jueves, 11 de noviembre de 2010

Santa Fe y el peronismo después de Kirchner


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Santa Fe y el peronismo después de KirchnerColumna de Antonio Rico.
La referencia obligada que es Agustín Rossi en el peronismo santafesino no llegó por accidente, se debió quizás al vértigo que le imprimió a su "militante-gestión". Con ciertas debilidades provocadas por ser oposición y encontrar oposición, pero en definitiva le impuso "vida política" a Santa Fe y sin excesos siempre dio que hablar.
Llegado el momento supo entender el significado de las urnas, volvió a rearmar, marcó nuevas estrategias y poco a poco fue desarrollando el Movimiento Santafesino por la Justicia Social, con "amplias fronteras políticas", según dijo en un momento, y siempre tratando de amalgamar distintos sectores del quehacer político y dando lugar a dirigentes sociales.

El intento de abordar, y sobre todo de representar este heterogéneo conjunto de experiencias sin viejos experimentados, nunca naufragó y fueron muchas -quizás demasiadas- las tormentas, sin embargo algunos (pocos en principio) comenzaron a ver otro horizonte. Empezaba a vislumbrarse el quiebre con el pasado de viejos apellidos en el PJ santafesino, herido por perdidoso y divididos por testarudez propia del amplio y vertical movimiento.

Así, con mucha determinación, la grieta por donde se cubrían las demandas de una generación insatisfecha políticamente dentro del partido comenzó a marcarse cada vez más, diferenciándose por sus maneras de "hacer política" y siempre en el "rumbo de las políticas nacionales que encabezan Néstor y Cristina Kirchner".

Siempre interpelando hacia adentro del propio proyecto, siempre colocando la política en el centro de la escena y no los tiempos electorales, siempre auscultando necesidades y voluntades, aunque cueste, aunque duela en el cuarto oscuro, nunca imponiendo.

Más o menos estos fueron los pilares sobre los que se sustentó el "kirchnerismo" en Santa Fe bajo la conducción de Agustín Rossi, que invirtió algunos términos enquistados en la dirigencia peronista santafesina, leyó claramente la letra chica del contrato y devolvió a las bases y a la militancia su crédito.

Del mismo modo, los sectores tradicionales siguen mostrando su adherencia a los mismos poderes fácticos de siempre con absoluto desenfado y vimos, no sin sorpresa, al acaudalado empresario colombiano devenido en político pisando suelo santafesino de la mano de un apellido notable del peronismo vernáculo. Pero la lista de estos hechos es larga y la omitiremos.

De este modo son muchos, nunca demasiados, los adversarios políticos que aparecen a uno y otro lado del límite peronista, por dentro y por fuera del partido, conjuntamente todavía crecen algunos resabios de cúpulas capitalistas.

La lucha "del campo y de los medios" en Santa Fe todavía cuenta heridos y la partida de Kirchner, para formar parte de la liturgia peronista, y la inminencia de un año electoral delinean, por ahora, sólo algunos vértices del estratagema político, cuyo almanaque maneja el socialismo como dueño de la pelota y de la cancha para usar un vocabulario futbolero.

"Néstor Kirchner nos dejó un país mucho mejor", dice Agustín Rossi. Y también responsabilidades sobre cómo abordar la complejidad del escenario que ofrece Santa Fe al proyecto nacional que, más ahora que nunca, "cuando todavía no se acomoda el dolor por la muerte de Kirchner", hay que apuntalar.

¿Por dentro o por fuera del partido? ¿Quién lleva el escudo y la sigla? Se tornaron repentinamente en intríngulis difíciles de descifrar. Kirchner se fue el día del Censo 2010. Censó al peronismo todo y para eso los juntó, los unió detrás de su ya mítica figura. "Igualmente no está el cronograma electoral", repite hasta el cansancio la dirigencia peronista, a la que se le acortan los tiempos para enfrentar una interna, para volver a leer lo que dicen las calles, tras la muerte de Kirchner, tras la intolerancia de un intendente.

Como quiera, la conmoción es grande del partido que fundara Perón, pero son las adversidades las que han servido de alimento inagotable al justicialismo, al peronismo y su liturgia. Queda claro que aún no se sabe quién será eje de la escena en la provincia, se sabe ya que será "la política y el legado de Kirchner".

Distinto es el panorama que ofrece la ciudad donde hay un nombre que respalda Agustín Rossi y es Martín Gainza, quien desde el ANSeS dio pelea por el proyecto nacional. Ahora buscará la intendencia de la capital santafesina, con lo que Kirchner dejó y con el andamiaje y el paraguas de Agustín Rossi.

En política no existen espacios vacíos, los roles deberán aún reacomodarse, habrá que reformular prácticas en la casa de calle Crespo en Santa Fe. La presidenta es ahora la jefa política de un kirchnerismo que empieza a escribir su impronta en la bota.

Subyace la duda de nombres, prosigue la disputa de si por dentro o por fuera, pero no hay incertidumbre en que el justicialismo kirchnerista santafesino se extenderá en el tiempo. El recambio generacional, perfectamente visible, permite ser optimistas con respecto al futuro. La receta vuelve a ser la misma: participación y militancia para librar las batallas que aún restan.

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