Binner pasó la factura
El frenético cierre de listas para las candidaturas a diputado nacional deja huellas bien marcadas en la política santafesina, aun cuando a la hora de escribirse esta columna la realidad queda serpenteada por algunos interrogantes.
Las internas a gobernador en el Frente Progresista tuvieron su primer coletazo en el escaldado territorio del Partido Socialista. La decisión del sector de Rubén Giustiniani de no participar en la nómina a diputado nacional se convirtió en el resultado del sonoro pase de factura que bajó desde el binnerismo tras largos meses de ataques dialécticos hacia la figura del senador nacional, que fueron formateando lo que al fin se tradujo en la práctica.
Lejos de conmoverse por la abstención giustinianista, en el campamento de Hermes Binner flotaba ayer un clima de alegría mal contenida por el desenlace. "Lo que hizo Giustiniani al decidir competir en la interna puso en riesgo la gobernabilidad de una futura gestión de (Antonio) Bonfatti. Fíjese como quedó compuesta la lista del Frente Progresista y los pocos legisladores socialistas que vamos a tener en la Cámara de Diputados. Si a eso se le suma que el Senado quedará en manos del peronismo, lo que hicieron estos muchachos es doblemente perjudicial", braman cerca del gobernador.
La venganza será terrible. La decisión de tomar represalia contra Giustiniani no se quedará en la composición de la nómina de la discordia. Es apenas el primer paso. El binnerismo aprovechará las próximas instancias partidarias para avanzar en la presidencia del socialismo a nivel nacional, algo que de hecho sucedió en todo el proceso de negociaciones con el radicalismo, primero, y con los aliados del Frente Amplio Progresista, después.
Pese a las justificaciones que aparecen desde el binnerismo respecto al quinto lugar ofrecido a los adversarios internos, está claro que ese quinto puesto se pareció demasiado a una alfombra extendida para que los giustinianistas tomen el camino de la retirada. El tercer lugar fue direccionado hacia un dirigente de la Federación Agraria (Omar Barchetta) y el cuarto hacia el GEN, agrupación de escasa representación en la provincia, al punto que no logró personería jurídica. Con un plus: el partido de Margarita Stolbizer apoyó en las primarias la candidatura de Rubén Giustiniani y no la de Bonfatti.
"Es claramente una represalia cargada de autoritarismo. La misma noche de los comicios dijimos que trabajaríamos por la candidatura presidencial de Binner, no pusimos obstáculos. Nos ofrecieron una candidatura testimonial, y aceptarla hubiera sido un despropósito. No es una fractura ni un quiebre: la sensación es que nos están echando del partido", razonó una de las principales espadas de Ganamos Todos.
El paquete de cargos. En las huestes del oficialismo socialista aseguran que le ofrecieron a Giustiniani cargos ejecutivos en un futuro gobierno provincial de Bonfatti. Y citan la Secretaría de la Mujer, Turismo y todas las estructuras de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación. "Se nota que estos muchachos no están interesados en el trabajo de gestión", chicaneó una alta referencia del gobierno provincial cuando el viernes al atardecer se convertía en noche.
¿Intenta el binnerismo cooptar a dirigentes giustinianistas para terminar con lo que puertas adentro se denomina el partido? ¿Seguirá actuando ese espacio como un bloque sólido? Las respuestas a estos interrogantes sobrevendrán cuando salga a la superficie la convulsión y el revuelo que habitan en todas las seccionales socialistas.
Cierto es que la realidad se encargó de desactivar todas las subestimaciones que se hacían respecto a que los comicios nacionales pasarían como un juego de suma cero en el escenario de la provincia. No deja de constituir una anormalidad que la coalición de gobierno santafesina divida sus voluntades en tantos segmentos disímiles. El radicalismo, por ejemplo, pidió ayer a la Justicia la impugnación del nombre de Frente Amplio Progresista con la que se presentarán los postulantes a diputado nacional que respaldan la candidatura presidencial de Binner.
Provincia desalambrada. Al margen del clima espeso que sobrevuela el ámbito de la alianza de gobierno, el PJ vive un hecho inédito desde 1983 hasta hoy: la virtual desaparición en la toma de decisiones a la hora del armado importante.
Conmovía en las horas previas a la definición de la lista la falta de información de los mismos dirigentes sobre los nombres que la integrarían. Desde el mismo momento en que la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, eligió a Omar Perotti para que encabece la nómina a la Cámara baja el peronismo santafesino se convirtió en un mero espectador de los sucesos.
Retiro efectivo. Por si hacían falta, los episodios mostraron el fin de época de un partido que hasta hace poco tiempo se jactaba de haber "alambrado" la provincia a los designios que se tomaban entre cuatro paredes en Balcarce 50. El autor de aquella frase, Carlos Reutemann, se retiró de la escena por voluntad propia, y a Jorge Obeid le pusieron una indisimulable bolilla negra. Es otro el perfume que exuda desde allí. No hay referencias en la lista del reuteobeidismo.
Quedará como un recuerdo encantador aquella frase de Perotti: "No voy a ser un delegado de la Casa Rosada". Hoy no parece haber espacio para voces discordantes al monólogo kirchnerista.
Al tiempo que el frenesí consumía los ánimos del centenar de nombres que quedarán estampados en las listas a diputado nacional, la fina lectura de la entrelínea deja para la política santafesina un tendal de heridos, preguntas y cuestiones sin saldar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario