domingo, 28 de noviembre de 2010

con la mira en 2011

La imagen de Cristina se potenció sin Kirchner

Un trabajo de Graciela Römer demuestra cómo cambió la percepción de la Presidenta en los últimos treinta días, y lo atribuye al “estado de gracia” de su relación con la sociedad.

Por Graciela C. Römer

Hasta la tarde del 26 de octubre habíamos entrevistado aproximadamente a la mitad de una muestra nacional de 1.200 casos. Un día después, algo parecido a un terremoto conmovió a la opinión pública: el ex presidente Néstor Kirchner (el candidato del Gobierno para las elecciones del 2011) había fallecido de manera súbita. Como consecuencia, decidimos suspender la investigación, que fue retomada diez días más tarde.
Ello nos permitió dimensionar algunos hallazgos de la primer fase relevada con los recogidos en la segunda, permitiéndonos comparar ambas situaciones.
Lo que veíamos en la primera muestra anterior al fallecimiento de Kirchner era que, luego de la recuperación de la imagen del Gobierno nacional durante el segundo trimestre del año, existía una cierta desaceleración de ese proceso y un amesetamiento de los niveles de aprobación de las principales variables de la gestión. En segundo lugar, nos encontrábamos con su candidatura ocupando la primera minoría, pero lejos de vencer en primera vuelta y, al mismo tiempo, superado por varios adversarios en un eventual ballottage.
Ricardo Alfonsín y Daniel Scioli surgían como los dirigentes más “queridos” y con mayor intención de votos. Ambos expresaban, desde distintos espacios, características opuestas al modelo kirchnerista, duro, vehemente y propulsor de antagonismos irreconciliables.
Así estaban las cosas, con evaluaciones positivas sobre la economía que rondaban el 25%, opiniones favorables sobre la Presidenta y su gestión que se aproximaban al 30%, con reconocimientos hacia su labor social y críticas hacia su estilo de liderazgo.
En ese contexto, sobrevino el deceso de Kirchner y la suspensión de nuestro trabajo. Retomada la investigación diez días más tarde, los resultados no pueden ser más contrastantes: una Presidenta que cosecha niveles de popularidad y aprobación cercanos al 50% y un cuadro electoral que incorpora amplios elementos de novedad que habrá que dimensionar adecuadamente apenas sedimenten los hechos analizados.
De acuerdo con los datos que surgen de la última etapa del sondeo, un 41% admite que votaría por Cristina Kirchner en 2011, un 18% lo haría por Mauricio Macri, un 14% por Alfonsín y un 10% por Solanas (los indecisos suman el 12% de las opiniones) ¿Es Argentina un país enteramente diferente desde el punto de vista social y político al que existía un mes atrás? ¿Tanto cambió el modo en que la gestión de gobierno es percibida por la sociedad?
Es difícil dar una respuesta taxativa a esas preguntas, pero pueden anticiparse algunos elementos que sirvan para elaborar algunas hipótesis provisorias. En momentos de cambios dramáticos como los que ha vivido la Presidenta, la política se personaliza aún más.
Cristina Kirchner está hoy en “estado de gracia”. Es percibida por la sociedad y por el resto de la dirigencia como alguien que necesita ser protegida. Así, Cristina goza hoy de los beneficios de cierta “humanización política focal”, que ha puesto en stand by discursos, trucos, chicanas y otros recursos habituales de la política nacional.
En algún aspecto, esos sentimientos han logrado inhibir buena parte de los rechazos que el estilo de liderazgo dominante ha despertado en un sector importante de la población, especialmente entre los sectores medios, para dar lugar a la emergencia de una figura pública diferente. Pero lo que parece haber cambiado también es el modo en que se desea ser reconocido por el público y, no menos importante, por el resto del “establishment”.
Si la Presidenta era hasta hace poco, como sugiere una autora de su predilección, “quién decide en la excepción construyendo enemigos según demandaran las circunstancias” (Chantal Mouffe), la nueva situación parece desplazarla hacia el lugar de quien procura evitar disensos tajantes que no sean estrictamente necesarios, para administrar un cambiante equilibrio de intereses y posiciones reconocidas –en principio– como igualmente legítimas.
En otras palabras, ese ablandamiento del tipo de personaje social proyectado por la Presidenta implica una suerte de “desthatcherización-merkelización” de su imagen.
¿Es ese nuevo personaje social algo que la Presidenta pueda sostener en el tiempo? La respuesta a esta pregunta reposa en un conjunto de entrecruzamientos entre los objetivos políticos del tiempo que resta de mandato con la autenticidad del nuevo estilo insinuado por la Presidenta.
En otras palabras: cambiar de personaje social implica, en buena medida, cambiar el modo de concebir la conformación de una agenda política. Al mismo tiempo, cambiar el personaje social implica una suerte de renuncia tácita al recurso al “viejo estilo” al precio de caer en una suerte de esquizofrenia política: la manera de resolver el equilibrio entre esas cuestiones encierra buena parte del secreto sobre cuánto hay de permanente en la situación que hoy experimenta el prestigio presidencial y cuánto de transitorio.
Scioli recordó con afecto a Néstor
El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, negó ayer que haya malestar con la Casa Rosada sobre las candidaturas para el año próximo y ratificó su adhesión al kirchnerismo, pero aclaró que no es “obsecuente” y afirmó: “A la hora de la verdad, estoy donde tengo que estar”.
Desde Jerusalén, el mandatario sostuvo que es “parte de este equipo” que lidera Cristina Fernández en la Nación, pero evitó dar su opinión sobre la posibilidad de una reelección de la Presidenta, al sostener que “hay que respetar los tiempos de ella”.
Con respecto al fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, Scioli sostuvo que “su lucha, su entrega y su coraje caló profundo en el pueblo argentino” y consideró que “desde el cielo debe ver que el esfuerzo valió la pena”.
Scioli destacó que Kirchner fue “un gran motivador, un hombre muy seguro de sí mismo y de convicciones profundas que te entusiasmaba”, y remarcó su “gratitud” personal porque el santacruceño lo eligió como compañero de fórmula en 2003.
“Como cristiano, siento que él desde el cielo debe ver que el esfuerzo valió la pena. Que su lucha, que su entrega, que su coraje caló profundo en el pueblo argentino. Y que su vida y su obra se va engrandeciendo día a día a nivel nacional e internacional”, sostuvo.
El gobernador llegó esta tarde a Jesuralén para iniciar una visita de dos días.

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