viernes, 10 de junio de 2011

Laberinto político

Una campaña en punto muerto

Por Lucrecia Bullrich
De la redacción de lanacion.com

Viernes 10 de junio de 2011 | 01:31 (actualizado a las 15:45)
Dentro de exactamente dos semanas caerá el último grano de arena. El tiempo para definir candidaturas, el plazo que dominó el debate político de los últimos meses, habrá llegado a su fin. El futuro de Cristina Kirchner dejará de ser un misterio. La decisión de ir por la reelección dejará de ser la incógnita que más especulaciones despierta, tanto en los pasillos del poder como en los de la oposición.
Paradójicamente, y pese al acecho del calendario, la campaña ingresó hace dos semanas en un inesperado punto muerto. El parate se explica fácil. El escándalo que protagoniza Sergio Schoklender y que puso sobre la lupa el vínculo entre la Casa Rosada y las Madres de Plaza de Mayo suma capítulos y aristas a un ritmo de vértigo. Poco espacio queda para discutir nada más.
Tampoco la saga de irregularidades y desmanejos por los que la Justicia investiga a Schoklender y las fallas en los controles del Estado escapan a las paradojas. Como describir sino que el Gobierno, el mismo que debe responder por los millones que depositó en manos de las Madres de Plaza de Mayo sin reparar en auditorias posteriores, le haya ofrecido asesoría a Bonafini. ¿Está la Casa Rosada en condiciones de ayudar a ordenar la misma entidad cuyos movimientos con dinero público no controló? La descentralización de los recursos como argumento monolítico no hace más que desnudar la endeblez de las explicaciones oficiales.
Por Lucrecia Bullrich De la redacción de lanacion.com
Pese a la parálisis, esta semana comenzó con la escenificación de un acuerdo y terminará, casi seguro, con la confirmación de una candidatura, dos episodios clave que terminan de configurar el mapa electoral de cara al 23 de octubre.
El sábado pasado, Ricardo Alfonsín y Francisco de Narváez sellaron su acuerdo con un acto que quedará en la historia de la simbología política nacional. Los bastiones del bipartidismo nacional dieron una nueva muestra de cómo la simbiosis es posible (en la superficie al menos) si de sumar votos se trata.
"No me queda otra alternativa que decir que sí", dijo Hermes Binner en las últimas horas. A la luz de su discurso siempre medido, la frase equivale a un estridente "seré candidato" que podría convertir el congreso socialista de mañana en un trámite más parecido a una reunión partidaria del PJ que a una cita del partido de Palacios.
La oferta electoral volverá a quedar repartida en tercios, aunque sustancialmente distintos a los que habían asomado en 2009, cuando el Peronismo Federal era una opción, el acuerdo entre socialistas y radicales estaba firme y era impensable un pacto entre Alfonsín y De Narváez.
La tesis más difundida indica que la nueva división en tres (kirchnerismo, radicalismo aliado con el PJ y centro izquierda), al que habría que sumar a Eduardo Duhalde y a Elisa Carrió para completar el cuadro, favorece al Gobierno porque dispersa el voto opositor y estrecha las posibilidades de polarizar la elección.
Otra teoría, con menos adeptos que la anterior, indica que la ampliación del muestrario de candidatos podría aumentar la cantidad de votos que el 23 de octubre coseche el no kirchnerismo. La posibilidad de votar por la positiva (al candidato que prefieren) y no solamente para no votar al postulante de la Casa Rosada podría sumar adhesiones al arco opositor, razonan quienes la sostienen.
Lejos de estas especulaciones (y mucho más cerca en el tiempo) se recortan las elecciones en la ciudad de Buenos Aires. Este domingo faltará exactamente un mes para que los porteños voten por primera vez en el año. El silencio que rodea esa otra campaña es casi ensordecedor.
Más allá de las tradicionales caminatas de sábado a la tarde, los candidatos están guardados como si para el domingo de la primera vuelta faltara una eternidad. Mauricio Macri, que corre con la ventaja de la gestión, perdió visibilidad, tal vez de la mano del fracaso del peronismo no kirchnerista para consolidar una alternativa.
Daniel Filmus todavía tiene que resolver problemas puertas adentro. Su espacio está atravesado por las trifulcas internas al punto que ni siquiera está claro quién manejará la publicidad. Rápida de reflejos, Cristina Kirchner ya le hizo saber que sólo se sumará a la campaña en las últimas dos semanas. El espacio de Pino Solanas está más abocado en armar la estructura que acompañaría a Binner candidato que en convencer al electorado porteño.
Curiosa mezcla de vorágine y quietud, escándalo y parálisis. La Argentina que es choca de frente con la Argentina que podría ser. El electorado observa. Absorto.

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