reservas en metalico
Con lo que ganó en oro, el Gobierno paga un año de Asignación por hijo
El monto de las 54 toneladas guardadas en el Banco Central se incrementó en US$ 2.600 millones gracias a la crisis que elevó lo precios a niveles récord. Las compras, una a una.
Desde el 1 de julio pasado, cuando la turbulencia internacional adelantó lo que luego sería la nueva etapa de la crisis global, la Argentina ganó US$ 602 millones gracias al aumento del precio del oro que mantiene en sus reservas. El Banco Central se hizo en total de US$ 2.605 millones por la apuesta al oro desde 2003, al alcanzar el ansiado metal los US$ 1.900 por onza troy en Londres esta semana y darle más valor a las 54,7 toneladas compradas a menos de un cuarto del precio actual y almacenadas en las bóvedas del Tesoro. La liquidación del oro en los años anteriores a la crisis de 2001, sin embargo, provocó pérdidas por US$ 6.119 millones en ganancias no cobradas.
Los US$ 2.605 millones ganados con el oro son superiores a los casi $ 10 mil millones que invierte por año en la Asignación Universal por Hijo.
Mientras la crisis global y la volatilidad de los mercados fomentan un nuevo auge del precio de oro en todo el mundo –aquí las ventas se multiplicaron al menos por diez este año, según el Banco Ciudad–, el Gobierno saca ventaja de la “idea peronista” de abastecerse del metal, herencia de la gestión de Néstor Kirchner y de las administraciones de Alfonso Prat-Gay y Martín Redrado al frente del Central.
El negocio hubiera sido más importante de haberse aplicado la meta de tener al menos el 10% de las reservas en oro, propuesta por Prat-Gay, cuando en la actualidad es de un poco más del 5 por ciento.
Según los balances anuales del Central y el testimonio de los protagonistas, en 2003 se hicieron dos grandes compras de oro que se volvieron muy rentables vistas con los datos de hoy. La primera fue por 42 toneladas, por las que se pagaron US$ 526,7 millones (US$ 390 cada onza). La segunda fue por 12 toneladas, que costaron US$ 162 millones (US$ 420 por onza).
Con la referencia de los US$ 1.900 por onza que se pagaba a principios de semana, la acción de Prat-Gay significó un beneficio total de US$ 2605,3 millones (US$ 2035,3 millones de ganancia por la primera operación y US$ 570 millones por la segunda). Si bien el miércoles el oro retrocedió hasta cerca de los US$ 1.800 por onza por las mejores expectativas sobre la situación de Estados Unidos, ayer volvió a subir y se pronosticaba un precio superior a US$ 2 mil para 2012.
“Cuando llegué al Central en 2003, la bóveda del tesoro estaba vacía, se había vendido todo el oro durante los noventa, por lo que dispuse abastecernos del metal ante la burbuja que veíamos en el mundo y un horizonte no muy positivo para las estabilidad de las monedas en el mediano plazo”, recordó a este diario Prat-Gay, al asegurar que “entonces hubo resistencia interna” a la medida por considerarla “riesgosa”.
El mayor riesgo era que la Justicia internacional embargue los lingotes a pedido de los tenedores de deuda en default. Por eso “no queríamos títulos ni papeles; buscamos el lingote, la barra palpable, en el país”. Los trajeron en una “operatoria complicada”, que incluyó compras a tres bancos y una logística especial por barco, con seguridad especial y seguros, añadió. Desde entonces, los lingotes se encuentran en el Tesoro Nacional.
Las cerca de 54 toneladas de oro –equivalentes a 1,76 millones de onzas– que hay en el tesoro son mínimas respecto de las reservas que tiene el país. Sólo en Mina Veladero (en San Juan), controlada por Barrick Gold, hay reservas de 11,4 millones de onzas de oro, que a precio actual valen poco menos de US$ 20 mil millones. La totalidad del metal extraído se exporta.
Con la salida de Prat-Gay y el ingreso de Martín Redrado como titular del Banco Central la apuesta al oro continuó. “Vimos que la política de Alfonso (Prat-Gay) era buena y decidimos continuar las compras. En 2005 compramos cerca de US$ 500 millones en oro, por las que pagamos cerca de US$ 480 dólares la onza.” Las ganancias habrían sido entonces de US$1.480 millones por esa compra a la cotización de hoy. En total, la apuesta al oro en tiempos kirchneristas tuvo una ganancia total de US$ 4.085.
