta se anima a decir que quiere ser gobernador... Muchos correligionarios observan las dudas del protagonista y prefieren no levantar olas”, dijeron ayer desde el propio riñón del radicalismo alfonsinista.
   Ante el mosaico de expectativas bifurcadas ucerreístas (entre los que prefieren subordinar lo provincial a lo nacional o viceversa) cobra notoriedad el pensamiento íntimo que anida en la Casa Gris. “A los radicales los vamos a conformar con un par de ministerios y lugares en las listas. Con eso cierran”, se jactan desde el binnerismo.
   El Frente Progresista santafesino sabe que el veranito político que comenzó en el 2007 alguna vez se terminará, pese a que hasta hoy la insoportable interna justicialista le permitió gobernar sin grandes luces, aunque también sin grandes objeciones.
   No fue un dato menor que diputados provinciales reutemistas, obeidistas y kirchneristas se unieran para dar detalles sobre las denuncias penales presentadas en Tribunales sobre la adjudicación directa de la Autopista Rosario-Santa Fe.
   Fue una manera que encontraron los peronistas para intentar dejar de lado la parcelización que se vive dentro de sus filas.
   El Partido Justicialista parece un espacio loteado entre las distintas coloraturas políticas, que reaccionan frente a las embestidas socialistas según sea el vector atacado.
   Habrá que ver si la estrategia inaugurada por los legisladores Luis Rubeo, Jorge Lagna y Mario Lacava tiene sustentabilidad en el tiempo.
   De reacomodamientos y nuevas ofertas —y entre un penumbroso letargo— vive hoy la política santafesina. l


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