Sin embargo, las compras realizadas por Redrado no fueron en lingotes, monedas o barras, sino en títulos de oro de bancos suizos, por lo que no está desagregada en el balance anual del Central. PERFIL preguntó en forma insistente a los voceros de la actual titular del Central, Mercedes Marcó del Pont, pero estos se negaron a responder: “La información sobre el oro es confidencial”, dijeron.
Los lingotes del Central, que pueden verse en una fotografía de 2006, tienen un tamaño inferior a los típicos de Fort Knox, en Kentucky, que sirve a la Reserva Federal de EE.UU.
Allí hay 8,965 toneladas de oro, cuyo valor es de US$ 459 mil millones, es decir, más que el PBI de nuestro país. Los lingotes de la FED pesan 12 kilogramos y valen US$ 720 mil cada uno.
Temor a los embargos. El buen negocio del Banco Central manteniendo el oro heredado de la gestión de Néstor Kirchner contrasta con la estricta cautela respecto del tema que mantienen sus voceros y otros referentes de la autoridad monetaria. Consultada por PERFIL, la entidad dirigida por Mercedes Marcó del Pont dijo en forma oficial que “la información sobre el oro es confidencial” y sólo confirmó que “el BCRA tiene alrededor del 5% de las reservas en oro”.
En los balances anuales del banco, de acceso público, es posible encontrar que al último día de 2010 el oro en poder del Central valía $ 9.925 millones, el mismo día del año anterior $ 7.336 millones, y a fines de 2008, $ 5.264. Además, el balance muestra que cuenta con “oro amonedado” por $ 53.679 a fines del año pasado. Son los remanentes de las subastas públicas realizadas durante fines de los años noventa, en donde se liquidaron miles de monedas antiguas acuñadas en oro y plata.
Uno de los enigmas que los voceros de la autoridad monetaria no quisieron responder es la ubicación exacta de los lingotes. Alegan una necesidad de seguridad. Según pudo saber PERFIL de boca de los ex directores de la institución, Alfonso Prat-Gay y Martín Redrado, la totalidad de lo comprado durante 2003 y 2004 se encuentra en el Tesoro Nacional, mientras que los títulos por posiciones de oro (es decir, no es oro “físico”) se encuentran en Basilea, Suiza.
Tanto Basilea como la Reserva Federal de Estados Unidos solían tener parte de las reservas en oro del país durante las últimas décadas, sin embargo, no se recuperaron “debido al default”. Los dos ex presidentes del Central aseguraron que un eventual embargo de la Justicia de Estados Unidos, por ejemplo, podría afectar a los lingotes argentinos fuera del país. En efecto, varios fallos del juez federal de Nueva York, Thomas Griesa, que beneficiaron a fondos buitres y otros tenedores de deuda en default, terminaron por frenar envíos y depósitos del estado argentino en ese país.
Tampoco el Banco Central informó el origen del oro. En Argentina se producen más de 2 millones de onzas de oro por año y el número se expande entre 20% y 40% por año desde 2003, aunque hasta el momento el total extraído se exporta.
El ciclo de las arcas. Los US$ 602 millones que el Banco Central ganó en menos de dos meses podrían haber sido casi el triple si entre 1997 y 1999 no se hubieran liquidado casi todas las reservas en oro.
Fue el entonces titular de la autoridad monetaria, Pedro Pou, quien liquidó las 42 toneladas guardadas en Estados Unidos a nombre del país por el precio del momento, US$ 390 por onza troy, es decir, US$ 12,54 el gramo, muy lejos de los casi US$ 60 que se pagaron esta semana.
El Banco Central recibió entonces US$ 1.480 millones por las 1,6 millones de onzas.
En la actualidad valdrían US$ 7.600 millones, es decir que la pérdida fue de US$ 6.119 millones.
En la historia económica argentina existen varios casos como el anterior.
El general Juan D. Perón, por ejemplo, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial elevó las tenencias de oro desde 125 a 330 toneladas, las que fueron liquidadas en el 80% por la Revolución Libertadora que lo derrocó.
Años después, Arturo Frondizi triplicó las que había heredado hasta las 170 toneladas. Fue derrocado y en pocos meses la cifra bajó a 50 toneladas.
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